V E I N T I N U E V E
Con el tiempo los problemas pasan, las personas distanciadas se arreglan, los lazos se unen. El tiempo es algo que continúa, no se pausa.
Cuando estás enamorado y tienes que esperar a la persona que quieres no te sientes como tú mismo.
Lucas estaba en un restaurante lujoso, esperaba por la celebridad con quien realizaría su próxima colaboración. Ya había hablado en otras ocasiones con ella, pero hoy realizarían los últimos arreglos de la letra y compartirían una rica cena para festejar su terminado.
—¡Hola Lucas! —La chica pelirosa se sentó a su lado—. ¿Interrumpo algo?
Preguntó al verlo tan concentrado en su celular. Él negó con la cabeza y lo volvió a meter en su bolsillo.
—¿Seguro? —volvió a preguntar extrañada—. Soy tu amiga. Sabes que puedes confiar en mí para lo que sea.
—Es mi novia —reveló—. Hace un año que se fue a Tokio y dentro de poco regresa —bufó.
—Pero eso es una gran noticia —sonrió.
—No lo se, cuando me escribe no me trata como antes. Antes era su primera prioridad y ahora soy —pensó cuidadosamente—. la tercera.
—¿Quién es el segundo? —preguntó levantando una ceja.
—Su perro, se compró uno allá en Tokio, le presta más atención a él que a mí.
—No seas tan celoso. Ella también se merece hacer sus cosas y si no te tiene como su primera prioridad haz que lo seas —comentó—. No soy la indicada para hablar del amor, pero si se como se debe sentir una mujer y tal vez debe sentirse presionada y por eso ya no eres su primera prioridad.
—Gracias por tus palabras Sana —le besó la mejilla, le había levantado el ánimo—. Algún día un buen hombre llegará a tu vida.
—Lo tuve —resopló— y yo misma lo dejé, pero no quiero hablar de eso. ¿Qué planes tienes para nuestra colaboración?
...
Sillas puestas en forma de círculo. Personas sentadas sobre estas con historias que contar sobre su vida.
Jeon Margaret miraba por la ventana como hablaban esas personas hasta que su hija la asustó por detrás.
—¿Qué haces aquí? —preguntó agitada por el susto.
—Vengo a confirmar que entrarás —fijo su vista en la entrada de la sala de Alcohólicos Anónimos—. No te voy a dejar sola en esto, pero tú debes ser quien de el primer paso —le extendió su mano—. ¡Tú puedes hacerlo!
Asintió y tomó la mano de la pelinegra. Juntas entraron a esa sala, saludaron, se sentaron en alguna de las sillas y Margaret compartió su historia. Estaba decidida a dejar su adicción por el alcohol, porque quería cambiar su vida.
La de corto cabello entraba a su casa. Casualmente su esposo había acabado de entrar. Lo vio y fue hacia él corriendo, lo agarró por la espalda y lo abrazó.
—Te extrañe —dijo.
—Yo también a ti —sonrió YoonGi.
—El amor es tan hermoso —dijo con sarcasmo Yeong, sostenía una bolsa de papas fritas en una de sus manos y pasaba por ahí en ese momento.
—Ya te llegará tu príncipe —contestó inocente. No tenía idea del significado de las palabras de Yeong.
—Prefiero un plebeyo —finalizó la conversación y se dirigió a su habitación.
—No le hagas caso —susurró cerca de sus labios. Atrapó su labio inferior y jugueteó con él. Ella se separó.
—Vamos a nuestra habitación —suspiró—. No vaya ser que nos vea alguien.
—¡Qué importa! —atrapó su cuello y lo comenzó a llenar de besos, pero ella lo alejó. Lo tomó del brazo y lo llevó a su habitación .
Ya ahí, se fueron deshaciendo de la ropa entre besos y caricias. Se lanzaron sobre la cama y continuaron compartiendo ese momento con cariño.
Soyeon no estaba muy convencida de lo que estaba haciendo, pero ese era su destino y debía continuar en él, no quería terminar como su mamá y su papá. Esperaba ser feliz con YoonGi costara lo que costase , como si tuviera que fingir estar enamorada y sentir deseo por él.
El Sol le dio paso a la Luna y como Soyeon acostumbraba todas las noches, bajo a la cocina. Ahí se encontraría con Byeongkwan y compartirían un cigarro. Eso la tranquilizaba y la llenaba de vida.
—Ya esto es una adicción —dijo al verla—. Estoy llegando a pensar que te fumas esto para tener fuerza para acostarte con mi hermano.
—No pienses mal de mí —ladeó la cabeza—. Solo estoy algo estresada.
—¿Todos los días? —sacó la caja y se la entregó.
—La empresa está pasando por un momento muy atareado—comentó—. No puedo dejar que el cansancio me gane.
—Pues tomate unas vacaciones —indicó—. ¿No te estás viendo? —le tocó la cara y se la acarició—. El cigarro te esta destruyendo.
Acercó su cara a la de ella atrayéndola, casi le roba un beso de no ser por la tos fingida de Gaehyung.
—Lo siento —siguió fingiendo la tos—, pero esta tos seca no me dejaba dormir y quise bajar a tomar un poco de agua.
—No te preocupes —habló Soyeon—. No interrumpes nada —salió de la cocina volviendo a su habitación con YoonGi.
Gaehyung fue hacia su hermano exigiendo explicaciones, pero este solo se arrascaba su barbilla.
—¿Qué intentabas hacer? —preguntó enfadada. Él la miró aturdido—. No me digas que te enamoraste de ella.
—Creo que si.
—Byeongkwan, ella es la esposa de tu hermano —se llevó las manos a su frente.
—No pude evitarlo.
—¡Pues evítalo!
Al marcharse su hermana, pegó sus manos a la meseta de la cocina y respiró profundo, recordó que no era la primera vez que se enamoraba de una de las mujeres de su hermano.
«2018»
El señor Min, lanzó decepcionado la hoja de calificaciones al pecho de su hijo.
—Eres un tonto —bufó enfadado—. Solo estás pendiente a tu celular todo el día. No pareces de mi sangre. Eres una decepción en esta familia.
Con el pecho contraído y una gran necesidad de salir de ese despacho que lo ahogaba camino a la salida.
—Deberías ser igual que tu hermano.
Esa frase lo tenía marcado, siempre lo comparaban con él, por tener grandes logros , cumplir con sus expectativas y llegar a sorprenderlo.
Su manera de ser nunca consiguió ser como la de YoonGi, pero por alguna razón las parejas que él conseguía llamaban la atención del de pelo rubio cenizo.
—Byeong —llamó Jennie—. ¿Cómo te fue con tu padre?
—No muy bien —mordió sus labios—. Creo que soy un estorbo para él.
—No —lo abrazó—. No digas eso. Lo que sea que te dijo fue porque estaba enfadado. Ya verás mañana...
—Mañana seguirá igual.
—¿Jennie podemos hablar? —preguntó YoonGi.
—Ahora estoy con tu hermano.
—¿Se han peleado? —preguntó el rubio con cierto tono alegre.
—No, solo quiero estar contigo —sonrió—. Tengo que consentirte a ti ahora.
—Te amo —susurró y después la besó tiernamente. Ella retrocedió en respuesta y se tocó sus labios.
—¿Qué has hecho? —pidió respuestas, pero prefirió irse.
—¡Jennie espera! —le gritó—. No me dejes ¡Jennie!
Desde ese día la relación entre Jennie y Byeongkwan se volvió distante.
———————
¿Qué piensan de Byeong? ¿Tendrá algo que ver con el accidente de Jennie?
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