20. Casi lo teníamos todo

Harry se pasó una mano por el pelo una vez más, a su lado, Hermione masculló una grosería y Draco tomó una gran bocanada de aire.

― ¿Por qué no me sorprende? ―musitó Hermione con voz chillona, Harry negó con la cabeza.

―Van a matarme. Estos hijos míos van a matarme… ¿Qué estaban pensando?

―Querían hacerse los héroes, Harry. ―obvió Hermione con un tono mordaz, suspiró―. Disculpa mi tono, es que, bueno, ya sabes cómo me pongo cuándo esos tres hacen de las suyas.

Antes de que Harry dijera nada, Draco hizo un gesto alzando la mano para llamar la atención de los dos.

― ¿Qué dice el chico Rumano? ―inquirió ― ¿Hay manera de regresarlos?

―Él no sabe mucho más que nosotros, dijo que mantuviéramos esa cosa abierta todo el tiempo que podamos, tiene la teoría de que dejándola abierta los chicos pueden volver a cruzar. ―El auror se apretó e puente de la nariz, quitándose las gafas en el proceso― Francamente no sé qué más hacer. Se suponía que iba a enviar dos aurores allá, pero ahora con Albus y Scorpius interfiriendo, quiero esperar un poco.

Hermione frunció los labios unos segundos y se quedó mirando directamente hacia la grieta, que estaba cada vez más opaca.

―Lo mejor es esperar, no quiero involucrar a más gente… ―dijo la mujer. Draco asintió.

― ¿Alguna idea de qué es eso? ¿o de a dónde fueron?

Harry se acomodó las gafas de nuevo.

― El chico dice que estaba caminando con Lucy y James, vieron la grieta y se acercaron a mirar, que Lucy se tropezó y James fue tras ella. Le creería de no ser porque Zed Fitzgerald y Rosie terminaron ahí adentro también. Lo tengo detenido como sospechoso por uso de magia negra y atentado contra menores.

Draco asintió con los labios y el ceño fruncido.

―A todo esto, ¿Quién diablos es? ¿Qué hace en el castillo?

―Minerva dice que es un herbolario, vino aquí para investigar la flora y fauna del bosque prohibido. ―respondió el auror― Es amigo de Albus, lo he oído hablar de él, solo que jamás lo conocí hasta hoy. Por el momento no es relevante, solo necesito averiguar qué diablos es esto… ―gruñó apuntando a la grieta.

―Pienso que podría ser un bucle en el tiempo, tal vez a otra dimensión, para ser honesta desconozco como un mago tan joven haría un ritual tan extraño. ―masculló Hermione.

― ¿Están seguros que fue el Rumano quien lo hizo? ―cuestiono Malfoy. Hermione se encogió de hombros.

―No puedo afirmar ni descartar nada, Draco. ―dijo― Pudo ser cierta la historia que le conto a Harry, pudo haberlo hecho él… o la razón más lógica...

―Que nuestros hijos lo hayan hecho. ―completó Draco, adivinando las palabras de la ministra, ella asintió.

―Y que tal si… ―Harry había comenzado a hablar, pero fue interrumpido por un temblor que provenía de la grieta, los aurores que se encontraban cerca comenzaron a gritar que se alejaran.

Harry tomó a Hermione del brazo y se la llevó corriendo con Draco pisándoles los talones, todo el mundo salió del campo de protección que habían puesto, dejando el claro completamente vacío. Los estudiantes que habían estado husmeando, rápidamente se hicieron hacia atrás, alejándose lo más posible.

Cuando la grieta comenzó a parpadear y resplandecer, el viento se volvió loco, el suelo comenzó a moverse y todo el mundo gritó, teniendo que apartar la vista debido a la luz tan aguda que lleno el lugar. Tras largos segundos fueron capaces de ver de nuevo, fue ahí cuando se dieron cuenta.
Seis cuerpos se habían materializado en el claro del bosque prohibido, sin duda eran humanos, y estaban inmóviles.
Los aurores, y profesores se quedaron unos largos segundos ahí, solo observando. Harry Potter dio el primer paso, como no, seguido de Hermione, y tras dudar una milésima de segundo, les siguió Draco Malfoy.

― ¡Es Scorpius! ―exclamó, acercándose con rapidez al chico que se encontraba laxo sobre el suelo― ¿Esto es hielo?

―Me parece que sí… ―dijo Harry, arrodillado junto a sus dos hijos. Hermione se había inclinado ante Lucy.

―Esta es Lucy… creí que era Rose ―masculló la mujer, más para ella misma que para alguien más. Tras pasar una mano por el rostro de su sobrina, de nuevo se puso de pie, esta vez yendo hasta la rubia que estaba un poco más alejada― Mi niña… ―murmuró, al ver el rostro de su hija, cubierto de cristales de hielo, los labios y parpados se habían tornado de un morado azulado oscuro dándole un aspecto enfermizo.

―Hay que llevarlos rápido con Pomfry. ―ordenó Harry a los aurores. La directora Mcgonagall se abrió paso entre el gentío y le dedicó una mirada interrogante al hombre de ojos verdes, este asintió― Están vivos. ―respondió mirando a su vieja profesora y adivinando su pregunta― Todos lo están.




Escuchaba la voz de Albus a lo lejos, reprimió las ganas de gruñir, quería seguir dormido, de verdad quería, incluso fingió estarlo por unos largos minutos, hasta que una mano helada lo comenzó a sacudir, se dio cuenta de que era Rose mucho antes de que empezara a hablar.

―Sé qué estás despierto Jamie, anda, levanta. ―le dijo ella. Soltó un gruñido grabe, más de lo que esperaba.

―Lo lamento, Ro, es solo que tu voz se me antoja especialmente irritante hoy. ―bromeó, aun con los ojos cerrados. Cuando los abrió, ella rodaba los ojos― ¿Dónde estamos? ―inquirió, viendo a su alrededor.

Zed y Albus estaban frente a él, tomados de las manos, se veían normales, solo más pálidos que de costumbre. Scorpius estaba recostado en una de las sillas para las visitas que estaba a la izquierda de su cama, tenía el brazo sobre los ojos, tal vez le molestaba la ligera luz de la luna, pero aun así parecía alerta.

―En casa… ―dijo ella― Lo hemos logrado, por lo que he escuchado. ―James frunció el ceño.

― ¿Por lo que has escuchado?

―No hemos hablado con nadie. ―aclaró Scorpius, aún sin verlos― Nos trajeron aquí enseguida, pero nadie se podía mover, Lucy, Zed y yo podíamos hablar, pero nos hemos quedado inconscientes en el trayecto del bosque prohibido aquí.

―Yo desperté primero. ―dijo Rose, James tuvo que contener un “como no” sarcástico― No había nadie cuando abrí los ojos, por suerte y nadie se dio cuenta. Me hice la inconsciente por horas, quería hablar primero con todos.

― ¿Sobre qué?

Rose se mordió el labio, al mismo tiempo, los cinco chicos se inclinaron al frente.

― Bueno, estuve pensando esto desde que estábamos en el espejo… Obviamente cuando despertemos todo el mundo hará preguntas, mamá, papá, tío Harry, tío Percy, Draco, los padres de Zed, todo el mundo querrá saber que fue lo que nos pasó.

―Continúa. ―pidió Zed con cautela. Rose suspiró.

―No podemos decir la verdad. No podemos permitir que se sepa lo que…

― ¿Lo que Lucy hizo? ―sugirió Albus, mordaz― Rose, ¿tienes idea de lo que hablas?  ―se rio sin ganas― Ella secuestró a mi hermano, quería que los olvidáramos, quería borrarse de la familia, ¿quieres que yo oculte todo eso y haga como que no pasó?

Rose gimió, eso era gusto lo que quería.

―No tenía malas intenciones… ―susurró. Albus bufó.

― ¡Por supuesto que no! Solo quería llevarse a mi hermano porque-

―Porque lo ama. ―interrumpió Zed, mirando a su novio fijamente― Lucy lo hizo porque ama a James. Y nadie tiene por qué saberlo u opinar sobre ello, ―Esta vez, el americano se dirigió a Rose― tranquila Rose, nosotros no diremos nada. ¿Verdad, Albus? ―Albus hizo una mueca de molestia, soltó un suspiró y miró hacia otro lado.

―Sí, claro… ―refunfuñó― Pero ¿cómo estás segura de que Velkan no ha dicho nada todavía?

Rose sonrió de nuevo.

―Escuché a mamá y papá hablar hace rato, Velkan contó una historia, dijo que James, Lucy y el estaban paseando por el lugar y encontraron la grieta, inventó que Lucy se tropezó y James fue por ella.

― ¿Y le creyeron? ―Se burló Scorpius, alzando la vista por fin.

―Claro que no. La historia tiene más huecos que coherencias, pero nos apegaremos a ella. Si todos contamos lo mismo, no les quedará más opción que creernos.

―Suena bien para mí. ―acordó James, recostándose de nuevo. Por un segundo, todo el peso de las ultimas horas le cayó sobre los hombros, se sentía cansado y a cada momento que pasaba, era un dolor de cabeza terrible.

― ¿Cómo vamos a explicar el hecho de que Scorpius y yo entramos como maniáticos buscando ayuda? Y de que tú y Zed también entraron, no creo que nos crean si decimos que también tropezaste. ―replicó Albus.

―Ya he pensado en ello. ―dijo Rose con tono elocuente― Diremos que se suponía que nos reuniríamos todos para que Velkan nos compartiera su investigación, que entramos en pánico al ver a Lucy desaparecer y saltamos a ayudarla.

― ¿Qué hay sobre lo que pasó del otro lado? Lo de nuestros doppelgangers, ¿si nos hacen preguntas sobre que le pasó a James en el tobillo o qué le pasó a tu cabello? ―Por instinto, la mirada de James fue a para a su tobillo que estaba sobre una almohada, y aunque tenía mejor aspecto que antes, aun dolía moverlo.

―Fingimos demencia. ―sugirió Scorpius poniéndose detrás de su novia y tomándole uno de sus largos mechones de pelo rubio, lo retorció entre sus dedos con suavidad ― Es mejor no decir nada, cualquier palabra al azar podría meternos en un problema, podrían darse cuenta de lo que Lucy hizo. Entre menos se sepa sobre ese ritual será lo mejor.

―Tiene razón. ―dijo Rose ―Cualquier pregunta, lo que sea a lo que no tengamos respuesta, solo hay que decir que no podemos recordar nada de lo que ocurrió, o antes. Si algo no cuadra con la historia, podríamos decir que estamos confundidos o no estamos seguros de lo que ocurrió.

Luego de que todos estuvieran de acuerdo, James miró a su prima.

― ¿Dónde está ella? ―La expresión de Rose se distorsionó.

―No ha despertado. ―musitó, irguiendo la espalda.

Albus y Scorpius miraron al Gryffindor, esperando una reacción, pero él no hizo más que asentir y tragar con dificultad.

― ¿Está bien? ―murmuró. Rose asintió.

―Lo está, respira, y ya está a una temperatura más o menos normal. Tengo la teoría de que ella está más cansada con nosotros debido a toda la magia que utilizó en las últimas horas… Solo necesita descansar, pero, descuida, cuando despierte me encargaré de ponerla al tanto.

James ya no hizo preguntas, se limitó a asentir con la cabeza y murmurar de vez en cuando uno que otro monosílabo. Luego de lo que fue una eternidad, Scorpius bostezó.

―No sé ustedes, pero yo quiero volver a dormir, de pronto siento frío de nuevo…

―Sí, hay que volver a la cama, no vaya a ser que Madam Pomfry quiera venir a dar una ronda nocturna.



No les tomó mucho tiempo volver a sus camas y empezar a dormir. Rose daba vueltas sobre el colchón de vez en cuando, Albus y Zed dormían con la respiración acelerada y Scorpius no hacia ruido alguno, la enfermería estaba sumida en un silencio demencial.

James no había podido volver a dormir, le era imposible, su mente no podía dejar de repasar los hechos de las últimas horas. Le parecía irreal que pudiera existir toda una vida distinta a la suya, incluso en su mundo, donde los objetos volaban y se transfiguraban a placer, su mundo donde los magos eran capaces de embotellar la gloria y la felicidad. Sintió un escalofrió, si eso era posible con un simple ritual, ¿Qué más podría ocurrir con aquella magia?

Un rechinido lo sacó de sus pensamientos, a su izquierda, a tan solo dos camas, Lucy se levantaba y miraba a todos lados con expresión asustada, James se aproximó hasta ella antes de que pudiera gritar o hacer ruido.

― ¡Shhhh! ―expresó el pelinegro, llevándose el dedo índice a los labios y tomándole del hombro con la mano libre, Lucy abrió mucho los ojos, pero no produjo sonido― Despertaras a todos. ―dijo después unos segundos. Lucy asintió.

―Perdón. ―masculló. James asintió, cerró las cortinas y se dejó caer en el borde de la cama con una mueca de dolor. Con la rapidez que corrió, no se había dado cuenta que apoyó todo su peso en el tobillo lastimado― ¿Te encuentras bien?

―Sí, es solo… El tobillo, aún me duele, pero estaré bien.

― Estamos…, ya sabes, ¿en casa? ―Potter asintió―. Lo último que recuerdo es a Zed hablando.

―Estamos a salvo ahora; Rose, Zed, Albus y Scorp están aquí también en las otras camas.  ―Lucy sonrió, y estiró el cuello, como si tratara de ver a través de la cortina de la enfermería, dejó caer los hombros al darse cuenta de que no lo lograría a menos que saliera, pero se encontraba demasiado fatigada como para seguir moviéndose más.

Se quedaron en un silencio bastante cómodo, ambos sentados en la cama con las piernas colgando, sus brazos se rozaban suavemente y sus respiraciones se acompasaron de un segundo a otro, había paz entre ellos.
James le contó todo el plan de Rose, Lucy asintió lentamente mientras escuchaba, y cuando no hubo nada más por explicar, ella pronunció palabra al fin.

―No sé qué hacer ahora. ―confesó con un nudo en la garganta, James lo sentía también― ¿Qué se supone que debería hacer?

El corazón de James dio un salto, sabía leer entre líneas, y entendía a Lucy lo suficiente como para saber lo que aquella pregunta significaba en realidad. “¿Qué pasará con nosotros?”

Lo cierto es que James amaba a Lucy con locura, pero pecaría de mentiroso si decía que los actos de ella no lo habían inquietado, era preocupante, terrible, e imperdonable. Disponer de su vida era una de aquellas cosas que jamás había esperado de Lucy, nunca, ni en sus sueños más salvajes creyó que le haría algo parecido, pero lo hizo, se aprovechó de un momento de vulnerabilidad y provocó un caos no solo poniendo en peligro sus vidas, si no la de su familia, quién sabe que hubiera pasado si Rose y los demás no se hubieran dado cuenta, ¿Los hubieran olvidado? ¿Velkan los habría borrado de la línea familiar? ¿Qué hubiera hecho el atrapado en aquel espejo? No quería seguir imaginando como era todo del otro lado, sin Rose, sin Lily, sin su querido hermano. No podía ni siquiera concebir un mundo sin ellos.

―. Debes olvidarlo. ―dijo él luego de unos largos minutos, tenía el mirada hacia el frente y el corazón en la mano― No diremos nada sobre nosotros, a nadie. Rose, Albus, Zed y Scorpius son los únicos que lo sabrán.

―James… ―susurró, con las lágrimas amenazando por salir de sus ojos― Por favor-

―No. ―La interrumpió mirándola al fin, le tomó de las mejillas con amabas manos, estaban heladas― Lucy yo te amo, tú sabes cuánto, lo has sabido siempre, y estoy seguro de que eres y siempre serás el amor de mi vida. Pero no podemos hacernos esto, no debemos. ―Ella ahogó un sollozo apretando los labios, por las manos de James escurrieron las lágrimas de la pelirroja, una tras otra, sin parar― Esto que has hecho no es algo que yo pueda olvidar pronto, ¿lo entiendes? ―Lucy asintió― No te voy a juzgar más, ya lo he hecho y no quiero seguir haciéndolo, conozco tus razones, créeme, hasta cierto punto las entiendo.  Pero esto no es la manera de seguir juntos, ―Lucy le pasó una mano por el rostro, limpiándole las mejillas que él no se había dado cuenta estaba derramando― el que hayas ido tan lejos solo por esto, eso quiere decir que no debemos ser. No podemos vivir escondidos la vida entera.

― ¡Oh, James! ―sollozó en silencio, bajó las manos al mismo tiempo que él, ahora se encontraban frente a frente sobre la pequeña cama de hospital, susurrando para no ser escuchados, escondidos como siempre han estado…

»Lo lamento… Y te amo tanto… Yo, creo que jamás voy a ser capaz de perdonarme a mi misma por haberte perdido. ―James dejó escapar un jadeo lleno de dolor.

― No creo que sea culpa tuya. ―susurró― En realidad no creo que me hayas perdido… Jamás me has tenido como para perderme, yo tampoco a ti, nunca nos hemos pertenecido.

Lucy apretó los dientes y se inclinó hacia él, tomándolo del rostro.

―No, eso no es verdad, aquí estoy, mírame, James mírame por Dios. ―Él obedeció, sus ojos miel estaban inyectados en sangre― Soy tuya, lo soy, aquí me tienes, siempre lo voy a ser. ―Y entonces, contra todo pronóstico, se besaron.

No supieron quién inició el beso, tal vez fue ella quien se inclinó primero, tal vez James, o fueron ambos, pero se lo permitieron. Sus labios se encontraron como habían hecho tantas veces a escondidas, tras un muro del castillo, en un aula vacía, en el ático de la madriguera, encerrados en la alcoba de James, ahora estaban ahí, tras una simple cortina, a la vista de todos, pero no importaba, ¿Qué mas daba ya?
Estaban ahí, vivos, se amaban, se pertenecían.

James se apretaba contra ella como si quisiera fundirse, como si el solo roce de sus pieles le devolviera la vida, la quería tener, la necesitaba en ese momento y ya no le importaba cuan fatigado o mallugados estuvieran.

― James, Dios… ―jadeó ella con la respiración entre cortada, el chico abrió los ojos, había fuego en ellos― Te necesito. ―Sus palabras murieron ahogadas en la boca de él.

―No hables, no digas nada por favor, ―gimió él contra su oído y recostándola en la camilla de un solo movimiento― no quiero que digas nada más que mi nombre, Lucy.

Y ella lo obedeció, se dejó ir por última vez, ambos lo hicieron, aquella noche no existió nada más que sus cuerpos unidos, deseosos, rotos.






...


Es un capítulo bastante corto pero intenso, también es importante ya que aquí es dónde se cierra la historia de James y Lucy.

Me puse muy triste mientras escribía esto, debo confesar que hasta he llorado un poco… He decidido terminar su relación con la escena subidita de tono, pienso que es una buena de forma de hacerlo hahaha, considerando que su historia fue tan intensa, es digno terminar de igual manera.
En fin, ya esto va por el final, aún falta cerrar varias tramas y por el momento llevo dos capítulos escritos, de nuevo les recuerdo que ni yo sé cuánto falta para el final, solo sé que es poco.

Espero ver sus comentarios, muchas gracias por seguir.


Besos, Liv.

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