🍁03🍁
Los rallos del sol entraron por la ventana llegando a los parpados del de cabellos lilas, quien se aferra con fuerza a la almohada, deseando solo un poco más de tiempo para dormir. Cinco minutos más insiste en repetir mentalmente, como si con ello sus deseos se fueran a cumplir. La alarma suena una vez más y como respuesta al insistente timbre se envuelve entre las sabanas, rogando por piedad y que de la nada las clases de ese día se cancelen.
La noche anterior le costó conciliar el sueño por darle vueltas a cierto asunto que se llevará a cabo esa tarde, estuvo a punto de tener un ataque de nervios y ansiedad, casi baja a la cocina para asaltar la nevara al igual que su hermano todas las madrugadas.
La alarma suena por tercera vez indicándole lo tarde que es y entre susurros de rabitas se levanta de la cama fastidiado y odiándose por ceder a las peticiones de un hermoso rubio, con fascinantes ojos y mirada profunda que logro convencerlo de hacer algo que no es de su agrado solo con su carita preciosa. Un día sin lugar a dudas aceptaría matar por él, aun que en esos momentos su víctima será Shaka, pues nadie se mete con sus ocho horas de necesario sueño reparador, ni siquiera su amor.
Se llevo un susto de muerte al entrar al baño y verse en el espejo con los cabellos alborotados, ojeras de mapache y cara de zombi. Hizo una última rabieta antes de ducharse. Simplemente llego a la conclusión de que será un día muy largo y por el bien de la salud física del rubio que no le salga con más sorpresas.
El mañana continuo con su habitual rutina. Su padre Hakurei en mano izquierda el periódico, mientras en la derecha la taza con café sin azúcar. Shion devorando todo aquello depositado en su plato y papi Avenir preguntándoles a todo por los pendientes del día, manteniendo una agradable conversación entre todos durante el desayuno.
Todo estaría muy bien siguiendo su curso habitual, si no se encontrara molesto y cansado por el desvelo de la noche anterior, necesita dormir un poco más, desea dormir y matar de paso a Shaka. Suspira y se obliga a calmarse y disfrutar de los mimos de sus padres al igual que de la agradable mañana.
Camina por las calles tarareando la canción que suena en sus auriculares, calmando un poco su inestable humor. Unas calles más y se encontraría con Aphrodite. El de cabellos celeste ciertamente le alegrara el día con sus ocurrencias, en una conversación de trivialidades, incluso con algunos chismes, pues él siempre se mantenía informado de lo que pasa con todas las personas a su alrededor.
Tiene mucho tiempo de mantener una amistad con Aphrodite, exactamente desde los 10 años. Ambos se caracterizaban por poseer una personalidad algo despreocupada y alegre, aun que el de cabellos celestes es más extrovertido, con la capacidad de entablar una conversación con cualquiera. Virtud que les consiguió la amistad de un joven de hebras rojas, que casi siempre se comporta como alguien asocial, reservado, un poco malhumorado y limitada paciencia, recordándole por momentos a Shaka.
A pesar de que Camus es el hermano menor de Kardia y el de cabellos azules prácticamente tiene como segundo hogar su casa. Los niños en muy pocas ocasiones congeniaron o mantuvieron una conversación más allá del ''buenos días'' ''como estas''
Eso cambio una tarde en la que Aphrodite se quedó en su casa haciendo tarea, casualmente Camus se encontraba ahí, y terminaron con una plática, llevándolos a construir una amistad de cuatro años.
- ¡Hola borreguito! – escucha un grito algo lejano, asustándole. Voltea en todas las direcciones buscando a la persona que lo llamo, observa al de cabellos celestes desde un par de casas atrás. Sonríe avergonzado al notar que había caminado de más.
- Disculpa Dite, no me di cuenta.
- El amor te tiene caminando en las nubes cariño.
- ¡No digas tonterías! – Grito avergonzado. Dite conoce su secreto y en parte se arrepiente de haberle contado. Aunque sabe que no le dirá a nadie, eso no lo salva de las bromas que le hace su amigo. - ¿tienes lo que te pedí?
El de cabellos celestes saca de su mochila un par de zapatos con tacón de 5 cm color rojo, mientras caminan. Aphrodite los coloco sobre las manos de Mu, y este los observo con pánico y curiosidad. La verdad, son bonitos y el color le gusto, pero no le quita el hecho de que son altos, y en su vida había usado algo así y no está seguro de dar más de un paso con ellos.
- Son bonitos Dite, pero ¿no había unos sin tacón? – el mencionado sonrió con burla por el tono de desesperación de Mu.
- Esos eran los únicos de tu talla. No te imaginas lo que me costó convencer a Sasha para que me los prestara. La muy tonta pensó que ya había decidido salir del closet, según ella me estoy tardando.
Mu soltó una carcajada, que enfado al de cabellos celestes, quien decidió desquitarse con su amigo, alegando que el que se le adelanto fue el, ya que esa tarde se vestirá de mujer, logrando que el borreguito se tensará. Aphrodite al notar eso empezó a hacerle cosquillas, llegando a la entrada del instituto sonrojados y agotados de tanto reír.
**
Entra al instituto a paso lento y firme suspirando y cruzando los dedos para que sus amigos no lo molesten tan temprano, para su buena suerte al entrar a su salón de clases solo se encontró con Aioria, quien únicamente se limitó hacerle preguntas sobre el ensayo de literatura, sin comentarle nada referente a la presentación de su ''novia''
La amena conversación de la mañana entre el rubio y el castaño se fue al Hades cuando la puerta fue azotada por los individuos que personificaban el caos en el salón. Las entradas estruendosas son cosas a la que todos los presentes ya están acostumbrados por ese par, que apenas logran llegar a clases cinco minutos antes del toque de la campana, sin aliento, despeinados y con suerte despiertos.
La rutina matutina de Ángelo y Milo, es llegar a como diera lugar al instituto, con vida claro, después de atravesar ocho cuadras corriendo, esquivando personas y autos. Si sus padres vieran lo que hacen, de seguro los matan antes de alguien más les quite el gusto. Por parte de sus madres con toda seguridad morirían en el acto de un ataque cardiaco.
Después de sobrevivir el trayecto de casa al colegio, ambos empiezan con una pequeña rutina, que es sinónimo de tortura para Shaka. Se empecinan en hacer enojar un poco al rubio con bromas, claro un poco, nadie está lo suficientemente loco para llevarlo hasta sus límites, eso les quedo claro desde que un idiota acepto el reto y termino con un hematoma en el ojo izquierdo. Ese día todos aprendieron que no hay que hacer enfurecer a Shaka, un poquito si, no mucho.
- Barbie, dinos ¿Al fin conoceremos a tu amada hoy? – y empieza la tarea matutina.
- O a Ken. – contesto Ángelo a Milo. Ambos rieron con la cara de asesino en serie que les dio Shaka, incluso Aioria se divierte. Bien señores y señoras el rubio decidió que no se las dejara fácil.
- Dime Ángelo, ya le contaste a Shura de quien era el chicle que le pegaron en el cabello ayer y ni hablar del porque su cuaderno de física termino en los baños. – el de cabellos azul quedo frio en su lugar, pues si alguien le decía esos detallitos a su azabache lo más seguro es que lo linche, y balla que tenía motivos para temerle a su novio.
- No te atrevas a decirle algo rubia oxigenada.
- No prometo nada. – Milo no contenía la risa, por lo que se ganó la mirada de los otros tres.
- tu cállate Milo o iré a contarle al de cabellos rojos que planeas poner una cámara en su habitación.
- ¿así? Yo le diré a Shura donde está ubicada la que tu pusiste. – y así inician las mañanas de Shaka en las cuales la mitad de su paciencia es drenada por el comportamiento infantil de los otros dos, de los cuales se deshace a la primera oportunidad.
A pesar de ser insoportables los tiene en estima. Son escandalosos, bromistas, despreocupados e infantiles, pero en situaciones serias y en las que necesita apoyo las tres personas ahí presentes siempre lo apoyan. Y bueno quizás lo único rescatable de ellos, su comportamiento es únicamente dirigido a la conducta, pues en los estudios no son para nada malos, manteniendo promedios aceptables y para variar siendo responsables.
El escándalo termino cuando el ogro de la mañana apareció con notable falta de cafeína en su sistema, instantáneamente todos corrieron a sus asientos, imitando el comportamiento de buenos niños disciplinados incapaces de matar una mosca, dando la impresión de los alumnos perfectos, de aquellas imágenes que usan sobre brochures o cualquier cosa relacionada al márquetin.
La mañana transcurrió con relativa normalidad para ambos jóvenes que se encuentran en institutos diferentes, pretendiendo estar concentrados en las clases, cuando lo único en lo que podían pensar era que todo saliera bien, cruzando los dedos y repitiendo mantras tras mantras en sus mentes para aliviar los nervios y en el proceso evitar cualquier ataque de ansiedad.
Las clases para el de cabellos lila finalizaron. Mu tomo su mochila y prácticamente saco arrastra a Camus y Aphrodite, quienes se quejan en el camino por la presión en sus muñecas, seguros que al día siguiente conservarían como recuerdo de esa tarde moretones.
Con cada minuto que pasa Mu se tensa, dándole la impresión a los otros de que pronto iniciara a hiperventilar. Camus lo detuvo obligándolo a realizar ejercicios de respiración en medio de la calle ganándose varias miradas curiosas y algunas de burlas con comentarios nada agradables, siendo recibidas con gestos de repudio por parte del de cabellos celestes y hebras rojizas.
Un poco más calmado, caminan despacio por las calles, siendo entretenido con conversaciones triviales por parte de Camus y Dite. A pesar de no estar de acuerdo con el favor de su amigo el de cabellos rojos no lo hará pasar un mal rato y menos empeorará su estado.
Pasaron buscando al primo de Aphrodite, obteniendo una presentación bastante peculiar, pues Mu no estaba en su mejor momento, Camus se encontraba concentrado en vigilar a su amigo y con el celular en manos en caso de llamar a una ambulancia por un desmayo del menor. Aphrodite le platicaba a Sorrento lo que harían esa tarde y lo extrañamente emocionado que esta.
Sorrento observaba al pobre de cabellos lilas pálido, a Camus susurrándoles palabras para tranquilizarlo mientras toma su mano y cruza los dedos de la otra. Lo único que pudo hacer fue sonreírle a los menores, alegando que todo saldrá bien y en el futuro se reirán de lo que hicieron esa tarde, añadiendo anécdotas de algunos de sus amigos, hablando de cualquier cosa, por poco y les explica el proceso de fotosíntesis de las plantas, junto a la vida de Catalina la grande.
Finalmente llegaron a la casa de Mu, donde fueron recibidos por un eufórico Kardia, quien ama llevar al límite la paciencia de su hermanito. Camus solo desea que lo deje unos minutos tranquilo, en ocasiones es muy molesto lidiar con el mayor. Lo quiere mucho por ser cariñoso, atento y protector con él, pero le molesta el que no comprenda el concepto de espacio personal.
- Buenas tardes borreguito, manzanita y para ti también dulce rosa de primavera. – hablo el mayor feliz y divertido a los menores. Los presentes están acostumbrados a los apodos cariñosos e incluso les gusta ser mimados, pues Kardia se comporta como un buen hermano mayor. - ¿Quién es el? – observa detenidamente al cuarto integrante.
- Él es mi primo Sorrento, nos acompañara esta tarde. – el de cabellos lilas y el mayor se presentaron con notable frialdad, analizándose mutuamente. Después de una breve charla (interrogatorio) los cinco pasaron a la cocina para almorzar.
Los segundos pasaban junto con los minutos y las horas. Tiempo en el cual Mu trataba de desconectar su cerebro para evitar alguna crisis, siendo de mucha ayuda los malos chistes de Camus, los ingeniosos comentarios de Aphrodite al comentar alguna anécdota de su primo, quien se encargaba de arreglar al menor, bufando cada tanto cuando el de cabellos celestes se burlaba de él. En el proceso de arreglarse Sorrento le decía algún que otro consejo de como caminar con tacones.
Al finalizar el ajetreo de una hora y media en el cuarto del de cabellos lilas, tuvo como resultado a un joven, con pantalones blancos ajustados, camisa celeste de chiffon hasta la cadera, su cabello sujeto en una coleta alta, adornando su níveo cuello con una cadenita de oro y para culminar todo, los zapatos color rojo de 5 cm de alto.
Se llevo la mayor sorpresa de su vida al no reconocer su reflejo en el espejo. Realmente parece una chica y odia aún más a Shaka por tener la razón, perfecto parecerá delicado por el resto de su vida, tendrá que aguantarse las burlas de quienes lo llaman afeminado y en ese punto ya ni siquiera sabe si eso le importa, o no, o si, por si acaso los desprecia, en lo que se decide. Para empeorar todo, descubrió que se le hace muy fácil caminar con zapatos de tacón.
- Querido eres la envidia de las mujeres, hay muchas que se les dificulta caminar con zapatos de tacón, incluso a Sasha le costó acostumbrarse a usarlos. – menciono Aphrodite logrando que Mu se sonrojara.
Camus mira a su amigo de pies a cabeza, con la apariencia que tiene, casi nadie lo reconocería, al menos que sea muy observador lograría descubrirle.
Por su parte Mu no sabe si correr o tomar un cuchillo y matar a Shaka.
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