21. No levantes una roca si no estás lista para ver qué hay debajo.

La varita se sentía pesada entre sus dedos blanquecinos, el sonido su respiración se volvía pesada conforme pasaban los segundos, y cuando la mirada de Harry Potter se encontró con la suya, supo que no tenía mas opción. Giró el artefacto mágico entre sus dedos antes de entregársela al auror, quien no dijo nada más y se retiró.

Zed se encontraba en una especie de sala de interrogatorios, como en las películas de policías, Rose le dio un ligero golpe con los dedos, él la miro, parecía cansada con círculos oscuros bajo sus ojos, a Zed aun se le helaba la sangre cada que ella lo miraba como si hubieran asesinado a alguien.

—Tranquilo, apégate al plan. —le susurró.

 Escuchó la respiración acompasada de sus amigos, en aquella habitación donde las paredes parecían caerles encima; vio a Lucy, quien mantenía los ojos fijos en la pared de enfrente. Zed no tenía idea de como sentirse respecto a ella... la realidad es que todavía no entendía del todo las razones que había tenido para provocar todo aquello, aunque sí había algo de lo que estaba seguro, y es que Lucy le producía una extraña sensación de respeto, no sabía si era por haber hecho tremendo caos, o tal vez fueron las razones que la movieron a hacerlo. Se preguntó si alguna vez él mismo llegaría a hacer una locura así por Albus... No le fue muy difícil admitir que, de hecho, lo haría.

—Tardan demasiado. —masculló su novio, se encontraba a su lado.

—Tienen que revisar la varita de todos, Al. Estará bien. —dijo James. Rose se levantó de golpe, pero no dijo nada.

—Verán el historial de las varitas, James, ¿Cómo vamos a explicar que estuvimos en una pelea? —Era evidente que el menos contento con el plan de Rose era el Slytherin, pero ya habían acordado algo y no podían hacer más. Zed le tomó la mano bajo la mesa, estaba tan tenso que le costó un poco. Rose, que había estado dándoles la espalda, se colocó detrás de Scorpius, quien había estado sentado frente a Zed, muy callado.

—Todo va a estar bien. —musitó con voz tranquilizadora, tanto que se la creyó.

Solo Merlín sabía porque seguía creyéndole todo a los Weasley.


. . .

—Ya te he respondido tres veces.

—Y sigues mintiéndome.

—¡Papi! —gritó Rose con irritación, se levantó de la silla y apoyó las palmas sobre la mesa de metal — ¡Basta! Te he dicho todo, no recuerdo nada más.

Ron apretó la mandíbula.

Los seis habían dicho exactamente la misma historia. Ninguno había mostrado ningún apiste de duda, ninguno podía o quería explicarles porque demonios habían encontrado tantos hechizos de defensa en sus varitas. Ron tomó una honda respiración, volteó a ver a su esposa, quien se mantenía en un rincón, mirando la conversación con el entrecejo muy fruncido.

Ron le tomó la mano.

—Es tu decisión, linda. —Hermione no cambió su expresión, pero sí le regresó el apretón— Puedo hacer que traigan el veritaserum, Rose es nuestra hija, nadie lo sabría.

Rose palideció, Hermione lo notó.

—Esto es extremo incluso para ti, papi. —dijo en un jadeo, se cruzó de brazos— No puedo expresarte cuan indignada estoy en este momento.

Ignorando las palabras de su hija, Hermione negó con la cabeza.

—Déjame con la niña un segundo, Ron.

Su padre ni siquiera la cuestionó, salió de la habitación. Hermione se puso frente a su hija adolescente, tomó un mechón de cabello entre sus dedos y sonrió casi imperceptiblemente.

—Oh mi niña... —murmuró, Rose se sorprendió de que no la estuviera regañando en ese momento.

—Mami —jadeó— No tienes que hacerlo, por favor. Te aseguro que no lo recuerdo. No hay nada que necesites saber, lo prometo. —Y Rose no le mentía. Aquello no era nada que nadie mas que ellos necesitaran saber. Su hija la miraba con suplica, como si cualquier cosa que les hubiera sucedido, fuera tan malo que era mejor que se quedara entre los chicos— No levantes una roca si no estás lista para ver qué hay debajo. —le susurró— No hay nada, mami, lo juro.

—. ¿Nada? —inquirió su madre. Rose soltó todo el aire.

Hermione sabía que les mentían, pero hasta ella sabía cuando dar un paso atrás y dejar las cosas como estaban, no levantes esa roca.

—Nada.

Tal vez no mentían.

. . .


Los padres de Zed fueron los últimos en irse de Hogwarts, incluso habían sugerido llevárselo de regreso a Nueva York, pero Zed y Albus habían insistido en que debían terminar el curso, no pudieron hacer mucho antes las miradas de cachorros que ambos chicos les lanzaban.

—No te llevaremos, pero por favor, no hagas nada estúpido. —pidió Edward dándole un abrazo y un beso en la cabeza, Zed le sonrío.

—No prometo nada. —rio. Will rodó los ojos

—Al menos es honesto... —Abrazó a su hijo y le guiño un ojo, luego tomó sus maletas y se metió dentro de la chimenea.

—He olvidado mencionarte que tu hermano estará aquí en unos minutos. —exclamó Edward. Zed abrió la boca con sorpresa.

—¿Hasta ahora? No se apareció por aquí desde que volví, ¿le han dicho que venga?

—Claro que no, le hemos dicho todo lo contrario, que podría verte cuando el año terminase, pero ha insistido en venir a verte, está preocupado por ti. —secundó Will.

—Mas bien preocupado por cierta pelirroja... o, mejor dicho, una rubia. —masculló el americano.

—¿Rose? —preguntó Will.

—En realidad, joven Fitzgerald, —interrumpió Minerva— me temo que la repentina visita de su hermano no solo se debe a su pequeño incidente, sino que también yo lo he llamado.

Zed alzó ambas cejas, y no necesitó preguntar nada para saber con qué intenciones lo habían llamado. Soltó una risotada.

. . .


James entró al gran comedor alzando la cabeza, estaba buscando algo con inquietud, o, mejor dicho, a alguien.

—¿Viste a Lucy? —Fred alzó la vista y se encogió de hombros.

—Creo que estaba en la biblioteca...

James lo miró de soslayo y se cruzó de brazos.

—Eres pésimo mintiendo.

Fred dejó caer la cabeza entre sus manos, luego dirigió de nuevo la vista hacia su primo y discretamente apuntó debajo de la mesa de Gryffindor. James se agachó de golpe y encontró a su hermana hecha un ovillo, le sonrió.

—Hey, hermano, ¿Qué tal todo?

—Por Godric Lily, sal de ahí. —la niña suspiró y tras hacerle una mueca al muchacho, salió de la mesa, se dejó caer en el asiento seguida de James.

—Llevo buscándote una hora.

—Lo sé —le respondió poniendo los ojos en blanco— Te he estado evitando.

—Te lo he repetido desde que volvimos...

James... —se quejó, James la tomó del brazo y le miró directo a los ojos café oscuro que eran idénticos a los de su madre. Ella le hizo una mueca, pero finalmente se hundió en su asiento— Mira, lo lamento, ¿okay? No pretendía huir de ti... bueno, a lo mejor sí, pero tienes que entender que no puedes estar así conmigo todo el día, entiendo que estuviste a punto de morir y eso, pero estoy bien, ¿de acuerdo? —James se rascó la nuca— No tienes que estar pegado a mi día y noche, no voy a desaparecer.

Lo cierto es que James había tenido pesadillas todos los días desde que habían regresado del espejo. Habían pasado dos semanas y a todos en el castillo ya se les estaba olvidando, menos a él. Todavía despertaba en las noches con la sensación preocupante en el pecho de que su hermana se había esfumado, el sentimiento de miedo que se apoderó de él mientras estuvo en el espejo continuaba en el cuando Lily no se encontraba cerca. Por eso había estado siguiéndola a todas partes como un maniaco, la pobre de su hermana no había puesto ninguna queja los primeros días, pero era obvio que la situación ya la había sobrepasado, en especial porque su hermana ignoraba la razón del nuevo comportamiento de James.

No podían decir nada, lo habían prometido.

—Lo siento Lily. Te daré tu espacio, es solo que, ya sabes... —Ella le tomó de la mano con delicadeza, aquella que era digna de su madre, dios, como se parecía Lily a su mamá.

—Gracias. Aun puedes acompañarme a mis clases, sabes, no me molesta que lleves mis libros, o que estés ahí cuando necesito bajar algo que este muy alto. —compartieron una sonrisa. La comida apareció en la mesa de un segundo a otro, al igual que el resto de sus primos, bueno, no todos.

—¿El trío dinámico no viene? —la pregunta de Louis hizo que James mirara en busca de su hermano, Scorpius y Rose.

—A Rose no la he visto en todo el día. —contestó Dominique— Faltó a encantamientos...

—¡Oh casi lo olvido! —exclamó Roxanne, interrumpiendo a su prima, la niña dirigió su vista hacia James y le tendió una carta, James la tomó— A llegado esta mañana de Beauxbatons, es de Lucy.

Todos se dieron cuenta de que James palideció.


. . .


Cuando la puerta se abrió, Rose se apresuró por limpiarse las lagrimas y fingir que se arreglaba el pelo (lo cual era más o menos lo que en realidad hacia) pero fue inútil, Amelia lo notó enseguida.

—Te atrapé —exclamó, pero sin mucha emoción. Rose apretó los labios.

—Estoy bien.

—¿Lo estás? —se dejó caer en la silla al lado de Rose, quien solo podía mirar su reflejo en el espejo— Has llorado a escondidas todos los días desde que volvieron de donde sea que hayan estado... Rose, ¿segura que no recuerdas nada?

Ella forzó una sonrisa.

—Créeme, no hay nada que recordar. —Amelia alzó una ceja.

—Claro... mira, voy a dejar que sigas diciendo eso, pero quiero que sepas que no les creo en absoluto —se puso de pie y fue hacia su cama, que estaba hecha un desastre, suspiró y comenzó a tirar todos sus cojines al suelo para poder tenderla correctamente— Antes solíamos contarnos todo. No teníamos secretos.

Rose sintió una punzada de dolor en el pecho. No disfrutaba mentirle a Amelia, eran amigas, y a pesar de todo, Rose la amaba, era su hermana, y se sentía terrible por como la había tratado, quería arreglarlo, pero había mas en juego que solo su amistad con Amelia, mucho más.

—Lamento dejar que todo esto se interpusiera entre nosotras. —le dijo, finalmente— Te he descuidado, Amelia. Estuve tan concentrada en mi drama con Scorpius, Albus y Hannah que no pensé en ti, te alejé de mi y te traté mal... Como lo siento. —Amelia se giró hasta su amiga, tenía la mirada clavada en sus dedos, los cuales retorcía unos con otros, Amelia jamás la había visto tan avergonzada, y aquello la hizo sonreír.

—Creo que no me habías pedido disculpas desde que teníamos catorce años.

Se sonrieron.

—Es bueno crear nuevos hábitos. —musitó Rose. La mirada de la chica volvió hasta su reflejo, y una mueca surcó su rostro, Amelia se acercó y tomó uno de los mechones rubios.

—¿De verdad no has podido deshacer el hechizo?

—Ya traté con todo. No se va. Dom dice que tal vez deba quedarme rubia hasta que mi cabello crezca de nuevo.

Amelia ladeó la cabeza, ambas estaban buscando una solución, pero no llegaban a nada.

De un momento a otro, la mano de Rose fue hasta las tijeras, dio una mirada rápida a su amiga quien no lo pensó demasiado para tomarlas.

Amelia hizo el primer corte.


. . .


Estaban recostados al pie de un viejo roble en los jardines, el sol se ponía y Zed llevaba cerca de media hora roncando en el pecho de Albus, quien leía una novela muggle. No se había sentido tan en paz desde hacía mucho tiempo.

—Me gusta la cara que pones cuando lees. —ni siquiera había notado cuando Zed se había despertado, dejó el libro al lado, se inclinó y le dio un ligero beso en los labios, sonrieron durante el beso.

—A mi me gustas todo el tiempo.

—¡Que tierno! —el gritito de Zayn provocó que Zed rodara los ojos, Albus lo miró con el ceño fruncido.

—Tan oportuno como siempre, Zayn.

El hermano de Zed les dedicó una sonrisa enorme, se dejó caer en el pasto justo frente a ellos.

—Ya lo sé.

—¿Cuándo demonios llegaste? —Zayn alzó una ceja.

—Woah, también me da gusto verte Albus... ¡que humor!

—Lo siento, me da gusto verte...

—A mi no tanto. —interrumpió Zed, aun acostado en el pecho de su novio, levantó la cabeza para mirar a su hermano— ¿Por qué vienes hasta ahora? Te recuerdo que volvimos hace dos semanas.

Zayn rodó los ojos.

—Oye, en mi defensa, papá y papá dijeron que estabas bien y no había muertos así que...

Zed entrecerró los ojos.

—Como sea, ¿Qué quieres?

—Bueno me preguntaba si no habían visto a cierta linda pelirroja por aquí... tengo que hablar con ella.

—Suerte con eso. —Aquella voz era nueva, Zayn se giró para encontrarse con un rubio, muy rubio, y de ojos muy grises— Ni siquiera yo la he visto hoy.

Zayn terminó de girarse, mas no se levantó, apoyó ambos brazos en sus rodillas y sonrió.

—Una lástima... emm, ¿quién eres tú?

El rubio le regresó la sonrisa y le tendió la mano.

—Scorpius Malfoy, soy el novio de Rose.


. . .


—¡Ay!

—¿Qué?

—No mires ahora, pero, tu novio y el hermano de Zed están hablando.

—¿Qué? —El grito de Rose hizo que los cuatro muchachos voltearan a verlas, Zed se la estaba pasando increíble, soltó una enorme risotada y abrió ambos brazos, mirando hacia ellas.

—¡Hey, chicas, vengan!

A regañadientes, ambas caminaron hasta el roble donde se llevaba acabo la singular reunión, Albus y Zed estaban contra el árbol, uno al lado del otro mientras que Scorpius y Zayn se miraban fijo. Zed tenía la sonrisa más grande que Rose había visto nunca.

—Te cortaste el cabello —apuntó Albus.

—¡Y está rubio! —gritó Zayn, obviándolo. Amelia sonrío de lado.

—Si eso ya no es nuevo... —Zayn la miró aun mas confundido.

Antes que nadie, Zed habló.

—Hermano, déjame que los presente formalmente, esta es Amelia —apuntó a la morena quien alzaba las cejas, Zed hizo un puchero— Amelia solía dormir con Albus.

Rose se atragantó.

—Sutil. —masculló la Ravenclaw rodando los ojos.

—Y esa no es la mejor parte —agregó Zed, apuntó a Rose—. Rose durmió con Zayn, y Scorpius es su novio, dime ¿no es graciosísimo?

Hubo un silencio incómodo de dos segundos, el más incómodo que Albus haya presenciado.

—Hilarante. —concordaron Amelia y Albus al mismo tiempo. Compartieron una sonrisa cómplice.

Rose tenía cara de pocos amigos, Scorpius parecía que iba a arrancarle la cabeza a Zayn o tal vez a Zed, mientras que Zayn parecía igual de divertido que su hermano... ¿era cosa de familia no tomarse nada en serio?

Albus se preguntó si tan solo era el humor de los americanos.

—Vaya... esto no será nada incómodo cuando les diga que les daré clases el siguiente año.

—¡¿Qué?!


. . .





Por si todavía hay alguien que lo esté esperando... Me parece apropiado terminarlo.

El final es el siguiente capítulo, y tranquilo, lector, lo tendrás más rápido de lo que piensas.

Sinceramente, Liv.

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