¿Y a ti que mosca te picó?
EMMA
Me la pensé más de dos veces antes de ir a ver a Fred, pero no me sentía a gusto dejándole todo el trabajo, porque eso igual me afectaría a mí, solo esperaba que no me mandara directito al carajo.
Al inicio pensé que sí, porque azotó la puerta con fuerza después de abrirla y ver que era yo, pero luego de insistir el abrió la puerta, su cabello pelirrojo estaba tan alborotado, tenía una camisa blanca que era demasiado grande para él, tanto así que le dejaba un hombro descubierto, su pantalón de pijama era lo mejor, porque tenía cascos de Darth Vader. Es seguro que en otro momento me hubiera reído de eso, pero ahora no era momento para eso.
Se veía horrible, no quiero ser grosera, pero era cierto, aunque de algún modo era mi culpa por no hablarle antes para ponernos de acuerdo, tenía los ojos con las ojeras más grandes que he visto en toda mi vida, pero aun así, no dejaba de ser guapo el condenado, si ya sé que dije que se veía horrible, pero me refería a que no se ve que la esté pasando muy bien.
Ni siquiera me saludo, lo primero que hizo fue llenarse la boca de pizza, me pareció adorable, también levantaba mi ego saber que era su salvadora en este momento. Le hice saber que su cuarto estaba lo que seguía de desordenado, como siempre fue rudo con su respuesta, creo que eso de tratarme bien nunca se le va a dar.
Por eso le pregunte porque me odiaba, pensé que tal vez eso rompería el grueso hielo que él puso entre ambos, pensé que lo hablaríamos y lo resolveríamos, pero solo termine dándome cuenta de que si tenía algo en mi contra, pero sería difícil descifrar exactamente qué.
A pesar de eso, le dije que durmiera un rato, que yo haría los cálculos mientras el dormía. Lo merecía, si soy honesta, desde que entre a su cuarto pude notar lo mucho que se estaba jodiendo para hacer bien el proyecto.
Le mentí cuando dije que sus cálculos estaban mal, bueno si tenían errores, pero se podía arreglar fácilmente, solo se había equivocado en un par de signos, me sorprendió bastante eso, Fred es un cerebrito en todo el sentido de la palabra, es difícil de creer que comenta errores de secundaria. Quien sabe, tal vez tenga más cosas en mente, pero para su suerte, yo si tenía la cabeza despejada y no por fumar marihuana.
Es solo que había aprendido a despejar mi cabeza en momento así, de nada sirve tratar de concéntrate en una sola cosa si tienes mil más en la mente. Le podría ayudar a él con eso, pero no me dejaría.
Termine los cálculos más rápido de lo que había pensado, apenas eran las tres de la mañana, supongo que debería irme. Cuando me levante y vi todo el desastre me estrese un poco. Un poco demasiado.
No suelo ser la persona más ordenada, pero si me molesta el desorden ¿irónico, verdad?
Entonces me puse manos a la obra, primero tire algo para saber si Fred seguía siendo de sueño pesado como cuando éramos niños. Efectivamente lo seguía siendo. Así que tomando en cuenta esto, me puse a arreglar lo mejor que pude, la verdad me quedo bastante lindo.
Le deje una nota en el microondas.
“Hay pizza adentro, caliéntala y nos veremos a las once en la biblioteca para planear mejor la maqueta”
Para este momento ya eran las cinco de la mañana, abrí la puerta con cuidado, apague la luz, cerré y le fui, hacia demasiado frio afuera.
Llegue a mi cama rendida, dormir no fue un problema, nunca me resultaba difícil dormir, eso era un bendición. Pero soñé algo extraño, Fred repetía una y otra vez “No te odio Emma” pero lo decía como si fuera en serio, no lo sé, mi mente le encanta irse por la tangente siempre.
Al día siguiente me desperté más tarde de lo planeado, da igual, ser puntual no me queda, así que me quede acostada un rato más, dormir a las cinco de la mañana no es nada recomendable, sientes como si te hubieran arrollado dos veces, luego te hubieran pateado y hubieran drenado toda la energía de tu cuerpo, dormir a las cinco era parecido a toparse con un Dementor.
Cuando me digne a levantarme de la cama ya eran cuarto para las once, y eso solo significaba una cosa, que llegaría tarde con Fred para hacer lo demás del proyecto.
Comencé a hacer todo lo más rápido que podía, vestirme, lavarme los dientes, bañarme, encontrar mis zapatos, bueno no en ese preciso orden ¿se imaginan lo desastroso que sería meterse a bañar vestida mientras lavas tus dientes y buscas desesperadamente tus zapatos en la regadera?
Cuando termine, ya iba diez minutos tarde.
«Perfecto Emma, hora de poner en practica eso que aprendiste en el campamento de verano al que fuiste hace años»
Aún recuerdo con cariño las carreras de relevos, esas eran de mis favoritas, porque soy muy ágil y buena corriendo, solo espero no haber perdido el toque.
Cuando corrí por las escaleras como si de eso dependiera mi vida supe que sí, si había pedido mi toque, cuando llegue al final del edificio sentía como si mis pulmones se hubieran quedado sin aire, pero no me quedaba más remedio que seguir corriendo hasta llegar a la biblioteca, por suerte, no estaba tan lejos.
«Seguro me veo fantástica corriendo con tacones» pensé. Lo sé, dirán ¿correr con tacones, eso no es medio suicida? Pues sí, pero también es cool.
Entonces llegue a la biblioteca, mi corazón soltaba mil latidos por minuto, ni siquiera sé si eso es peligroso o normal, no se de medicina, solo sabía que sentía que estaba al borde de una taquicardia.
Comencé a buscar con la mirada a Fred, pero no lo veía por ningún lado, tal vez porque estaba tan mareada que veía borroso, entonces alguien toco mi hombro. Me gire y me di cuenta de que tenía a Fred a muy escasos centímetros de mí, tenía una expresión divertida, era la primera vez en años, de verdad en años que Fred sonreía conmigo presente. Pues es claro que en algo hemos tenido avance.
―¿Estas bien? Parece que estabas huyendo de un fantasma. —se burló.
No conteste porque necesitaba respirar, así que él siguió hablando.
―Ven, vamos a sentarnos para que respires. —sugirió el, tomándome del brazo para llevarme a la mesa más cercana.
―Gracias—. Dije cuando nos sentamos.
El comenzó a reír.
―No hay de que, a la próxima solo dime que llegaras tarde.
—Lo haría de no ser porque no tengo tu número―. Dije recuperando el aliento.
Él puso los ojos en blanco y cambio la expresión, como si hubiera dicho algo malo.
—No hace falta que te lo pase, con mi correo electrónico está bien.
—Que anticuado, pero está bien, me gustan las cosas retro. —admití.
―No te confundas Emma, solo hablamos por el trabajo, si me quieres hablar por email para eso está genial, pero no hace falta que finjas que te agrado.
—No finjo que me agradas. ―confesé.
Él se recargo en su silla, asintió la cabeza un par de veces como si estuviera analizando un problema matemático. Para luego cambiar de postura y como no, también de tema, esa era su especialidad.
—Sobre el proyecto estaba pensando en que podríamos hacer una maqueta basada en…―Él comenzó a hablar de cosas técnicas que prefiero no escribir ya que eso sería aburrido.
Fred siguió dando ideas, lo escuche con atención, le di algunas de mis ideas y al contrario de lo que pensaba, si funcionábamos bien como un equipo, lo que era maravilloso, de hecho estaba segura de que nuestro trabajo sería el mejor de todos.
Eso no sería sorpresa para nadie, los dos cerebritos del salón trabajando juntos es igual a éxito seguro.
Pero aun así había un problema, cuando estaba con Fred para hacer el proyecto actuaba como si fuera su amiga pelinegra o su amiga castaña, sin embargo, cuando dejábamos de hacer el trabajo su personalidad cambiaba drásticamente, como si de alguien nuevo se tratara, un Fred grosero y cortante, él no me agradaba.
Era molesto, porque mi forma de trabajar siempre es rompiendo el hielo y conociendo la persona para así trabajar mejor, pero con él esto era imposible, en serio, imposible.
Saliendo de la biblioteca ponía una barrera de acero impasable, como si de protegerse se tratara, yo no pensaba hacerle daño o algo parecido, yo solo quería ser su amiga, ¿Por qué no me dejaba ser su amiga y a otra gente si? ¿Es que acaso alguna vez le hice algo malo? Lo dudo mucho, porque éramos mejores amigos.
En fin, misterios sin resolver yo creo.
Ya solo faltaba un día para entregar el proyecto, pero estábamos más relajados que al inicio, porque nuestra maqueta estaba quedando increíble, es cierto que dos mentes trabajan mejor que una. Estaba emocionada por ya terminar con esto de una vez por todas, seguro que el igual.
—Está quedando perfecto. ― aseguró él.
Tenía toda la razón, hasta era una obra de arte. Esa noche terminamos de trabajar a las 11.
El alivio inundo nuestros cuerpos y nos dejó respirar con más tranquilidad.
—Deberíamos ir a una fiesta para celebrar. ―sugerí con entusiasmo.
El frunció el ceño, ya sabía lo que venía, el rechazo, su mala cara y sus contestaciones horriblemente cortantes. Les juro que una daga duele menos que su forma de tratarme.
Pero entonces, paso lo inesperado.
—Ok, acepto, vamos a una, pero tú manejas.
Me quede boquiabierta, no pensé que este tipo de cosas pudieran pasar, al menos no en este universo. Fred aceptando una invitación mía, eso sí que era novedad, hoy va a llover, eso es seguro, igual y hasta tiembla.
―Salgamos ahora antes de que cambie de opinión.
—Sí, solo deja voy por un abrigo a mi habitación. ―le dije.
—No hace falta, puedo prestarte mi suéter si lo necesitas. ―ofreció él.
Ok, algo raro estaba pasando aquí, esto no era normal en ningún sentido, ¿necesitará ayuda médica? ¿Estará delirando y piensa que soy alguien más? ¿Lo habrá poseído el demonio de la amabilidad?
«Dudo mucho que exista un demonio que haga buenas acciones» pensé. Fred me veía con atención, esperando a que dijera algo.
Así que dije lo primero que se me paso por la cabeza.
─ ¿Y a ti que mosca te pico, eh? ─le cuestione.
Él se encogió de hombros sonriendo, espera ¿sonriendo? ¿Qué mierda le sucede? Mejor ni me quejo, prefiero mil veces esta versión turbia y extraña de Fred que la original.
Ambos caminamos hacia la puerta, el cerro, y yo, no lo sé, me sentía rara, algo raro se estaba apoderando de mi cuerpo, una sensación que no me creía capaz de asociar con Fred, de hecho eran varias, emoción, paz, calidez, cariño, sobre todo la última me causaba conflicto.
«No pienses mucho en eso, solo es confusión porque él no suele ser muy amable contigo»
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