10. obsesiones atrayentes.
Los días pasaron rápidamente y Amélia se vio envuelta en una rutina de intenso entrenamiento y compromisos sociales. Las semanas posteriores al verano estuvieron marcadas por la anticipación y la ansiedad, pero un sábado soleado, ella y algunas amigas fueron invitadas a ver una competencia de tenis entre chicos que eran amigos de sus familias.
Sentadas en las gradas, las chicas estaban emocionadas y sus voces se mezclaban con la cálida brisa. Observaban a los jugadores, analizando cada movimiento y evaluando quién, a su juicio, era el más atractivo.
—— Mira ese de ahí, con la camiseta azul. ¡Es hermoso! —— exclamó una de ellas, sacudiendo su cabello con entusiasmo. Otra estuvo de acuerdo: —— ¡Sí! Y el de la gorra se ve tan encantador.
Amélia, sin embargo, se encontraba en un estado muy diferente. Mientras sus amigas estaban perdidas en los comentarios sobre la apariencia de los chicos, ella no podía apartar la mirada del juego en sí. Los chicos, aunque bien intencionados, parecían completamente descoordinados en su juego. Uno de ellos fallaba constantemente sus tiros y otro parecía más interesado en impresionar que en jugar.
—— ¿Ves esto? ¡Acaba de fallar el tercer balón consecutivo! —— Amelia no pudo evitar murmurar para sí misma, cruzándose de brazos mientras observaba la escena. Las chicas a su alrededor se rieron, sin notar la frustración en sus ojos.
—— ¡Oh, Amélia, necesitas relajarte! Es solo un juego —— dijo una de ellos guiñándole un ojo. —— ¡Divirtámonos un poco! ¡Mira cómo sonríe!
Amélia no respondió, con la mirada fija en la cancha. —— Pero están muy lejos de lo que debería ser el tenis real —— Pensó.
Recordando el agotador entrenamiento con Kevin y la presión constante por convertirse en la mejor. Su mente estaba ocupada, los ojos saltaban de un jugador a otro, cada error era como una pequeña alarma dentro de ella.
—— ¡Deberías salir con uno de ellos, Amélia! —— bromeó otra amiga, atrayéndola de nuevo a la conversación. —— Puede que no sean los mejores jugadores, ¡pero se ven tan hermosos! Y tú serías la estrella de la escuela, saliendo con uno de ellos.
Amélia forzó una sonrisa, pero su mente seguía desviándose de la idea. —— No lo sé. —— respondió ella, sus pensamientos todavía centrados en las jugadas fallidas. —— Yo solo... No estoy interesada en chicos que no se toman el tenis en serio.
A medida que avanzaba la competición, Amélia sintió la presión de ser la mejor, tanto en el juego como en las relaciones que buscaban sus amigas. Al observar las risas y las conversaciones a su alrededor, se dio cuenta de que, en ese momento, lo que más deseaba era encontrar a alguien que compartiera su pasión por el deporte y entendiera las presiones que conlleva.
Mientras continuaba el partido, Amélia, sentada en las gradas, vio a Nicholas caminar lentamente en dirección a la lavandería en la parte trasera del club. Él llevaba una canasta llena de ropa y el elegante movimiento de sus pasos la hizo apartar la mirada de la competencia. Había algo intrigante en la escena — él parecía tan concentrado en su trabajo, tan diferente de los chicos que estaban en la cancha.
La mente de Amélia empezó a girar en torno a él, recordando cómo había pensado en él durante la semana, incluso en momentos en los que debería haberse centrado en el entrenamiento o los compromisos sociales. Algo en Nicholas la atraía y no podía evitarlo. Era la forma en que él la hacía sentir vista de manera diferente, como si hubiera más que ofrecer que las apariencias superficiales que la rodeaban.
—— Voy al baño —— les mintió a sus amigas, levantándose rápidamente antes de que pudieran preguntar más. El grupo siguió riendo y comentando sobre los chicos de la cancha, pero Amélia ya no podía ignorar su deseo de ver a Nicholas.
Se alejó de las gradas, su mente palpitaba con una mezcla de emoción y nerviosismo. Al cruzar el patio sintió el calor del sol y el olor a pasto recién cortado, pero nada de eso le importó tanto como el impulso de acercarse a él.
Cuando se acercó a la lavandería, el corazón de Amélia dio un vuelco. Nicholas estaba allí, doblando cuidadosamente la ropa y organizándola con una concentración que casi la hipnotizó. La luz del sol se filtraba por la ventana, iluminando suavemente su rostro, y por un momento, Amélia vaciló, mirándolo.
Recordó cómo él le había sonreído en la fiesta, cómo parecía genuinamente interesado en las notas que había tomado. Ese pequeño gesto se había quedado grabado en su mente, creciendo como una pequeña llama que no podía apagar.
Con un profundo suspiro, se acercó, decidida a interrumpir el silencio que la rodeaba.
—— Hola… —— dijo, con su voz más suave de lo que esperaba.
Él levantó la cabeza sorprendido, pero inmediatamente una sonrisa se formó en sus labios. —— ¡Hola Amelia! ¿Qué estás haciendo aquí?
—— Solo… saliendo del juego —— respondió ella, tratando de sonar despreocupada. —— ¿Cómo va el trabajo?
—— Ah, un día más en la lavandería, —— él dijo, riendo levemente, y Amélia se dio cuenta de lo contagiosa que era esa risa.
Nicholas miró a Amelia con curiosidad, una sonrisa traviesa apareció en sus labios. —— Entonces, ¿viniste a ver jugar a tu novio? —— Preguntó, medio en broma, pero su expresión era genuina.
Amélia negó con la cabeza y rió levemente. —— En realidad, ninguno de esos chicos es mi novio.
Ella se acercó y se sentó en el mostrador junto a la ropa limpia que Nicholas estaba doblando, su postura se relajó mientras se alejaba un poco de la competencia y la presión del mundo exterior.
—— Tiene sentido —— él respondió, mirándola con un destello de interés. —— Seguramente debes tener un novio que es mucho más interesante que todos ellos.
Había una ligereza en su forma de hablar, como si estuviera bromeando, pero al mismo tiempo, había un toque de sinceridad que la hacía sentir especial.
Amélia vaciló, con los ojos fijos en los de él, y por un momento, el tiempo pareció detenerse.
—— En realidad, —— dijo, con el corazón acelerado, —— No tengo novio. —— La confesión escapó de sus labios antes de que pudiera pensar mejor, y se sorprendió por la libertad que sintió al admitirlo.
Nicholas mantuvo la mirada fija y la intensidad del momento pareció aumentar. El ambiente que los rodeaba, con el leve olor a detergente y el ruido lejano del juego, se volvió insignificante. La sonrisa que bailaba en sus labios sugería que él estaba pensando lo mismo que ella.
—— ¿Sin novio? —— comentó, la sinceridad en su voz hizo que Amélia se sintiera aún más cómoda.
Amelia sonrió tímidamente, sintiéndose un poco avergonzada pero también halagada.
—— A veces, parece que es más fácil ser la estrella del tenis que encontrar a alguien a quien realmente le importe—— admitió, sin apartar su mirada de la de él.
Nicholas se inclinó ligeramente hacia adelante, el intercambio de miradas continuó y, por un breve momento, Amélia sintió que estaba viendo algo más que un chico trabajando en la lavandería. Había una profundidad en los ojos de Nicholas que parecía entender. Allí, rodeado del olor a ropa limpia y el eco lejano de las zapatillas.
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