3 Speaking Hat
Amelie y la Piedra Filosofal
La atención de Elie paso de la enorme estructura se elevaba a sus alrededores a una bruja de cabello negro y túnica verde.
—Los de primer año profesora McGonagall. —dijo el guardabosques.
—Muchas gracias Hagrid, yo los llevo desde aquí.
Siguieron a la profesora McGonagall a través de un enorme pasillo de piedra. Pasando por el corredor Amelie podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de una enorme puerta situada a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.
Amelie estaba apegada a Hermione, acción que ella encontró extraño de su persona, ya que la conocía hace muy poco pero Hermione no parecía darle importancia, tal vez estaba tan nerviosa como ella.
—Bienvenidos a Hogwarts. —dijo la profesora McGonagall— el banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberán ser seleccionados para sus casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén estudiando aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasaran el tiempo libre en la sala común de la casa.
Amelie escuchaba cada palabra con atención.
»Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin.
Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque.
»La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.
La mirada de Amelie paso por su cuerpo y con sus manos aliso un poco su falda.
—¿Cómo nos seleccionan? —le pregunto a Hermione.
—Según lo que eh leído en Historia de Hogwarts, te tienes que probar el sombrero seleccionador. —comenzó a explicar— esté está grabado con toda la inteligencia y sabiduría de los cuatro fundadores y según tus cualidades te selecciona en una casa.
Amelie asintió.
—Tendría que terminar de leer Historia de Hogwarts, lo compre porque mí madre me lo recomendó. —le sonrió— aunque pase más tiempo leyendo la guía de transformación para principiantes.
—Ese libro e Historia de la Magia, son muy interesantes.
Amelie se dio vuelta para hablar con sus amigos.
—¿Nerviosos chicos? —les pregunto pasando un brazo por el hombro de Harry.
—Demasiado. —respondió Ron.
—No más que yo, creo que vomitare si tengo que enfrentar un ogro. —dijo Harry preocupado.
Amelie los miro confundida y antes de poder responder el grupo de al rededor produjo un sonido de sorpresa.
—Perdonar y olvidar yo voto por darle otra oportunidad...
—Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué estan haciendo todos ustedes aquí?
Elie miro con sorpresa a los dos seres trasparentes que tenía al frente.
El fantasma, con gorguera y medias, se había dado cuenta de pronto de la presencia de los de primer año.
Nadie respondió.
—¡Alumnos nuevos! —dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos—. Estan esperando la selección, ¿no? —les pregunto con alegría.
Muchos asintieron mientras que Amelie susurró un «sí», lo que dirigió la atención del Fraile hacía ella.
Este abrió los ojos y “toco” al fantasma que tenía al lado.
—¿Lo estás viendo? —le dijo el Fraile a su compañero, aunque al ver que Amelie los miraba tan atentos, no lo dejo responder y habló el— bueno... ¡Espero verlos en Hufflepuff! —continuó el Fraile— mi antigua casa, ya saben.
Harry, Ron y muchos del grupo la miraron con atención a ella, pero antes de poder decir algo reapareció McGonagall.
—Andando. —dijo con voz aguda— la ceremonia está por comenzar.
Los fantasmas traspasaron la pared y desaparecieron de la vista.
—Formen una hilera y siganme. —ordenó.
Amelie sintió flanquear sus piernas mientras se colocaba detrás de Harry, delante de él venía Ron y atrás de ella Hermione.
Amelie no podria haber imaginado algo así ni por las descripciones de su madre.
Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro
grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro.
En una tarima, en la delantera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas.
Amelie observo a los alumnos que los miraban a ellos atentamente, y su mirada se cruzó con la del chico que conoció anteriormente, Cedric. Este le dedico una sonrisa, la cual Elie devolvió.
La chica paso su mirada por sus compañeros, y Ron (que estaba a su izquierda) parecía estar a punto de vomitar, a los segundos le dedico su atención a la profesora McGonagall, está ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago, este estaba remendado, raído y muy sucio.
Amelie contempló el sombrero y durante unos pocos segundos, se hizo un silencio
completo. Entonces el sombrero se movió.
Elie se apego un poco a Harry y el le dedico una pequeña mirada.
Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero
comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
Pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
¡Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.
Amelie rio, escuchando como el comedor estallar en aplausos y gritos.
Elie pensó, ¿En qué casa quedaría?, Ojalá que este con Hermione, o Harry, o Ron, sonrió ante la posibilidad de estar con sus nuevos amigos, la voz de McGonagall la saco de sus pensamientos.
—Cuando diga su nombre. —comenzó— pasen al frente para que les coloqué el sombrero. —desenrrolló el pergamino y gritó un nombre— ¡Abbot Hanna!
Amelie vio como una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.
—¡HUFFLEPUFF!—gritó el sombrero.
La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de
Hufflepuff. Elio vio al fantasma que la había señalado anteriormente saludando con alegría a la niña.
—¡Bones, Susan!
—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.
—¡Boot, Terry!
—¡RAVENCLAW!
La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez. Varios de los estudiantes de Ravenclaw se levantaron para estrechar la mano de Terry, mientras se reunía con ellos. Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender resultó la primera nueva Gryffindor, en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en aplausos.
Luego de unos alumnos más, vio pasar a Hermione hacía al frente con apuro.
—¡GRYFFINDOR! —grito el sombrero.
Amelie vio como Harry se tensaba un poco.
—Todo va a estar bien. —le dijo acercándose un poco a su oído. Harry la miro, y susurró un leve «gracias»
Luego de Hermione, paso el niño del sapo, Neville (si Amelie no recordaba mal) y después paso el que ella conoció como el chico de la tienda de Madame Malkin.
—¡SLYTHERIN! —anuncio el sombrero, el rubio platinado camino con satisfacción hacía su mesa para reunirse con sus amigos.
Mientras menos gente quedaba para seleccionar, más apegada a Harry estaba ella aunque no se diera cuenta.
Hasta que lo tuvo que dejar ir.
—¡Potter, Harry! —llamo la profesora McGonagall.
Amelie susurró un «suerte» (aunque más al aire que a él), vio a Harry pasar al frente y colocarse el sombrero.
—¡GRYFFINDOR! —bramo esté, y toda la mesa estallo en vitores y festejos.
Elie sonrió, feliz por su amigo, aunque esa alegría se acabó al ver a su alrededor y darse cuenta que era la última alumna.
—¡Schmidt, Amelie! —la llamo McGonagall.
A paso nervioso se aproximó al sombrero, se sentó en el pequeño taburete y sintió algo en su cabeza, lo último que vio fue a todo el comedor mirándola atentamente.
Espero, espero, y espero.
—Por un demonio, ¿Cuánto estaré aquí? —pensó, ella no era una persona de mucha paciencia, y menos luego de cinco minutos.
—Oh. —dijo una voz en su cabeza sobresaltado a Amelie— toda una rebelde, demasiado inteligente, mucha rapidez mental, mí primera opción sería Ravenclaw, no... Demasiado astuta.
—Donde estén mis amigos por favor. —le rogó al sombrero, aunque una parte de ella pensara que era algo estúpido.
—En Slytherin serías una excelente bruja, demasiado buena. —el sombrero la ignoro completamente— pero tu... tu quieres ir con tus amigos... ¿Estás segura niña? Harías grandes cosas en Slytherin, como tu madre.
—No. —dijo (mentalmente) firme.
—Bien. —y luego de una espera de diez minutos de silencio en el comedor— ¡GRYFFINDOR!
Amelie suspiro, abrió sus ojos y vio a toda la mesa vitoreando nuevamente. Ella, muy feliz se aproximó a sus amigos que la abrazaron.
—Me alegro que hayas quedado con nosotros Amelie. —le dijo Harry.
—No se librarian tan fácil de mí. —le sonrió y sintió como la levantaban un poco.
—¡Niña! —exclamaron dos voces al unísono— bienvenida a la familia. —Elie se dio vuelta y reconoció a los dos pelirrojos idénticos enfrente de ella.
—Gracias, fotocopias. —les dijo codeandolos un poco.
Amelie se sentó entre Ron y Harry, estaba muy feliz, aunque tomándose un segundo, pensó en todo lo que le habían comentado desde que llegó su carta de Hogwarts.
“Corazon puro y inteligencia ilimitada”
“Tal como tu madre”
“¿Lo estás viendo?”
Pero decidió disfrutar el resto de la noche junto a sus amigos, en su nuevo hogar.
Amelie vio como el director se levantaba, tenía una expresión de felicidad y los abrazos abiertos, como queriendo transmitir un abrazo.
—¡Bienvenidos! —dijo— ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero decir unas pocas palabras. Y aquí están ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!
Amelie río y se giró a Ron, este estaba con los ojos abiertos mirando a la mesa.
Ella lo imitó.
—¿Que tanto comimos en el tren? —pregunto Ron anonadado.
—No lo suficiente al parecer. —respondió Amelie con una sonrisa y tomando comida.
Junto con el pelirrojo llenaron su plato de comida y sus vasos de jugo de calabaza, la comida los ponía de un real buen humor.
—Eso se ve... Delicioso. —dijo apenado el fantasma de Gryffindor.
—¿No puede...? —pregunto Harry hacía este.
—No e podido comer en cuatrocientos años. —respondió el ser transparente— claramente no es necesario pero lo extraño.
—No imagino por qué, no podría dejar de comer ni muerta. —Amelie se atragantó un poco al ver su error— claro que, hay excepciones... ¿No Ron? —dijo codeandolo un poco.
—¿Eh? —Amelie le lanzó una mirada furtiva— ah, si, si claro.
El fantasma los miro con recelo.
—No me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio. —dijo orgulloso— el fantasma Residente de la Torre de Gryffindor.
—¡Yo se quién es usted! —dijo sorpresivamente Ron— mí hermano me lo contó ¡Usted es Nick Casi Decapitado!
Amelie miro confusa a Ron.
—¿Cómo demonios sería casi decapitado? —un pelirrojo de unos años mayores a ellos se escandalizó un poco ante su selección de palabras.
Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado.
—Así. —dijo enfadado. Se agarró la oreja izquierda y tiró. La mayoría su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro, como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de decapitarlo, pero que no lo había hecho bien.
Pareció complacido ante las caras de asombro y volvió a ponerse la cabeza en su sitio, sin embargo Amelie miro su plato de comida y se ergio en su asiento, su apetito había desaparecido.
—¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este año nos ayuden a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto tiempo sin ganar. —dijo algo avergonzado— ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces seguidas! El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable... Él es el fantasma de Slytherin.
Los tres amigos de volvieron a la mesa de Slytherin, y vieron un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada.
—¿Cómo está cubierto de sangre? —pregunto Seamus Finnigan, un alumno de pelo color arena.
—Nunca le he preguntado. —dijo delicadamente Nick Casi Decapitado.
Amelie termino de comer (el corto apetito le duro poco) y se recostó en el hombro de Harry.
—Estoy llena. —se quejo con los ojos cerrados.
—Yo también, creo que nada... —Harry no pudo terminar ya que delante de ellos aparecían cualquier tipo de postres; Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, todo tipo de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, frutas, jalea, arroz con leche...
—¿Te gustan tanto las frutas? —le dijo Harry asombrado a su amiga al ver cómo se servía mango, cerezas, fresas y una manzana verde— aunque debo admitir que nunca fui muy fan de las manzanas verdes.
Amelie abrió la boca ofendida.
—¿Cómo dijiste Potter? —replico acercando una manzana verde a su rostro— esto que ves aquí, es la mejor de todas las manzanas del mundo.
Harry se sirvió una tarta mientras negaba, con gracia.
—No discutiré ahora sobre esto, quiero comer mí tarta en paz, y si discuto contigo no podré.
Amelie río y mientras comían escucho la conversación de su alrededor.
Yo soy mitad y mitad. —dijo Seamus— mi padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.
Los demás rieron.
—¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja —dijo Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de mí. Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de Blackpool, pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años.
Amelie dejo de prestarle atención y se centro en Harry que parecía estar escuchando a Hermione hablando con uno de los hermanos de Ron.
—¿Cómo te sientes Harry? —le pregunto con una sonrisa.
—Muy bien, me sorprendí mucho cuando llego mí carta. —le dijo con alegría.
—¿No sabías que tenías magia? —pregunto Amelie sorprendida— yo lo se desde que soy pequeña.
—Si, bueno, mis tíos no son los mayores partidarios de la magia. —le contesto con desagrado— son muggles.
—Oh, yo tengo una tía muggle, vive en América.
—Asombroso, mí tía es un desagrado total, una vez uno de sus perros casi me muerde. —recordó con desagrado.
—Yo tengo una mascota. —le dijo con una sonrisa— se llama Rosie, la tendrías que conocer, es muy cariñosa.
—Es un trato.
Amelie termino de comer su cereza y vio como Harry tocaba su cicatriz.
—¡Ay! —dijo frotando su mano contra su frente.
Amelie corrió su cabello para ver si su cicatriz estaba bien.
—¿Qué ha pasado? —preguntó el hermano mayor de Ron.
—N-nada. —Elie lo miro con desconfianza.
—¿Estás seguro Harry?
—Si, estoy bien.
Amelie decidió guardarse las preguntas.
Se volteo para ver el comedor a sus espaldas era asombroso.
—Hey, Amelie. —la llamo alguien, cuando encontró a la persona que lo llamaba se dio cuenta de que era Cedric.
—Hola Cedric.—le dijo sonriente— ¿Todo bien?
—Todo bien niña. —contesto amablemente— algo me dijo cuando te conocí que serías una leona. —comento feliz— ¿Tu estás bien?
—Nunca mejor. —ella hubiera seguido hablando con el, pero la voz de Dumbledore retumbó en el Gran Comedor.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que hacer para el comienzo del año.
»Los de primer año deben tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Amelie vio como los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.
—El señor Filch, el celador, me ha pedido que les recuerde que no deben hacer magia en los recreos ni en los pasillos.
»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.
»Y por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.
Amelie río junto a Harry, pero fueron de los pocos.
—¿No estaba de broma? —pregunto ella a Harry.
—Segun Percy, no.—le respondió apuntando con la cabeza al pelirrojo.
—¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio! —exclamó Dumbledore.
Elie vio como las sonrisas de los profesores se volvieron forzadas.
Dumbledore agitó su varita, como si dibujara un resorte, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras.
—¡Que cada uno elija su melodía favorita! —dijo Dumbledore—. ¡Y allá vamos!
Y todo el colegio vociferó:
Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts,
enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire,
pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena saber, haz que recordemos lo que olvidamos, hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto,
y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.
Todos terminaron la canción en tiempos diferentes, aunque al final solo los gemelos Weasley siguieron cantando con Dumbledore dirigiendo.
—¡Ah la música! —dijo enjuagando sus ojos— magia más poderosa que la que hacemos aquí, ahora a dormir. ¡Sigan a los prefectos hasta sus salas y dormir bien!
Los de primero siguieron a Percy, Amelie estaba muy cansada, aunque cuando cruzó miradas a lo lejos con Cedric, le dirigió una sonrisa en forma de saludo.
Caminaron por los pasillos, ella y Hermione observaban con atención los cuadros mientras estos los señalaban y hablaban.
Pasaron por puertas, escaleras y tapices que parecían no tener nada detrás, hasta que en un momento Percy los hizo detener súbitamente haciendo que Amelie chocará con Ron.
—Ay, perdón Ron. —le dijo.
El hizo un deman con la mano quitándole importancia.
Amelie miro hacia arriba y noto nos bastones que flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.
—Peeves. —susurró Percy a los de primer año— es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist. —levantó la voz— Peeves, aparece.
La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo. Elie hizo su mayor esfuerzo por no reír.
—¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?
Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.
—¡Oooooh! —dijo, con un maligno cantar— ¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!
De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se agacharon.
—Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio! —gritó enfadado Percy.
Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.
—Tendrán que tener cuidado con Peeves —dijo Percy, mientras seguían avanzando—. El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni a los prefectos escucha.
Caminaron un poco más y se detuvieron ante el retrato de una mujer regordeta con un vestido rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.
Amelie se fascino con los colores cálidos y la decoración de la sala.
Antes de tomar las escaleras que Percy les señalaba a las chicas se acercó a Ron y Harry.
—Descansen chicos. —les dijo en un abrazo el cual ellos correspondieron— nos vemos mañana.
—Hasta mañana Amelie. —contestaron.
Y cuando ella tomó las escaleras Ron hablo:
—Me cae muy bien, es graciosa. —dijo caminando hacia su habitación.
—Si... A mí también. —agrego Harry mirando hacia donde ella había estado hace unos segundos.
•••
Amelie subió con Hermione y se encontraron con sus cosas en una habitación.
—Genial, compartiremos cuarto. —dijo la de pelo ondulado.
—Si, podrás ayudarme a estudiar. —le dijo con gracia.
Cuando entraron se encontraron cinco camas con pertenencias arriba, Elie camino hasta la que tenía su baúl y comenzó a organizar sus cosas; colgó su ropa en un pequeño armario a un lado de su cama, puso dos cuadros (uno con una foto de su familia y otra con una de su mascota), una velita en su mesa de noche y armó su mochila para el día siguiente.
Saludo a sus compañeras de cuarto, Lavander Brown, Emily Bright y Anna Kendrick, para subirse a la cama de Hermione y hablar un rato, con las cortinas cerradas para no molestar claro.
—¿Cómo te sientes Amelie? —le pregunto Hermione.
—Honestamente, todos los nervios fueron disipados. —dijo con una sonrisa— estoy con mis amigos, la escuela me gusta mucho y te tengo a ti por si tengo que copiar algo. —le toco un poco el codo a lo que Hermione río un poco— ¿Y tú?
—Estoy bastante ansiosa, pero bien, estoy contigo, estoy bastante segura de que me irá bien en clases. —le sonrió— mejor vámonos a dormir, mañana tenemos que levantarnos temprano Amelie.
—De acuerdo mamá. —rodo los ojos— no me digas Amelie, para ti es Elie. —agrego bajando de su cama— descansa Herms.
—Descansa Elie.
Amelie fue hasta su cama, donde subió y se tapo, con la luz de la luna observo un poco su varita, cada vez que la tocaba veía un leve brillo azul.
Hizo una lista mental de cosas que haría mañana y vago un poco por su mente, ¿Por qué Cedric dijo que le veía parecido a alguien? ¿Por qué parecen sorprenderse por su apellido? preguntas sin respuesta, concluyó ella.
Y con una sonrisa y la luz de la luna, durmió.
ggg hellou my people, como están? Espero q bien, yo tendría q estar durmiendo pero la verdad PAJAAA, a parte está lloviendo y me gusta el sonidito
Yo queriéndome hacer la interesante en el libro y quedó como pelotuda JAJAJAJAJ dios
Bueno x, tengan lindo día tarde o noche, voten y comenten bye bye
Recuento de palabras: 40067
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