Capítulo Único


―Es una lástima que no puedas quedarte...

Esa fue la frase con la que Celia se dirigió a Sullye, interrumpiendo al propósito la conversación que pretendía mantener con Mike. Y en definitiva el antiguo asustador estaba seguro de que ella no lamentaba que se esfumara lo más pronto posible.

Era una trama atroz, un argumento salido de una muy mala novela de romance barato. Sin embargo, dolía más que cualquier cosa que hubiera experimentado en toda su vida.

Ahí estaba su mejor amigo, Mike, vestido muy elegantemente para la ceremonia que se realizaría en breve, una en la uniría su vida con la de Celia. Era su boda. Bueno la boda de ellos y Sulley sólo el padrino. Se supone que se pararía aun lado dándole todo su apoyo, miraría con orgullo a su compañero de vida y le desearía lo mejor en esta nueva etapa.

Una etapa que no lo incluía a ÉL, al menos no con la misma necesidad y tiempo que antes. No. Porque a partir de ahora eran Mike y Celia, no Sulley y Mike.

Le deseaba lo mejor, pero simplemente no tenía la fuerza para oír y ver a la persona que le dio tanto, que lo convirtió en lo que era hoy, decir acepto. Porque en cuanto esa simple palabra fuera exhalada de sus labios él lo habrá perdido para siempre.

Y luego estaba esa otra parte egoísta que lo hacía pensar que ella no podía hacerlo más feliz de lo que habían y podían seguir siendo estando juntos. Veía a Mike y lo único que se repetía en su cabeza era la idea de sujetarlo, echarlo sobre su hombro y salir de ahí a toda pastilla. Estarían muy lejos para cuando ella reaccionara.

Por un tiempo tal vez Mike se molestaría, pero al final lo perdonaría y le agradecería.

―Que tengas buen viaje Sullivan ―cortó Celia antes de que él pudiera incluso replicar. Ella tomó la mano de Mike y haló de él en dirección al hotel en donde se llevaría a cabo el evento.

Su enorme mano azul se apretó en puño arrugando hasta casi romper los dos boletos de avión que ilusamente compró en un intento tonto de engañarse; en su imaginación justo cuando él se negara a participar, a ser el PADRINO, Mike le rogaría que se quedara incluso asegurando que cancelaría todo para ayudarlo si tenía algún problema, entonces le diría la verdad, que lo amaba y ellos huirían a una isla paradisiaca lejos de Celia, de sus familias y de cualquiera que los conociera para poder vivir su amor.

Claro, no contaba con que inmediatamente después de anunciar su partida Celia aparecería para arrastrar a Mike lejos.

Y siendo sinceros era lo que más le enfurecía, ella nunca, jamás le hubiera prestado atención a Mike de no haber sido por él.

Celia no reparó en Mike antes de escuchar de su parte lo maravilloso, increíble y genial que era Michael Wazowski.

Cuando comenzó a hablarle creyó que era igual a todas, impresionadas por su récord de sustos se acercaban con intenciones amistosas para luego sugerir algo más. La diferencia es que Celia de verdad lo engaño, ella parecía genuinamente interesada en ser su amiga, lo escuchaba haciendo comentarios inteligentes y graciosos que pronto ganaron sí no su confianza sí comodidad en su presencia, y sin darse apenas cuenta comenzó a abrirse y hablar de Mike. De su día a día, de sus momentos juntos, de las grandiosas ideas y proyectos. Alabo sin reparo y con énfasis los problemas de los que les había salvado su increíble inteligencia y previsión.

Pasaría apenas unos meses cuando ella comenzó a pasar tiempo no sólo con él, un escenario que al principio buscaba desesperadamente, sino con ellos.

El carácter alegre y las bromas suaves de Mike se fueron ganando la atención de Celia, los detalles de amabilidad que emblandecen los corazones de sus allegados, el cuidado para con sus cercanos hicieron que ella enterneciera y luego se enamora de Mike.

Para cuando vino a darse cuenta eran novios.

Celia lo había sugerido, en palabras del mismo Mike, sólo para saber si eran compatibles. Un noviazgo que pronto se fortaleció y ahora culminaba en boda.

Sullye no la odiaba, no podía cuando hacía feliz a Mike, pero tampoco lograba parar de pensar que sí él no hubiera cometido el error de considerarla una amiga, ella no estaría con Mike, su Mike; porque al igual que todos seguiría menospreciándolo, creyendo que no tenía nada notable. Y estaría bien porque Sulley estaría ahí para él, porque Mike estaría para Sullye.

Incluso se sentía un poco traicionado, por ella porque sí llegó a ser aunque sea por un instante su amiga debió ver en sus palabras, en su mirada la devoción, el cariño y el profundo afecto que sentía por Mike; y con Mike por haberla preferido a ella dejando de lado todos esos años maravillosos que compartieron y en los que no supo leer en cada gesto su amor.

Hubo un momento en que creyó que Mike diría esas dos hermosas palabras "te amo", justo un segundo después de haber terminado de armar un rompecabezas que nadie además del tenaz, inteligente, hacedor de Milagros Michael Wazowsky lograría. Esa puerta blanca con flores rosas que le regreso la alegría y la paz. Rayos hasta había fantaseado con lo sucedería una vez regresaran a casa. Tenia en mente una y mil formas para agradecerle, para demostrarle cuanto significo para él.

Deseaba besar esas manos heridas y maltratadas que a base paciencia y esmero logro lo imposible. Esa puerta era la muestra más grande de amor que hubiera podido recibir, porque era la prueba del tiempo y la preocupación que Mike le dedicaba. Podía imaginárselo parado frente al prácticamente aserrín sin saber por donde empezar, pero completamente decidido a lograrlo sin importarle si se le iba la vida en ello.

Pero... tal vez sólo estaba inconforme y disgustado consigo mismo por ser un cobarde y nunca haber logrado decir lo que de verdad sentía, o lo que pensó tenían.

Sí, tal vez se trataba de eso... fue él quien quiso ver mucho más en los deliciosos desayunos, en su preocupación por él, en sus cuidados cada que tenía la mala fortuna de enfermarse, en... bueno en todo.

Pero ya se acabó...

Mike diría acepto y él deberá hacerse a la idea, tragarla y digerirla sin importar lo amarga que sea.

Con todo el cuerpo tenso dio medida vuelta listo para salir de ahí lo más rápido que sus piernas se movieran, que lo alejaran de la tentación de entrar ahí y...

―Sullye ―gritó Mike.

Lo supo sin verlo, porque la voz de Mike lo había estado guiando por demasiado tiempo, era el sonido al cual se colgaba para encontrar el rumbo para llegar a puerto seguro.

Con una respiración profunda se armó de valor para girarse y atender al llamado, porque se trataba de Mike y siempre, siempre respondería sin importar nada.

―James, no te vayas. No puedo hacer esto sin ti.

Y ahí estaban, las palabras que había estado esperando oír.

―Puedes. Tu eres Mike Wazowski, un monstruo que no da miedo, pero que no le teme a nada ―afirmó con una sonrisa confiada.

―Puedo, pero no quiero...

―Mike... ―pronunció como un suspiro cariñoso.

―Sullye, tu y yo siempre hemos sido un buen equipo.

―El mejor.

―Y siempre pensé... lamento decirlo en este momento, que tu y yo éramos perfectos el uno para el otro.

―Lo somos ―aseguró Sulley sin entender porque prácticamente Mike estaba bailando en su lugar, como si su diminuto y redondo cuerpo estuviera en ebullición y no pudiera contener todo lo que llevaba dentro.

―¿Lo somos? Entonces ¿por qué estoy a punto de casarme? ―su tono era una mezcla de confusión y reclamo.

James Patrick Sullivan abrió la boca para responder, luego nada. Su cerebro se había apagado porque no logró procesar la situación. Así que un par de segundos después Sullye repitió la escueta conversación que acababa de tener, después de reproducirla al menos cinco veces se animó a responder.

―Mike, eres mi mejor amigo ―y esas cinco palabras hicieron retroceder a Mike, cual sí le hubieran golpeado el rostro.

―Tienen razón, somos amigos ―concordó apretando los labios en un puchero que enterneció a Sulley. Mike dio otros dos pasos en retroceso y esa fue la señal de James para sujetarle del brazo evitando huyera.

―Y siempre creí eso era lo único a lo que podía aspirar ―agregó Sulley. ―Tu nunca mencionaste nada. Y yo... admitámoslo, de los dos no soy el más valiente, ni independiente. Cada vez que tengo un problema te pido ayuda o consejo. Pero esta vez... no podía decirte nada ―admitió con los hombros caídos y la cabeza gacha.

―¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo? ―cuestionó Mike con miedo en la voz.

―En realidad, no estoy muy seguro de haberme dado a entender ―y Sullivan desvió la mirada a un lado mientras con su inmensa mano se rascaba la nuca. ―No soy bueno con eso de hablar, cuanto menos con los sentimientos.

―¡Oh! Sabes que, aunque ya no vivamos juntos puedes venir a mi si necesitas ayuda ―exhalo Mike un tanto decepcionado. Un silencio se extendió entre ellos antes de que Mike apretara los labios y agregara. ―Entonces... creo que debo ―y señalo la puerta que lo conduciría a un final, quizás no uno que lo embriagara de alegría, pero creía que al menos uno que le permitiera sentirse cómodo y algún día feliz.

―Si crees que debes... ―y Sullye se encogió de hombros. No podía ser egoísta y abrumar a Mike en un día tan importante con una confesión de ultimo minuto.

―ESE ES EL PROBLEMA ―soltó Mike molesto y casi rojo de la ira. ―Yo solo debo intuir, creer, leer entre líneas porque nunca hablas claro. Debo adivinar que es lo que esta pasando por esa cabeza tuya porque nunca aprendiste a confiar del todo en mí.

―Yo confió ciegamente en ti Mike.

―Entonces PORQUE AUN NO SE LA RAZÓN POR LA CUAL NO QUIERES ESTAR A MI LADO HOY. Sólo dices que tienes que irte. ¿Irte a dónde? ¿Por cuánto tiempo? ¿Por qué hoy? Planeamos esto por meses y nunca dijiste nada y apenas unos minutos antes te vas sin explicación. Eso no es confiar en mi. Eso no es...

―Confió en ti, pondría mi vida en tus manos, pero...

―Sabes que, sólo vete.

―Mike.

―No. Estoy harto de este baile, yo... simplemente tiendo una y otra vez mis intenciones, te dejo ver que yo... lo que yo... Sólo vete. Ya no quiero cultivar ilusiones que luego tu vas a matar de tajo. Ya no quiero saber ni pensar en nada... porque estoy cansado.

―Mike, yo...

―Mike, Mike... ―llamaba casi a gritos Scott desde la puerta, sus cinco ojos buscaban frenéticamente a su antiguo entrenador. ―Tienes que entrar ahora ―apremio al verlo corriendo para tomarlo del brazo y tirar de él a la sala de banquetes en donde miles de voces ya comenzaban a murmurar debido a la ausencia del novio.

Mike y Sulley se miraron tristemente, Mike asintió y resignadamente permitió que lo llevaran de regreso. Sulley se quedó ahí, mirando impotente como su ultima oportunidad se le escapaba de las manos.

―Scott ―nombro Don apersonándose justo en la puerta, su tentáculo desprendió suavemente el brazo de Mike del agarre de su hijo adoptivo. ―Ve con tu madre.

―Pero...

―Por favor, necesito hablar con estos dos ―y no por primera vez Don Carlton se mostro como el monstruo maduro y lleno de sabiduría que era.

Scott volvió a entrar dejando detrás de si un silencio apabullante.

―Ahora. No puedo decir hasta qué punto eres compatible con Celia, ella parece ser una excelente elección de pareja. Pero Mike, estas entre llevarte el regalo de consolación a casa o el premio mayor. Creo y te lo digo por experiencia... que conformarte con lo seguro no te hará feliz, no a ti que siempre has aspirado y logrado la grandeza.

Mike abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, sin lograr emitir un sólo sonido.

―Y Sulley... tan imponente, tan seguro de ti mismo. ¿Si te vieras en este momento en un espejo, me pregunto que verías? No para nosotros, sino tú mismo y siendo honesto para contigo. Verías al monstruo exitoso, fuerte y grande. O tal vez a uno que no sabe hacía donde ir, inseguro de continuar porque al parecer le han quitado el farol de su vida. La vida es una, Sulley.

Sullivan se mordió la mejilla interna mientras los ojos se le llenaban de lagrimas no derramadas.

―Yo... debo volver con Sheri, y ustedes... creo que deberían tomarse todo el tiempo que necesiten para resolver esto y no terminen arrepintiéndose lo que les queda de vida. Después de todo... ―y de su bolcillo saco una tarjeta amarillenta que en mejores días debió ser blanca para tendérsela a Mike, que era el que estaba más cerca.

Mike la tomó con el corazón latiéndose desenfrenado para leer en letras borrosas:

Don Carlton

Ventas

La tarjeta de presentación era un recuerdo muy lejano, del año maravilloso que vivió en la MU.

―Fuiste tu quien nos enseñó que nadie puede decirte lo que eres o no eres, lo que puedes o no hacer.

Don asintió con la cabeza para afirmar sus palabras y luego se dio la vuelta para volver a entrar una vez que el rostro desencajado de Mike le hizo saber que entendía el mensaje.

―Mike...

―Sulley... ―Dijeron al mismo tiempo apenas ver cerrarse la puerta tras Don. ―Tu primero.

―No, estoy casado de ser yo el que siempre hable. Sólo por esta vez...

―Mike, me gustas ―confesó sin pensar más, era ahora o nunca. ―No sé cuándo o como empezó, simplemente un día desperté y eso que sentía desde no me acuerdo cuando tenía nombre. Amor. Eres quien siempre está para mí, en quien confió, quien ríe y llora a mi lado, eres quien me salva, quien se desvela por cuidarme, quien me hace feliz, eres... mi mundo. ¿Puedo ser tu mundo? Te prometo que daré todo de mi para ser merecedor de...

Y Sulley se quedó sin aliento al sentir como los brazos de Mike se aferraban a él.

―Ya eres mi mundo.

Y eso fue todo lo que necesito escuchar para tomar a Mike y salir de ahí, no miró hacía atrás, ni siquiera escuchó las protestas que el fardo sobre su hombro tenía sobre al menos disculparse con Celia. Para Sulley era innecesario ya se darían cuenta tarde o temprano que el novio no iba a presentase. Además, mientras corría y sus labios se estiraban en la sonrisa más grande que recordara tener, los latidos de su corazón dichoso retumbaban más fuerte que cualquier idea razonable, así que era improbable que se detuviera o considerara cualquier otra cosa que no sea llegar lo más lejos posible con Mike.

―Sullivan detente, esto es una locura ―gritó Mike golpeando sin muchas fuerzas la espalda peluda del secuestrador.

―Lo sé, pero ya luego pensaras como arreglarlo ―respondió Sulley apretando el paso porque nadie le iba a quitar su hermoso y brillante faro. Además, sabía que sus palabras eran ciertas, Mike siempre encontraba como enmendar todo, como resolver cada problema en el que terminara metido por su estupidez. ―Buu estará feliz de verte.

―¿Qué?...




Fin.

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