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Kim Taehyung corría por el bosque de pinos, con toda la fuerza que sus cuatro patas le daban; no le importaba la lluvia, mucho menos mojar su pelaje. Correr le daba tranquilidad, disminuía su ira irracional y le ayudaba a olvidar; así que, aunque su día hubiera estado jodido, podía olvidarse de ello corriendo.
Sólo detenía su recorrido para admirar el paisaje que ya conocía como la palma de su mano; y sin embargo, nunca se cansaba de esas imágenes a su alrededor, de las montañas nevadas que se veían a lo lejos, del olor a pino y tierra mojada, del cielo cubierto siempre de nubes, de los grandes pinos. Huir de su hogar con Jimin era algo descabellado, ¿En qué estaba pensando?, la parte racional de su cabeza le aclaraba que él no podía hacer algo como eso, tampoco podía dejar a su padre y el lugar donde había crecido.
Tenía que impedir esa boda de algún modo, pero aunque por mucho que lo pensará y buscará mil ideas en su cabeza, para evitar el matrimonio, no lograba dar con una. Le resultaba imposible; la situación de su manada pendía de un hilo.
Los humanos, seres que perdieron el camino y la espiritualidad; aquellos que se creían reyes de todo y todos, los estaba atacando, más bien cazando. Necesitaban ayuda y la única forma que encontraba era unir manadas para unir fuerza y protegerse entre ellas.
Parecía muy tonto y antiguo, que para que esa unión de manadas se logrará, fuera necesario un matrimonio; Se trataba de tradiciones, costumbres y reglas que él no entendía, ni quería entender. Esas costumbres dictadas por dioses que Kim nunca vio, justo ahora, lo estaban haciendo sentir miserable, le estaban arrebatando a Jimin, el Omega que él amaba con todas sus fuerzas. Siguió corriendo, la ira de nuevo regresando a su sistema.
Se detuvo en seco cuando detecto un fuerte olor que no era para nada familiar y frunció el entrecejo. Ese olor gritaba ALFA por todos lados, pero también había otro olor embriagador mezclándose. Aun así, la presencia de un alfa que no era de sus tierras; un alfa que no pertenecía a ese lugar, no debía significar buenas noticias.
Detecto con más fuerza de dónde provenía el olor para encontrar la dirección y corrió siguiendo el rastro, no se arriesgaría a nada que pudiera significar un peligro para su manada.
Se detuvo de nuevo y camino de forma siguiloza, el aroma a alfa y el aroma embriagador provenían del mismo lobo y cada vez eran más fuertes. Frente a él se encontraba un lobo de piel dorada. Taehyung era al alfa más grande de su manada, pero el lobo frente a él podía compararse a su tamaño, no podía percibir quien de los dos era más grande e imponente; quería acercarse para comprobar si era peligroso o no, pero el lobo volteó a mirarlo y parecía sonreír burlón. Taehyung no podría estar más sorprendido, los ojos de ese lobo eran negros como dos pozos sin fondo, un cambia formas normal debería tener unos ojos dorados o plateados, el color no debería variar, había algo extraño en el alfa, sobre todo por el aroma embriagador que desprendía.
—Espiar es malo pequeño —el lobo le hablo con burla, Taehyung bufo molesto y si estuviera en su forma humana hubiera rodado los ojos, él no era ningún pequeña. Dejando eso de lado, estaba mareado por el olor que el otro lobo desprendía, fuerte, poderoso y a su vez excitante, un olor que no podría describir.
—¿Quién eres y qué haces en mis tierras? —Taehyung no se dejó intimidar, él nació para ser el próximo líder de la manada del norte y no podía verse doblegado ante ningún otro alfa. Mucho menos, podía aceptar que otro alfa le hablara con burla cuando a él todos se dirigían con respeto.
Se acercó al lobo dorado y alzo su pecho. Sonrió, sonrió sintiendose un poco orgulloso cuando se dio cuenta que el otro alfa no era más grande que él, sólo un poco más bajo.
—¿Entonces estas son tus tierras? —El alfa lo miró con desprecio y Taehyung no entendía quien se creía ese tipo para ser tan altanero en un lugar que no eran sus tierras. Taehyung podría llamar a los demás lobos de la manada y atacarlo en cualquier momento, arrancarle la piel hasta la muerte y empalar su cuerpo del estomago en un árbol, de los ubicados en los límites de su frontera para abvertir a cualquiera que quiera entrar en sus territorios.
—Así es —mencionó con orgullo. La ira despejándose de su cuerpo pero dejando a un la irritabilidad. Por alguna razón incomprensible, el otro alfa le ponía los pelos de punta y lo molestaba más de lo que debería. Tenía muchos deseos de aplastarlo.
—Pronto también serán mis tierras —dijo el alfa, Taehyung no lo comprendió en su momento.
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