15. Quédate quieta, alma mía.
Era muy temprano en el colegio Hogwarts, apenas acababa de salir el sol y el frio de la noche aun podía sentirse.
Iba caminando al tiempo que se colocaba el saco de su uniforme, este era negro y tenía el escudo de Slytherin en uno de los costados del pecho, luego se abotonó la camisa blanca, acomodó su cuello y del bolsillo de su pantalón igualmente negro, sacó su corbata verde esmeralda con plateado.
Se detuvo un segundo, recordando de pronto su cabello. Con algo de miedo, elevó una mano hasta la mata color azabache y cerró los ojos con fuerza, como era de esperar, estaba hecho un desastre. Estudio su reloj de muñeca, llevaba tres minutos de retraso ya, no había tiempo de arreglar nada así que apuró el paso.
Cunando llegó a su destino, reprimió un bostezo, estaba demasiado cansado. El día anterior se había quedado en la biblioteca por horas, buscando alguna pista para descubrir lo que ocurría con Rose, lamentablemente ni él ni Zed pudieron encontrar algo; ahora, su cuerpo le estaba cobrando factura de haber permanecido horas en la misma posición.
El chico de ojos verdes elevó la vista hacia el techo y suspirando dijo:
―Espero que sea rápido. ―buscó a la gárgola frente a él, le tomó un par de segundos recordar cuál era la contraseña, finalmente las palabras salieron de su boca ― Grajeas de sabores.
Luego de subir las escaleras de caracol y caminar por la mitad del corredor, divisó la puerta que llevaba hacia la oficina de Mcgonagall, si no hubiera estado tan nervioso, tal vez se habría reído por estar ahí dos veces en la misma semana, era algo que ni de James hubiera esperado.
Su madre estaba ahí, su cabello, ahora más naranja que rojo, estaba suelto y corto hasta los hombros, y aunque ella estaba de espaldas a la puerta, pudo darse cuenta de que traía ropa de trabajo, un traje sastre de rayas grises apenas perceptibles. Ginny Potter se giró cuando escuchó el cerrón de la puerta. Albus la hubiera abrazado en ese momento de no ser por la expresión severa en su rostro.
―Ya era hora, llegas 5 minutos tarde, Severus. ―habló su madre.
Con su vista periférica, Albus se dio cuenta que el Severus Snape del cuadro sonreía de forma irónica. Albus se preguntó por primera vez,¿ qué pensaría Snape de que el nieto de James Potter llevara su nombre…?
―Lo menos que puedes hacer es disculparte con tu madre, Albus. Harás que se retrase en el trabajo. ―El chico volteó con rapidez a donde venía la voz de su padre, se encontraba un poco más atrás, al lado de la ventana, por eso no lo vio al principio.
―Tienes razón, discúlpame, madre, discúlpenme los dos.
Ginny y Harry caminaron hacia donde estaba el escritorio de la profesora Minerva, la cual no se encontraba por ningún lado, Albus concluyó que no aparecería en esa ocasión. Ellos estaban ahí para regañarlo.
Suspiró, estándose en la silla frente al escritorio.
―De acuerdo, acabemos con esto… Estoy listo para el sermón. ―Tanto Ginny como su esposo rodaron los ojos.
―Discúlpanos si nos preocupa el hecho de que nuestro hijo se haya enfrentado a duelo, en medio de los jardines, y con nada más y nada menos que Scorpius y Rose. ―replicó Ginny con su voz mas aguda de lo normal― ¿A caso se han vuelto locos?
―Más o menos… ―masculló con tono irónico, derrumbándose en su asiento.
―Tu madre habla en serio, Albus Severus. Tómatelo en serio y hazme el favor de sentarte correctamente. ―ordenó Harry, con un tono más calmado, pero no por eso menos severo.
Albus se acomodó, y enseguida cerró la boca, dejando que sus padres lo sermonearan libremente y sin protestas por su parte. Ya había concluido de que no llegaría a nada con ellos, además de que no podía contarles todo lo que los llevó a aquella pelea. Decidió que haría lo que siempre, admitiría su error, pediría disculpas y cumpliría con cualquier castigo que le pusieran, al fin y al cabo, sentía que lo merecía.
Después de los que fueron los 30 minutos más tediosos de su vida, Ginny estaba roja, Harry también se veía sin aire y él seguía con la espalda bien recta y las manos entrelazadas.
― ¿Al menos escuchaste algo de lo que dijimos? ―demandó su madre al sentir que su hijo no estaba ahí en alma, solo en cuerpo.
Albus entornó sus ojos esmeralda en uno de los cuadros, el mago dentro lo miraba mientras contenía una risa. A lo que había llegado, un retrato mágico se burlaba de él.
Carraspeo.
―Sí. Lo que hice fue inaceptable, no quieren que se repita o de otro modo me enviaran a Rumania con mi tío Charlie, lo cual, si me lo preguntan no sería mala idea… ―Harry rodó los ojos, Ginny iba a replicar, pero su hijo la interrumpió poniéndose de pie― Y lo lamento. En serio, sí lo siento mucho, sé que lo que hicimos fue demasiado peligroso, y estúpido, créanme que ahora lo sabemos… ―soltó un suspiro teatral, estaba diciendo exactamente lo que ellos querían escuchar― nos conocen, los tres somos competitivos, nuestros egos están en completa competencia, sé que no es excusa en absoluto, pero al menos ahora entenderán la razón de nuestro error.
Albus puso cara de angustia, sabía que Ginny no podía resistir aquella cara, y tenía razón, porque un segundo después ella ya lo estaba abrazando, al igual que Harry.
―Hay una cosa más… ―exclamó el pelinegro, su voz se escuchó estrangulada, estaba nervioso. Ginny y Harry se separaron un poco para mirarlo, el Slytherin era más alto que ambos, así que no era difícil seguir hablando abrazados.
― ¿Qué cosa? ―inquirió Harry.
Albus palmeo el brazo de su madre con los dedos, buscando las palabras correctas…
―Esto… bueno… Soy gay.
. . .
Realmente esperaba que todo el mundo la mirase, pero no de buena forma, incluso espero cuchicheos y risas… No hubo nada de eso. La miraban, claro, siempre la miraban, pero no de mala manera como creyó, había algo distinto en los ojos de todos, algo parecido al miedo.
El ruido de sus tacones murió ahogado por los sonidos de los cubiertos chocar con los platos, y cuando llegó hasta la mesa de Ravenclaw, continuaron hablando.
―No creí verte por aquí. ―Le dijo James, estaba sentado a su lado. Rose sonrió y movió la cabeza.
―Por poco me quedo en cama de nuevo. Pero no debo esconderme más. ―explicó ella, elevando la mirada de su plato, se dio cuenta que no había ningún otro de sus primos cerca, solo James, frunció el entrecejo y se acercó al pelinegro― ¿Dónde están todos?
―Vinieron por comida hace rato y subieron a la sala de juegos, están organizando lo de hoy.
― ¿Lo de hoy? ¿Qué pasa hoy?
James arqueó sus cejas y luego se rio, aunque algo desanimado para ser James.
―Sí que te has desaparecido estos días… ―masculló el Gryffindor negando con la cabeza, Rose lo miró más confundida aun― Hoy es el eclipse, Rose… ¿recuerdas? Lo verán todos en la torre de astronomía, Mcgonagall nos ha dejado hacerlo.
Un sentimiento de emoción creció en Rose, pero rápidamente se apagó, recordando su castigo.
―Mierda… seguramente Minnie no me deje ni asomar la nariz fuera de mi torre. ―sopló, derrumbándose de pronto― Scorp y Albus también están castigados. ―James maldijo por lo bajo, diciéndole que lo sentía, Rose se encogió de hombros, no dijeron nada más y comenzaron a desayunar en silencio.
Rose se dio cuenta que su primo estaba especialmente callado y de que Lucy no se veía por ningún lado tampoco, luego, pensó en lo que había dicho sobre sus primos... ― ¿Por qué no fuiste con ellos? ―preguntó luego de un buen rato―, a la sala de juegos.
―No estoy de humor, creo que no dormí bien.
― ¿Lucy fue con ellos? ―Él dijo que no con la cabeza.
―No lo sé, no la he visto desde hace dos días, me la tope en los pasillos, estaba junto a un chico rumano, Velkan me parece… ―La expresión del Potter se oscureció, Rose alzó una ceja― Creo que Minnie lo dejó entrar al castillo para que investigue el bosque prohibido o algo así.
― ¿Pelearon? ―Aquella pregunta sorprendió tanto a James como a la misma Rose.
Aunque James solo le había contado a Albus sobre sus sentimientos hacia Lucy, le dio la sensación de que Rose también lo sabía, y se sintió aún más extraño por estar hablando sobre ello como si fuera normal, lo correcto.
Sacudió la cabeza, alejando aquel pensamiento tan loco.
―Sí, se molestó conmigo por una broma que le hice mientras estábamos en Rumania. No he hablado con ella, tampoco me disculpé, tal vez por eso no me habla. ―soltó una risa fingida, tratando se sonar creíble, pero Rose deliberó que esa tal vez había sido la mentira peor disimulada que James haya dicho nunca.
―Tal vez pueda hablar con ella más tarde… ―sugirió Rose, y justo en ese momento la comida que había estado sobre la mesa, desapareció, anunciando que la hora del desayuno había terminado.
La chica de Ravenclaw se levantó y miró a James al mismo tiempo buscaba algo en los bolsillos de su mochila, sacó una pequeña bolsa de plástico, dentro parecía tener arándanos secos― ¿Hoy tienes clase pociones? Podemos ir juntos, tengo que pasar por las mazmorras para ver a Scorp…
James se quedó mirando con aire distraído la bolsita de frutas que su prima llevaba entre los dedos, luego negó con la cabeza.
―En realidad, creo que iré a ver como van los chicos, dijeron que faltarían a la primera clase, tal vez aún estén en la sala de juegos.
Rose terminó por encogerse de hombros y se despidió de él en la puerta del gran comedor, guardó la bolsa de plástico, ahora vacía, de vuelta en su mochila y continuó con su camino.
Llegó a las mazmorras justo cuando Scorpius, Albus y Zed salían de su sala común, estos dos últimos iban tomados de la mano.
Scorpius fue el primero en notarla, así que se acercó rápidamente y la besó con dulzura, ella apenas y sonrió.
―No los vi en el comedor esta mañana. ―comentó distraída, de repente los muros del castillo le parecían sofocantes, quiso tomar una bocanada de aire fresco.
Scorpius le había pasado un brazo por los hombros y ahora se dirigían a su clase de Herbología, a lo mejor podría pedirle permiso a su tío Neville para tomar aire cuando llegaran al aula.
―Me reuní con mis padres hoy. ―dijo Albus como respuesta, Rose arqueo una ceja― Fue como esperaba, me sermonearon, así que les dije lo que querían escuchar.
―Estupendo. ―farfulló la Ravenclaw, la verdad es que no tenía muchas ganas de charlar con ellos, de pronto el buen humor que había tenido se había esfumado, como por arte de magia, volvía a sentirse enfadada.
― Escuché que hoy será un eclipse. ―exclamó Zed, ya estaban a unos pocos metros de los invernaderos― Blake me dijo que nos guardará asientos…
―Estamos castigados. No podemos salir a ningún lado más que a clases. ―musitó Scorpius, cabizbajo.
―Mierda, eso apesta…
―Ve tú solo si quieres, estoy seguro de que será igual de genial sin nosotros. ―Le dijo Albus a Zed, este sonrió y arrugó la nariz, se acercó mucho a Potter y le susurró algo al oído, haciéndolo reír.
Rose contempló la escena por un segundo, luego corrió el rostro bruscamente, no sabía que le ocurría, pero de pronto tenía calor, y enojo, mucho enojo.
Se quedó unos pasos atrás de los chicos, Albus lo notó y fue hasta ella, le tomó una mano con delicadeza, como si tuviera miedo de romperla.
― ¿Ro? ¿Estás bien? ―susurró, tratando de verle la cara, pero estaba cubierta por una cortina de pelo rojo.
―Estupendamente. ―replicó su prima, su voz temblaba y se rompía. Albus sintió la hostilidad viniendo de ella, exhalo.
―Debemos hablar sobre esto, Ro, no puedes seguir… ―Sus palabras fueron interrumpidas por la chica, que se soltó con brusquedad, sorprendiendo a Potter.
― ¡Yo no quiero hablar contigo! ―le chillo, mirándolo por fin. Albus dio un paso hacia atrás, Scorpius y Zed se voltearon a verlos por fin, ya estaban casi en las puertas del invernadero, pero volvieron a donde Albus y Rose se habían quedado.
― ¿Pero qué pasa? ―Fue la voz de Zed, Rose apretó los dientes, una ráfaga de viento les voló el cabello a los cuatro. Scorpius alzó una mano hasta su novia, dándole una mirada de advertencia.
―No puede estar pasando otra vez… Rose, cálmate…
― ¡Estoy bien, maldita sea! ―Scorpius la había tomado del brazo, pero ella se estaba soltado otra vez.
― ¿Pero qué le has dicho? ―Le reclamó Malfoy a Albus, él negó con la cabeza.
― ¡Nada! Solo que quería hablar con ella…
― ¡Basta! ―espetó Rose de nuevo, el viento también silbó, soplando más fuerte― ¡No quiero esto! No ahora… solo, no.
Rose temblaba; lo único que deseaba en ese momento era salir corriendo hasta que aquella sensación horrible se detuviera. De repente, sintió también miedo.
La noche cuando trató de doblegar a Hannah, estaba borracha, no tenía conciencia sobre lo que hacía, pero ahora, parada ahí, era como un dejavu, esos sentimientos se parecían mucho a los que había sentido en los jardines, antes de su duelo con Albus y Scorpius.
Desesperada, buscó la mirada gris de Scorpius, se encontró con que él también tenía miedo, pero no de ella, sino por ella
― Sácame de aquí.
Scorpius tardó una milésima de segundo en reaccionar, en dos zancadas estuvo al lado de la pelirroja rodeándola por la cintura, casi reteniéndola, Rose puso su mano derecha sobre el hombro de Scorpius, aferrándose a él. Zed y Albus miraban la escena como en una especie de trance, sin tener mucha idea de qué ocurría.
Rose los contempló con el rostro blanco cuan papel, sus ojos relampaguearon por un instante.
―Será mejor que encuentren rápido el hechizo que la embrujó así. ―Fue lo último que les dijo Scorpius antes de salir con Rose de ahí.
Albus y Zed se quedaron viéndolos marchar durante unos segundos, y cuando dieron la vuelta por el pasillo, Fitzgerald miró a su novio― ¿Qué haremos ahora?
Albus se pasó una mano por el pelo, y la idea de responder “no tengo ni puta idea” le resultó tentadora.
―Yo… supongo que tenemos que regresar a la biblioteca.
―Hemos estado ahí los últimos dos días, no hay nada. ―gruñó el castaño, Albus se mordió el labio.
―No hemos revisado todo… Aún nos falta la sección prohibida.
― ¿No se necesita la firma de un profesor? ―cuestionó Zed.
―Que bueno que mi padrino es uno de esos. ―Albus sonrió de oreja a oreja y lo tomó de la mano, listo para arrastrarlo hasta el invernadero donde su tío y padrino, Neville, ya comenzaba la clase.
. . .
La sala común de Ravenclaw se encontraba en un profundo silencio. A esa hora de la mañana el sol entraba por la serie de ventanales arqueados que había en la habitación, y el color azul marino de las paredes hacia que pareciera aun más pacífico.
Rose estaba sentada en un diván del mismo color que las paredes, y veía fijamente por la ventana que daba hacia el campo de Quidditch. Scorpius se había ido hacia unos diez minutos, aunque Rose casi habia tenido que jurarle por su madre que se encontraba mejor, finalmente accedió a dejarla sola.
Sus pensamientos fueron bruscamente interrumpidos por un ruido en la puerta principal, ella se giró con sorpresa. Lucy había entrado en la sala.
Rose sintió la sensación de no haberla visto en meses, una sonrisa se formó en su rostro.
―Hey ―saludó, Lucy la miró de soslayo y también sonrió. Rose notó que tenía el uniforme completamente desordenado y el cabello revuelto por el viento, incluso tenía una ramita enredada― ¿Has estado toda la mañana en el bosque prohibido? ―preguntó Rose con tono jovial, Lucy frunció el entrecejo
― ¿Cómo has sabido eso?
― Además de tu peinado tan natural… ―Lucy se llevó una mano al cabello, se sacó la ramita con algo de sorpresa― James también me dijo que ayudabas a un investigador rumano. Un tal Velkan.
Lucy apretó los labios, intentando contener una mueca― James debería meterse en sus asuntos.
Rose parpadeó un par de veces, vio a su prima ir hacia la pequeña biblioteca de la sala, la siguió.
―Se pelearon, ¿verdad? Y no fue por una broma como el dijo…
Lucy soltó una risa irónica mientras bajaba un par de pergaminos del estante.
―Por supuesto que te dijo que fue por una broma… ―La expresión de Rose fue de la confusión a la preocupación, puso una mano sobre el hombro de la Ravenclaw.
― ¿Qué fue lo que ocurrió, Lu? ¿Estás bien?
Cuándo Lucy no le respondió por unos largos minutos, Rose creyó que no la había escuchado, pero entonces ella volteó a verla.
―No tienes porqué hacer esto; preguntar sobre mi y James. ―respondió, curvando una sonrisa de comprensión― Sé como te sientes respecto a lo que tenemos… veo tu cara cada que él toma mi mano, o besa mi frente, casi siento como se revuelve tu estómago al vernos juntos, y no te culpo, de verdad que no lo hago.
Las palabras de Lucy calaron profundo en Rose.
Habían pasado años desde que notó que algo ocurría ahí, tal vez había sido una de las primeras en darse cuenta, pero al igual que todos, no había dicho nada, porque quería que no fuera verdad, quería creer lo que todos. Y Lucy tenía razón, había descrito con precisión lo que sentía al verlos juntos… Aun así, existía algo que ella no sabía, y era que Rose los amaba a ambos, y no importaba lo que hicieran, ella siempre los cuidaría y se preocuparía, porque eran su familia.
―Lo siento. —susurró.
Debió decir que la quería, que quería a James, que los amaba a los dos, que los apoyaría en todo. Debió decir que todo estaría bien, que saldrían de aquello como una familia, que no tuviera miedo.
Rose debió decirle a Lucy que no todo estaba perdido para ellos.
Pero no lo hizo.
En lugar de eso, se quedó esperando a que Lucy respondiera algo.
―Tengo que irme ahora, Ro. Hablaremos luego. ―Rose asintió con una pequeña sonrisa, Lucy se giró hacia ella, ya había avanzado unos pasos, aún así, la miró de soslayo ― Rose… ―La aludida dirigió su mirada hasta donde estaba.
― ¿Si?
Hubo un silencio, luego Lucy se encogió de hombros.
―Te extrañé ―Sorprendida, Rose hizo que la curva de sus labios se hiciera más grande, formando una sonrisa.
―Yo también, Lu. ―La de ojos verdes comenzó a irse de nuevo, y cuando estuvo en la puerta, volteó otra vez.
―Oh, y Rose… Vas a estar bien, lo prometo.
Lucy no la dejó responder nada, porque se fue enseguida.
Las horas transcurrieron como minutos, Rose continuó en su sala común, asustada de salir y encontrarse con alguien que la hiciera enojar, necesitaba esperar ahí hasta que Albus y Zed hallaran algo, de otro modo, haría lo que Scorpius le aconsejo, ir directamente con la directora.
Por otro lado, los Slytherin continuaron por horas en la biblioteca, sin encontrar nada que sirviera.
―Tendremos que ir con Minnie, esto es inútil. ―concluyó Scorpius, ya se había quitado el saco del uniforme y ahora desanudaba su corbata con estrés. Albus, que estaba con la cabeza metida en un tomo de embrujos y maldiciones, terminó por asentir.
―Tienes razón. Hay que decirle o-
― ¡Hey! ―Albus fue interrumpido por la voz de Lily, que se acercaba corriendo hasta ellos. La chica pelirroja llevaba puesta ropa muggle y el cabello atado en una coleta alta, se acercó a la mesa de los Slytherin, aun sonriendo.
― Lily, ¿qué pasa?
―Estoy buscando a James, el eclipse es en una hora, la fiesta en la torre de astronomía ya comenzó, pero no lo encuentro por ningún lugar…
― ¿Ya lo llamaste? ―sugirió Zed con obviedad, Lily bufo.
―Claro que lo llamé, no respondió, y no leyó ninguno de mis textos tampoco… Pienso que apagó su celular o se quedó sin batería…
―Pues aquí no ha venido ―anunció Scorpius desperezándose en su silla. Lily, al verlos entre tantos libros, arrugó la nariz.
―Merlín, es viernes y hay una fiesta arriba, ¿Qué hacen metidos aquí?
―Larga historia. ―dijeron los tres al mismo tiempo. El celular de Lily sonó, ella lo revisó con rapidez y sonrió al ver el mensaje.
―Uh, James ha llegado, al fin… Bueno, me voy… ―les lanzó una mirada esperanzada― ¿Ustedes no vienen?
―Castigados ―dijo Scorpius señalándose a si mismo y a Albus una y otra vez, Lily asintió.
―Tal vez yo me pase por ahí en un rato, quiero ver el eclipse. ―le dijo Zed, Lily sonrió de nuevo. Les dijo que de todas formas grabaría el evento, y un segundo más tarde, salió corriendo de ahí tan rápido como habia llegado.
Zed se pasó una mano por la cara antes de hablar:
―Bueno, debemos ir por Rose antes de ir con Mcgonagall…
Scorpius asintió, pero Albus negó con la cabeza.
―Primero vamos a las mazmorras, tengo que cambiarme.
James guardó su celular en su bolsillo derecho luego de escribirle a su hermana diciendo que ya estaba por llegar a la fiesta, estuvo a punto de subir el primer escalón, cuando la vio ahí.
― ¿Lu? ―La pelirroja estaba parada contra uno de los muros de piedra. Llevaba un pantalón negro y una chaqueta de cuero color blanco, se veía preciosa con el cabello suelto cayendo sobre los hombros.
―James… ―musitó ella, acercándose. Cuando estuvo frente a él, le acarició el rostro con la yema de los dedos.
― ¿Qué haces? ―jadeó el muchacho, confundido y al mismo tiempo hipnotizado por sus bellos ojos verde claro.
―Te amo. ―susurró como toda respuesta, y luego lo besó. James respondió al beso, pero no por mucho, en seguida se despegó.
―Te lo he dicho antes… ―La pelirroja le puso un dedo sobre los labios, callándolo.
―Sé que mentiste. ―Potter se congeló ― Yo sé bien que tú me amas como yo te amo a ti.
―Lucy, yo no…
―Shhh ―expresó, con el dedo índice sobre sus labios en señal de silencio― Deja de mentirme. Sé porque lo hiciste, y también te perdono. ―Cuando ella volvió a besarlo, él ya no se alejó, simplemente no pudo hacerlo. La amaba demasiado, y la había extrañado tanto, que aquel beso lo embriagó. Lucy se separó primero para poder coger algo de aire, seguía acariciándole el rostro cuando habló de nuevo― Necesito que vengas conmigo, ¿sí?
― ¿A dónde? ―preguntó confundido. Lucy batió sus pestañas.
― ¿Confías en mí?
James fruncia el ceño, estaban muy cerca, podía sentir los latidos desbocados del corazón de Lucy contra su pecho, o tal vez eran los suyos propios.
Tragó en seco.
―Te confiaría la vida. ―le respondió, también acariciando el rostro pecoso de la Ravenclaw.
―Que adecuado… Ahora, quédate quieto. ―volvió a decir ella, pero antes de que James preguntara a qué se refería, sintió una punzada de electricidad en el estómago, y entonces vio como todo se oscurecía a su alrededor.
....
Cambié la portada, y cambié el cast dream de Zed, Albus y Scorpius por uno más adecuado hahaha.
¿Qué les parecen?
Por cierto, estamos cerca del final. Estoy muy emocionada!!!
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