|Cap ₁|Comienzo del juego.
Con las pocas fuerzas que le quedaban a mis piernas, subí escaleras arriba, dirigiéndome a nuestro maldito cuarto matrimonial.
Cerré con seguro la puerta, y dejé caer mi espalda en esta misma. Hasta quedar en el suelo, abrazando mis piernas a mi pecho.
Sentía que en cualquier momento mi corazón explotaría. Mis lágrimas no cesaban, y no lo harían.
Lo único que podía llegar a transmitirme su persona, era odio.
Él ya no me amaba, y eso lo demostró a lo largo del tiempo, cuando comenzó a acostarse con diferentes chicas, las cuales las traía a nuestra propia casa.
Demostró no quererme cuando en mi cuerpo empecé a notar moretones. Moretones que él mismo había provocado en mi piel.
Sus cínicas disculpas ya se habían hecho una rutina matutina. Se disculpaba cada vez que me rompía por completo, que ya no podía ni soportaba más mi débil cuerpo.
El aire me faltaba, y mi frente sudaba. Apreté mis manos, marcando mis dedos contra mi piel.
—¡Abre la maldita puerta, ___!
—¡Déjame en paz, Namjoon! —grité, entre lágrimas.
—¡Lo siento! —sentí mi espalda doler, al momento en que dio una patada a la puerta—. ¿Qué quieres que diga? ¿Te amo? ¡Pues eso, te amo!
—¡No quiero verte nunca más en mi vida! —ni si quiera yo pude creer mis gritos—. ¡Maldito abusador, infiel!
Jamás le había gritado a él. Por miedo, quizá.
—¿No lo entiendes? —tragué saliva—. ¡Me cansé de esta vida de mierda junto a ti! —confesé.
—¡Pero tú me amas! ¡Nos amamos! —dio otra patada a la puerta. Cerré mis ojos con fuerza—. ¡Ésas putas no son nada para mí! ¡Tú lo eres todo!
—¿Te atreves a llamarlas putas, después de follarlas? —reí, sin gracia—. ¡El puto aquí eres tú!
—¡Maldita perr...!
—¿Acabas de llamarme... perra?
Ése hecho, se convirtió en la gota que derramó el vaso.
Me levanté del suelo, entre lágrimas. Agarré una de nuestras maletas, y metí una gran parte de mi ropa, junto a otras cosas.
No merecía ser tratada así, y por fin había abierto los ojos.
Pronto, escuché más gritos de Nam, fuera de la habitación.
—¡¿Qué más quieres?! ¡Somos ricos, viajamos por todo el mundo! ¡Te lo doy todo! ¡¿Qué quieres?!
Quedé en silencio unos segundos, no pudiendo creer sus palabras. ¿Es que el dinero lo es todo para él?
—Si me conocieras lo suficiente... sabrías que lo material no significa nada para mí —suspiré, cansada—. Y, sí. Siempre quise algo...
—¡Dime lo que quieres! —golpeó nuevamente la puerta.
—Te quise a ti a mi lado...
Él quedó en silencio, al igual que yo. Los dos, sin palabras ante mi confesión.
—Entiende... debemos divorciárnos... —dejé la maleta en el suelo—. Esto no es amor. Nunca lo fue... y nunca lo será.
—___, no me hagas esto. No lo hagas, por lo que más quieras, no lo hagas —suplicó.
—¿Hacerte qué exactamente?
—Hacer est...
—¡Te estoy haciendo un favor, maldito infeliz! —me acerqué más a la puerta—. Ahora no tendrás que pedirme perdón cada vez que te folles a otra mujer.
Junto a esa última palabra, abrí la puerta. Él fijó la vista en mí, y luego en mi maleta, descolocado. Sus ojos podían transmitirme el notable descontento.
—No me busques, no me llames. No quiero saber más de ti —caminé fuera de la habitación, pero al pasar por su lado, me detuve—. Adiós, Nam.
Él quedó inmóvil, sin decir nada. Como si no pudiera creerse que algún día, yo me iría de su lado.
Bajé las escaleras junto a mi maleta. Al mismo tiempo, iba pensando en lo que haría con mi vida al salir de este infierno. No tengo dinero, ni a nadie que pueda ayudarme. Mis padres... ellos murieron.
Al llegar a la puerta principal, la voz de Nam me detiene. Él se hallaba en las escaleras.
—Tienes que saber algo.
No dije nada, sólo lo miré a los ojos, esperando a que siguiera hablando.
—Esto no quedará así —espetó.
Lo miré a los ojos un momento, inexpresiva. Sin más qué decir, me di la vuelta, agarré la manija y salí de esa casa.
•••
Desorientada, me acerqué a una estación de autobuses. Al memos tenía dinero para pagar un pasaje, aunque ni si quiera sabía a dónde iría.
Después de minutos con la mente en un completo vacío, un solo nombre se iluminó con claridad en mi mente.
Jungkook.
Él ha sido un gran amigo, y hace algunos años asistió al mismo equipo de ejercito junto a Namjoon. Desde ése entonces, fueron muy unidos.
Pero... ¿En verdad me arriesgaría a quedarme en casa de él? Después de todo, no quiero que Nam sepa dónde me encuentro.
Al carajo. Tomé mi móvil y marqué su número. Después de dos tonos sin respuesta, por fin pude escuchar su voz.
—¿___?
—Escucha, esto es complicado de explicar, pero... no tengo a nadie —dejé salir aire—. No sé a dónde ir, Jungkook.
—¿Pasó algo con Namjoon?
—Por favor... luego te explico. Ahora... Bueno, te llamaba para saber si... —sentía pena—. Si puedes ayudarme.
Él quedó unos segundos en silencio. Un silencio aterrador, causándome nervios.
—Claro, ___. Pero si Nam descubre que estás en mi casa... me matará, literalmente lo hará.
Oh, no.
Dejé de respirar.
—Pero bueno, sabes que no me interesa —agregó.
Volví a respirar.
—No sabes cuánto lo agradezco... En verdad, gracias.
—Claro, no ha problema.
Corté la llamada, con una sonrisa. Al menos ya tenía en dónde dormir.
Al esperar la llegada del autobús, puedo divisar entre las personas a un rostro familiar. Cabello negro, ojos grandes y oscuros, labios medianamente gruesos, y una perfilada nariz.
Oh, sí. Él era Kim Tae Hyung.
—¿Tae Hyung? —me acerqué unos pasos hacia él.
Kim había crecido mucho. En todo aspecto se había desarrollado, ahora se trataba de un hombre.
—¡Oh, ___! —tuerce una hermosa sonrisa cuadrada—. Mucho tiempo sin vernos, ¿no lo crees?
Él se acerca más a mí y rodea sus brazos por mi cuerpo, abrazándome. Luego se separa, junto a una sonrisa.
—Creí que no volvería a verte. Has madurado —toco su hombro, sonrío—. Te extrañé.
—Igualmente. Pero... Tú no has cambiado en nada, ¿eh?
—¿Ah?
—Sigues igual de... —me echa una hojeada de pies a cabeza—. Bella.
—Por favor, no digas mentiras —comienzo a reír, con nerviosismo.
—Sabes que siempre odié las mentiras, ___ —enarca una ceja.
—Claro, casi lo olvidaba —aclaro la voz—. Debo irme.
—¿Sin darme tu número? —ladea la cabeza.
—¡Oh, sí, sí! —con torpeza, empiezo a dictarle mi número de teléfono.
•••
Después de un viaje de treinta minutos, por fin había llegado a casa de Jeon. Toco el timbre de la puerta, siendo esta última abierta por el susodicho, casi al instante.
—Oh, ___ —tuerce una sonrisa de lado.
—Jungkook, lo siento mucho, en verdad no sabía a dónde ir —cabizbaja—. Gracias por quedarme aquí...
—No lo sientas —hizo un gesto con su mano—. Mi casa es tu casa.
Al entrar al interior del lugar, Jungkook comienza a hacerme una pequeña repasada de todo lo que son las habitaciones y demás. Al final del pasillo en el segundo piso, me enseña el cuarto en el que me quedaría.
Se veía y sentía acogedor. Todo dentro de la casa se sentía cómodo.
—Si necesitas algo, estaré en mi habitación —informa, y sale del cuarto.
•••
Al cabo de una hora ordenando mis cosas dentro de los muebles, bajo a la primera planta. Decidí hacerme algo para tomar, pero lo que quería no podía encontrarlo. Bueno, tal vez no tenía café.
¡Vamos! No pierdo nada con preguntar.
Subo al segundo piso y toco la puerta de su habitación un par de veces.
—¿Puedo pasar?
—Tranquila, no preguntes, sólo pasa.
Al escuchar su aprobación, entré al cuarto. Respiré hondo al percatarme rápidamente de su abdomen al desnudo. Él se encontraba sin camiseta, buscando algo en su armario.
Aclaré mi voz, desvié la mirada, bajé la cabeza.
—Levanta la mirada —él se acerca, y con lentitud levanta mi mentón.
—Jungkook, es que... —mascullé.
—Tócame —tomó una de mis manos, y llevó la misma a su pecho.
—Eh, disculpa, ¿qué? —aparté mi mano de inmediato.
—Tranquila, sólo... bromeo —rió un poco, mirándome a los ojos.
—De todas formas, está incorrecto —me crucé de brazos y aclaré mi garganta.
—¿Qué está incorrecto para ti, ___?
Pronto, dio un paso hacia mí y susurró:
—¿Esto? —se apuntó a él y a mí simultaneas veces.
Sabía sus intenciones. ¿Cómo no lo vi venir? Jungkook siempre ha sido un hombre coqueto hasta con los malditos animales, y ahora, que me encontraba aquí, a su completa disposición, era obvio que quería aprovecharse de aquello.
Pero no lo dejaría. Acababa, literalmente, de terminar con un matrimonio realmente doloroso, y al parecer, a Jeon no le interesaba en lo más mínimo la situación. Aunque no lo sabía.
Fruncí mi ceño y di un paso atrás, a la defensiva.
—¿Tienes café?
Él sonrió, enarcando una ceja y, con uno de sus dedos comenzó a acariciar su labio menor.
—En el mueble blanco.
—Gracias —digo, sin más.
Salgo del cuarto, y con mi pecho un poco agitado, bajo las escaleras. Me encontraba un poco molesta, tal vez.
•••
Jungkook había ido a trabajar por la mañana. Él llegaría por la noche, así que me quedaría todo el día sola, quizá. Quizá; porque ahora mismo, una llamada entrante de Tae Hyung había aparecido en la pantalla de mi móvil.
Respondí.
—¿Hola?
—¡___! Me preguntaba si...
—Si...
—Si querrías salir conmigo hoy, claro, si no tienes algo más que hacer.
—Mhm... —reí un poco—. No tengo nada que hacer. ¿A dónde iremos?
—¡Genial! —aclaró su voz de inmediato—. Luego sabrás... Así que, nos juntamos en una hora, ¿te parece?
—Claro, claro —torcí una pequeña sonrisa.
•••
Al pasar el día, Tae Hyung me había invitado a ver una película en el cine. Entre risas, buenos ratos y recuerdos de nuestra adolescencia, comimos helados de distintos y deliciosos sabores.
Cuando la noche bajó, decidí que ya era tiempo de irme. Tomé un taxi y llegué a casa de Jungkook.
Al abrir la puerta principal, quedé un tanto asombrada al notar que una mujer rubia se encontraba a horcajadas sobre el regazo de Jeon. Se besaban y tocaban mutuamente con desesperación.
La chica llevó sus manos a la blanca camisa de Jungkook, ahí se dispuso a arrancar todos sus botones. Ésa acción se convirtió en un casi, porque el castaño había volteado su rostro hacia mí. Frunció su ceño, me observó de pies a cabeza y sonrió, como si estuviera satisfecho con la inapropiada situación en la que me había encontrado.
—Qué sorpresa —dijo él, al mismo tiempo echando a la mujer a un lado, como si fuera un vil objeto hecho para satisfacer personas como él.
Me siguió mirando, en cambio, la mujer arreglaba su cabello, y con la manga de su blusa se estaba limpiando su labial rojo esparcido por parte de su rostro. Ella parecía muy tranquila.
Jungkook tenía los labios rojos e hinchados.
—Yo, lo siento demasiado, en serio, no fue mi intención interrumpir, pero ya me voy —hablé, muy rápido.
—No te disculpes —él se levantó del sofá, arregló un poco su pantalón—. Ya acabamos de jugar —con sus dedos le hizo ademan a la chica, sin ni si quiera mirarla a los ojos.
Espera, ¿dijo "jugar"?
Muy pronto, la mujer entendió la referencia y salió por la puerta principal, dejándonos solos nuevamente.
—En verdad fue desubicado de mi parte... —tragué saliva—. No quer...
—No te disculpes —comenzó a caminar hacia mí, realizando lentos y sonoros pasos por la silenciosa sala.
—Pero, Jungkook... —mi corazón empezaba a sentir peligro.
—Si tú quieres, también podemos jugar, ___.
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Hola, si es la primera vez que lees alguna de mis historias; me presento, mi nombre es Karla, soy chilena y tengo dieciocho años 🌹💕
Este Fanfiction lo escribí cuando tenía quince años, como dije con anterioridad. Fue hecho para youtube, así que no tiene muchos capítulos.
Justo ahora me encuentro ocupada con tramites de la Universidad, así que estaré subiendo capítulos cuando pueda. Bueno, en realidad, todxs en esta pandemia tenemos distintos problemas, así que espero que entiendan 😥❤
Gracias por leer 🌹💕 Love u Parkmy's 🌹💕
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