20. chispas.
Los días que siguieron al beso fueron una mezcla de silencio y tensión entre Amelia y Nicholas. Amelia, en su entrenamientos, se dedicó más que nunca al tenis. Recordaba claramente todo lo que había sucedido en el barco, pero prefirió fingir que no lo recordaba. En su opinión, había sido un error, algo impulsivo y sin sentido. Todo lo que había hecho hasta ese momento había sido por su sueño al tenis, y dejarse llevar por un sentimiento confuso como ese no formaba parte de su plan.
Durante el entrenamiento, se concentraba únicamente en sus movimientos, en el sonido del balón rebotando en el suelo, en las órdenes de su entrenador. Amelia sudaba, corría, luchaba. Y cada vez que Nicholas aparecía, ya fuera trayendo algo o ocupándose de las tareas del club, ella evitaba mirarlo directamente. Mantenía la conversación formal, distante. Era más fácil así. Después de todo, no podía darse el lujo de complicarse la vida por un sentimiento que no podía entender.
Nicholas, por otro lado, sentía una frustración cada día mayor. El beso no abandonó su mente. No sabía lo que significó para Amelia, pero para él, ese momento había sido mucho más que un simple intercambio de caricias impulsivas. Y ahora, verla actuar como si nada hubiera pasado, como si fuera un día más, lo estaba frustrando y enojando.
Era una tarde soleada en el club y Amelia estaba completamente concentrada en su entrenamiento. Corría de un lado a otro en la cancha, el sonido de la pelota resonaba con cada raquetada, su concentración era inquebrantable. El entrenador estaba al borde de la cancha, observando atentamente cada movimiento, gritando instrucciones de vez en cuando, corrigiendo detalles. Todo parecía estar en orden hasta que Nicholas entró en la cancha.
Traía una bandeja con algunas bebidas refrescantes para el entrenador. Su andar era tranquilo, pero al acercarse, Nicholas chocó contra uno de los bancos al costado de la cancha y la bandeja se le escapó de las manos. Las botellas rodaron por el suelo y el sonido del cristal chocando resonó por todo el club. El entrenador inmediatamente se giró y su expresión se endureció al ver la escena.
—— ¿Pero qué es esto? —— gritó el entrenador, impaciente. —— ¿No puedes hacer nada bien? ¡Mira el desastre que hiciste! No sé por qué Warren sigue defendiéndote. ¡Honestamente no sé qué estás haciendo aquí! ¡Eres un completo inútil!
Nicholas se quedó quieto, mirando al suelo, con los hombros tensos. Ya se había enfrentado a este tipo de comentarios antes, pero esta vez, con Amelia allí, la humillación parecía aún más fuerte. Rápidamente se agachó para recoger las botellas y tratar de arreglar lo que se había roto.
Del otro lado de la cancha, Amelia dejó de entrenar. El sonido de la voz del entrenador resonó en sus oídos, haciendo que se le revolviera el estómago. Sintió una oleada de ira en su interior. Sin pensarlo dos veces, dejó caer la raqueta y caminó decidida hacia donde estaba el entrenador.
—— ¡Detente! —— Amelia interrumpió con firmeza. El entrenador la miró sorprendido por la repentina interrupción.
—— Amelia, vuelve a tu entrenamiento. Esto no tiene nada que ver contigo —— dijo el entrenador, tratando de recuperar el control de la situación.
—— Sí, lo hace —— respondió ella, su voz fría y decisiva. —— No tienes derecho a hablarle así. Fue un accidente, nada más.
El entrenador la miró fijamente, sin palabras por un momento, antes de fruncir el ceño con irritación.
—— Es solo un empleado del club, Amelia. No necesito sermones ahora.
—— ¿Y eso te da derecho a humillar a alguien? —— Se cruzó de brazos, con los ojos fijos en el entrenador. —— Él trabaja duro aquí. Todo el mundo lo sabe. Y si no puedes ver eso, tal vez deberías concentrarte más en tu propio trabajo.
Nicholas, todavía agachado, dejó de recoger los objetos del suelo y miró a Amelia, sorprendido por la inesperada defensa. Nunca imaginó que ella intervendría así por él. El entrenador, por su parte, no pareció reaccionar. Amelia era una de las tenistas más prometedoras del club y confrontarla directamente no sería una buena idea.
—— Muy bien —— finalmente refunfuñó el entrenador. —— Volvamos al entrenamiento. No tenemos tiempo que perder.
Amelia le dio al entrenador una última mirada firme antes de volverse hacia Nicholas, agachándose a su lado y ayudándole a recoger lo que había caído.
( ... )
Nicholas caminó hacia la lavandería, con sus pesados pasos resonaron en el suelo. La frustración burbujeaba en su interior, alimentada por la humillación que había sufrido en la cancha. Se sentía como una olla a presión a punto de explotar. Al llegar a la lavandería no dudó en patear uno de los armarios, el sonido del impacto resonó con fuerza y asustó a algunos de los empleados de los alrededores que salieron. El armario tembló y el peso de su ira parecía colgar de cada golpe.
Amelia se acercó al notar su estado. Su corazón dio un vuelco cuando notó la expresión de irritación en su rostro.
—— Nicholas, ¿estás bien? —— preguntó, la preocupación era evidente en su voz.
Nicholas se volvió abruptamente, sus ojos brillaban de ira.
—— ¡Nunca más interfieras con mi trabajo! —— exclamó. —— ¡No tienes nada que ver con esto!
Amelia retrocedió un momento, sorprendida por la intensidad de su respuesta. Pero pronto su indignación aumentó y no dudó en contraatacar.
—— ¡Estoy tratando de ayudarte!
—— ¿Ayudarme? —— se rió sarcásticamente. —— ¿Crees que defenderme frente al entrenador cambiará algo?
Sus voces comenzaron a elevarse, haciendo eco en la silenciosa lavandería. Ambos estaban tan inmersos en la pelea que no notaron la creciente tensión entre ellos. Para Amelia fue como si fuera una bomba a punto de estallar y Nicholas fue la chispa que la detonó.
—— ¡Eres tan terco! —— gritó, con el rostro ardiendo de ira. —— ¡El hecho de que tengas un trabajo difícil no significa que tengas derecho a actuar de esta forma! ¡No puedes simplemente desquitarte todo conmigo!
Nicholas dio un paso adelante, acortando la distancia entre ellos.
—— ¡Y no puedes protegerme como si fuera un niño! ¡Puedo cuidarme solo!
Sus miradas se encontraron, la tensión entre ellos era palpable. Amelia sintió que se le revolvía el estómago, no sólo por la ira, sino por la adrenalina que le generaba la situación. Ambos estaban en un juego de poder, desafiándose mutuamente, pero en algún lugar, en el fondo, había una confusión de sentimientos que intentaban ignorar.
—— ¡Eres tan insoportable! —— Amélia finalmente gritó, sintiendo el calor subir a su cabeza.
—— ¡Y tú eres tan inmadura! —— Respondió Nicholas, su tono cortante.
El silencio que siguió fue ensordecedor, ambos respiraban con dificultad y la ira aún hervía entre ellos. Nicholas se giró, sin querer mirarla más, mientras Amelia sentía la frustración palpitando en su interior, como una bomba a punto de detonar. Quería gritar, quería que él entendiera, pero en el fondo sabía que la batalla no se trataba sólo de ellos, sino de todo lo que estaba sucediendo en sus vidas.
Nicholas, todavía irritado, agarró algunas toallas, con el corazón acelerado, mientras Amelia se quedaba allí, tratando de recuperar los pedazos de su cordura.
Amelia respiró hondo y la ira que aún palpitaba por sus venas comenzó a transformarse en un torbellino de emociones confusas. Con un gesto vacilante, se acercó a Nicholas, su voz ahora más suave.
—— Lamento haber interferido con tu trabajo —— dijo, con la sinceridad brotando en su corazón. —— Yo sólo… sólo quería ayudar.
Nicholas, por un momento, guardó silencio, con la mirada fija en ella. Sabía que las palabras de Amélia eran genuinas, pero la frustración aún lo dominaba.
—— ¿De verdad crees que no sé que recuerdas el beso? —— dijo, con su voz tensa, pero ahora menos explosiva. —— Por supuesto que lo recuerdas.
Amelia enarcó una ceja, sorprendida por el rumbo que estaba tomando la conversación.
—— Yo… no sé de qué estás hablando.
—— No actúes como si no entendieras—— respondió cruzándose de brazos. —— Sería vergonzoso para ti admitir que besaste a alguien como yo, ¿no?
El corazón de Amelia se aceleró y una mezcla de indignación y confusión se apoderó de ella.
—— Yo no... Yo no lo veo así.
Nicholas se acercó con una mirada penetrante.
—— Entonces ¿por qué parece que estás tratando de evitar esto? Actúas como si estuvieras avergonzado de mí, de lo que pasó. No soy el Nicholas que les presentas a tus padres, solo soy un empleado del club.
Esas palabras golpearon a Amelia como un puñetazo en el estómago. Sabía que había una diferencia entre el Nicholas que era su novio falso y el verdadero Nicholas, pero no podía ignorar lo que estaba sucediendo.
—— ¡Sé que no eres el mismo! —— respondió ella, su voz temblaba un poco. —— Pero... es complicado.
Nicholas puso los ojos en blanco con frustración.
—— ¿Complicado? ¿O eres tú la que no quiere ver la realidad? Tienes todo lo que quieres y yo solo soy un... un papel.
Amelia sintió el dolor de sus palabras, como una espada afilada.
—— No estoy sólo fingiendo, Nicholas.
—— Entonces ¿por qué estás tratando de escapar? —— desafió. —— Puedes ignorarlo, pero yo no. No soy un actor que pueda quedarse al margen.
La tensión en la habitación se hizo palpable cuando Nicholas se acercó a Amelia, su mirada llena de frustración y una intensidad que parecía electrizar el aire entre ellos. Sin pensarlo dos veces, la presionó contra la pared, su cuerpo contenido por la fuerza de la situación. Sus ojos se abrieron, con una mezcla de sorpresa y miedo, pero también algo más, algo que no quería admitir.
—— Admítelo, Amelia —— dijo, con voz baja y tensa. —— Sabes que solo soy un papel en tu vida, ¿no?
Amelia abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Su presión, tanto física como emocional, la hizo sentir como si el suelo hubiera desaparecido bajo sus pies. Nicholas tenía razón; la situación era un acto y él era sólo un actor en el teatro de su vida. Pero había algo más entre ellos, algo que no podía simplemente ignorarse o reducirse a un papel.
—— ¿Eso es todo lo que ves en mí? —— él preguntó, con voz enojada.
Amelia no respondió de inmediato, con la mirada fija en sus ojos. La tensión iba aumentando entre ellos, como si el aire estuviera cargado de energía. Quería escuchar de ella la confirmación que buscaba, pero ella no parecía dispuesta a dársela.
—— Yo… no sé cómo explicártelo —— Dijo Amelia, finalmente, saliendo a la luz sus sentimientos confusos. —— Es complicado...
—— ¿Complicado o simplemente conveniente? —— cortó, su frustración se convirtió en dolor. —— Solo quieres tenerme cerca cuando sea conveniente para ti.
El corazón de Amelia se aceleró. Era cierto, en muchos sentidos. Pero también había algo que la atraía hacia él, que la hacía querer algo más que una relación falsa.
—— No es así, realmente me gustas —— respondió ella, con la voz baja, casi un susurro.
Nicholas la miró, el dolor y confusión se mezclaban en su mirada. Esperaba escuchar algo más, una revelación, una explicación, pero en lugar de eso solo vio incertidumbre en sus ojos. Y, en un momento de debilidad, se alejó, como si quisiera protegerse de la vulnerabilidad que imponía la situación.
Sin decir nada más, Nicholas se dio vuelta y salió de la habitación, dejando sola a Amelia. El eco de la puerta cerrándose detrás de él resonó en el espacio, un doloroso recordatorio de lo que se estaba desarrollando entre ellos.
Amelia se quedó allí, pegada a la pared, sintiendo que la intensidad de la situación se disipaba, pero las emociones permanecían, una tormenta de confusión y deseo que no sabía cómo afrontar.
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