10. ¿Qué le sucede a los niños?
La madriguera parecía un edificio.
Eso fue lo que Zed concluyó al verla. Él y Albus habían caído en los terrenos frente a la casa de los abuelos Weasley, y Zed soltó un silbido al ver aquella casa tan peculiar.
Albus le había contado la loca historia de la madriguera. Que alguna vez la misma Bellatrix Lestrange le había prendido fuego destruyéndola casi completamente, que luego de la guerra, sus tíos George y Ron reconstruyeron aquel lugar tan importante para sus abuelos y ahora era lo que veía frente a él. Parecía un edificio, y era enorme, construida de ladrillo, rodeada por una cerca de madera.
― ¿Cuántas personas viven aquí? ―inquirió el chico americano, Albus sonrió de lado, lo estaba tomando de la mano y ambos caminaban a la entrada.
―Solo dos.
―Bromeas... ¿solo dos? Es un edificio.
―Bueno, cuando mis tíos reconstruyeron todo, mis abuelos quisieron que fuera lo más parecido a la madriguera original, con cientos de habitaciones para cada uno de sus hijos, con el tiempo fueron agregando más cuando la familia fue creciendo. ―Albus soltó una risita― Debo admitir que es como un hotel. Es tradición Weasley pasar al menos unas vacaciones aquí.
― ¿Se molestó tu familia porque estuvieron durante las navidades conmigo en Nueva York? No quisiera que me detestaran...
―Ellos no te detestan. ―aclaró Albus con ternura―Entendieron lo de nuestro viaje, los comenzaremos pasando aquí año nuevo, ese fue el trato.
― ¿También te dijeron que me invitaras? ―preguntó Zed, Albus rodó los ojos.
―No. Te traje porque quise hacerlo... ―Fitzgerald vio como él se sonrojaba, lo hizo detenerse.
―Un par de noches durmiendo conmigo y ya quieres que conozca a tu familia... Wow, debo gustarte mucho. ―Esta vez, Albus se coloreo de rojo granate, provocando la risa de su lo-que-sea-que-fuera-Zedn para él.
El de ojos verdes abrió la boca para decirle algo, y entonces la puerta de la madriguera se abrió, dejando ver a una muy sonriente Ginny Potter. Llevaba el cabello recogido en una coleta alta y usaba unos simples jeans muggles con una enorme camiseta de las Arpías de Hollyhead. No esperó ni cinco segundos para lanzarse sobre su hijo.
―Mi niño, me alegra mucho que hayas vuelto... te extrañe muchísimo. ―exclamó la mujer, Albus le devolvió el abrazo, mas no dijo nada.
Luego, Ginny se percató del muchacho castaño que los observaba con algo de incomodidad. La pelirroja se llevó ambas manos a las caderas al más puro estilo Molly Weasley― Veo que trajiste a un americano contigo. ―bromeó, haciendo que Zed riera y se preguntara ¿cuál era la fijación por los Weasley de seguir llamándolo "americano"?
―SÍ, lo mencioné en la carta de ayer, él es Zed Fitzgerald, es mi... ―se quedó a mitad de la oración, no tenía ni idea de lo que él y Zed eran.
―Su amigo del colegio. -lo interrumpió Zed -Un gran placer conocerla señora Potter. ―tomó la mano de Ginny y depositó un beso en ella. Ginny no podía estar más encantada.
―Pero mira nada más... ―musitó con alegría― No había visto tremendos modales y galantería desde Scorpius Malfoy. El placer es mío, Zed. Puedes llamarme Ginny, Gin, como prefieras, pero jamás me digas Ginebra. ―Tras el asentimiento del muchacho, ella se volteó hacia la puerta― Pero bueno, pasen ahora que me estoy congelando.
Adentro estaba muy cálido, Albus y Zed se quitaron los enormes abrigos de piel, las botas de nieve y dejaron sus bufandas de Slytherin colgadas en el perchero― Todo el mundo está dormido en esta casa. ―informó Ginny mientras caminaba por el corredor de la casa― Lucy, James y Molly llegarán hoy por la tarde, y creo que Louis volverá de París junto con Teddy y Vic hasta el día 30. Yo debo ir a la cocina para arreglar las cosas del desayuno. Al, ¿está bien si Zed se queda contigo en tu habitación? Tenemos casa llena... ―Albus asintió con las mejillas totalmente rojas. Su madre pasó esto por alto y asintió― ¡Estupendo! Zed, cariño, siéntete como en tu casa. Nos veremos en un par de minutos.
Cuando la mujer desapareció tras la puerta de la cocina, Albus soltó todo el aire que había estado conteniendo.
―Parece que seremos compañeros de habitación. ―se rio el americano, disfrutando mucho aquel sonrojo en la cara del muchacho de ojos verdes.
―Merlín, cállate, Fitz. ―El chico Potter le indicó con la cabeza que lo siguiera por la casa. Zed vio como la madriguera parecía sacada de una película navideña.
Había cientos de luces por todas partes, adornos navideños, guirnaldas de colores, y un enorme pino de navidad en el centro de la sala con cientos de regalos al pie.
―Si que aman la navidad. ―rio. Albus lo imitó encogiéndose de hombros.
―Mi abuela Molly dice que es la época más feliz del año. Quita los adornos hasta febrero. Pero si dependiera solo de ella, los dejaría todo el año.
Subieron hasta el tercer piso donde había un corredor con muchas puertas, igual que en un hotel.
Albus le explicó a Zed de quién era cada cuarto, el suyo era el del final.
Por dentro era mediano, con una ventana pequeña que daba hacia el granero, las paredes estaban pintadas de blanco y cubiertas por posters de películas muggles, algunas bandas de rock y había una saeta de fuego empotrada al muro.
La cama estaba en el centro de todo el lugar, con una mesita de noche al lado. Frente a esta estaba el closet y el pequeño escritorio se encontraba bajo la ventana, donde, según Albus, había mejor luz para escribir.
― ¿Aquí te quedas siempre? ―preguntó Zed, dejándose caer en la mullida cama. Las sábanas estaban frías.
―Solo cuando vengo de visita, lo cual es casi siempre en verano. Comparto la habitación con Louis.
Pero no te preocupes, él está en París y no vendrá a Londres hasta el verano.
Albus se dio la vuelta encontrándose con el enorme espejo de cuerpo completo, frunció el ceño ante su reflejo y trató de arreglarse la gran mata de pelo enmarañado.
Zed se rio.
― No creo que consigas hacer algo con ese cabello... sabes, cuándo te conocí creí que simplemente no te gustaba peinarte, ahora sé que no tiene arreglo.
―Ja. Ja. Ja. Muy gracioso... ―mascullo, y luego bajó los brazos en rendición― Se lo debo a mi padre. Aunque mi cabello es mucho más dócil que el suyo, y de James ni hablemos... creo que mi hermano se llevó la peor parte. ―guardaron silencio por unos segundos, Albus echó una mirada hacia el castaño sentado sobre su cama, suspiró― Zed... lamento tener que presentarte solo como mi amigo. La verdad es que yo-
―Tranquilo. ―dijo― Ya te dije que acepto. Voy a esperar hasta que estés listo, tú lo vales. ―Albus sonrió de oreja a oreja y lo besó en la mejilla, Zed le dio un apretón en la mano derecha― Además, no es como que yo sí sepa lo que somos.
. . .
Scorpius empujó las puertas de la habitación de Amelia, quién había estado recostada en su cama, y cuándo vio al rubio, dio un bote casi hasta el techo.
― ¡Santo Merlín! ―chillo, caminando hacia su amigo y mirándolo con los ojos bien abiertos― Casi me matas de impresión, ¿Qué te pasa? ―le propinó un golpe en el brazo, pero Malfoy apenas y se inmutó, en lugar de eso, rodó los ojos y se tiró en la cama de la Ravenclaw.
―Rose. Eso me pasa.
Amelia cerró la puerta de su habitación y luego se giró hacia él cruzándose de brazos
― ¿Qué pasa con ella?
―No te hagas la desentendida. ―espetó. Amelia levantó la ceja derecha acercándose a él.
―Oye, Scorpius, no sé qué demonios pasa contigo, pero no puedes venir a mi casa, entrar como un animal y luego hablarme así. ―Los ojos grises del muchacho volaron a los de su amiga, soltó un suspiro y se levantó de la cama.
―Tienes razón. Perdóname, estoy siendo una bestia... he pasado mucho tiempo con Gryffindors últimamente. ―Ella hizo un puchero y asintió conteniendo la risa.
―Claro, guapo, estás perdonado. Ahora, ¿me dices que te hizo Rosie?
Scorpius tomo aire.
―No quiere volver a Londres.
― ¿Sigue en Nueva York? ―exclamó, él asintió― ¿los demás no volvieron tampoco?
―. Dominique, Fred y los gemelos volvieron hace dos días. Albus volvió esta mañana, quedamos de vernos mañana en la madriguera. ―Amelia lo miraba con los labios apretados.
―Entonces Rose se quedó a pasar año nuevo con Zed. ―concluyó, tratando de entender lo que sucedía.
―Ese es el problema. Albus no volvió a Londres solo, Zed esta con él. ―Scorpius no se dio cuenta, pero Amelia se había quedado de piedra, y un sentimiento extraño, pero nada agradable, creció en su estómago.
―Ya no comprendí. ¿Por qué Rose se quedó sola en Nueva York?
Malfoy se pasó una mano por el cabello, suspirando de nuevo― De veras no sabes nada, ¿cierto? -preguntó con frustración
― ¡Claro que no! ―chillo Amelia alzando ambos brazos― Hace días que Rose no me escribe, o me manda textos. Albus me escribió tan solo una vez desde que empezaron las vacaciones. Parece que todo el mundo se olvidó de que existo.
―Lo siento... ―susurró Malfoy con las mejillas rosas― Ya tampoco te he escrito demasiado.
Amelia relajó los hombros, dejó escapar una sonrisilla para su amigo.
―Al menos me has escrito más que ellos. ―hizo una pausa en la que caminó hacia su amigo, lo miró de soslayo― ¿tú sí sabes por qué Rose se quedó allá?
―Lorcan me dijo que Zed tiene un hermano mayor. ―Amelia abrió la boca, sorprendida― No hace falta mucha imaginación para saber con quién está. ―Malfoy se tomó los cabellos rubios con ambas manos y comenzó a caminar con desesperación por la habitación. Amelia lo veía con preocupación― No quiero perder a Rose. ―concluyó el Slytherin, deslizándose lentamente por la pared hasta caer sentado en el suelo― La otra noche Hugo me dijo que tenía que esperar, que ella regresaría a mi, pero, Amy, honestamente yo no creo que eso ocurra, no después de todo lo que nos ha pasado. Rose no confía en mi.
Amelia miró al chico sentado en el suelo de su habitación y por un momento no lo reconoció. Scorpius estaba mucho más pálido que de costumbre, llevaba el cabello largo y no se había afeitado desde navidad seguramente. Ese no era el Scorpius Malfoy que conocía, parecía perdido, triste. ¿Qué ocurría con sus amigos?
La bruja terminó sentándose al lado de Scorpius, hombro con hombro.
―Desearía poder decirte algo, que todo estará bien, que ella volverá. Pero no lo sé. ―dijo finalmente, Scorpius la miró ― Aunque sí hay algo que puedo decirte. Y es que podrás con todo lo que venga, sea lo que sea, nada puede derribarte. Tienes que prometerme que vas a mantenerte de pie.
Hay un punto en el que solo nos quedamos nosotros mismos, y tienes que tenerlo en cuenta.
Las palabras de Amelia flotaron en el aire, Scorpius miró al frente donde estaba el closet de la chica. Suspiró.
―Amelia. ―la llamó.
― ¿Sí?
―Ese es el peor consejo que he escuchado.
Entonces rompieron a reír.
. . .
Ginny sabía que algo extraño ocurría con sus hijos.
Cuando Albus bajó del expreso de Hogwarts supo que algo andaba mal, él siempre solía hacer comentarios sarcásticos o demasiado honestos en todo momento, pero aquella vez en el auto, estaba callado y con la mente en otra parte. Lo notaba en sus cartas y la manera en que parecía escribir solo lo necesario y no detalladamente como tiempo atrás.
Pero ahora que había vuelto de aquel viaje, el chico frente a ella parecía ser el viejo Albus, divertido, sarcástico, ridículamente sínico.
―Entonces, ¿conociste a Albus en Hogwarts? ―preguntó Harry Potter al muchcaho castaño que se encontraba sentado al lado de Albus. Zed sonrío al tiempo que dejaba el tenedor en su plato.
―Así es, vamos a la misma casa. Pero en realidad me agradan todos los Weasley. Es genial tenerlos como mis amigos, a todos.
― ¡Oh, es un encanto! ―exclamó la abuela Molly, se encontraba sonriendo como siempre, sentada en la cabecera de la enorme mesa.
―Adulador. ―mascullo Albus, haciendo que Harry rodara los ojos y George riera.
Había pasado una hora desde la llegada de los Slytherin, y para cuando ambos bajaron a la cocina, la mesa se encontraba llena. Albus le había presentado a sus tíos Bill, Percy, George y sus respectivas esposas, todas se habían quedado encantadas con los modales del americano, por supuesto.
―Y dinos, Zed, ¿te gusta el Quidditch? ―preguntó Bill Weasley.
―La verdad es que no demasiado. ―admitió con pesar― Aunque no voy a negar que disfruto mucho viendo los partidos, me inclino más hacia los deportes muggles.
Ante aquellas palabras, Arthur abrió mas los ojos y bajó el periódico que hasta hace unos segundos hojeaba. Se inclinó sobre la mesa haciendo la silla rechinar.
―Interesante... ¿Qué clase de deportes?
―Bueno, el futbol es parecido al quiddith y me gusta bastante, pero yo practico esgrima. ―Cuando Arthur y los demás pusieron cara de confusión, él procedió a explicarse―: Es como el duelo, solo que sin varitas y en lugar de ellas, se usan espadas...
― ¿No es peligroso? ―jadeó Ginny con los ojos bien abiertos.
―En absoluto. Las espadas no son armas en sí, son flexibles y en la punta tienen una goma protectora. Además, se usa un uniforme especial para que no suceda ningún accidente.
― Pero mira nada máa, ―dijo el señor Weasley, asombrado ―que interesante... Chico, ¿crees que podrías explicarme con exactitud la función de esta...? ¿Cómo la llamaste? ¿goma?
Albus ya no puso atención a la respuesta del Slytherin ya que vio como una mota de color blanco se acercaba hacía la ventana de la cocina. Se levantó de su asiento discretamente y abrió la ventana dejando a la pequeña ave blanca entrar, la conocía bien, era Ivy, la lechuza de Rose.
El pergamino atado a su pata era pequeño, y por ende la carta era igual de corta.
Solo tres palabras habían sido escritas con la perfecta caligrafía de la Ravenclaw.
"Vuelvo mañana, cúbreme."
. . .
James, a diferencia de Albus, había estado extraño desde hace años.
El mayor de los Potter se había vuelto más serio, cuidadoso, nervioso, siempre alerta y a la defensiva de todo.
Ginny notaba como su humor y semblante cambiaban constantemente. Días parecía ser la persona más feliz del mundo, y otras veces el mas desdichado, el más culpable, el más triste.
En un principio Harry le decía que no se preocupara, que probablemente el chico estaba enamorado de una chica del colegio, pero aquella teoría perdió credibilidad cuando James no mencionó a nadie jamás, ni en cartas, ni en conversaciones.
―Está creciendo Ginny. Déjalo tranquilo, está en una etapa dura, ―le había dicho Harry la noche que James volvió de Rumania― Esta a punto de terminar su último año en Hogwarts, se siente presionado.
La pelirroja frunció la boca, tal vez tenía razón.
―Tal vez si no lo hubiéramos presionado tanto... ―mascullo― Ya suficiente tiene con ser hijo de Harry Potter, nosotros lo hemos presionado también. ―Harry suspiró y puso una mano sobre el hombro de su esposa, reconfortándola.
―Es un chico fuerte, lo sabes. Todos nuestros hijos lo son. Los hemos criado de esta forma para que aprendan a esforzarse y para que no se conformen con poco. ―El auror la atrajo hacia su pecho y la abrazó, apoyando su barbilla en la cabeza de Ginny.
―Espero que tengas razón.
. . .
―Dejaron esto para ti ―anunció Zayn entrando a la pequeña habitación. Rose se levantó de la cama, se había puesto una de las camisas de Fitz lo cual lo hizo sonreír con picardía.
― ¿Qué es? ―inquirió la chica pasándose una mano por los largos risos. Zayn se encogió de hombros y le entregó la pequeña cajita rectangular forrada con papel azul y bronce.
―Parece un obsequio atrasado de navidad. Lo trajo un elfo doméstico, apareció abajo y dijo que te lo entregara, no me dijo su nombre.
Se habían escapado al loft de Zayn un día después de navidad.
Los señores Fitzgerald no habían notado nada ya que Rose había alegado que regresaría a Londres y Zayn seguía yendo de vez en cuando. En cuanto Albus, Lily, Dominique, Fred y los gemelos, habían prometido no delatar a su prima siempre y cuando regresara a Inglaterra antes de año nuevo.
― ¿Y bien? ―preguntó Zayn, impaciente por ver que era lo que había dentro de la caja― ¿Lo abrirás ahora o prefieres un poco de privacidad? ―Rose dejó de mirar la cajita y lo miró a él, no necesitó responder. Fitz le sonrió y luego la besó quedamente― Bueno, estaré abajo por si me necesitas... ¡No vayas a cortarte con el papel!
Rose sabía quién le había enviado el obsequio desde que lo sostuvo entre los dedos.
El papel era grueso, color zafiro y con detalles en bronce. La caja era pesada, y aunque no era muy grande, era muy bonita.
Rompió el papel con dos simples movimientos y una notita salió volando hasta el suelo, ella la levantó y confirmó sus sospechas al ver la prolija caligrafía en tinta esmeralda.
"Me
dijeron que no habías vuelto de Nueva York.
Tenía planeado entregarlo en persona, pero veo que no será posible.
En fin, espero que lo disfrutes.
Sigue divirtiéndote.
―S.M."
Rose pasó saliva antes de abrir la caja.
Era roja y en letras doradas rezaba "Cartier" casi rueda los ojos, Scorpius sabía que era su marca favorita.
―Idiota. ―mascullo Rose.
El collar tenía una pequeña serpiente cayendo en medio, con ojos de zafiro pequeños, hecho de oro blanco, era discreto, delgado, y hermoso.
En otra circunstancia lo habría adorado con todo su ser, pero en ese momento sabía lo que significaba, lo que él quería decirle a través de ese presente, aquello que ella se había negado a admitir desde que lo vio por última vez en la sala común de Slytherin-Todavía me amas Rose, aún nos pertenecemos-
Con un nudo terrible en la garganta, caminó hasta donde había puesto su bolso de extensión indetectable. Sacó un pergamino, tinta y una pluma, garabateo algo rápido en el papel amarillento y luego fue hacia la jaula de su lechuza albina.
El animalito regordete ululo cuando su dueña le amarró la nota a la pata, luego se quedó atenta esperando a que ordenara.
―Llévale esto a Albus tan rápido como puedas Ivy.
. . .
La madera de aquella cabaña crujió bajo sus pies, olía a incienso y a ingredientes para pociones como las que Slughorn acostumbraba a mostrarles.
La chica alzo ambas manos para quitarse el gorro de la túnica. Había un chico rubio de unos 20 años sentado tras el mostrador de roble, el entrecerró sus ojos celestes al verla.
― ¿Lucy? ―exclamó con sorpresa.
―Hola, Velkan. ―saludó mientras se acercaba al rubio.
― ¿Qué haces aquí tan tarde? ¿Tuviste problemas con las raíces que te vendí el otro día?
La pelirroja negó con la cabeza.
―No. Pero necesito tu ayuda. ¿recuerdas el ritual que te dije que haría? ―El joven asintió, Lucy apretó los labios― Bueno, tenía pensado hacerlo hasta regresar al colegio, ahí podría robar los ingredientes faltantes a mi profesor de pociones, pero se presentó algo, y tengo que hacerlo ahora. ¿Crees que puedes ayudarme?
Velkan frunció el ceño y se cruzó de brazos― Claro... aunque jamás me dijiste que clase de ritual harías, ni para qué sirve. Solo me diste una lista de ingredientes. Voy a necesitar más información si quieres mi ayuda, chica.
Lucy soltó un suspiro, se metió una mano al bolsillo derecho y sacó el pequeño libro que Molly le había enviado hace meses, lo abrió en las últimas páginas, y puso su dedo índice al lado del título del ultimo capítulo. Velkan leyó el nombre del ritual y abrió los ojos como platos.
― ¿Quieres borrarte de tu línea familiar?
. . .
¡¡Feliz año nuevo!!
¿Cómo estuvieron sus fiestas?
Well, son las 4 de la madrugada cuando estoy escribiendo esto pero probablemente lo publique hasta una hora más decente.
Como ya he mencionado, este fanfic lo estoy escribiendo y publicando al mismo tiempo, así que hay algunos errores los cuales estoy intentando reducir lo más rápido que pueda.
Cada que algo cambie muy drasticamente, se los haré saber.
¿Qué les está pareciendo la historia?
Al principio quería que hubiera solo dos protagonistas (Albus y Zed) pero no pude evitar explorar más la relación de Lucy y James, además saben que Scorose es mi otp hahahaha
En fin, espero sus comentarios, nos leeremos luego.
Love, Liv
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