08. En el reino de los Fitzgerald
El penthouse de los Fitzgerald era simplemente hermoso. Las paredes blancas, ventanales llenando de luz el lugar, pisos marmolados de color negro y cientos de cuadros coloridos colgados por todo el lugar. En la sala de estar se encontraban Edward y Zed Fitz, el padre de Zed estaba sentado en el sofa negro, recargado en sus rodillas, mirando fijamente a la joven pelirroja Rose Weasley, quién, a diferencia de Edward, permanecía sentada muy recta en el sillón de enfrente mientras que los gemelos Scamander observaban la partida de ajedrez con mucha atención.
―Jaque mate. ―dijo Rose rompiendo el silencio, tomó a su reina blanca y golpeó la torre negra, dejando en jaque al rey de Edward Fitzgerald, este miró a la pelirroja abrió mucho los ojos y se tomó la cabeza con ambas manos.
― ¡Santo Dior! ¡Es la primera vez que alguien me gana en ajedrez! En especial una jovencita… ―Rose sonrió con satisfacción y se encogió de hombros.
―Bueno, aprendí del mejor, mi padre. Me enseñó a jugar cuando era una niña, me ganó solo una vez, desde entonces no he vuelto a perder.
―Me has dejado impresionado. ―volvió a decir Edward, haciendo que Rose se sonrojara.
―Creo que también la has impresionado, pa. ―comentó risueño Zed, los gemelos se rieron― Jamás vi a Rose Weasley sonrojarse. Esto sí que es una experiencia…
―Por Dior, hijo, no molestes a mi querida Rose… ―gruñó su padre acomodándose las gafas, el hombre iba a decir algo más pero no alcanzó ya que su esposo, William, entró apresuradamente en la sala, miró a su hijo.
―Hijo, necesito que tomes mi lugar en la cocina, acabo de dejar a tu hermano a cargo de las galletas y sabes cómo terminará … ―exclamó el hombre― lo haría yo mismo pero necesito ir de urgencia a la casa de tu tía Marie.
― ¿Todo bien cielo? ¿Quieres que vaya contigo? ―inquirió un preocupado Edward, William le sonrió a su esposo y lo tomó de la mano con delicadeza
―Está todo bien..., solo es otra de sus crisis de estación. Volveré luego, tú quédate a atender a nuestros invitados. ¿de acuerdo?
Tras un corto beso de despedida, William desapareció con un pop y Edward volteó hacia los británicos― ¿Seguros no quieren ayudar en la cocina?
―Me encantaría poder decir que soy buena en la cocina como en ajedrez, señor Fitzgerald, pero pecaría de mentirosa. ―Se disculpó Rose con algo de timidez, cosa que de nuevo sorprendió a Zed y a los gemelos. Rose Weasley cohibida no era algo que se veía diario, pero de alguna forma tenía sentido, Edward Fitzgerald era un hombre sumamente atractivo, con la mandíbula cuadrada, ojos increíblemente verdes y un cabello de envidiar.
―Y nosotros solo sabemos explotar cosas. ―corearon los gemelos, haciendo que Edward se carcajeara.
―De acuerdo, será mejor que los cuatro nos alejemos de la cocina, me temo yo también contribuiría con esa explosión. ―rio ― ¿Qué tal si decoramos el gran salón para el baile de mañana? Zed me contó que hacen las mejores fiestas del colegio.
― ¡Por supuesto que sí! ―Automáticamente, los rubios Scamander se pusieron de pie, tomaron a Rose de los brazos y la hicieron levantarse también. Ella se cruzó de brazos.
―Eso fue incensario, cosa uno y dos... Vámonos. ―gruño ella, luego los tres seguían a un muy divertido Edward Fitz
Cuando Zed llegó a la cocina casi le da un infarto. Estaba lleno de humo, la alarma comtra incendios no paraba de sonar, su hermano tenía harina por toda la cara, y Albus leía con dificultad un recetario mientras Dominique parecía no darse cuenta de lo que ocurría y solo veía su celular.
― ¿Pero qué demonios ocurrió? ―gritó Zed mientras avanzaba entre el humo. Su hermano mayor dio un bote del susto y Fred salió de debajo de la isla, tenía puesto un gorro de chef y harina por toda la cara.
― ¡El rompió el horno! ―gritaron tanto Fred como Zayn, apuntándose mutuamente, Albus rodó los ojos y bufo, mientras que Dominique se rio por lo bajo.
― ¡Gracias a Merlín que estás aquí! ―dijo la rubia acercándose a él, quien miró curioso la escena― Tranquilo, ninguno rompió nada, es solo que éste par creyó que sería buena idea subir la temperatura del horno para cocinar más rápido las galletas… Obviamente no sirvió, quemaron todo.
―No tienen remedio… ―mascullo Zed apretándose el puente de la nariz, su hermano mayor rodó los ojos.
―Bien, hazlo tú, ¡don perfecto!
― ¿Por qué mejor no van y ayudan a papá? Esta decorando el gran salón junto con Rose y los gemelos. ―sugirió Zed, a lo que rápidamente Fred y Dominique asintieron. Zayn se encogió de hombros y lo miró con una mueca burlona en el rostro.
―Sí, nosotros nos vamos… te dejaremos a Albus como ayudante.
― ¿Yo? ―dijo el aludido casi sin aliento. Dominique caminó hacia Zayn y Fred.
―Zayn tiene razón, quédate tú, eres el menos tonto para cocinar, y si somos honestos, yo no les iba a ayudar mucho de todas formas. ―confesó Dominique, tomando a ambos chicos por los brazos― Vámonos antes de que quemen otra cosa…
― ¿Seguro que no quieres ir a decorar? Puedo terminar de hornear yo solo si te sientes incómodo. ―fue lo primero que Zed dijo cuando solo quedaban ellos en la cocina. Albus había permanecido sentado en uno de los banquitos altos, muy callado.
― ¿P-por que debería incomodarme? ―balbuceo, sonrojado, se odió a si mismo por ello, así que carraspeo y se enderezó, tomó valor y lo miró a la cara. Zed se rio, tomó uno de los delantales y se lo colocó rápidamente.
―Tal vez sea el hecho de que no has hablado conmigo en semanas. ―dijo. Albus se abstuvo de rodar los ojos.
― ¿No pensaste que tal vez fue porque lo último que me dijiste fue “Me gustas, Albus” ? ¿Cómo se responde eso?
Zed rodó los ojos, tomó la bolsa de harina y la puso en el bowl, al mismo tiempo, Albus rompió dos huevos y los vació sobre la mezcla― Sabes que esa no fue la razón. Pásame la mantequilla.
― Entonces dime, según tú, ¿Cuál es? ―le retó Potter, entregándole la barrita de mantequilla, Zed la tomó.
―La principal es tu novia: Amelia. ―Albus casi se atraganta
Para ocultar su reacción le arrebató el batidor de globo y comenzó a mezclar con rapidez. Zed no había parado de verlo ni un segundo.
―Amy no es mi novia.
Zed se carcajeo; ―Claro que es tu novia.
―No. ―zanjó. Albus terminó de mezclar la masa, Zed espolvoreo con harina la barra de mármol― Es mi mejor amiga… y tenemos sexo a veces.
―Okay, digamos que te entiendo, lo cuál hago a medias. ―Zed hizo una pausa para estirar la masa sobre la barra― Pero ella te gusta, y tú a ella.
Albus tomó una gran bocanada de aire y puso ambas manos sobre la barra, apretó los labios con algo de fuerza y se contuvo de no maldecir ahí mismo.
―Tú no puedes saber cómo me siento, Zed. ―le espetó ―Claro que me gusta Amelia, ¿Por qué me acostaría con ella si no? ―rio―. Y además la quiero, muchísimo… ―Albus se escuchaba cansado, pero al mismo tiempo parecía cómodo de hablar con él, era solo una extraña sensación de confianza―. Pero eso no quiere decir que yo quiera estar con ella. No puedo ser más que su amigo y eso lo sabe bien, no obtendrá nada más que mi amistad y algo de sexo, y se encuentra bien con ello. Lo hemos hablado desde siempre, te lo juro, esto no es algo que esté pasando desde ayer, lleva años sucediendo, honestamente estoy cansado del tema.
Zed se quedó callado, no dijo literalmente nada, se limitó a seguir estirando la masa con el rodillo, y cuando estuvo listo, le pidió con voz queda que le pasara los cortadores de galleta que estaban tras él.
―. Tal vez para ti sea bueno el acuerdo que tienes con ella. ―dijo Zed cuándo acabaron de cortar las galletas, Albus lo miró ―Pero no creo que ella piense igual que tú. Creo que Amelia está enamorada, y tú lo sabes, solo que quieres ignorarlo para no perder lo que sea que tengas con ella.
―Yo-
― Sé que no es mi asunto― lo interrumpió―, pero me importas. Por eso lo digo. Arréglalo, antes de que todo te explote en la cara, y lo hará.
―. Gracias ―mascullo Potter. Se habían sentado uno al lado del otro, ambos observando fijamente el horno―, por preocuparte, gracias. ―aclaró. Zed le sonrió.
―No hay de qué.
Hubo otro silencio, Albus comenzó a inflar las mejillas, y sacar el aire, lo repitió tres veces.
―Albus…
― ¿Sí? ―se voltearon a ver al mismo tiempo, Zed ladeó la cabeza.
― ¿Por qué no me hablas?
― Estoy hablándote… duh. ―Fitz rodó los ojos.
―Sabes a que me refiero, Potter.
Albus asintió.
El sol había bajado y por los ventanales de la cocina entraba luz naranja, Zed amaba ese momento del día.
―Porque así es más fácil. ―finalmente respondió, encogiéndose de hombros― Yo no sé qué quieres de mí Zed. Y no sé qué quiero de ti tampoco. Pienso que es más fácil si solo me alejo de ti, así ninguno de los dos pierde. ―suspiró ―He visto el amor de cerca, y es hermoso la mitad del tiempo, pero la otra mitad la odio, me asusta. Se lleva partes de ti, y yo no quiero eso.
Zed miró al techo con una enorme sonrisa― Hablas de amor como si, de hecho, pudieras amarme.
―Es que tengo miedo, Zed.
― ¿Tienes miedo de mí? ―Albus negó con la cabeza, mirando al suelo― ¿Entonces?
―Ya te lo he dicho… ―gruñó― Jamás he querido ser yo el que se pierda por amor. ¡Dios! ¿tienes idea de todo lo que pasaría si yo siquiera considero el… ―se cortó a la mitad de la frase, negó de nuevo con la cabeza― No, no lo sabes.
―Dime entonces. Dime, Al, para que pueda entenderte ―suplicó ― Porque créeme que no te comprendo, y quiero hacerlo. Estoy tratando de rendirme contigo, creí que yo no te podría gustar, pero ahora te sientas aquí y me hablas de amor, Albus ahora no puedes decir que por mí no sientes nada.
―Me gustas, Zed, ―soltó, haciendo que, muy a su pesar, el corazón de Zed saltara como loco ―y no estoy seguro de si es real o no, de si durará o de si es amor, no lo sé. Pero lo que sí se, es que mucha gente saldrá herida si yo lo digo en voz alta.
Tan rápido como la emoción recorrió el cuerpo de Fitz, así de rápido desapareció y solo pudo existir la ira, pero no contra Albus, no, ira contra aquella gente a la que se refería, aunque no sabía quiénes eran con exactitud.
―Lo lamento. ―susurró el de ojos verdes.
―Yo también.
Ambos se quedaron en silencio de nuevo.
―Déjame besarte. ―fue Zed quien lo pidió. Albus tragó en seco, no fue capaz de mirarlo.
―Zed, yo…
―Una vez. ―dijo― No lo haré si no quieres, solo dime sí, o no.
Albus no lo estaba mirando, pero sabía perfectamente que se había inclinado más hacia él, podía sentir su brazo chocar con su hombro, podía oler su colonia.
―Sí ―respondió.
Zed no necesito oír nada más. Se acercó con lentitud, no quería espantarlo, quería hacerlo lento, quería recordarlo.
Albus por su parte se descubrió ansioso por recibirlo, además de nervioso, sus manos y piernas estaban temblando, agradeció estar sentado porque sabía que se caería de no ser así.
Cuando por fin sus labios se encontraron, fue como si un millón de luces se encendieran a su alrededor, fue como tomar una bocanada de aire fresco, se sintió como victoria para ambos, y ese sentimiento de emoción jamás se olvidaría, nunca.
Albus deseaba que jamás terminara, por dos razones, una; porque no sabría qué decirle después, sería un momento incómodo. Y dos; porque querría que Zed lo besara otra vez.
La campana del horno sonó, las galletas estaban listas.
…
James recuerda con exactitud el día en que se dio cuenta que estaba enamorado de Lucy. Fue en el verano antes de su cuarto año. No había visto a sus primos en todas las vacaciones porque había ido a París con sus padres y hermanos, los Potter llegaron a la casa de su tio Percy un día antes del cumpleaños número 20 de Molly, hacía mucho calor en Londres así que pusieron las sillas y mesas en el jardín. Lucy salió de la casa corriendo, directamente para abrazar a Lily.
James recuerda cómo su respiración se cortó al verla por primera vez después de tantos meses.
Aquel verano habían comenzado a textear todos los días, hablaban por teléfono durante las noches y pronto su relación se había vuelto más cercana de la que jamás había sido. Se habían conectado de una forma que ninguno de los dos vio venir.
Ese día Lucy llevaba puesto un vestido azul cielo con los hombros descubiertos, su piel parecía un poco más bronceada y llevaba su cabello recogido en una desordenada coleta alta. Cuando la muchacha de ojos verdes se dirigió a él para abrazarlo, sintió como su estómago daba un vuelco. James lo sabía, sabía lo que aquella sensación significaba, pero le asustaba. No pudo soportar mucho tiempo sin expresarle sus sentimientos a la chica, se lo dijo la noche antes de volver a Hogwarts, y como era de esperarse, Lucy salió corriendo.
James no hablo con ella por un mes. Luego, un día de octubre ella lo citó en la torre de astronomía, era media noche cuando Potter irrumpió en la torre, ella ya se encontraba sentada en el balcón con la cabeza baja y el cabello cubriéndole la mitad de la cara, el estaba temblando cuando Lucy lo vio.
No necesitó decirle nada, solamente se levantó y caminó hasta el, le tomo la mano con delicadeza y sonrió. James le besó la punta de la nariz.
―Te extraño ―dijo él ― Por favor no vuelvas a hacerme eso… ―Y entonces la besó.
― ¿James? ―Potter levantó la mirada hacia Molly, su prima mayor.
― ¿Sí? ―preguntó en voz baja, la bruja ladeo la cabeza y miró a Lucy, quién se encontraba dormida sobre el hombro de James.
―Quería decirles que tío Charlie tuvo que salir de improviso, cenaremos solo nosotros cuatro. ―Molly se quedó parada en medio de la sala, tenía la vista clavada en su hermana, James tragó en seco ya que el ambiente estaba mas que tenso―. Jasson preparó estofado… ―susurro, sin verlo a él. Le tomó a James unos segundos para poder respirar con normalidad.
―Claro, la despertaré y-
― ¿Qué es lo que hacen? ―interrumpió ella, James frunció el ceño― Dios, ¿esto es real?
―No sé de qué hablas… ―balbuceo el Gryffindor.
―Ya no finjas James… Santo Dios, ¿Qué es lo que han hecho? ¿A caso tienen una idea de lo que esto le haría a la familia? ―La mujer rio, sarcástica―. No, claro que no lo saben, o no les importa. De lo contrario no estaría ocurriendo. —La pelirroja caminó lentamente hacia el sofa donde se encontraban, Lucy se removió un poco, mas no se despertó
―Molly, te aseguro que nada de lo que piensas está ocurriendo. ―mintió James en un susurro.
―Tengo ojos, primo. Y oídos. Conozco a mi hermana, noté que algo estaba ocurriendo con ella desde hace tiempo, solo que jamás imaginé que ese algo eras tú. ―Molly se acercó mucho a su rostro, también susurraba, pero eso solo logró que James le tuviera miedo por un segundo― Te quiero, Jaime. Eres mi familia y de verdad te quiero, a ambos. Y es por eso debes escucharme… ―hizo una pausa para asegurarse de que él la estuviera oyendo― Debes dejarlo. A ella, debes dejarla antes de que sea muy tarde y esto les explote en la cara.
—Luego de soltar aquello, Molly se fue, dejando a James con el corazón en la mano y unas terribles ganas de llorar.
Lucy despertó casi en seguida, lo miro sonriente y comenzó a desperezarse.
―Tu hombro es muy cómodo. ―musito en voz baja, James apenas y le sonrió.
― ¿Tienes hambre? Jasson hizo estofado, Molly dijo que el tío Charlie no cenará con nosotros.
Lucy estiró los brazos y soltó un último bostezo ―En realidad no tengo hambre, y debo ir al pueblo.
—James frunció el entrecejo
― ¿Ahora? Son las 8 de la noche.
―Necesito recoger un par de ingredientes de pociones, Albus me lo pidió, conoce a este chico que trabaja en la botánica de su padre, y solo me puede recibir a esta hora.
―Entonces déjame ir contigo. ―dijo levantándose al mismo tiempo que la Gryffindor. Ella negó con la cabeza
―No, puedo ir sola. Tú quédate, iré por la red flu. ―Lucy le dio un ligero beso en los labios ―Estaré bien. Nos vemos.
Lucy se fue hasta el perchero al lado de la chimenea, tomó sus cosas, un puño de polvos flu y desapareció entre las llamas.
..
Me gustó mucho este capítulo, creo que mi ship favorito son Albus y Zed... ¿A ustedes cuál les gusta más?
¿Qué les parecen James y Lucy?
Ya llevaba tiempo queriendo emparejar a James con alguien que no fuera Rose y Dominique. Debo decir que me encanta hacer ships todos raros jajajaja.
¿En fin, les gustaría que se quedaran juntos? Es raro porque son primos pero si lo pensamos, en el mundo mágico eso les venía valiendo queso😂😂
Díganme todo lo que piensan, siempre trato de responder.
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