11. Casto, puro, como ellos desearían ser siempre.
Scorpius recuerda que hubo un tiempo en el que no todo era tan complicado. Cuando tenía 12, tal vez 14 años y lo único que le preocupaba era que estaba enamorado de su mejor amiga, cuando él y Albus jugaban videojuegos hasta las 3 de la madrugada en aquellas noches de verano en Malfoy mannor. Recuerda los tiempos en los que creía ser invencible, en los que se sentía así. Cuando estaba con Rose y Albus era lo mejor, ellos lo hacían sentirse de ese modo... Ahora miraba atrás y se daba cuenta que los había perdido, aunque no quisiera admitirlo en voz alta, lo sabía.
― ¿Scorpius escuchaste algo de lo que acabamos de decir? ―La gruesa y dura voz de su padre los sacó de su ensoñación.
Scorpius se puso recto y miró a las personas que estaban frente a el: Harry Potter, Ron y George Weasley, sentados en la sala de juntas que había en la mansión Malfoy. Draco, al lado suyo, carraspeo, claramente frustrado por el poco interés de su hijo en la junta.
―No. ―admitió el rubio, se acomodó las solapas de su traje, ni siquiera sabía porque tenía que vestirse así, el señor Potter lo habia visto en pijama desde que tenía 10 años y se quedaba a dormir con Albus, era ridículo―. Honestamente no escuché nada, lo lamento.
Harry se acomodó las gafas redondas al mismo tiempo que Draco se apretaba el puente de la nariz, Ron Weasley carraspeo y puso sus manos sobre la mesa― Hablábamos sobre el M-gicGame, ¿recuerdas? El videojuego que tratamos de vender. ―le recordó el pelirrojo, Scorpius asintió― ¿Consiguieron la aprobación de los hijos del consejo?
―Ah, sí, claro. Emm, yo jugué con Luke, Greg y Maxon, les encantó el videojuego, dijeron que sus padres estarían locos si no lo aprueban. ―Scorpius se rascó la nuca― Creo que Albus le habló a Zed Fitz de ellos en su viaje, no estoy seguro.
―El chico Fitz y Albus se quedan en mi casa, los vi jugar un par de veces, creo que lo convenció. ―aseguró Harry, haciendo que Draco y Ron asintieran lentamente. George Weasley, quién se había mantenido callado por un rato, frunció el entrecejo mientras revisaba los pergaminos frente a él.
― ¿Qué hay de Rose? ¿No se suponía ayudaría con la hija de Sanderson? ¿Cómo era su nombre, Hannah? ―pregunto el Weasley. Scorpius se removió incomodo al escuchar el nombre de Hannah, casi sale corriendo, de no ser porque Ron habló primero.
― ¡Oh! No mencionemos a aquella hija mía. ―exclamó llevándose las enormes manos al rostro― No ha vuelto de su viajecito a Nueva York, va a dejarme en bancarrota. ―El ex auror suspiró profundamente y miró a su hermano pelirrojo― Como sea, Rose está con Hannah, probablemente la convenció ya.
― ¿Rose está con Hannah Sanderson? ―exclamó Scorpius. Los presentes, incluyendo a su padre, voltearon a verlo con extrañeza.
―Sí. Albus me lo dijo. ―respondió Ron, alzó una ceja― ¿A caso no lo sabias?
El rubio tragó grueso, acababa de cagarla.
Claro que no era cierto, era solo una coartada que Albus se había sacado de la manga para aplacar a los padres de su linda exnovia.
Se tomó unos segundos para calmarse, fingió una risa― No. Sí, claro... ―se carcajeo de nuevo― Merlín, lo olvidé completamente. Por alguna razón creí que había ido con Amelia... ―Luego de que terminara de "reírse", el ambiente en la sala se relajó. Los Weasley y Potter siguieron a dictarle cifras a su padre, y para cuando habían terminado, Scorpius seguía en la misma posición: Las manos entrelazadas sobre la mesa y la espalda bien recta, sin tocar el respaldo de la silla.
―Bien, creo que ya podemos presentar al consejo todo el plan. ―concluyó Harry, arreglándose la corbata.
―Claro, solo queda pedirle a Felisha que agende una cita y estaremos listos. ―dijo George, Ron asintió al tiempo que se ponía de pie― Les enviaré una lechuza cuando tengamos fechas.
Salieron todos juntos de la sala de conferencias, y cuando llegaron al pie de las enormes escaleras, Harry se giró hacia Scorpius.
―Oh, Scorpius, Albus me dijo que quería hablar contigo. Está en Grimmauld Place, ¿quieres que te lleve?
Si Scorpius se sorprendió no lo demostró, ya que solo se encogió de hombros y asintió con tranquilidad. Invocó su gabardina y se la puso, dio a su padre una última mirada antes de tocar el hombro de Potter y desaparecer del hall.
. . .
Cuando la botella de vino se acabó, Zayn supo que ella se iría.
―Es hora. ―suspiró Rose levantándose del sofá. Zayn dejó la copa sobre la mesita de centro y la miró desde abajo.
― ¿De verdad te tienes que ir? ―Rose se encogió de hombros.
―Mi padre cree que estoy de compras por todo nueva york con una chica del colegio, la cual odio, por cierto. No puedo seguir mintiéndole, prometí que regresaría antes de año nuevo, eso es mañana.
Zayn desvió la mirada hacia el hall de su loft, había un montón de bolsas, paquetes y cajas que Rose había acumulado desde que llego al país.
―Sí, bueno, en cuánto a las compras... no le haz mentido mucho. ―comentó, burlón. Rose rodó los ojos y se sentó a ahorcajadas sobre él.
―Bueno, pero tú definitivamente no eres Hannah. ¿verdad? ―susurró ella, contra su cuello, haciéndole cosquillas. Él rio rodeándola por la cintura.
―Touche.
La besó casi con desesperación, Rose se dejó porque sabía que era la última vez que ocurriría. Ya era tiempo de volver a Londres, y tan pronto pusiera un pie en su hogar, aquella aventura con Zayn quedaría en sus recuerdos más salvajes.
Luego de lo que pareció una eternidad placentera, Zayn se dejó caer al lado de Rose, ambos estaban desnudos y con la respiración entrecortada, jadeantes, satisfechos. El hombre tomó uno de los largos risos de la chica y sonrió distraído.
―Eres bueno con las despedidas, Fitz. ―bromeó la Ravenclaw. El americano de ojos azules soltó una risita, luego la miró con ojos brillantes.
―Rose, estuve pensando algo. ―Zed se incorporó en el sofá, ella lo imitó recargándose en su hombro, depositó un pequeño beso en la piel desnuda del hombre.
― ¿Qué cosa? ―murmuró, estaba cansada, y tenía que irse ya, o jamás saldría del loft.
―Mis padres no viven en la ciudad ahora, tampoco mi hermano va a la escuela aquí... Tal vez deba mudarme a Londres.
Rose soltó un jadeo.
. . .
―Tienes que ir y preguntarle qué diablos sucede. ―Le dijo Lily en voz baja. Albus miró a su hermana con una ceja alzada, sin entender.
James llevaba 4 días encerrado en su habitación. Ginny había tratado de entrar y sacarlo en más de una ocasión, pero el muchacho solo decía que estaba cansado, que estaba estudiando o que no tenía humor de salir― Ha estado así desde que regresó de Rumania. Escuche a mamá y papá discutiendo sobre eso, están preocupados, piensan que está deprimido.
― ¿Hablaste con Lucy? ―preguntó el de ojos verdes. Lily asintió con la cabeza y los labios en una línea― dijo que no sabía nada, luego me colgó. Estaba enojada. ―Hubo un silencio entre los hermanos Potter, luego Albus parpadeo, asintió y besó le frente de su hermana.
Al principio, cuando James y Lucy comenzaron a salir (o lo que sea que hicieran) sus primos no lo supieron por un largo tiempo... Pero pronto era algo imposible de ignorar, el comportamiento de ambos fue más que obvio, estaban nerviosos, culpables.
A veces parecía que se amaban y otras veces parecían odiarse completamente, se gritaban, luego se abrazaban, él besaba su frente, pero Lucy lo empujaba lejos, luego volvían a estar juntos.
Ninguno de los primos Weasley dijo o preguntó nada, lo sabían, todos estaban al tanto, pero preferían hacer como que nada era verdad, querían fingir, pretender que no había nada sucediendo entre Lucy y James.
La gente de Hogwarts también comenzó a hablar, empezaron a correr los rumores, por eso Rose tomó una decisión y los Weasley estuvieron de acuerdo: ―Negar todo es la idea más sensata. ―Había dicho la joven pelirroja a sus primos― Debemos pretender que están locos por inventar semejante idiotez. Todo el tiempo que sea necesario hasta que ellos mismos se lo crean. Van a terminar arrepintiéndose. ―
Y así lo hicieron.
Luego de un par de semanas todo el mundo había olvidado el tema, y por un tiempo, ellos también lo hicieron.
Tocó tres veces antes de que James le abriera la puerta.
Su hermano se dejó la barba, pero se había cortado mucho el pelo, casi al ras.
Albus lo miró a los ojos, no había dormido en días y era evidente, cuando entró a la habitación (la cual era un desastre) entendió porque su madre estaba preocupada.
― ¿Madre te envió? ―preguntó James con voz ronca, tirándose en su cama llena de edredones y cojines. Albus recorrió el suelo, había ropa por todos lados, platos de comida, botellas de cerveza, alzó la ceja al tiempo negaba.
―Lily. ―respondió, luego se agachó y tomó una botella vacía― ¿Estás ebrio ahora? ―James resopló divertido.
―No, hoy no.
― ¿Y los últimos días? ―El mayor desvió la vista.
―Tal vez.
Albus soltó un profundo suspiro. Se sentó en el borde de la cama.
― ¿Qué pasó en Rumania, James?
Él se carcajeó― Siempre tan intuitivo, hermanito. ―dijo, y aunque se reía, Albus supo que no le causaba gracia alguna, en realidad, se podría decir que le dolía.
―Dime qué ocurrió, tal vez puedo ayudar en algo... ―James bufó, rodando los ojos.
―Nadie puede ayudarme. ―replicó con la voz quebrada, Albus no creyó que viviría para ver aquello. Su hermano, el más inteligente de su clase, carismático, la super estrella de Quidditch, estaba a punto de romper en llanto.
―James si estás sufriendo no puedo quedarme sin hacer nada, eres mi hermano. ―Los Potter no acostumbraban a decirse que se querían, o darse abrazos, pero ellos sabían que contaban con el otro incondicionalmente.
―Tengo miedo de decirte lo que pasa y que me odies después. ―confesó, sin la valentía para mirarlo a los ojos.
―Vamos, James, soy yo. Sabes todo de mí, yo sé todo de ti. No hay nada que me haga odiarte, eres mi hermano.
―Esto es diferente Al, esto es abominable para muchas personas. No solo me afecta a mí, afecta a la familia entera.
Albus pensó un par de veces en decirle que ya lo sabía, pero luego pensó: ¿Qué sabía? Hasta el momento solo había supuesto que James estaba con Lucy, pero ¿de qué forma? ¿Se atraían? ¿Se habían besado?
Una pregunta asaltó su cabeza, volando su mente, ¿Qué tal si James amaba a Lucy?
Respiró profundamente, entendió lo que tenía que hacer, pero él también tenía miedo.
―Hay algo que debo confesarte. ―le dijo a su hermano, cerrando los ojos. James frunció el ceño― Si tú me dices lo que te pasó, yo también te contaréun secreto, así no serás el único con un problema. ―Albus tomó la mano de su hermano mayor y abrió los ojos, James ya lloraba antes de asentir con la cabeza. El de ojos verdes se dio cuenta de que estaba temblando, así que le dio un apretón.
―He estado enamorado de Lucy desde hace 3 años. ―confesó, sin pausa alguna― Hemos estado juntos desde quinto grado. ―A pesar de que ya lo esperaba, el golpe no se minimizó. No sintió repulsión como James habia pensado, no quiso odiarlo ni tampoco juzgarlo. No. Lo que Albus sintió fue miedo, un terrible miedo por su hermano y lo que pudiera pasar desde ese momento― Estás horrorizado, ¿no es así?
James interpretó el silencio de su hermano como rechazo. Albus negó con la cabeza.
―Por supuesto que no, James. ―hizo una pausa para tomar aire― Digamos que ya lo sabía, bueno, tenía sospechas de que algo ocurría entre ustedes... ―se pasó una mano por el cabello― Jamás se me ocurrió que estuvieran enamorados. ¿Qué fue lo que ocurrió
―Cuando estábamos en Rumania, Molly nos descubrió, no sé cómo, jamás nos vio, solo lo supo. ―explicó con voz temblorosa y los ojos fijos en sus manos― Ella me dijo que tenía que terminarlo antes de hacerle daño, que esto no saldría bien para nadie, que seria un desastre si continuábamos haciendo esto. Así que lo hice. Le dije a Lucy que ya no la amaba, la dejé.
― ¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? Molly está demente, ella siempre ha sido...
―Esta vez tiene razón, Al. ―lo interrumpió― Esto no sería bueno para nada, ¿tienes idea de lo que ocurriría si tío Percy se entera? Querrá matarme, no querrá ver a Lucy jamás. No puedo hacerle eso, la amo demasiado como para lastimarla de ese modo. Y la conozco. Sé bien que el único modo de hacer que ella me deje, es decirle que no la amo. ―James desvió la mirada hacia la ventana, que estaba cubierta por las cortinas de color rojo, suspiró, cansado― La herí como nadie lo ha hecho.
―Mejor tú que alguien más, ―adivinó su hermano― ¿no es así? ―Ante su tono de reproche, James se sostuvo la cabeza entre ambas manos, había parado de llorar, pero el dolor no se iba de su pecho.
― ¿Qué más se suponía que podía hacer? ―exclamó, realmente esperando que su hermano le diera la respuesta correcta― Tenía que pararlo de alguna forma, esto está acabando conmigo.
― Decirle la verdad era una opción, James. ―El Gryffindor bufo.
―No, no lo era. Ella se hubiera enfrentado a Molly, hubiera sido un desastre, ya te dije que no estoy dispuesto a dejar que ella pierda a su familia por culpa mía. No es una opción.
―Pero ella te ama, es parte de esto, James. Tiene tanto derecho como tú de decidir.
Sirius miró al techo, tratando de no pensar en que su hermano tenía razón, mucha, pero él no comprendería jamás sus razones. L
o que hizo había sido lo correcto, y nunca dijo que había sido justo para Lucy o para él, solo era lo correcto.
―No quiero discutir eso, hermano. ―dijo finalmente― Sé que me quieres ayudar, pero no voy a aceptarlo. No hay nada que hacer y aunque lo hubiera, sé que esto es lo mejor. Espero que respetes mi decisión.
Albus rodó los ojos― Vine aquí para ayudarte, idiota, y ¿me dices que te deje sufrir? ―Ambos rieron ante la ironía, James se encogió de hombros.
―Voy a estar bien. Tal vez me tarde, pero lo voy a estar. ―El de gafas miró a su hermano, frunció el ceño y alzó una ceja― Dijiste que me confesarías algo...
―Ah, eso... en realidad solo lo dije para que hablaras. ―James entornó los ojos por unos largos segundos, negó con la cabeza.
―Mientes. ―afirmó, Albus bufo― ¿Qué querías decir? ―Por la cabeza del Slytherin se cruzó la idea de inventarse algo, pero luego desechó la idea; de algún modo tenia que empezar.
―Bien, sí, es algo, algo bastante importante. ―admitió― Solo promete no comentarlo con nadie, quiero ser el que se lo diga a los demás. ―James volteó a verlo de soslayo, tratando de entenderlo.
―De acuerdo, lo prometo.
Albus inhalo profundo, apretando los puños con rudeza.
―Soy gay, James.
La boca del Gryffindor se abrió en una "o", luego parpadeó un par de veces, incluso se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación. Albus solo lo miraba confundido y con un extraño nudo en el estómago.
― ¡Santa madre! ―gritó el mayor, llevándose ambas manos a la cabeza, abrió mucho los ojos― ¡Todo tiene maldito sentido ahora! ¡Dios! ―se rio, aún en shock― ¡No puedo creer que no lo consideré antes! ¡Godric, esto es genial! ¡Es como la primera vez que usé mis gafas, ahora veo todo claro!
Mientras su hermano seguía chillando de emoción, Albus lo miraba, aun sentado sobre la cama. En realidad, no tenía idea de como tomarlo.
―No estoy seguro de si tu incredulidad me alaga o me ofende... ―masculló pensativo. James soltó una especie de risa ahogada, se limpió una lágrima que salía por su ojo derecho.
―Tampoco yo. ―admitió, entonces caminó hasta él y se sentó en el suelo como un niño pequeño― Pero espera... dime, ¿Cómo pasó? ¿A caso sales con algún chico? ¿conociste a un Neoyorquino? Honestamente creí que terminarías casándote con Amelia...
Amelia.
Albus apenas y había pensado en ella.
Se maldijo por lo bajo. Tenía que hablar con ella cuanto antes.
― ¿Y bien? ―dijo James― ¿Quién es él?
Albus volvió a la tierra, su hermano tenía los ojos marrón clavados en él, le dio mucha risa y ternura a la vez.
―Zed Fitzgerald. ―respondió con simpleza. Los ojos y la boca de James se abrieron simultáneamente, haciéndolo parecer una caricatura. Se volvió a poner de pie, tomándose los cabellos.
― ¡Merlín santo! ―gritó― ¡Albus ha dormido en tú habitación los últimos días! ―dio varios saltitos de emoción, luego se detuvo y lo miró con una sonrisa burlona en el rostro― Uhhh, tú y Fitz están haciéndolo ¡en las narices de mamá y papá! ―Albus casi juró que a James le crecieron cuernos y una cola― Solo espera a cuando Freddy lo sepa... serás su héroe...
―James, Dios, no. ―lo interrumpió por fin― No lo estamos haciendo... ―balbuceó cuando su hermano alzó una ceja con incredulidad― Bueno... tal vez una, o dos veces. ¡Pero ese no es el tema!
James detuvo su emoción y se quedó quieto― ¿Hay un problema?
Albus titubeó.
―Mamá y papá...
―No hablas en serio, ¿o sí? ―exclamó― Sabes que a papá y mamá eso no les influye. Estarán felices por ti.
― ¿Cómo estás seguro de eso? ¿Qué tal si deciden que no...
―Albus son nuestros padres, los conoces, puede que sean algo exigentes, pero nos aman, jamás te juzgarían por ello. Lo sabes bien... ―Su hermano no dijo nada, se limitó a bajar la cabeza. James se dio cuenta que había algo más que lo preocupaba. Se aclaró la garganta― Eso no es en realidad lo que te preocupa, ¿Qué es?
―Si lo confieso podría acabar con ella... ―pensó
Había una sola razón por la que Albus trató de alejar a Zed durante tanto tiempo, una razón por la que hace mucho había decidido reprimir lo que era en realidad. Aquel secreto a voces que inició años atrás, como simples rumores viajando por los pasillos de Hogwarts, unas cuantas palabras al azar, que resultaron ser ciertas, pero que jamás quiso admitir, frente a nadie.
―Solo quiero tiempo. ―dijo finalmente. James se cruzó de brazos, abrió la boca para decir algo, pero tocaron a la puerta. Los Potter voltearon al mismo tiempo, la cabeza pelirroja de Lily se asomó por el umbral, les sonrió.
―Siento si interrumpo... ―miró a Albus― Papá ya volvió, trajo a Scorpius como pediste. Le dije que se quedara en tu habitación.
El chico de ojos verdes le dedicó a su hermano mayor una mirada de "hablamos luego" a lo que el de gafas asintió. Se cruzó con su hermana por la puerta
― Habla con él, esta mejor. ―le susurró a la chica.
. . .
―Debo admitir que me sorprendió tu repentino interés por verme. ―Fue lo primero que le dijo Scorpius cuando entró a su habitación. Albus no dijo nada, se limitó a buscar con la mirada a Zayn― No está. Dijo que iría abajo para ayudar a tu madre con la cena. ―Potter asintió de nuevo y caminó hasta el librero empotrado en la pared, se quedó ahí, mirando a la nada― ¿Y bien? ¿Qué es eso de lo que quieres hablar conmigo?
Albus solamente lo miró, como si aún estuviera decidiendo qué hacer.
Cuando pasaron unos largos minutos, Scorpius rodó los ojos y giró la cabeza hacia él de ojos verdes.
―Ah, claro, eso. ―afirmó, como si fuera obvio― Ni te molestes, ya lo sé. ―Albus frunció el ceño.
― ¿Qué?
―Que ya lo sé. ―repitió, al ver que su mejor amigo no sabía de qué rayos hablaba, agregó ― Lo de tú y Zed. Ya lo sé.
Albus, que hasta el momento había estado petrificado al lado del librero, se movió a la izquierda. Tomó aire y entonces fue cuando repitió poco a poco las palabras de Malfoy en su cabeza, lo sabía, gracias a Merlín él ya lo sabía.
No le sorprendió, de hecho, le alivió no tener que lidiar con dos salidas del closet el mismo día. Casi suelta una sonrisa... Entonces, una pregunta atacó su mente, no cambió su expresión seria.
― ¿Zed te dijo?
―Algo así. No directamente, y ya sabes. Yo veo cosas, Al. Y puede que no hayamos sido los mejores amigos últimamente, pero aún te conozco. ―Cuando Scorpius mencionó su amistad, un sentimiento de culpabilidad lo inundó. Había estado evitando aquel tema desde quién sabe cuándo, y ya era el momento de hablarlo.
―Lo lamento. He sido un terrible amigo... ―Scorpius, se dejó caer en el sillón pequeño de color verde botella y se encogió de hombros al tiempo que apoyaba su pierna sobre la otra, formando un cuadro.
―De un lado tenías que estar... Rose es tu prima, supongo que tiene sentido.
Albus negó con la cabeza.
―No hablo de ahora... Me refiero a que he sido un pésimo amigo desde hace años. ―Por fin lo miró a los ojos, parecía cansado― Desde lo que sucedió con Hannah, Rose y bueno... ―dudó un par de segundos en seguir hablando, pero finalmente lo hizo―, todo eso. Desde ese momento te alejé de mí. No debí hacerlo, te culpé de eso, no quise volver a tocar el tema así que me quedé con el resentimiento. No volvimos a ser lo mismo desde entonces... Hablábamos, reíamos, pero siempre y cuando hubiera más personas alrededor, capaces de llenar aquellos largos silencios. Íbamos a fiestas llenas de gente, con música alta para no tener que charlar de nada... No quiero seguir de este modo.
Scorpius seguía ahí, pero su mente no. Pensaba en todo lo que su amigo dijo, en Hogwarts, en el tiempo en que todo se derrumbó entre ellos... Todo por aquella noche.
Sin que Albus lo esperara, Scorpius se rio.
―Sabes, ―dijo, mirando a la ventana, pero con una sonrisa en el rostro― Hoy estuve distraído durante la junta, a la cual no asististe, por cierto... ―Albus puso mala cara ante el reproche, más no dijo nada― Estaba recordando cómo era la vida antes de que todo se fuera a la mierda. Y, además de que era increíble..., me di cuenta de que lo extraño demasiado.
―Cuando la preocupación más grande era a qué fiesta iríamos esa noche... ―dijo Potter, sonriendo también.
―Cuando Amelia y Rose apostaban a costa nuestra en los partidos de Quidditch... ―Albus rodó los ojos.
― ¡Como olvidar eso! ―bufó ― Era gracioso cuando apostaban sobre quién acababa primero el examen. O quién respondía primero al profesor. Pero todo se tornó raro cuando apostaron por quién duraba mas durante, bueno, ya sabes. ―Scorpius fingió un escalofrió.
―Son todo un caso...
Entonces las risas de ambos se disiparon, Albus carraspeo, luego quiso decir algo, pero Scorpius le ganó.
―Hablando de Amelia... ―comenzó el Slytherin, Albus contuvo el aliento― He estado visitándola estos días. ―Los pálidos dedos de Scorpius se entrelazaron entre sí, estaba nervioso, lo notó cuando el chico también se relamió los labios― No me corresponde a mi decirte esto, pero veo que tú no estás cerca de descubrirlo. Amelia está enamorada de ti, socio. Debes decirle que ahora estás con Zed.
Desearía decir que le sorprendió, que le asusto, o que se sintió mal por ella. La realidad es que no sintió nada de eso ... Aunque sí que es verdad que luego sintió culpa, no por no darse cuenta antes, o por no corresponderle, si no porque no habia hecho nada para impedir que Amelia se enamorase de él.
Era bastante arrogante creerlo, pero era cierto. Albus había tenido el poder de evitar que los sentimientos de amistad que Amelia tenía por él, se convirtieran en aquello, en aquel amor no correspondido, unilateral.
Debió terminar el acuerdo de "sexo de amigos" hace mucho tiempo, cuando Amelia volvió tuvo que haberla parado, pero en lugar de ello solamente empeoró todo al dejarla actuar como su novia. Él mismo debió detenerse cuando comenzó a usar a la pobre chica como escapatoria de sus propios sentimientos, de su cabeza.
No conforme con usarla, ahora Albus tenía que romperle el corazón a su mejor amiga.
. . .
Aún había glitter en el suelo de su habitación. Rodó los ojos y trató de limpiarlo con la suela de su zapato, pero no funcionó.
Se dijo a si misma, que en el siguiente año nuevo, no usaran ninguna clase de adorno con esa cosa, era una lata limpiarlo después.
Tras dar otro suspiró, miró las cajas en su habitación, eran casi treinta. Sintió compasión por su padre, tenía razón; no lo dejaría en la calle, como él había dicho, pero sí que se había excedido y mucho.
Miró la maleta sobre su mullida cama, ya estaba casi llena, pero habia dejado un poco de espacio para algunas de las cosas que había comprado. Pronto haría calor en Hogwarts así se aseguró de empacar vestidos, faldas, suéteres ligeros y varios lentes de sol... Cuando estuvo segura de que llevaba todo lo que quería, su mirada viajó casi inconscientemente hasta su mesita de noche. Ahí sobre el mueble yacía la elegante cajita roja de Cartier.
Las palabras escritas en aquella nota seguían viviendo en su mente, y por ende, el rostro y voz de Scorpius también.
―Por fin. ―Como si lo hubiera invocado, la voz de Malfoy resonó tras ella, dejándola paralizada― Llevo buscándote desde Navidad. ―Lo sintió moverse, pero ella no fue capaz de hacerlo también, se quedó parada, esperando que se fuera, no lo hizo.
Scorpius se plantó frente a ella, estaba vestido completamente de negro, camisa, pantalón y una gabardina, Rose alzó una ceja.
―Te dejo menos de un mes y vuelves a tus terribles hábitos, Malfoy. ―dijo con voz aterciopelada mientras se acercaba a el y tomaba la solapa de su gabardina, la miró con desinterés.
―Es un Burberry. ―replicó el rubio, como si fuera obvio. Rose se rio.
―No influye cuando todo es negro, ¿conoces el azul oscuro? ¿verde? Vamos, Scorp, ¿ni siquiera gris?
Notando el rumbo de la conversación, Scorpius rodó los ojos, tomó la mano de Rose, obligándola a retirarla de su abrigo, ella obedeció, como si quemara. Se alejó del Slytherin dos pasos.
―No he venido a pedir consejos de moda...
―Pues los necesitas. ―masculló Weasley, Scorpius puso cara de pocos amigos.
― ¿Te divertiste en Nueva York? ―Su pregunta hizo que la pelirroja flaqueara en su expresión despreocupada, más no la desarmó completamente, se cruzó de brazos y un escalofrió la recorrió por la espalda, aún estaba en su camisón color rosa pálido y su ligera bata del mismo color apenas y la cubría del frio de aquella habitación.
―Fue... ―buscó la palabra correcta― Interesante.
―Me alegro... veo que compraste casi todo Nueva York...
―Scorpius, ¿a qué has venido? ―lo interrumpió, exasperada. El rubio dejó de lado su sonrisa cínica y se puso serio de repente.
―Vine por ti, obviamente
―Se más claro. ―exigió.
―Mira, Rose, estuve todas las vacaciones pensando en esto, y llegué a la misma conclusión de siempre. ―se acercó a ella― Yo te amo. No importa qué ocurra, siempre te voy a amar.
―Debbie, Scorpius... ―recordó ella, moviendo la cabeza con mortificación.
―Rose. ―La interrumpió― Te lo voy a decir una vez más. ―hizo una pausa en la que tomó con delicadeza la mano de la chica, se sorprendió cuando la sintió tan helada, la envolvió en la suya, era cálida― Ese día no ocurrió nada con Debbie. Ella estaba saliendo con Emmet Hale, el idiota terminó con ella frente a mí, fue horrible con la pobre chica. Comenzó a llorar y yo la abracé. Tú sabes perfectamente que no soporto ver a una chica llorar. Si hubieras llegado un poco antes tal vez hubieras visto a Emmet salir... ―Rose lo escuchaba atentamente, dejando que el rubio le tomara la otra mano, las de él estaban cálidas, se sentían bien entre las suyas― Puedes hablar con ella, pregúntale a él. Rose, yo jamás te haría algo así...
―Otra vez... ―dijo Rose, con voz fría, Scorpius tragó en seco. Quiso decirle que lo olvidara, que no empezara de nuevo... pero tenía razón. Ya lo había hecho una vez. Por eso creyó tan fácil lo de Debbie.
―. Sí, Rose, otra vez. ―admitió por fin, tomándola por sorpresa. Rose contuvo el aliento― Aquella noche te hice una promesa, ¿la recuerdas? Cuando te vi llorar por mi culpa, ese día te prometí que nunca dejaría que alguien te lastimase, ni siquiera yo. ―Se rio en voz baja― No he cumplido muy bien, lo siento mucho.
A pesar de lo extraña que la situación le parecía, Rose también se rio. Quería llorar, no sabía porque razón, pero las ganas de llorar la inundaron terriblemente.
―Creo que yo tampoco he sido muy fácil de cuidar, ¿o sí? ―De nuevo se rieron, el negó con la cabeza.
Cuando las risas se detuvieron, el silencio los aplastó. Scorpius seguía tomando las manos de Rose, se acercó un poco más, ella lo dejó.
― ¿En serio crees lo de Debbie? Que la besé o algo...
Rose se pasó la lengua por los labios y bajó la vista― No ahora, pero... En su momento.
Scorpius juntó su frente con la de ella.
―Siento mucho hacerte eso.
La pelirroja contuvo el aliento y asintió.
Por voluntad propia, se acercó más y más al rostro de él, hasta que sus labios se juntaron.
Se quedaron ahí, besándose, pero sin hacerlo en realidad, era apenas un rose de pieles, casto, puro, como ellos desearían ser siempre.
Al separarse, Rose caminó hasta su mesita de noche, tomó la cajita roja con letras doradas y se la entregó a Scorpius, él la miró con extrañeza, pero entendió todo cuando Rose le dio la espalda y se levantó el cabello.
La mañana siguiente, en la estación de Kings Cross, Rose Weasley caminaba al lado de su familia, y el collar con la pequeña serpiente resplandecía sobre su pecho.
...
Yo sé que me
he tardado mucho tiempo, pero no conseguía terminar de escribirlo.
Finalmente hoy lo hice y me di cuenta que es probablemente
el capítulo más largo del fic hasta el momento,
que ironía.
En fin, creo que ya son los últimos capítulos, cálculo que faltan 4 o 6 máximo, no estoy segura.
Sé que el asunto de Hannah es algo confuso. También Albus y sus secretos son algo irritantes a la larga, pero os aseguro que todo quedará resuelto muy pronto.
Mientras, diganme qué piensan, y saben que yo amo responder comentarios.
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