12. Para, me estás lastimando... (Parte I)
Las lechuzas entraron al comedor en un pequeño montón, se repartieron por las mesas y soltaron paquetes, pergaminos, cartas y toda clase de correspondencia. Una pequeña lechuza blanca de ojos azules sobrevoló la mesa de Ravenclaw y dejó caer, con extremo cuidado, un paquete envuelto en papel marrón y una cuerda atada en el medio.
Frente al paquete se encontraba Lucy Weasley, que abrió los ojos con sorpresa al ver lo que Bobo, la lechuza de su hermana Molly, había dejado frente a ella, sonrió y acarició el animal con ternura.
―Molly me ha enviado regalos de Rumania. ―le dijo ella a James Potter. El pelinegro alzó una ceja y miro con interés el paquete que llevaba entre los brazos, se habían encontrado en medio del pasillo.
― ¿Y qué es? ¿Dejó una nota? ―Lucy negó con la cabeza.
―Aun no lo sé, supongo que tengo que abrirlo primero, no tiene nota... ―James asintió al tiempo que miraba la hora en su reloj de muñeca, se acomodó las gafas con el dedo índice y tomó la mano de la joven.
―Bueno, pues tendrás que esperar un poco más, tenemos Aritmancia en 5 minutos y si no llegamos, la profesora Vector nos castigará de nuevo.
Lucy soltó una risita cantarina y caminó al lado de su primo― No me molestaría estar castigada contigo
James sonrió pícaramente.
― ¡Lucille Weasley! ―exclamó casi en un chillido, se llevo una mano al pecho fingiendo sorpresa― ¿A caso me estas coqueteando para que te ayude a cargar ese pesado paquete? ―Se acercó mucho a su rostro, regalándole una sonrisa matadora― Porque está funcionando. ―tomó el paquete de los brazos de la pelirroja, a lo que ella rodó los ojos.
―Ni siquiera pesa. ―Le replicó . James se rio y le sacó la lengua.
―No importa, no dejaré que mi linda chica se canse, suficiente tienes con esa belleza arrasadora. ―Aunque no había nadie alrededor, la Ravenclaw miró con cautela a su alrededor.
―¡Shhh! ―le acalló, llevándose su dedo índice a la boca en señal de silencio― Te pueden escuchar...
James rodó los ojos y siguió caminando
―No hay ni un alma por aquí, Lu. Lo que significa que vamos tarde, corre. ―Tras aquella petición, los primos Weasley salieron corriendo escaleras arriba, no llegaron tarde, pero la profesora Vector los miró mal cuando cruzaron la puerta.
Al menos consiguieron asientos juntos.
En la tarde luego de las clases, Lucy fue a su habitación para por fin abrir el paquete. Taylor, una de sus compañeras se encontraba recostada en su cama leyendo un libro, Lucy quiso saludarla, pero llevaba audífonos, así que la dejó tranquila.
Desató la cuerda que tenía el paquete y rasgó el papel con cuidado; había una pequeña carta encima, era de Molly obviamente, reconoció su letra apresurada, y rio al ver como la tinta se había corrido por el papel gracias a que su hermana era zurda..., como la extrañaba.
"Conseguí estos libros en una tienda vieja de Rumania, creí que ayudarían un poco con mi investigación, pero no fue así.
Espero que tus habilidades para comprender esto sean mejores que las mías.
Avísame si esa extraña mente tuya vio algo que yo no, ¿de acuerdo?
Te extraño, ¿Cuándo piensas escribirme? Olvida eso, probablemente tienes que estudiar o algo, Porque, estás estudiando ¿cierto? .... Recuerda que es tu último año, es el más importante y si quieres ser medimaga tienes que estar lista para toda clase de cosas.
Mira voy a callarme ahora o comenzare a sonar como mi padre, solo no vayas a todas las fiestas que organiza Rose, o James, o Dominique (todos nuestros primos hacen fiestas clandestinas, ¿verdad?)
En fin, salúdame a todos y envíales mi amor.
Tío Charlie y Jasson dicen que te extrañan mucho, preguntan que si estarás aquí en navidades, les he dicho que sí, (no es presión)
Con amor, Molly.
P.S
¿Sabes que talla de suéter usa papá?"
Lucy soltó una risotada, su hermana era totalmente graciosa, incluso cuando no decía ningún chiste, era ocurrente.
Miró con atención los tres libros que ella envió, eran pequeños, viejos, incluso tenían polvo, ¿no había pensado en limpiarlos un poquito?
Suspiró profundamente y tomó los primeros dos, estaban en latín, eran sobre los antiguos juicios de brujas en el mundo muggle, recordó haberlos visto a ambos en la biblioteca del colegio, así que los dejó de lado.
Tomó el último, estaba limpio.
La portada era extraña, de cuero verde y el título en dorado, no lo comprendió bien ya que parte de las letras se habían borrado. Era de unas 100 páginas, tal vez más. Tan pronto lo abrió, la primera página se desprendió del lomo, Lucy apretó los dientes y tuvo más cuidado al hojearlo, ese estaba totalmente en rumano y un par de anotaciones estaban escritas en los extremos.
Taylor, que hasta hace unos momentos estaba concentrada en su lectura, alzó la nariz.
― ¿Qué tienes ahí? ―chillo como niña pequeña, Lucy sonrió, donde había libros, estaba Taylor.
―Me los ha enviado mi hermana de Rumania ―dijo pasándole uno de los que estaban en latín. Taylor tomó el ejemplar con curiosidad, se había levantado de la cama y sus risos morenos estaban despeinados― Puedes quedártelos si quieres, estoy segura de que yo los he leído antes... -La morena le sonrió y se pasó junto a ella. Lucy frunció el ceño.
― ¿Sabes algo de rumano? ―preguntó la Weasley a su compañera― La verdad estoy perdida, lo mío es el ruso.
Taylor observó el libro que Lucy le mostraba, negó con la cabeza― No, lo siento... pero conozco un buen hechizo de traducción, si quieres te enseño.
Ambas Ravenclaw sonrieron con complicidad.
Después de que Taylor le enseñó aquel hechizo traductor, Lucy fue capaz de leer el libro que Molly envió. No encontró nada interesante, nada que pudiera servirle a su hermana en la investigación, sin embargo, Lucy sí que encontró algo interesante para ella: Un ritual antiguo llamado "Annulum etiam"
Al principio no fue capaz de comprender como funcionaba, o su objetivo, pero luego de estudiarlo detenidamente, supo lo que era.
La magia de las antiguas tribus de Rumania era extraña, creativa, y peligrosa, solían hacer con la magia, cosas que los magos en cualquier otro lado jamás pensarían, cosas que ni siquiera se les pasaban por la cabeza.
Annulum etiam consistía en varios pasos, el primero, conseguir los ingredientes; la lista era larga y llevaba raíces que Lucy jamás había visto u oído hablar en su vida, la mayoría podía robarlas de Hogwarts, pero había algunas en especifico que solo se conseguían en esa parte de Europa, por eso estuvo tan interesada en viajar hasta Rumania.
Tuvo la suerte de que Albus, su primo, era amigo de Velkan, que ayudaba a su padre con la botánica del pueblo. El chico Potter le escribió dos días antes de que Lucy llegara a Rumania y le había dicho que por favor ayudara a su prima a conseguir los ingredientes que buscaba... Por supuesto Albus no tenía ni la menor idea de qué ingredientes necesitaba, y tampoco preguntó para quélos quería.
El segundo paso era hacer la poción. Esta se tenía que hacer momentos antes de comenzar el ritual, así que tendría que preocuparse por ello más tarde, y, de todas formas, estaría repasando la receta una y otra vez hasta que pudiera memorizarla al derecho y al revés.
El tercer paso era aprender el conjuro, aquello era ligeramente más difícil ya que Lucy no era una hablante nativa de Rumano, y si se equivocaba, todo se iría al carajo. Necesitaba la ayuda de Velkan para este paso.
―No puedo ayudarte con esto, chica. ―sentenció Velkan, en un casi perfecto inglés, aunque aún se le podía distinguir acento rumano. Lucy se dejó caer en la silla de madera, resoplando.
Cuando James terminó con ella se negó a llorar, no lo hizo porque sabía la razón por la que James lo había hecho, era lo mismo de siempre. Así que luego de que el muchacho se fuera, ella le dijo a su hermana y a Jasson que se quedaría con su tío Charlie a pasar año nuevo también. El hombre se alegró por el gesto, pero se había quedado para finalmente llevar a cabo su plan, quería la ayuda de Velkan.
Su plan inicial era contarle a James sobre el ritual, que él la ayudara y juntos llevarlo a cabo.... Él ya había dicho que sería capaz de hacer todo por su relación... Y entonces terminó con ella.
Ya no era una opción.
―. Velkan, vamos, ¿Cuántas veces en tu vida serás capaz de ver un ritual como este? ―Lo miró de soslayo― Déjame responder: Nunca.
El hombre volvió a negarse― Es que no puedo comprenderte. ¿Por qué hacer esto? Sé cómo funciona este ritual: abres un portal a otra realidad, pero no se sabe cómo será, o si existe, hay una gran posibilidad de que no haya nada. ¿Por qué tomar un riesgo así de alto? Si necesitas ayuda, si no eres feliz en tu entorno...
Lucy alzó una mano para acallarlo.
―No. Velkan. No quiero morir, si es lo que piensas. ―Ella entrelazó sus dedos con nerviosismo― Estoy enamorada. Mucho, te lo juro, jamás habia sentido algo así por nadie... Pero es incorrecto, es imposible que nos amemos aquí, en esta realidad lo es.
Los ojos de Velkan se dilataron.
Cuando Lucy habia comenzado a hablar, se asustó, la mirada que tenía era intensa, cientos de emociones la recorrían en ese instante, la vio consumirse frente a él.
―De acuerdo. ―accedió finalmente ―Pero no voy a garantizarte que funcionara. Nadie lo ha hecho y ha regresado para contar si salió bien o no.
Los ojos de Lucy brillaron y el fuego de la chimenea los hizo resplandecer más. Velkan respiró profundamente.
―Correré el riesgo. ―aceptó la joven.
Velkan soltó el aire contenido y tras asentir con la cabeza, alzó el libro para que ella lo viera.
―Hay una cosa más... ―Lucy lo miró de soslayo, Velkan continuó ― No podemos hacer esto ahora.
― ¿Qué dices? ―jadeó, desesperada.
―Aquí dice que se necesita la energía de un fenómeno natural para poder romper la línea familiar, de otro modo, te irás, pero la gente aquí seguirá recordándote. Será un caos, tienes que evitarlo a toda costa.
Lucy puso cara de pocos amigos, le arrebató el libro y miró a las anotaciones que Velkan había apuntado, estaban en rumano y ella no lo comprendía, bufó.
―Está bien, ¿Qué clase de fenómeno natural? ¿Un terremoto o algo por el estilo?
El hombre frente a ella se rascó la nuca, negó
―No tanto como eso, más bien astronómico, cambio de fase lunar, si lo haces durante la luna llena, incluso durante una tormenta...
― ¿Un cometa? ―sugirió ella, Velkan asintió.
―Claro, un eclipse... de hecho, eso sería... ―El rubio se cortó a media frase, no dijo nada por un segundo y se levantó de la silla, miro a su amiga pelirroja― Hogwarts está en escocia, ¿no es cierto? ―Lucy asintió confundida. Velkan aplaudió en el aire.
― ¡Si! ¡Ahí será! ―exclamó, Lucy seguía sin entender― Habrá un eclipse lunar ahí, lo he escuchado durante todo el mes.
La chica Weasley sonrió enormemente y se levantó también.
― ¡Estupendo! ¿Cuándo es?
La expresión emocionada de Velkan flaqueo, volvió a rascarse la nuca.
―. Ese es el problema... El eclipse es en siete días. ―La expresión de Lucy fue de la sorpresa al miedo.
―No puede ser... eso, eso, será imposible planear todo en tan poco tiempo. Debe haber otra forma...
―Es la manera más segura, un eclipse es algo raro, fantástico, no encontraras una mejor manera de hacer este ritual, Lucy. Tiene que ser ahí.
Ella se pasó una mano por el cabello, cerrando los ojos para intentar pensar en algo, un plan, uno mejor... pero fue incapaz, Velkan estaba en lo cierto. Si quería que de verdad funcionara, tendría que hacerlo así.
Tras unos largos minutos pensando las cosas, ella asintió, trazó un plan, uno perfecto.
―Voy a tener que llevarte conmigo a Hogwarts, ¿puedes hacerlo? ―el rubio asintió, Lucy le sonrio― Gracias, te prometo que valdrá la pena...
― ¿Me dejaran entrar así nada más? ―inquirió con extrañeza.
―Déjamelo a mí, tengo todo planeado... Pero primero, ¿tienes por aquí alguna planta que sirva para... ―buscó la palabra por unos momentos― No lo sé, para ¿armar algún conflicto? ―Velkan fijó su mirada en los ojos verdes de Lucy, pronto ella se dio cuenta que no la estaba viendo en realidad, estaba pensando en lo que acababa de pedirle. De pronto el hombre de risos rubios se levantó y miró hacia la pared donde su padre había embotellado cientos y cientos de raíces.
―No estoy muy seguro de lo que quieres decir con "armar conflictos" pero si es lo que yo pienso... ―le entregó un frasco mediano, con algunas raíces dentro que se asemejaban a los jengibres― Esto definitivamente te ayudará. ¿Puedo preguntar para qué lo necesitas?
Lucy sonrió con algo parecido a la diversión.
―Si vamos a hacer esto, necesitaré que la atención esté en todos, menos en mí. ―alzó el frasco un poco y miró las raíces― Voy a necesitar algo de caos.
. . .
Algo andaba mal, ella lo sabía desde el momento en que subió al tren y se encontró con Albus. Su primo la había irado con sorpresa, miedo, y algo como, ¿culpabilidad?
Zed también estaba en el compartimiento, sentado al lado de Potter, pero a diferencia de este, Zed estaba calmado, de hecho, Rose jamás lo habia notado así de relajado, algo había cambiado entre ellos. Lo vio en la manera en la que se hablaban, Albus parecía haber perdido aquel miedo a mirarlo, se reía de lo que decía y ponía extra-atención en él.
Antes de que Rose si quiera pensara en otra cosa, Fitz la miró.
―Y bien... ―le dijo, miró hacia la puerta, asegurándose de que nadie viniera― ¿Cómo está mi hermano? Al parecer lo has visto más estas vacaciones que yo.
Rose gimió con fastidio y también echó una mirada a la puerta
―Cállate idiota, Scorpius puede oírte ―El americano se rio a carcajada limpia, Albus, que había estado leyendo, enarcó una ceja.
―Vamos, no creerás que él no lo sabe... ―rio, refiriéndose a Scorpius― Porque lo sabe, Rosie.
―Sé que lo sabe. Solo que no lo hemos hablado como tal... en realidad no creo que lo hagamos. No es necesario.
Albus comenzó a decirle que aquello era lo más imbécil que podían hacer, pero Rose le puso una cara de querer arrancarle el corazón y luego tomarlo como cena, así que se cortó a media oración y alzó ambas manos en son de paz. Al ver que la chica seguía mutilándolo con la mirada, se cambió de lugar, dejándose caer a su lado, le pasó un brazo por los hombros y besó su frente.
―Lo siento, olvida lo que dije, el imbécil soy yo. ―Ella y Zed no pudieron evitar sonreírle con ternura. Albus vio a su prima, y una idea cruzó por su cabeza, tomó una decisión antes de que fuera demasiado tarde y se arrepintiera―. Oye, Ro... ¿podemos reunirnos esta noche en la sala de los menesteres? Sé que hoy será la fiesta de Dominique y Fred, pero quiero hablarte antes...
La pelirroja entornó sus ojos azules
―Claro, ¿está todo en orden? ―Albus se relamió los labios, lanzó una mirada fugaz hacia Zed, que tenía la vista clavada en los primos Weasley, asintió, haciendo círculos en el brazo de la Ravenclaw.
―Lo está. Pero hay algunas cosas que quiero hablar contigo, solos tú y yo, ¿sí?
―De acuerdo. ―aceptó la chica ―Me pasaré por la sala de menesteres antes de irme a la fiesta... ¿Ustedes no irán?
Ambos Slytherin, se negaron― Hemos tenido suficientes fiestas. ―dijeron al unisonó.
Segundos después, el compartimiento se abrió, y un Scorpius muy contento se adentró en el lugar, llevaba un montón de comida entre los brazos.
― ¿Quién tiene hambre? ―exclamó, luego dejó caer toda la comida sobre la pequeña mesita extensible.
La novia del rubio arrugó la nariz al ver que casi todo lo que había traído eran dulces.
― ¿A caso me trajiste algo que no tenga azúcar? Ya he comido todas mis calorías de hoy. Y tú también. ―Scorpius rodó los ojos al mismo tiempo que mordía un trozo de tarta de calabaza.
― ¡Vamos Weasley, nos estas matando de hambre! ―Se quejó él, luego, Rose empezó a alegar que como iba a tener hambre luego de comerse todos y cada uno de los aperitivos que su abuela Molly, le había dado en la estación antes de abordar.
Zed y Albus solos los miraron con diversión.
Al otro lado del tren, Hannah recorría los vagones con extrañeza, sin saber a dónde ir..., había estado pasando el viaje con algunas chicas de Ravenclaw, pero pronto se dio cuenta que su presencia era más que innecesaria. Parecía como si todo el mundo en el colegio la estuviera ignorando, como si fuera un fantasma al que podían ver, más no tomaban en cuenta.
Sentada ahí, en ese compartimiento vacío, la soledad la aplastó tan duro, que rompió a llorar, de rabia, de tristeza, y de frustración, mucha frustración.
De un tiempo a otro su vida se habia convertido en un fiasco. Estaba sola, sin amigos, sin lo que había tenido en antaño, y lo deseaba de vuelta. Pero aquella ya no era su gente, no la querían, no era escuchada, no era vista por nadie. Y quería dejarlo, quería que eso dejara de importarle tanto como lo hacía, pero no podía, ¿Cómo hacerlo cuando es una constante en tu vida? Cuando es algo tan difícil de ignorar.
Entonces se preguntó cómo habia llegado ahí; a llorar sola en un vagón del expreso de Hogwarts. La respuesta era simple:
Rose, la perfecta y hermosa Rose.
Últimamente era más complicado dejar de pensar en Rose porque nadie paraba de hablar sobre ella. Se preguntó si eso era una obsesión o simplemente adoración, como si fuera un estúpido dios al cual venerar. Tal vez era ambas. Y como fuera ella no podía ver lo que los otros, Hannah cuestionaba cada movimiento, no solo de Rose, sino de toda la familia Weasley. No le parecía que fueran tan interesantes, eran solo un montón de malcriados que tuvieron la suerte de nacer en una familia de héroes... y en el fondo los envidiaba. Podían tener lo que quisieran, cuando quisieran y como lo quisieran, todo.
La puerta del vagón se abrió, Hannah volteó el rostro para que no la vieran, pero cuando escuchó su nombre, tuvo que voltear. Se sorprendió de sobre manera, Lucy Weasley era la única persona que esperaría ver allí.
―Hannah, ¿Estás bien? ―Lucy es la única Weasley a la que Hannha no despreciaba, ya que la pelirroja siempre se había mantenido amable con ella, le sonreía si se encontraban y algunas veces hasta habían hablado en la biblioteca. Aun así no la consideraba su amiga, menos de fiar.
Asintió con la cabeza― Estoy bien, es que tengo muchas alergias. Es todo.
Lucy pensó en cuestionar aquello, ya que no había ninguna planta o flores cerca, pero en lugar de ello se dejó caer al lado de la Slytherin y le ofreció una botella de cristal, parecida a las de cerveza, solo que esta era transparente y contenía un líquido color lavanda.
―Te entiendo. ―dijo con un suspiro― Tengo un millón de alergias a todo―mintió, Hannah tomó la botella con extrañeza― Eso te ayudara, bébelo, prometo que no trato de envenenarte ni nada.
Cuando dijo aquella broma, ambas rieron.
Hannah bebió a sorbitos la poción, con la mirada de Lucy en ella― Solo un poco de caos...―pensó la chica.
....
Descuiden, voy a subir en seguida la segunda parte... Por favor, lean la nota de autor que dejé en la parte 2, es importante.
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