Perdón


FRED

Lo que Emma había hecho en su habitación hace un rato seguro me quitaría el sueño por noches enteras, no entendía como alguien podía ser tan sexy sin esforzarse el mínimo en serlo, literalmente, ella respiraba y ya estaba siendo la chica más sexy del mundo.

Era una de las muchas cosas que me gustaban de ella, en realidad me gustaba todo de ella.

Mientras caminábamos por la calle íbamos tomados de la mano, pero cuando llegamos a la entrada la solté, de reojo vi que ella apretó su mano, sabía que le enojaba. Pero tenía que tenerme paciencia, solo serían unos meses, cuando saliéramos todo sería distinto.

Claro que no había hablado de eso con ella, ya tendría tiempo.

La música dentro de la fiesta estaba más fuerte de lo que esperaba, seguro que cuando saliéramos me zumbarían los oídos por meses.

Al instante me arrepentí de venir, pero quería que Emma se divirtiera.

Y vaya que se estaba divirtiendo, de un momento a otro estaba tomando shot, tras shot, tras shot, yo trataba de seguirle el paso, pero mi resistencia al alcohol era nula.

La tomé del brazo para separarla de la barra, me preocupaba que bebiera tanto, mañana tendríamos clases, y ninguno tiene 17 otra vez, las resacas ya no son lo mismo que antes.

—Emma, no quiero ser entrometido, pero estas tomando demasiado ¿no quieres que te traiga algo de agua o comida para que se te baje?

— ¿Y que si no quiero que se me baje? ¿Quién me va a detener, tú? —dijo retándome.

—Sí, yo te pienso detener Emma, me preocupas, vámonos por favor.

—No, yo quiero quedarme. — Dijo saltándose de mi.

Eso ultimo lo dijo con tanta fuerza que una parte de la fiesta nos volteó a ver, entre esa gente, salió un chico, pero no cualquier chico, era Marco.

— ¿Tú de nuevo? Pensé que te había dejado claro que te alejaras de ella.

— ¿Quién te crees para decirme con quien y con quien no puedo estar? Para tu información, ella vino aquí conmigo.

— ¿Viniste con este imbécil? —le preguntó a Emma.

Ella asintió con pesadez, como si el haber venido conmigo no le hubiera gustado.

—Si vine con él, pero creo que no quiere estar conmigo. —confesó ella.

—Claro que si Emma, no me he despegado de ti, hasta bailamos juntos.

—Sabes que no me refiero a eso, pelirrojo. —señaló y noté algo de tristeza en su voz.

Ya comenzaba a notar como arrastraba las palabras.

—Emma, vámonos por favor. —le pedí.

—No, no quiero, ¿Por qué no le dices a todos como es que me tomas de la mano todo el tiempo pero te da vergüenza hacerlo frente a los demás? ¿Es que acaso no te gusta salir conmigo? —dijo al borde del llanto.

—Emma, no digas eso, por favor ven, hablemos afuera.

—Y ahí vas de nuevo, siempre queriendo ocultar todo lo que pasa entre nosotros.

Entonces comenzó a llorar, eso sí me partió el alma. Ella no debía llorar hoy, yo quería que se la pasara bien, esta no era la clase de velada que esperaba.

— ¿Sabes qué? Ya déjalo así, no quiero pelear pelirrojo, mejor llévame a casa.

Me quedé en silencio y seguí órdenes. En lo que salíamos de la fiesta todos me veían con desaprobación, esto era justo lo que yo quería evitar, que la gente se metiera en nuestra relación.

En el camino ninguno dijo nada de nada. La ayudé a bajarse del auto en silencio, la llevé a su cuarto en silencio, la ayude a cambiarse en silencio.

No dijo nada hasta que se acostó.

—Perdón por cómo me puse, no debía decirte todo eso en frente de todos.

—La culpa es mía por no preguntarte como te sentías al respecto de que nuestra relación sea privada.

—Tienes razón, debiste preguntarme. —dijo cortante dándose la vuelta.

No hacía falta que me dijera que ya no me quería ahí, estaba claro y yo no era nadie para quejarme.

Yo solo salí de su habitación, confundido, algo enojado, no sabría describirlo, pero de verdad no era un sentimiento agradable.

Me sentía horrible. Nunca pensé que a Emma le afectara tanto esto, a mí me molestaba no poder estar con ella frente a otras personas, pero creo que no nos afecta de la misma forma.

Eso de verdad era una mierda, yo era la mierda en este caso.

Pasé toda la madrugada pensando en eso, yo no quería que las cosas se quedaran así entre ella y yo, me dije a mi mismo que le demostraría que soy bueno para ella, que claro que puedo ser digno de su amor.

Pero ya no estaba tan seguro de eso.

Ya en la mañana me levanté de la cama con un horrible dolor de cabeza, lo que era raro porque no había bebido nada, seguro Emma si tendrá una resaca horrible, sentí el impulso de ir a llevarle algo de desayunar y un kit anti resaca, tengo varios de esos, los compré por montones por culpa de Ly.

Al final decidí no ir, seguro ella  no querría verme, si es que recuerda lo que pasó anoche.

Las clases estuvieron como siempre, un poco más apresuradas de lo normal porque ya estábamos en exámenes, me preocupaba Emma y como se había sentido la última semana, le prometí que la ayudaría a estudiar pero no sé si acepte ahora que está enojada.

En las dos clases que tuvimos juntos nuestros ojos nunca se encontraron, eso me puso triste.

Es triste estar acostumbrado a una rutina con alguien y que de la nada las cosas cambien.

Ya en la tarde recibí un mensaje de Ly, decía que fuéramos a comer pizza para celebrar a Matt, obvio acepté porque debía distraerme un rato de todo lo que pasó con Emma.

Pero al parecer eso no era lo que iba a pasar, porque Lyra no me avisó que Emma iría también, por eso cuando llegamos al local y nos sentamos a esperar me confundí.

— ¿A quién esperamos? —pregunté.

—A Emma, dijo que nos alcanzaría. —indicó Ly. —Ah mira, ahí viene. —señaló Ly levantándose con emoción.

Al verse se abrazaron.

« ¿Desde cuándo son tan amigas? Bueno, yo quería que fueran amigas, ahora me aguanto.»

Cuando Emma me vió me sonrió con timidez y me saludó de la misma forma, como si estuviera avergonzada de verme, el avergonzado soy yo, el que debe disculparse soy yo.

Matt y Ly se adelantaron a entrar, Emma y yo nos quedamos unos minutos a fuera.

—Perdón por anoche, no debía gritarte frente a todos, en realidad no sé qué te grité, pero no importa, seguro debes estar enojadísimo conmigo. —se excusó ella.

—Merecía que me gritaras, el que te debería pedir perdón soy yo.

— ¿Y eso por qué? —preguntó confundida.

—Te lo explicaré al rato, entremos antes de que salgan a buscarnos.

Ambos entramos al restaurante. Buscamos a los tortolitos con la mirada, cuando los vimos nos fuimos a sentar con ellos.

Tardamos un buen rato en elegir que íbamos a ordenar, era muy difícil porque todos teníamos gustos distintos. Todos queríamos pedir algo distinto.

Emma de vez en cuando me mandaba ese tipo de miradas que estuve extrañando toda la mañana, notaba que estaba buscando la pista de que pasó anoche, no tenía de otra, debía decirle, aunque eso reviviera esos malos sentimientos y me mandara directito a ya saben dónde.

—No puedo creer que no les guste la pizza con piña. —dije para distraerme de mis ideas.

—A nadie le gusta, que te guste la pizza con piña es de gente psicópata, pregúntale a Ly, ella sabe de psicópatas. —Dijo Emma señalando a Lyra.

Matt vio a Ly, Ly lo vio de vuelta y luego a Emma y a mí, lo que era confuso ¿Qué vieron? ¿Lo notaron?

Lyra le explicó a Emma que comer pizza con piña no venía en su manual ese de trastornos, dando me la razón, obvio, ella me adora, jamás me diría psicópata.

— ¿Pero lo renuevan cada cierto tiempo, no es así?—cuestionó ella.

—Si, pero dudo que vayan a agregar esa característica.

—Eso no me ayuda Ly, se suponía que me debías dar la razón.

Sonreí victorioso, hasta cree que le va a dar la razón, apenas son amigas. Ly jamás…

—Está bien, si quieres que lo diga, desde mi punto de vista, ponerle piña a la pizza si es una conducta de TPA ¿contenta? —dijo guiñándole el ojo.

¡GUIÑANDOLE EL OJO! Bien, ya había aceptado que Emma fuera la mejor de la clase y estoy contento por ella, pero tiene prohibido robarme a Ly, ella solo tiene espacio en su corazón para un mejor amigo y ese soy yo.

— ¡Oye! Yo soy tu mejor amigo, debes darme la razón a mí no a ella.

—Le caigo mejor que tú. —dijo burlona.

«Te metiste en territorio peligroso, rubia»

Comencé a romper una servilleta debajo de la mesa, nadie lo notaba, estaban felices riéndose, Emma estaba distraída, ni lo vio venir. No vio venir todos esos cachos de servilleta que cayeron directo en su boca.

Pensé que las risas se acabarían ahí, pero al parecer a Matt y a Ly les hizo mucha gracia, a mí también, hubo solo una persona que no estaba muy contenta.

Yo tampoco lo estaría si tuviera que despegarme trozos de servilleta de la boca.

—Fred lo que hiciste si fue muy psicópata. —dijo Ly riéndose.

—Cállate o la siguiente será para ti. —Amenacé.

—No amenaces a mi chica, Fred. —dijo Matt en tono serio, abrazando en ese momento a Ly.

Vaya, vaya, eso pareció digno de una película de los 00’s

Después de eso Emma me dedicó una sonrisa burlona de nuevo, amaba que ella disfrutara hacerme sufrir de alguna forma, lo sé, muy masoquista.

Todos nos quedamos en silencio unos minutos hasta que Matt al fin decidió que pizza quería comer.

En lo que comíamos, platicábamos de la escuela o de música, era lo que me faltaba hacer, creo que a todos, la universidad no era muy amable con ninguno, en eso estábamos de acuerdo todos.

Hicimos un brindis por Matt cuando unos minutos más tarde le llegó una llamada, su rostro se tornó pálido y todos lo vimos con preocupación.

Salió para contestar, pero tardó un poco en regresar y la pizza ya había llegado, por lo que Ly fue a su rescate, dejándonos a Emma y a mí solos.

—Actuaste muy raro en la mañana. —comentó ella.

—Pensé que estarías enojada conmigo, por lo que preferí no molestarte. —le expliqué.

—Ni siquiera sé por qué debería estar enojada contigo, creo que deberías explicarme lo que pasó anoche.

La verdad no sabía si quería explicarle y que se volviera a enoja conmigo pero la honestidad no es algo que uno pueda evitar así porque sí.

—Bueno, no sé si recuerdes que al entrar a la fiesta te solté la mano, no sé cómo te sentiste en ese momento, pero comenzaste a tomar mucho y comenzaste a llorar y citando tus palabras dijiste algo como “¿Por qué no le dices a todos como es que me tomas de la mano todo el tiempo pero te da vergüenza hacerlo frente a los demás? ¿Es que acaso no te gusta salir conmigo?”

Emma se puso roja, no entendía por qué ella se sentía avergonzada.

—Perdóname en serio, no debí decir eso frente a todos.

—Sí, si debiste, necesito que me digas cómo te sientes con lo que tenemos, quiero que me digas si esto te está afectando de alguna forma porque yo no quiero eso para nosotros—. Estiré mi mano para tomar la suya, pero ella no quiso.

—No creo querer hablar de esto por ahora, me refiero, no aquí.

Un silencio incomodo se quedó en la mesa hasta que Emma se paró sin decirme nada y se fue, salió un segundo y luego regresó, tampoco me dijo nada, lo que fue aún más incómodo.

Cuando Matt regresó noté que algo malo estaba pasando, porque Ly lo tomaba de la mano con mucha fuerza, como si tratara de cuidarlo, no sé si solo yo sentí tenso el ambiente, pero por suerte no estuvimos tanto tiempo en el restaurante.

Al menos yo no lo sentí así.

Me ofrecí a llevarlos a todos, Ly y Matt aceptaron, pero Emma dijo que se iría sola en su moto.

Yo no era quien para repicar, aparte creo que ella irá al rato a verme para hablar, lo que me ponía nervioso, más que eso, diría que ansioso, no sabía si pelearíamos, si terminaríamos mal o si diré algo que no debo.

Me estresaba tanto pensando en eso que cuando llegué a mi habitación me dolía horrible la cabeza.

Estuve esperando, esperando y esperando más a que llegara Emma, pero no fue así. Entonces me dirigí a su habitación. Ya estando ahí, escuché ruido dentro.

Era una guitarra y una voz. Conocía muy bien la voz de Emma cantando, era tan dulce, como un susurro, pero sonaba roto.

Only when I stop to think, about you, I know.

Only when you stop to think, about me, do you know?

Me senté recargado en su puerta para escucharla mejor, estaba tan triste, así de mucho debes conocer a alguien para saber que canta sintiéndose mal.

I hate everything about you.

Why do you love me?

Esa última parte terminó de hacer que su voz se rompiera, el llanto era lo que seguía, lloraba tan fuerte que hasta yo comencé a llorar.

No me sabía la canción del todo, pero si recordaba que seguía después de su línea.

—You hate everything about me. Why do you love me? —canté o más bien sollocé.

Escuché pasos, ella caminaba hacia la puerta, abrió de forma abrupta tirándome al piso.

—Yo creo que por estúpida. —soltó después de abrir la puerta.

Creo que llevaba más tiempo llorando, más del que yo creía. Sus ojos ya estaban muy rojos y muy hinchados.

Dejo la puerta abierta, dándome a entender que quería que entrara y eso hice, su guitarra estaba en el piso y ella estaba recostada en su cama. Yo no haría eso si fuera ella, está llorando, se le va atapar la nariz y luego no podrá dormir bien.

Caminé con sigilo hasta donde estaba ella y me tomé la libertad de sentarme en su cama.

Ella no dijo nada, en serio nada, yo tampoco sabía que decir, me rompía escucharla llorar a mi lado y no saber qué hacer.

Me agaché y tomé la guitarra.

—It’s not true, tell me I’ve been lied to, crying isn’t like you. —canté y Ella se levantó un momento. —What the hell did I do? Never been the type to. Let someone see right through. —se acercó un poco más. —Maybe won’t you take it back? Say you were tryna make me laugh. And nothing has to change today, you didn’t mean to say “I love you”. —entonces su expresión se puso seria. —I love you and I don’t want to.

—Si me amas pero no estás seguro de querer hacerlo, creo que será mejor que dejemos las cosas así por ahora, hasta que ambos aclaremos nuestras ideas.

—No, yo no me refería a eso.

Bueno, la verdad es que no estaba muy seguro de a que me refería, yo si la quería pero no estaba acostumbrado a ese tipo de acercamiento, por eso me confundía.

—Da igual, el mensaje está claro, pelirrojo.

—Perdón.

—Déjalo así.

—Sé que no te da igual y a mí tampoco.

Emma se encogió de hombros.

—No lo sé—, suspiró. —yo solo sé que las cosas no van a funcionar si no estás seguro Fred y te odio por eso.

—¿De verdad me odias?

—Sí, odio que me digas que me quieres pero que no podamos demostrarlo en público, estoy harta de tener que limitarme.

—Me hubieras dicho eso desde un inicio, no me hubiera enojado.

—Tal vez no te hubieras enojado, pero estoy casi segura de que entonces no me hubieras enamorado de esta forma.

— ¿Por qué estás tan segura?

—No lo sé, yo solo siento que juegas con lo que tenemos, que me dices cosas bonitas para descubrir si de verdad quieres algo serio o no, y Fred, yo no soy el juguete de nadie, si no me vas a querer frente a los demás, mejor no me quieras y ya.

—Jamás he jugado contigo Emma, lo que siento por ti es de verdad, solo es, complicado.

— ¿Complicado? No Fred no es complicado, tu solo te complicas porque no sabes que quieres y me lastimas a mí por eso.

—Lamento que te sientas así, jamás fue mi intención.

—Eso es lo único que puedo creerte.

—Perdón.

—Eso ya lo dijiste antes.

—Perdón.

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