Problemas y noches felices
EMMA
Estaba en un lugar no muy lejos de la universidad, en un parque cercano de hecho, un remoto lugar al lado de la carretera, Fred no me dijo cuándo llegaría, por eso cuando me tomo por los hombros estuve a nada de dejarlo sin descendientes.
Sería divertido saber cuál de los dos se asustó más. Ambos reímos mucho por eso.
Mientras caminábamos he íbamos platicando, estábamos tan cómodos, todo se sentía maravilloso, me encantaba estar ahí, con él, en éste momento y pensar que ya había perdido la esperanza de que algo así sucediera.
Fred se portaba tan lindo, justo como cuando éramos unos niños, la nostalgia invadía mi cuerpo, no quería nada que no fuera esto.
Algo así como media hora después, recibí una llamada de Matt, el no suele marcarme jamás, ni aunque este muriendo alguien, por lo que me alerte.
Ambos nos vimos extrañados, no entendíamos que estaba sucediendo.
No alcancé a contestar la llamada, cuando entonces un montón de notificaciones bombardearon mi celular con mensajes de Matt.
Alcancé a leer un mensaje que decía “necesito verte, ya voy camino a tu habitación”
—Matt siendo Matt. Quiere que vaya a verlo.
Fred hizo cara de puchero, entendía porque, yo tampoco quería que nuestra cita se tornara en algo así, pero bueno, los amigos siempre van antes que los penes, es una ley.
—¿De verdad tienes que irte?
—Parece urgente. — expliqué.
Fred se ofreció a llevarme a la universidad, lo que agradecí con todo el corazón.
—Tranquilo pelirrojo, ya nos veremos después. —le dije sonriendo mientras íbamos en el auto.
—Lo sé, pero yo quería estar contigo hoy.
—Te prometo que te lo voy a compensar.
— ¿Y cómo lo harás?─ preguntó él.
—Ya nos pondremos de acuerdo para eso. — puse mi mano en su pierna, lo suficientemente arriba para hacerle sentir mariposas en el estómago.
Fred me volteo a ver con una sonrisa nerviosa.
—Me encanta que hagas eso, pero por favor, quita tu mano, no quiero que tengamos un accidente.
— ¿Qué? ¿Acaso no te puedes concentrar? —le pregunté subiendo más la mano.
El negó con la cabeza. Comencé a hacer círculos con mis dedos por su pierna, a veces más cerca, a veces más lejos. Notaba como Fred tragaba saliva con dificultad, estaba segura de que su corazón latía fuerte, porque lo escuchaba, si guardaba silencio podía escucharlo, tenía un ritmo acelerado que por momentos cesaba cuando me acercaba.
—Tienes razón, será mejor que no lo haga, de verdad no quiero que choquemos─— Me separe de golpe.
Eso dejo confundido a Fred, supongo que él ya se estaba esperando lo que seguía, pero no iba a ser fácil para él.
Luego de un rato de tensión y silencio, llegamos a la universidad, bajamos del coche y corrí lo más rápido que pude a mi habitación, porque Matt ya me estaba esperando ahí.
Justo como pensé, él ya estaba algo impaciente y claro que me hizo preguntas por montones.
— ¿Dónde estabas? Pensé que habías dicho que te quedarías estudiando todo el día.
—Se lo que dije, pero salí por algo de aire fresco. —explique mientras abría la puerta.
—Lo que tú digas. —Era obvio que no me creía.
Noté el tono alterado en su voz. Cuando entró, comenzó a caminar en círculos, viendo hacia el piso, contándome lo que había pasado, aguanté las ganas de reírme, porque la situación me parecía algo ridícula.
Estaba tan inquieto, como si todo su mundo se hubiera derrumbado, aunque no perdería sentido, Matt está ensimismado con Ly, ella le dio un giro a su vida, uno que él no esperaba, creo que hacerla sentir mal jamás estuvo en sus planes.
—Matthew ¿podrías dejar de caminar en círculo? Me estás mareando.
—Si perdón—, por fin tomo asiento, su pierna se movía con rapidez, la ansiedad era lo que más resaltaba de su persona en estos momentos. —¿Tú que piensas?
— ¿Quieres que sea honesta? — él asintió, —Actuaste como imbécil.
Bien, fui algo ruda, entiendo que la interacción con chicas no es el fuerte de Matt, pero bueno, uno no nace siendo tan tonto.
Y obvio se lo dije, porque ¡Dios! Parece que los hombres de verdad tienen algún tipo de daltonismo, que solo aparece cuando se trata de indirectas.
— ¿Crees que ella se vaya a enojar conmigo? —preguntó él.
«Obvio va a estar enojada, hasta la pregunta me sorprende» Pensé.
—Quien sabe, pero creo que tienes que compensárselo.
—¿Y cómo voy a hacer eso?
Me encogí de hombros.
—No sé. Invítala a un lugar bonito y hazle saber que si quieres besarla. Sé romántico o que se yo, tú la conoces mejor, prepara algo que sepas que le va a gustar, pregúntale a sus amigos que se yo.
«Así hasta yo lo perdonaría. Aunque eso es demasiado cursi para mi gusto.»
Los ojos de Matt se iluminaron, como si le hubiera dado todas las respuestas a todas las preguntas del mundo.
Me abrazo con fuerza y más rápido que tarde salió corriendo para planear su gran disculpa.
Ojala pueda arreglar las cosas con Ly, me gustaba verlos juntos, yo quería tener algo así y no sabía si lo lograría con Fred, no digo que no tenga esperanzas sobre lo que sea que tengamos, pero tampoco tenía certeza.
Y la certeza es lo más importante y valioso que uno tiene al enamorarse. Sin eso, no hay nada más, o tal vez si, solo que no es tan seguro.
Me tire en la cama, viendo hacia el techo.
Lo primero que pensé fue en marcarle a Fred, pero no sabía si él estaría ocupado hablando con Ly, seguro ella ya le habría hablado.
Pero aun así, me decidí a mandarle un mensaje, solo para saber si estaba ocupado.
Respondió tan rápido que me sorprendió, casi como si estuviera esperando mi mensaje.
No, nada ocupado ¿quieres que vaya a verte?
Parecía que había leído mi mente. Sonreí para mí misma, apretando el celular contra mi pecho. No tardó mucho en llegar, ventajas de vivir en el mismo campus.
Entonces tocó la puerta y yo ya sabía que era él, su forma de tocar puertas era muy singular.
Me incorporé rápido y abrí la puerta. Para mi sorpresa, Fred estaba recargado sobre el marco de la puerta y no sé por qué, pero eso me puso nerviosa.
— ¿Dónde nos quedamos? —preguntó él.
— ¿Estás seguro que quieres que iniciemos por ahí? —dije dando una vista rápida hacia abajo.
Fred me tomó por la cintura acercándome a él para besarnos y así cerró la puerta detrás de nosotros, empujándome de poco en poco hasta lograr tirarme a la cama.
—Si creíste que dejarme emocionado dos veces y luego irte no tendría consecuencias, estas muy equivocada rubia. —dijo Fred.
—Te odio tanto pelirrojo.
—Me odias tanto que me besas a escondidas, me abrazas cuando nadie nos ve y finges que no me conoces en clase cuando más tarde seguro te me estabas insinuando.
—Esa fue tú idea. —dije con la respiración agitada.
Fred ya no respondió, siguió concentrado en lo que me estaba haciendo. Subiendo y bajando con leves besos en mi abdomen, y abajo, más abajo.
Mi espalda se encorvaba por momentos, él de verdad sabía lo que estaba haciendo, disfrutaba hacerlo, eso era lo mejor de todo, hacía que se sintiera increíble.
No hay nada más sexy en este mundo que un chico que hace lo que sea para complacer a una chica.
Ni siquiera tenía que preguntarme si estaba bien, mis simples movimientos decían todo por mí. Pero a pesar de eso, él tenía el control.
Las cosas escalaron más rápido de lo que yo había esperado, me fascinaba.
Él se arrodilló frente a mí, comenzó con suaves besos en mis piernas, de vez en cuando hacia un chupetón en la parte interna de mis muslos, excitándome más. Pero las cosas claro que se pusieron mejores, sus besos iban escalando hasta llegar a donde él quería, respiraciones aceleradas y gemidos era lo único que se escuchaba, trataba de no ser tan ruidosa, no quería molestar a los que seguro estaban estudiando.
Pero eso se jodió cuando estaba nada de llegar al clímax, me aferré a las sabanas con fuerza, Fred puso una de sus manos libres en mi boca.
—Cállate, estás haciendo mucho ruido, hay gente dormida. —dijo mientras aceleraba el movimiento de sus dedos.
Entonces llegué al clímax tratando de reprimir lo mejor que podía mis gemidos, mi cuerpo se relajó, mi espalda que hace unos momentos no dejaba de moverse por los espasmos cayó directo en la cama.
Apenas podía mantener un ritmo constante en mi respiración, pero aún así me levanté, miré a Fred a los ojos, él tenía una expresión de satisfacción y triunfo.
—Siéntate, ahora es mi turno. — le indiqué.
Fred pasó su lengua por su dientes he hizo caso a mi orden. Me senté arriba de él. Tenía pensado empezar con simples besos y subir la intensidad tal como él lo hizo, pero entonces me di cuenta de lo duro que estaba.
Aún así seguí besándolo, moviéndome de vez en cuando, mierda, se sentía delicioso.
Entonces hice lo que llevaba un buen rato queriendo hacer, yo sabía que él también lo deseaba, no sería capaz de admitirlo en voz alta, pero no hacía falta para que yo me diera cuenta.
Así que sin quitarme arriba de él, comencé a desabrochar su pantalón, metí la mano he hice mi trabajo, cuando de la nada, su celular comenzó a sonar.
—Mierda. —dijo Fred.
—¿Quién es? — le pregunté sin dejar de tocarlo.
—Es Ly.
—Contesta. —le indiqué mientras me quitaba de encima.
Ahora era yo la que se arrodillaba ante él. Lo puse en mi boca justo cuando él contestó la llamada.
Me sorprendía lo sereno que se mantenía, su voz no sonaba agitada o algo así, pero de todas formas notaba que lo estaba disfrutando por la forma en la que apretaba una almohada que estaba su lado.
No fue una llamada muy extensa por suerte, tardó alrededor de unos veinte minutos en colgar. Cuando lo hizo, gimió, tan fuerte que supe que desde hace rato se moría por hacerlo, así que yo aceleré mi movimiento justo como él había hecho y así hasta que terminé con ambas manos manchadas.
Él me vio con una sonrisa, la mejor sonrisa que jamás me habían dado. Estoy segura de que esto fue de las cosas más divertidas que había hecho. Fred se levantó por algo de papel para que pudiera limpiarme, no dejó que yo lo hiciera, él lo hizo por mí y me dio un beso en la frente.
Ambos nos acostamos en la cama, él me dejó abrazarlo, era raro, yo no solía abrazar a los chicos con los que hacia este tipo de cosas, por el simple hecho de que no me gustaba que se encariñaran conmigo.
Es que con Fred era distinto, yo creo que siempre lo fue, que yo recuerde, nunca me había enamorado de alguien como lo he estado de él, todos los otros chicos solo fueron pasajeros, lo sé suena horrible, pero es cierto.
No hay nadie que me haya interesado de la misma forma que el chico pelirrojo que tenía al lado, acariciando mi cabello, mi brazo y no dejando que me separe.
Como deseaba que él se sintiera de esta misma forma, pero no estaba segura de que él quisiera hablar del tema.
Me gustan las cosas como están ahora, pero también me gustaría saber lo que piensa de esto, de nosotros.
Ese día en su casa las cosas no quedaron muy claras y yo por idiota no pedí más explicaciones.
«Ya habrá tiempo para eso, ten paciencia, con Fred solo debo tener eso»
—¿Recuerdas la vez que me besaste en el patio de tu casa y salí corriendo?
«Por supuesto que lo recuerdo, me dejaste traumada, idiota»
—Perdón por eso. —Contestó él por mi falta de respuesta.
—No te disculpes por eso, pasó hace años.
—Bueno entonces discúlpame por la vez que te besé en el auto y también salí corriendo.
—Te disculpo. —le dije. —Pero a todo esto ¿por qué quieres disculparte? ─pregunté.
—Porque te he tratado muy mal y me arrepiento, no quiero que eso vuelva a ocurrir, más bien, jamás volverá a pasar, porque ahora quiero hacer las cosas bien, como debí hacerlas desde el inicio.
— ¿Pero por qué ahora?
—Porque antes era demasiado tonto como para darme cuenta de lo mal que estuve.
Me quedé en silencio, recordando en todas esas veces que Fred huyó de mí, me ignoró o fingía que lo hacía, ¿Qué me asegura que él ha cambiado? Nada, de verdad, nada. Pero quería quedarme, no sé por qué.
—Sé que mereces una explicación, si yo fuera tú la querría. ─habló él de nuevo.
—Bien, entonces explícame—. Me acurruqué más en él.
—Es que, es la excusa más imbécil que vas a escuchar en toda tu vida, aparte no creo que sea una justificación.
—Dímela, prometo no reírme de ti y llamarte tarado.
—Tienes razón, a mis padres no les agradas, desde que éramos niños me decían que no me acercara a ti, porque eras “la enemiga”. Cuando le dije a mamá que estaba enamorado de ti, ella me dijo que no debería, que el amor me iba a distraer de lo que de verdad era importante, o sea, ser mejor que tú en todos los aspectos. —suspiró con pesadez. —Ya puedes reírte.
—No quiero sonar grosera, pero que se jodan, ningún padre debería decirle a sus hijos de quien puede y no enamorarse, mucho menos ponerte a competir con otra persona.
—Tú si me entiendes.
—Si, porque yo te conozco mejor que nadie en este mundo y te quiero más que nadie en este mundo.
Lo último me brotó del corazón, salió así nada más, al inicio me arrepentí, pero creo que fue lo correcto.
Vi sus ojos brillar de emoción, lo que me conmovió aún más, pero me daba miedo que lo supiera, eso me ponía en desventaja.
—¿Tú me quieres? —preguntó él.
—Claro que no, yo te odio muchísimo. —dije con sarcasmo.
—Bueno, entonces yo te odio más. —Respondió sonriendo de oreja a oreja.
—No te creo, estoy segura de que yo te odio más.
—Ajá si, lo que tú digas.
Supongo que lo de “te odio” será lo nuestro, creo que cada pareja tiene lo suyo, si es que podemos llamar a lo nuestro una pareja. Da igual, teníamos lo nuestro, eso me ponía muy feliz.
Pensé que Fred se iría en un rato, porque seguro no quería levantar sospechas de que salíamos y yo lo entendía bien.
Pero no fue así, pasó una hora, luego dos, después tres y cuando menos me di cuenta, él ya estaba tan dormido y yo tan acurrucada en su pecho.
Esto de verdad era una maravilla. En medio de la noche, nos volvimos a acomodar, ahora yo estaba de espaldas y el me abrazaba, se sentía genial, hasta un poco familiar, como si lleváramos haciendo esto por mucho tiempo.
Me gustaba estar así de cerca con él, porque me reafirmaba a mí misma que ningún otro chico había causado esto en mí.
Me refiero, jamás me había latido así el corazón por alguien, jamás me había sentido tan cómoda en los brazos de alguien, nunca deseé tanto estar con alguien como con Fred, esa era la diferencia.
Él era lo que necesitaba, no lo que yo creía que necesitaba.
Es por eso que lo odiaba tanto. Que por si no ha quedado claro, que lo “odie” significa más bien que lo amo. Era algo tan complejo y simple a la vez.
Porque Fred logra que lo deteste por lo bien que me hace sentir, me saca de mi zona, mueve sentimientos en mí que creí estancados y eso es espeluznante, pero por otro lado no podía dejar de amarlo por lo maravillosa que me hacía sentir.
No sé si hay una palabra para eso. Asi que por el momento la identifico como “él y yo” así de simple, así de complicado.
Me quedé pensando en ello un buen rato antes de dormirme.
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