🍁12🍁

Shaka puede estar muy enamorado al punto de quedarse entre las nubes por un tiempo considerable, perdiendo el hilo de algunas clases, conversaciones y en general de su entorno, pero a pesar de eso, es palpable la tensión entre Ángelo y Shura, el ambiente es lo suficientemente incómodo para sacarlo del nirvana.

Han pasado tres días en los cuales ambos se comportan de una manera extraña. No son una pareja melosa, pero, aun así, se les puede ver tomados de las manos en ocasiones o permanecer juntos el mayor tiempo posible sin estar invadiendo el espacio personal del otro, y eso es lo raro, se están evitando, apenas si intercambian monosílabos e incluso Ángelo se muestra molesto por momentos y después cambia ha melancólico.

Aprovecha que el maestro salió del salón y gira su cuerpo para encontrarse con zombi Milo, mala elección, regresa a su posición y le toca el hombro a Aioria.

- ¿sí?

- ¿Qué le pasa a ese par? – le hace un gesto al castaño con los ojos.

- No lo sé ¿le preguntamos a Shura?

- Es muy reservado.

- ¿Ángelo?

- Probemos suerte. Quizás está a la defensiva. – Aioria le iba a decir algo cuando el maestro entro y no les quedo de otra que postergar su conversación hasta el receso.

Shura observa por el rabillo del ojo al de cabellos azules, muerde sus labios por nerviosismo y terror, desde hace tres días no hablan, decidió poner distancia por un tiempo para dejar que Ángelo decida lo que hará, si de él depende hubiera propuesto desde un inicio borrón y cuenta nueva, pero no puede tomar una decisión en nombre de los dos.

El timbre del receso retumba en todo el instituto, sacando comentarios y expresiones de alivio en todos, incluso en el maestro, quien fue el primero en abandonar el salón.

- Ángelo. – el mencionado voltea para observar al azabache con una expresión neutral en el rostro. – ¿podemos hablar?

- Te veo en la tarde. ¿te parece en el parque del centro?

- Si. A las cuatro.

- Bien.

Aioria y Shaka pasaron junto a la pareja escuchando el intercambio de palabras cortas, secas y carentes de un tono amable, bromista y jovial como las que intercambiaban en el pasado la pareja. La situación para ambos es extraña y la curiosidad a la vez que la preocupación se los carcome por dentro.

- ¿deberíamos preguntar o esperar que algunos de ellos nos cuenten lo que pasa?

- No lo sé. – Aioria se muerde las uñas.

- Esperemos un día. – ambos son tan reservados en sus asuntos que ir y preguntarle algo sin que ellos deseen hablar del tema lo más seguro es que evadan el asunto.

Salieron del salón y se dirigieron a la cafetería.

Tomaron asiento junto a Milo y Shaina, quienes ya habían apartado una mesa en el patio.

- Querido diario hoy es el día número cinco en cual debo morder mis uñas (que por cierto ya no tengo) en un intento desesperante para no llamar a Camus, he tomado una decisión y la mantendré como buen niño grande, que en unos meses cumplirá 18, además, que me pueden meter a la cárcel, y no gracias, soy un bichito sabrosón y ahí me violan.

- Milo, eres patético.

- Querido diario, la cagada de mi vida por ser el solterón del grupo. Aioria esta contento como gato con caja nueva, Shaka está en el nirvana, Ángelo y Shura tienen sus propios asuntos y pues, en mi caso querido diario, me toca compartir mi tiempo con una víbora.

- No te imaginas como me las voy a cobrar.

- A quien encuentre mi diario privado cuando muera, Shaina me mato, enciérrenla de por vida, es un peligro para la humanidad. – Aioria noto las intenciones nada buenas de la peli verde, así que le quito el tenedor de las manos.

- ¿Dónde está Marín? – Al castaño se le hiso extraño la tardanza de su novia.

- Fue a buscar nuestra comida. – contesto de manera despreocupada la de cabello verde musgo.

Después de unos minutos Marín llego a la mesa pasándole a Milo y Shaina su comida, se sentó junto a su pareja y después de unos minutos incomodaron a los presentes, pues como toda buena pareja de pocos meses, la melosidad y cariñitos les provocan diabetes a los otros.

Irónicamente Shaka se queja, en fin, la hipocresía, pues el rubio parece garrapata cuando tiene a Mu cerca.

Todo lo que quedo del receso los cinco se la pasaron juntos. Shura en cambio estuvo entre las últimas estanterías de la biblioteca simulando escoger un libro, pero realmente pensando en las palabras adecuadas que le dirá a Ángelo en la tarde, no quiere terminar con él, lo ama.

**

Espera sentado sobre una banca del parque siguiendo con la vista a las personas que vienen y van, en ocasiones acompañados, en otras solas. Suspira. Es una tarde agradable con algo de viento que arranca las hojas de los árboles que terminan en su cabello o pantalón. Toma una hoja de color amarillo y la observa detalladamente como si fuera el misterio mas grande del universo.

Shura camina a paso rápido impaciente por encontrarse con Ángelo, una vez lo observa se detiene de golpe por los nervioso al contemplar las posibilidades de las cosas malas que pueden suceder. Inhala y exhala para continuar caminando, temeroso del desenlace de esa tarde.

- Es una tarde agradable. – se detiene a unos metros de Ángelo, pero este no voltea a verlo y no sabe si sentarse a su lado o quedarse de pie.

- Si, es muy agradable. – no sabe que decir, que pensar, como expresar lo que siente o hasta qué punto los dos están mal ¿pueden continuar con su relación o mejor la terminan? En algunos minutos que parecieron eternos, no voltea a ver al azabache, simplemente palmea el espacio vacío junto al indicándole al otro que se siente.

- Perdón, lo arruine. – Shura, titubeante toma asiento y con algo de temor mantiene la mirada en el otro a la espera de que este lo vea a los ojos.

- Yo también. – Ángelo sujeta la mano del azabache sintiéndola fría y algo temblorosa, o quizás sea su mano la temblorosa.

- Te amo. – susurra el azabache. Los ojos algo húmedos buscan la mirada de quien sostiene su mano.

- Yo también.

- ¿Podemos hacer borrón y cuenta nueva? – pregunto ilusionado.

- Si, pero quiero tiempo. – Por primera vez ambos se vieron a los ojos, sonrieron apenados y el azabache dejo caer su cabeza sobre los hombros de Ángelo. Ambos se quedaron por una hora en el parque observando a todos ir y venir junto a las hojas cayendo sobre sus cabezas, indicio del fin de una estación e inicio de otra.

**

Dos semanas exactas desde que no sabe nada de Milo, por lo general siempre le dice que lo dejara en paz, pero luego de a lo muchos cuatro días le llama o le manda por mensajes un hola, eso no ha pasado.

- Kardia.

- ¿sí?

- ¿Cuándo vas a salir con Degel? – si hace las preguntas adecuadas y dirige la conversación por donde quiere, quizás saque algo de Milo, pero una cosa es decirlo y otra hacerlo, Kardia ni por cerca es un tonto, temerario, enérgico y alzado, sí, pero tonto, no.

- Algún día. – algo quiere su hermano, es extraño que pregunte por él y Degel, cuando sus citas con el de cabellos verdes jamás le han importado.

- Sabes si Degel tiene tiempo libre.

- ¿para?

- Quiero tutorías.

- ¿tutorías? Tu ¿Qué es lo que quieres Camus?

- Las clases se me hacen fácil, pero siempre hay una materia más complicada que otras y no entiendo un tema de química. – Kardia observa detenidamente a su hermano, hay algo extraño, pero no sabe que es, descifrar a Camus es algo complejo a pesar de que lo conoce desde que usa pañales.

- Le preguntare mañana a Degel si tiene tiempo para ti. – Kardia dio por terminada la conversación y se centró en su tarea. Camus salió del comedor intranquilo, si se acerca a Degel, puede aproximarse a Milo, ahora debe buscar una buena excusa para recibir las tutorías en la casa del de cabellos verdes y así ver al rubio.

Camus al entrar en su habitación empieza a limpiar, recoger y sacudir todo, aunque este limpio, cuando se encuentra intranquilo o inquieto se le da por mover los muebles de su habitación y limpiarlo todo.

**

El clima de ese día es perfecto, ni muy frio, ni muy cálido, simplemente agradable. Así que decidió salir a la calle y dar un paseo en patineta, quizás en el parque se encuentre con Isaac.

El viento alborota su cabello, meciéndolo de un lado a otro, en esos momentos se reprende a si mismo por olvidar traer consigo una liga. Ni modo, está a dos cuadras del parque y no quiere regresara las diez anteriores que había recorrido. Una vez llegue a su destino le pedirá alguna chica algo para sujetarse el pelo.

A su mente llegan recuerdos de la larga, sedosa y siempre arreglada melena de Kanon, al menos él no se imagina con su cabello tan largo, definitivamente las mañanas no le alcanzaran para cuidar adecuadamente un cabello así, y menos gastaría lo que el mayor costea en tratamientos y citas en salones de bellezas con el objetivo de mantener radiante su cabellera que le llega al inicio de los glúteos.

Algunas personas que conoce, hacen mención de su belleza andrógina, pero es algo natural, los genes de sus padres. Sorrento no se esfuerza en lo absoluto para mantenerla, solo se preocupa por una buena higiene personal y vestimenta adecuada. Lo único que le interesa es verse presentable, bien arreglado.

Todo lo contrario, a Kanon, de quien sabe que es un vanidoso y se esmera mucho más que el en arreglarse y cuidar su piel y cabello. Ladeo la cabeza mientras sonríe, la última vez que se vieron el de cabellos azules le arreglo las uñas, le recuerda en ocasiones Aphrodite.

Llego a su destino y prosiguió dar un par de vueltas por el lugar, después se dirigió a las rampas, con suerte ese día logre deslizarse sin caer en el proceso. Hace poco inicio a practicar skateboarding, siempre con mucho equipo de protección para evitar alguna lesión, fractura o luxación, no le importa si algunos lo llaman gallina, en sus planes solo esta divertirse, arriesgarse un poco y evitar acabar en emergencias.

Suspiro y se armó de valor para empezar a deslizarse por las rampas, había escogido una más alta que la anterior en la que había practicado, con intención de probar sus límites y habilidades, afortunadamente no se cayó en ninguna de las vueltas.

Le encanta la adrenalina que corre en su sistema, misma que le da la valentía para intentar cosas nuevas, se siente listo para empezar con piruetas, le pedirá a Isaac cuando lo vea que le enseñe algunas sencillas.

Agotado se sienta sobre el césped a considerable distancia de las rampas, admira las hazañas de los otros. Realmente es un espectáculo maravilloso con todas esas acrobacias, pero las estruendosas caídas de algunos le crispan los nervios. En sus planes no está llegar a realizar volteretas y trucos de ese calibre, pues sabe muy bien que esos se logran con años de entrenamientos y lesiones que no quiere tener en su cuerpo. Los raspones los soportaba, pero más nada.

- ¡muñequito! ¿Cuándo dejaras de comportarte como niña? – rodo los ojos con diversión al escuchar esa voz, se dio la vuelta, hacia él se dirigen Isaac y Poseidón. Son compañía muy agradable. Ambos junto a Kanon estudian la carrera que le interesa, son fuentes de información muy valiosa, y se ha topado con el de cabellos celeste en el centro donde recibe clases de música.

- Hare esos trucos cuando quiera quedar desfigurado y tan feo como tú. – Isaac se hiso el ofendido.

- uno aquí queriendo hacerte compañía y tu ofendiendo. – Sorrento y Poseidón se rieron con la vocecita de víctima. – Ambos son buenos amigos.

- No te enojes. – Poseidón le dio unas palmaditas en la espalda al de cabellos verde y este solo bufo fastidiado.

Sorrento se levanta de su lugar y acompaña a un kiosko a los mayores para beber algo, después tienen planeado quedarse a ver las prácticas de Isaac.

Tiene alrededor de quince minutos en los cuales Isaac empezó con los calentamientos, en unos cuantos más comenzara a deslizarse por las rampas para continuar con las volteretas. Una vez las cosas tomaron intensidad, Sorrento no puede evitar estremecerse un poco con los aterrizajes del de cabellos verdes, a la vez que Poseidón le cuenta como se ve una fractura expuesta, una más y le estampa su casco en esa cabezota hueca que se carga el mayor.

- Tranquilízate, Isaac no se matará tan fácil. – trato de contener la risa para calmar al menor, ese día se excedió con los sustos.

- Me calmare cuando cierres la boca. No me cuentes esas cosas. – le hablo molesto al mayor, pues ya lo había llevado al límite con las anécdotas que le conto esa tarde.

- Bien, cambiemos de tema ¿Cómo te va con tu ''amigo''? – de reojo vio el sonrojo del menor.

- Eres metiche y chismoso. – sonrió, Sorrento ni se imagina los límites a los que puede llegar el mayor.

- Tu querías que cambiara de tema. – se encogió de hombros y el de cabellos lilas lo vio molesto.

- Bien, chismoso. Solo somos amigos y viendo cómo va todo. Es divertido pasar tiempo con él y tiene un pequeño gusto por rebasar los límites de paciencia de un rubio.

- ¿conoces a su familia?

- No. No hablamos mucho de nuestras familias. Solo hablamos de música, comida y hacemos lo que nos gusta.

- ¿eso te parece bien?

- Eres realmente metiche.

- Si. Y tú puedes contestar si o no.

- La verdad, no me molesta.

- ¿él te gusta?

- Si. Y me gusta que las cosas se den a su tiempo, por ahora todo está bien. – fija su vista en Isaac, quien al fin logro dar más de tres volteretas seguidas sin caerse, pero realmente no le está prestando atención a su amigo.

Por un lado, le gusta el rumbo calmado y tranquilo que tiene su relación de amistad con el mayor, pero por otro, siente que las cosas se han estancado. Le gusta Kanon y sabe que el de cabello azul también gusta de él, pero ninguno ha dado un paso adelante. Quizás perdió su interés en él o debería tomar la iniciativa.

Estuvo por un tiempo sumido en sus pensamientos en lo que Poseidón lo observa.

- Toma tú la iniciativa.

- ¿Qué?

- Que te declares y así aclaras las cosas. Tienes casi cuatro meses delirando por él. Toma el riesgo. – bajo la lógica del mayor lo mejor es arriesgarse.

- Quizás. Debo ir me, clases de música. – se despidió de Isaac y empezó a caminar considerando la idea de Poseidón. Una cosa es decir voy hacer esto y otra cosa es hacerlo, la posibilidad de confesarse lo pone un poco nervioso y ansioso.

Trata de pensar en otra cosa, tarareando las notas musicales que su maestro le dejo practicar para una presentación, otra cosa que agregar a su agenda atareada del mes: el fin del semestre con sus exámenes y últimos trabajos, clases de música, su instructor insistiéndole en participar en presentaciones. Todo eso lo tiene algo estresado sumado al hecho de que al año siguiente entrara a la universidad.

Se detuvo de golpe al observar a Kanon abrazado a un castaño, siendo afectuoso ambos, como una pareja. Se quedo unos minutos observándolos, con la duda, tal vez malinterpreto algo, después de un tiempo le queda claro el motivo por el cual Kanon no quiera más que una amistad con él.

Se siente ofendido e ilusionado por el mayor. Se retira del lugar con intención de aclarar en cuanto tenga la oportunidad las cosas con Kanon.

**

Por la ventana se adentra la luz del ocaso, iluminando la habitación con colores cálidos. Un extraño toque mágico para sus orbes esmeraldas. Giro su rostro a la derecha, quedando su nariz entre las hebras doradas desordenadas sobre la alfombra del mayor, el roce le provoca cosquillas y termina entre pequeñas risillas.

Aspiro el dulce aroma que desprende el cabello de Shaka. No resistió la tentación de tomar entre sus dedos algunos mechones, sintiendo la suave textura, a la vez maravillado por el tono de las hebras doradas al toque de la luz, le da la impresión de tener entre las manos hilos de oro.

La respiración pausada de Shaka le indica lo profundamente dormido que se encuentra, por lo general esos son los amados cuarenta minutos de sueño profundo. Tiempo en el cual, no importa si hay un terremoto con un 10 en la escala de Richter, él no se despertara por nada.

Shaka tiene el sueño muy pesado.

45 minutos en los cuales Mu podría secuestrarlo, encerrarlo en su sótano y conservarlo para sí mismo lo que dure su vida. Se asusto con ese pensamiento, Shion y Kardia le están contagiando las ideas psicópatas, o tal vez lo heredo, pues su padre Hakurei no todo el tiempo se comporta como una persona cuerda.

Suspira y se acurruca en el cuello del mayor, quien en ningún momento se inmuto al ser toqueteado por su novio.

Todo lo mágico tiene que acabar tarde o temprano, y ese fin llego con Shion entrando a la habitación del rubio como propia de un portazo. Mu se sobresaltó, dirigiendo su vista a quien se atrevió a irrumpir en sus minutos de paz y acoso hacia su novio.

Ambos intercambiaron miradas de molestia. Mu está enojado, no hacía nada malo y menos Shaka, quien prácticamente tiene un pie en el otro mundo, ni se inmuto por el estruendo de la puerta. No se le puede acusar de hacer algo indecoroso para que Shion se aparezca de buenas a primeras con intenciones de armar un escándalo.

- A casa Mu.

- No.

- Mueve tu trasero.

- No. – las palabras salen pausadas y con más veneno que la de una víbora, en lo que Shaka es ajeno a todo, perdido en el mundo de Hipnos.

Asmita y Kardia subieron corriendo por las escaleras, no se creen que una persona con poca actividad física los dejara tirados una cuadra atrás.

En cuanto Asmita se encontró a Shion, lo jalo y se lo llevo a la cocina. Kardia en la entrada se dejó caer al suelo, ni con Camus ha dado un maratón de esos, solo le queda tirarse al piso y recuperar el aliento.

Mu observo todo entre divertido, molesto y sorprendido, pues no todos los días se puede ver a un molesto Asmita jaloneando agresivamente a alguien. Por lo general el rubio es paz y amor.

Se recostó otra vez acurrucándose en el cuello de Shaka, deposito un beso en la mejilla del rubio, dispuesto a dormir unos minutos sin prestarle atención al desastre que se desarrolla en la planta baja.

En la cocina Kardia entro como perro con la lengua por fuera importándole poco la guerra de miradas que se tienen el rubio y Shion.

- Deja en paz a Shaka y Mu.

- No.

- Te voy a encerrar. – Kardia aprovecho la discusión para revisar el refrigerador de Asmita. Sus ojitos se iluminaron cuando se encontró con algunas rebanadas de tarta de manzana. - ¿se puede saber cuál es tu problema con Shaka?

- No confió en él.

- Es mi hermano.

- Ya lo sé, pero es diferente, ahora es novio de Mu y debo vigilarlo.

- Deja en paz a Shaka o te acuso con tu padre.

- No te atreverías.

- Pruébame. – otra guerra de miradas y Kardia se encontró con galletas de avenas caceras.

- ¿Asmita tienes leche?

- En la nevera y deja de comerte mi comida.

- Gracias precioso, eres el mejor.

- Shion dale un voto de confianza a Shaka, por mí, por favor borrego pachoncito.

- Asmita no me mires así, debo cuidar de Mu, es mi pequeño ¿y si tu hermano lo lastima?

- Por favor. – Asmita es hasta cierto punto adorable y el corazón de Shion es débil.

- Bien, los dejara en paz un tiempo y te quedas sin hermano si le hace algo malo a Mu.

- ¿Tregua?

- Tregua. – ambos se abrazaron en una especie de reconciliación.

- No es justo, yo también quiero amor.

- Ni loco te toco sin permiso de Degel.

- Gracias, pero soy muy joven y rubio para morir, te parece si mañana le pedimos permiso al cubo de hielo para darte amor.

- Pero yo quiero amor ahora.

- Pues te jodes, ninguno de los dos pondremos en riesgo nuestro pellejo.

- Borrego malo.

Los tres se quedaron en la cocina hablando de tonterías y haciéndose bromas. A la primera oportunidad que tiene Kardia sigue robando la comida de Asmita.

**

Las cinco de la tarde y un agotado joven de cabellos azules busca su habitación a tropezones con un ojo cerrado y el otro abierto, solo desea llegar a su cama y perder la conciencia ahí o por lo menos se conforma con tirarse en la alfombra de su habitación.

Un día difícil con un examen parcial, corriendo de un lado a otro en conferencias y peleas entre sus compañeros de equipo para ver cómo van con su parte del trabajo final, haciendo correcciones y preparando la presentación, con la que ruegan sacar una buena nota y no matarse en el examen.

- Te extrañe, te extrañe mi amada, mi amor, perdona me por separarnos tanto tiempo. – lo dramático no se le quita, ni con todo el cansancio del mundo. Restriega su mejilla sobre la suave almohada con aroma a su cabello y perfume. Saga observa divertido a su gemelo, Kanon es todo un caso. En muchas situaciones el menor amenazo con sacarle canas a su corta edad de 19, pero no puede negar que sin él la vida seria aburrida, claro, eso no lo confesara ni bajo tortura.

- ¿día difícil?

- Horrible, siento que paso un tractor sobre todo mi hermoso y fabuloso cuerpecito. – Kanon rueda sobre la cama buscando una posición comoda. - ¿Qué quieres? – tartamudeo una vez creyó encontrar la postura perfecta, boca abajo, abrasando una almohada y con una pequeña en el vientre.

- Que no se te note lo vanidoso. Te traje la chaqueta que me prestaste.

- Déjala tirada por ahí y despiértame para la cena. – saga salió de la habitación y se dirigió a la de su hermana. Para mala suerte ese día le toca hacer la cena. 

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