14. Cegada por la ira
Los rumores era algo que nadie, ni siquiera Rose podría controlar con su totalidad. Y aquella vez todo fue de mal en peor, se les escapó de las manos y llegaron a un punto en el que no se podían arrepentir de nada.
Ocurrió en una noche, la más oscura que Albus ha tenido en su vida, no recuerda mucho, Scorpius tampoco, son solo flashes brillantes, pedazos, instantes que cambiaron todo.
El vio a Scorpius salir del gran salón, estaba enojado, recuerda haberlo tomado del brazo con fuerza, se sonrieron, Scorpius le explicó que había peleado con Rose de nuevo, algo referente a la manía que Scorpius tenía por beber demasiado en los bailes.
No sabe cómo, pero terminaron tomando una de las botellas de Wiski que Fred y James habían metido a la escuela, era tarde así que ya no podían andar rondando por los jardines; fueron a los baños de los prefectos.
Pasadas las 12 de la noche todo se volvió borroso, los flash backs ya no eran eso, solo pedazos de lo que había ocurrido: Scorpius muy cerca de él, diciendo cuanto le gustaban sus ojos, Albus sonriendo divertido y tirando de la corbata de su mejor amigo, sus labios contra los suyos.
No tuvo sexo con él, pero estuvo cerca, de no ser por Hannah, que entró justo en el momento en que arrancaban las camisas, de no ser por ella probablemente lo hubieran hecho…
Al día siguiente fue un caos, no pasaron ni ocho horas cuando Hannah había esparcido el rumor. Las miradas eran curiosas, indiscretas y mal disimuladas, la gente hablaba a sus espaldas, soltaban risas, parecía que todo el mundo lo sabía.
Lo peor de todo fue confrontar a Rose. Albus y Scorpius habían pasado con ella todo tipo de situaciones, la habían visto desbordar de felicidad, sonreír tan fuerte que sus ojos dejaban de verse…, pero también la habían visto llorar, sollozar por aquello que no podría ser jamás; perfecta.
Albus no era capaz de recordar los hechos que los llevaron a ese punto; pero había algo que sí recordaba, algo que jamás podría borrar de su cabeza: Rose, sus ojos llenos de lágrimas, sus mejillas pálidas, sus labios apretados en una línea, aquella decepción en su mirada le atravesó hasta lo mas profundo de su alma.
Ninguno de los dos fue capaz de verla a los ojos por un tiempo muy largo, incluso cuando parecía que ella había pasado página, dolía, mirarla dolía.
Todo mejoró cuando Rose volvía a ser la de antes. Hicieron un pacto silencioso, no volvieron a tocar el tema. Scorpius se alejó de Albus, no tanto como para dejar de hablarse, pero si lo suficiente para ya no saber qué sentía.
Se mantenían juntos, se querían, se apoyaban… pero era diferente.
Caminaron con las cabezas bajas, los brazos muy juntos y los corazones latiendo lentamente, ninguno pronunciaba palabra. El viento de enero les voló el cabello y enfrió los rostros, la chica de risos rojos y pestañas del mismo tono fue la primera en hablar, pero no se dirigía a ellos, si no a la gárgola que custodiaba la escalera de caracol, aquella que los llevaría directamente al despacho de la directora Minerva Mcgonagall.
―Grajeas de sabores. ―dijo Rose con un hilo de voz. La gárgola se hizo a un lado revelando las escaleras, los tres jóvenes subieron y cuando iban caminando por el pasillo, pudieron escuchar voces, estas se detuvieron cuando tocaron a la puerta. La directora los dejó pasar.
Adentro todo estaba como siempre, los cuadros de los exdirectores, sin embargo, se encontraban en un completo silencio, parecían decepcionados.
Minerva estaba tras su escritorio, y a diferencia de siempre, los miraba de manera severa. Albus y Scorpius se sentaron primero, dejando un espacio en medio para la chica, ella hizo una mueca, en ese momento ya no le apetecía estar en medio de esos dos, ya no.
―Rose, te ruego que te sientes, esto será largo. ―ordenó la directora. Rose trago y obedeció. Entonces fue cuando la mujer cruzó las manos sobre el escritorio― Saben porque los he llamado, no voy a repetirlo: Ustedes tres han armado un escándalo, es inaudito… como es posible que mis mejores tres alumnos se hayan visto envueltos en algo así de grave. ―Mcgonagall se levantó y los miró con dureza― Puedo entender que peleen, que tengan conflictos… Pero ¿armar un duelo en medio de los jardines? ¿En qué estaban pensado?
―Profesora… ―comenzó a decir Albus, pero la mujer negó, callándolo.
―No he terminado señor Potter. ―Albus cerró la boca― Ustedes tres se han conocido desde que son unos niños, han sido los mejores amigos desde que pusieron un pie en esta escuela, ahora mi pregunta es, ¿Qué fue tan terrible para que terminaran de este modo? ―Ella no esperaba que ninguno le respondiera la pregunta, por eso siguió hablando― Entenderán que debo tomar medidas drásticas; la expulsión sería la opción más acertada, ustedes tres usaron magia para atacarse entre sí, no tengo que explicar cuan insensato y peligroso fue… ―Los tres jóvenes miraron a la directora con caras de horror, Rose soltó un gemido y sus ojos se pusieron cristalinos, Scorpius y Albus pensaron tomarle de la mano, pero ninguno lo hizo al final― Sin embargo ―continuó diciendo― Los conozco, sé bien los errores que cometemos cuando somos jóvenes, sé que entre ustedes tres existe un vínculo especial, y también son los tres mejores alumnos que se han visto aquí desde Hermione Granger y Draco Malfoy. No voy a expulsar a mis mejores alumnos.
Ellos soltaron un suspiro colectivo.
―Santo merlín… Gracias, profesora… ―exclamó Rose, llevándose una mano al pecho. Mcgonagall se mantuvo impasible.
― Que no los expulse no significa que no habrá un castigo. ―hizo una pausa en la que se acomodó las gafas― Los tres van a tener prohibido salir a Hosmade, no podrán asistir a los partidos de Quidditch, Albus y Scorpius ustedes estarán suspendidos del equipo, Rose, tú también éstas suspendida de todas tus actividades extracurriculares, incluyendo el club de las eminencias del profesor Horace Slughorn… ―La cara del trío de plata era un poema, estaban molestos, pero por supuesto, preferían aquello que la expulsión― Serán seis semanas de castigo.
― ¿Qué?
― ¿Cuánto?
― ¿Qué ha dicho? ―exclamaron los tres al mismo tiempo. La profesora entornó los ojos.
―A menos que prefieran la expulsión, por supuesto. ―Ninguno se volvió a quejar― Bien, arreglado este asunto, les pido que aguarden aquí… Sus padres quieren hablar con ustedes, llegaran en 20 minutos. Yo tengo que recibir a un invitado, así que saldré unos momentos. Confío en que pueden esperar sin arrancarse las cabezas… Si me disculpan.
La bruja les dio una última mirada de advertencia y salió de la oficina, dejándolos completamente en silencio.
Rose fue la primera en levantarse.
―Genial. ―mascullo más para sí misma que para los Slytherin― Ahora tengo que ver a mi padre por causa suya… ―Scorpius alzó una ceja.
― ¿Causa mía? ―vociferó el rubio, también poniéndose de pie― ¿Te recuerdo quién empezó a pelear en primer lugar? ―Rose miró a su novio de soslayo, luego asintió.
―Tienes razón, fue culpa de Albus. ―El pelinegro rodó los ojos, se había recargado en uno de los libreros con aire distraído, entonces miró a su prima.
―Oh dios, Ro, no trates de culparme otra vez. ―replicó con desinterés― No es mi culpa que te hayas emborrachado, que confesaras lo mío con Scorp frente a todos y ahora estés buscando cualquier excusa para pelear conmigo. Te recuerdo que yo no empecé la pelea en el jardín, fuiste tú.
Rose entornó los ojos y soltó un bufido― Pero si hice lo que querías, ¿no eras tú el que me dijo que solo manipulo a las personas para mi beneficio? Pues ahí está, lo confesé. Ya te he liberado del gran sacrificio de ser mi primo.
― ¿Me recuerdan por qué estábamos peleando? ―saltó a decir Scorpius, Rose parpadeó un par de veces, Albus apretó los labios, ninguno dijo nada por un segundo.
―Él me llamo niña mimada. ―apuntó Rose, Albus bufo.
―Solo quería disculparme por la otra noche, tú eres la loca que me empujó, por eso te dije mimada, porqué lo eres… ―Los ojos de Rose brillaron, sacó la varita con rapidez y lo apuntó.
― ¡Vuelve a llamarme loca y te voy a-
― ¡Basta! ―bramó Scorpius, colocándose frente a ella, tomó la varita de la chica y la fue bajando, Albus se acercó con extrañeza, Rose respiró profundamente― Diablos Rose, ¿Qué te esta ocurriendo?
― ¿Me dices a mí? Él es el que me insulta a cada rato.
Scorpius fijó su mirada en la de su novia, parecía como si sus ojos resplandecieran, se dilataban, se había puesto pálida y temblaba… justo como la noche de la fiesta. El rubio negó con la cabeza― No, esta no eres tú, Ro… Es como si la furia te consumiera.
Albus se fue acercando un poco, miró a su prima y pensó en las palabras de Scorpius… algo en la actitud de Rose le pareció muy familiar, pero ¿Qué?
― ¿De qué diablos hablas?
―. Scorpius tiene razón Rose, hay algo raro en ti… tus ojos, se ven diferentes desde aquella noche… Es como si a la menor provocación te pusiera terriblemente furiosa.
Rose tragó en seco, dejó de resistirse al agarre de Scorpius y dejó que tomara su varita, algo en las palabras de ambos había logrado despertar su curiosidad.
― ¿Recuerdas que me preguntaste la razón por la que no te separé de Hannah? ¿De por qué nadie lo hizo? ―Ella asintió― Era porque te teníamos miedo, Rose. Era como si estuvieras poseída por algo, no sé cómo explicarlo, pero era aterrador. Y créeme, te he visto furiosa antes, no era nada parecido a lo de esa noche. No podías controlar ni tu propia magia.
―Lo mismo pasó hoy en el patio. ―concordó Albus― Vi el viento, cambió en cuanto comenzaste a gritar, era extraño Ro. Jamás habías hecho cosas así.
Ella se había mantenido en silencio, frunció el ceño y terminó por cruzarse de brazos.
― ¿Y qué concluyen? ¿me he vuelto loca? ¿incapaz de controlar mi propia magia?
Albus negó, se acercó a ellos.
―No, yo más bien creo que alguien te embrujó, Rose.
Lucy eligió aquella hora en especifico porque sabía que no habría nadie rondando por los pasillos del castillo. Velkan, a su lado, se mantenía en silencio mientras admiraba la arquitectura del colegio, desde que llego había estado impresionado y aquella emoción no había disminuido.
― ¿Lucy? ―James salió de detrás de una de las columnas y se acercó a ellos, Lucy apretó los labios y maldijo en silencio, al parecer no todos estaban en el comedor, y de todos los alumnos, tenía que ser James el que los viera― ¿Quién es él? ―inquirió mirando a Velkan con el ceño fruncido, no parecía muy contento.
Hubo un silencio en el que Velkan esperó a que Lucy dijera algo, cuando no los presentó, el mismo extendió la mano hacia Potter.
―Velkan Mantúr, un placer…
James lo miró unos segundos, y finalmente se la estrechó.
―James Potter soy el nov... primo de Lucy. ―Velkan no pudo ignorar el balbuceo y cambio de palabras que había hecho, sonrió por dentro, de pronto lo que Lucy le habia contado tenía mucho sentido…
―Velkan es un investigador de botánica. ―dijo Lucy, haciéndose notar por primera vez y rompiendo la batalla de miradas que liberaban los muchachos― Viene desde Rumania, estará un par de días trabajando en el bosque prohibido. ―se pausó un segundo y tomó el brazo de Velkan, miró a James― Yo lo voy a acompañar, así que, si nos disculpas…
Ella intentó irse, pero un segundo después James la tomó del brazo también, se acercó a ella.
― ¿Minnie te ha dejado hacerlo? ―preguntó con tono incrédulo, Lucy apretó más los labios.
―Sí.
James bufo.
―. El bosque prohibido es peligroso. Así que discúlpame si no te creo nada.
―He prometido cuidarla bien, descuida. ―replicó Velkan. James reparó en él, alzando una ceja, asintió, y entonces volvió a hacia su prima.
―Ven un segundo Lu, quiero hablarte.
Aunque a regañadientes, ella lo siguió hasta una esquina, Velkan se quedó alejado, mirando de nuevo la estructura del castillo.
Lucy miró a James con molestia, retiró la mano cuando el Gryffindor intentó tomarla.
―No quiero que vayas a ningún lado con ese tipo. Menos al bosque prohibido. ―ordenó, con voz autoritaria, Lucy se permitió reír, aunque el solo hecho de estar tan cerca de él, le dolía.
―Es una pena que no quieras, pero no eres nadie para prohibirme cosas… ya no más.
James quiso replicar, pero no fue capaz de sacar una palabra, tenía razón, él había tomado aquella decisión, no Lucy.
Se alejó dos pasos.
Lucy le dio una ultima mirada antes de regresar caminando junto al rubio.
―Haces esto por él, ¿no es así? ―Velkan no había dicho nada por un buen rato desde que se adentraron en el bosque prohibido, así que cuando preguntó aquello, la sorprendió un poco.
Lucy estaba en cuclillas limpiando el área donde harían el ritual. Asintió.
―Ahora tal vez piensas que soy una horrible persona. ―mascullo, avergonzada. Velkan le sonrió y negó con la cabeza.
―Uno no elige esas cosas. ―respondió con un encogimiento de hombros.
― ¿Tú crees eso? ―Velkan tomó un par de troncos y los movió hacia donde estaba Lucy.
―Lo sé bien. He visto el amor de cerca, son ese tipo de cosas que no se pueden ignorar, tal vez puedas ocultarlo, pero no por mucho, termina por salir de alguna manera, a veces de la peor manera.
Lucy jugueteo con una raíz entre sus dedos, sonrió.
― ¿Lo haz estado? Ya sabes, enamorado.
―No. ―musitó― Pero sé como luce. Personas cercanas a mi han estado enamoradas… También las he visto perderlo todo por ello.
Cuando Velkan terminó de poner los troncos en el centro, fue por un pequeño saco de terciopelo con pequeños cuarzos de sal dentro y comenzó a hacer un círculo, se detuvo a la mitad y miró a Lucy― Déjame preguntarte… como… ¿Cómo fue? Ya sabes, cuando te enamoras de quién sea, es fácil aceptarlo. Pero cuando te enamoras de alguien a quién no debes… ―dejó el resto de la pregunta al aire, Lucy se levantó y caminó hasta el hombre, tomó algunos de los cuarzos entre sus dedos.
―Aceptar que amo a James ha sido tal vez una de las cosas más difíciles que he hecho. ―susurró, mirándolo casi con miedo, pero no de él, si no de su confesión. Lucy jamás había hablado con nadie sobre sus sentimientos hacía James, esta era la primera vez que decía aquellas palabras en voz alta ―. Piensa en todo aquello que creías correcto, todo lo que creías que estaba bien. ―continuó diciendo― Y luego piensa en ti haciendo todo lo contrario a ello, sin siquiera poder evitarlo. Terminas por odiarte a ti mismo por sentir, comienzas a cuestionar cada cosa que has hecho durante toda tu vida. Juras que podrás soportarlo, te detienes por completo, te abstienes de sentir lo más mínimo; algunos días tienes la esperanza de que todo simplemente se va a arreglar, crees que volverás a ser bueno, puro… y entonces vuelves a sentir. ―Lucy sonrió, Velkan pensó que aquella no era una sonrisa de alegría, era mas bien nostalgia, y entonces su rostro entero se llenó de un sentimiento que él no supo distinguir― Es como dijiste: Es una de esas cosas que no puedes ocultar por mucho…, y todo se reduce a una sola cosa.
― ¿Y qué es eso?
Lucy parpadeó, puso el último trozo de cuarzo, cerrando el círculo.
―A si vale la pena o no.
. . .
Cuando salió de la oficina de Mcgonagall, Zed ya lo estaba esperando. Albus pensó que se veía extremadamente apuesto ahí, recargado en el muro de piedra con la corbata de Slytherin desabrochada y una sonrisa divertida en el rostro.
―Dime que no estás expulsado… ―suplicó el castaño, Albus imitó su sonrisa juguetona y se acercó a él con rapidez. Lo abrazó por la cintura y negó con la cabeza, Zed le pasó los brazos por el cuello, se sentía bien estar en aquella posición con él, por fin.
―No estoy expulsado… ―hizo un puchero― Pero voy a estar castigado hasta que cumpla cuarenta. Ni siquiera voy a poder jugar Quidditch, Minie me ha sentenciado a seis semanas fuera del equipo, sin salidas a Hosmade o nada divertido.
Las cejas de Zed se enarcaron.
―No puedes estar quejándote sobre esto, pudieron expulsarte, Dios, eres tan mimado. ―Albus soltó una exclamación exagerada.
― ¿Acabas de llamarme mimado? ―chilló con evidente sarcasmo en su voz, Zed se carcajeó.
―No vayas a embrujarme…
―Yo no soy Rose. ―se burló el de ojos verdes. Zed rodó los ojos, un par de segundos después, frunció el entrecejo.
―Hablando del diablo… ¿Dónde esta ella? ¿Y Scorpius?
―Se quedaron arriba con tío Ron y Draco, Minie llamó a nuestro padres, pero el mío no pudo venir así que salí ileso, por ahora.
Zed asintió.
―A eso llamo yo suerte…
Albus abandonó la cintura de Zed y comenzó a jugar con la punta de su corbata, cambió todo su peso a la pierna derecha, luego subió su mirada hasta el rostro de su novio.
―Respecto a Rose… ―comenzó él, Zed negó con la cabeza
―Basta de eso, me lo has explicado anoche, y lo de Scorpius, lo entiendo, fue hace tiempo, ya te dije que no tengo–
―No, eso no. ―Lo interrumpió― Es que, creo que algo malo le esta pasando a Rose.
― ¿Y lo has notado hasta ahora? ―Albus rodó los ojos.
―Hablo en serio, Zed. No ha estado siendo ella misma, desde la noche en que peleamos, parece distinta, es como si la ira tomara control sobre ella. Mira, Rose puede ser todo lo descarada que quieras, pero no es una mala persona. No es ese tipo de chica que va por la vida lanzando hechizos y golpeando a la gente.
Zed miró con atención a su novio, analizando sus palabras; recordó a Rose, como era desde que la conoce, como le había sorprendido escuchar lo que habia hecho a Hannah en esa fiesta, y una cosa era bien cierta; no era propio de ella actuar de ese modo, tan salvaje.
―Veo tu punto. Pero… ¿Quién podría querer embrujarla?
El rostro de Albus voló por el pasillo, hacia ningún lado en realidad.
―Solo puedo pensar en una persona. ―Zed adivinó a quién se refería.
―Aunque debo admitir que es una gran sospechosa, ¿Por qué Hannah haría que Rose la golpee y humille frente a todos? Eso es otro nivel de psicosis ―Albus suspiró y dejó caer la cabeza en el hombro de Zed.
―No lo sé… ―masculló, y sus palabras se ahogaron contra el pecho de Slytherin― realmente no lo sé, ni siquiera tengo idea de qué hechizo o poción hayan usado. Solo sé que esa no es mi Rosie.
Zed enterró sus dedos en el cabello azabache de Albus al mismo tiempo que suspiraba. Luego de uno segundos, le tomó de la barbilla con el dedo índice, obligándolo a que lo mirase.
― ¡Hey! Calma… ¿Por qué no vamos a la biblioteca? Tal vez encontremos algo que nos ayude.
Albus sonrió de oreja a oreja, no respondió, simplemente se acercó a Zed y lo besó con dulzura.
Se tomaron de la mano y cuando apenas iban a dar la vuelta para entrar a la biblioteca, Amelia apareció frente a ellos.
Los tres se quedaron congelados, hasta que Albus reaccionó y mirando a Zed dijo: ― ¿Puedes entrar primero y guardarme un asiento?
Cuando el americano se fue, Amelia cambió su expresión a una mas relajada, pero no por eso se sintió más cómoda.
―Supongo que ahora están juntos… ―adivinó la chica, Albus se pasó una mano por el pelo, asintió.
―Lamento que te hayas enterado por–
― ¿Todo el colegio menos tú? ―sugirió, mordaz.
―Lo lamento.
Ella cruzó los brazos.
―Me habría dolido menos si me lo hubieras comentado antes… o si al menos hubieras escrito algo durante las vacaciones. ―Potter se acercó a ella, tomó su mano con delicadeza.
―De verdad siento mucho todo esto, Amy…
―No, Al, déjalo. No trates de hacer como que pensaste en mí, o decir que en verdad te duele haberme hecho esto porque no es así. Ni siquiera estuviéramos hablando si no me hubiera cruzado en tu camino. Y no estoy exigiendo nada, pero yo merezco más que solo unas cuantas disculpas por culpabilidad.
―Debi terminar lo nuestro hace tiempo, lamento hacerte esto, dejar que se alargara tanto...
Amelia soltó una risa sarcástica, interrumpiéndolo nuevamente. La pelinegra se acercó lentamente a él, con una expresión fría en el rostro.
― ¿Crees que esto tiene que ver con lo que siento por ti? ―volvió a reír― Dios, tú si debes de ser un narcisista. No me siento así porque este enamorada de ti, eso da igual, se me va a pasar en algún punto… ―Amelia apretó los labios, Albus se quedó congelado en esa escena, con los ojos azul grisáceo de ella taladrando su mente― Me duele el hecho de que hayas pasado por todo esto sin decírmelo, a mí, a tu mejor amiga… Albus nos contábamos todo. ¿Cómo pudiste olvidarme de esa forma? Como si no fuera nada para ti.
―No podía hablar con nadie sobre esto, ni siquiera tu… ni siquiera yo podía pensar en ello. ―respondió, sin darse cuenta de que estaba susurrando― Tampoco quería herirte. Yo lo sabía, tal vez lo supe desde hace tiempo, que me querías mas que como amigo, pero quise ignorarlo. No quería arruinarlo contigo. Lo lamento mucho.
Amelia estuvo a punto de responderle, pero se quedó en silencio por unos instantes, contemplando de cerca cada rasgo que formaba parte del rostro de Albus, tal vez por última vez…
―Como dije… Yo merezco más que esto. ―se alejó uno, dos, tres, cuatro pasos― Es todo, terminé con esto.
...
Buenas noticias, si habrá más capítulos, aun no sé cuántos, pero serán más de dos.
Espero poder actualizar el miércoles, tal vez el jueves, todo depende de mi tarea en la universidad y de mi inspiración la cual espero no me traicione.
¿Qué les pareció el capítulo?
Espero haber resuelto sus dudas, y si no, pónganmelas en los comentarios, así cuando edite todo el fanfic podré resolverlas para cuando lleguen nuevas personas o ustedes vuelvan a leerlo.
Es todo por hoy, gracias por seguir leyendo.
Besos, Liv
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