U N O






El olor a dinero.

Ese era el favorito de la familia Jeon . Lo demostraban con su vestimenta elegante y lujosa; además de las fiestas tan extravagantes con cientos de invitados.

La heredera de la familia descendió por las escaleras con un vestido que valía una fortuna sin duda alguna.

Su prometido heredero de una de las mayores empresas de fragancias para hombres la esperaba extendiéndole su mano.

—Estás reluciente querida —alagó.

Ella pegó sus labios pintados de un color fresa sobre la mejilla de su acompañante —Gracias, me lo puse por ti.

La de pintalabios llamativos envolvió su brazo en el del pelinegro invitándolo a que se pasiaran por el gran salón.

Eso atrajo la envidia de muchos de los invitados. ¿Por qué?

¿Quién no quisiera casarse con esos dos? Herederos de una gran fortuna y próximos directores de sus empresas de fragancias, las cuales muy pronto se unirían gracias a su matrimonio.

El menor de los Min se acercó con una copa de champaña en una mano mientras tenía la otra hundida en el bolsillo de su pantalón.

—Soyeon, dejame decirte que estoy tan feliz de que te cases con mi hermano. Eres justo lo que necesita.

Ella por su parte formó una sonrisa, la más falsa que podía hacer. Jeon Soyeon nunca se planificó para casarse a los veinte años, quisiera esperar por lo menos a tener veintiocho, pero su padre la desheredará si sigue esperando.

—YoonGi es lo que necesito en mi vida —lo miró— para ser feliz.

YoonGi dejó caer lentamente el brazo de su prometida para arrodillarse ante ella y colocarle el anillo ante el público, eso incluye : ambas familias, peoridistas, amigos íntimos y los sirvientes.

—Jeon Soyeon quisiera preguntarte delante de esta gran cantidad de personas si: ¿quisieras casarte conmigo?

—Por supuesto —dijó algo dudosa.

Y se hicieron las carcajadas, las botellas de vino comenzaron a abrirse y el sonido fino del violín de una de las hermanas Min climatizaba el festejo.

La señora Jeon elegantemente se acercó a los comprometidos levantando su copa en alto en conjunto con su voz. —Quiero hacer un brindis, por mi hija y su novio. Mi niña, ya es toda una mujer y estoy orgullosa de ella.

Rápidamente el jefe de la familia Jeon arrastró a su esposa de los hombros sacándola del salón.

Claro estaba que para él, ella era una alcohólica que reprimía sus sentimientos y se desahogaba con el alcohol. La mujer no estaba de acuerdo con el casamiento de su hija, no quería verla pasar por lo mismo que ella había vivido. <<todo por el cochino dinero>> siempre repetía la misma frase.

Soyeon para alejar aquel momento tan embarazoso por culpa de  su  madre se acercó junto a su supuesto amado a los periodistas, quienes grababan cada escena de la celebración.

Una señorita de alta estatura y pelo corto por los hombros acercó su micrófono a los protagonistas de la noche.

—Muchos se preguntan, ¿por qué anuncian su matrimonio a tan solo dos semanas de casarse?

—La respuesta es muy sencilla. Nosotros somos personas muy ocupadas. Llevamos las empresas de nuestros padres y el tiempo pasó tan rápido que ahora es cuando podemos anunciar nuestro compromiso.

Una sola cosa Soyeon amaba mucho de Min YoonGi; su habilidad tan perfecta para mentir a la prensa. Era increíble como cada uno de esos individuos se tragaban todo lo que el joven decía.

La verdad era que la señorita anteriormente no daba el sí al matrimonio. Tenían un noviazgo de muchos años, pero en el momento de la propuesta las dudas invadieron a su corazón.

—Muchos fans de esta hermosa pareja también se preguntan si sacarán un perfume mixto, es decir para ambos géneros entre las dos empresas.

Era el momento de que la chica respondiera, pero la forma ligera de expresarse del de casi su misma estatura la interrumpió.

—Hasta ahora no. Creemos que sería un acto muy apresurado de nuestra parte.

Y siguieron otras preguntas no tan importantes, pero las cuales el pelinegro no dudó en dejar de responder, quedando la otra como una carísima figura decorativa.

(...)

La joven dejó caer el vestido por sus pies quedando en su fina ropa interior de encajes. Buscó en su armario algo más cómodo y se vistió con esta.

A los minutos el sonido del toque a la puerta de su habitación la impulsó abrirla. Era su prometido con una botella de champaña y dos copas largas en sus manos.

Ella no le abrió por completo la puerta, sino se paró delante de esta impidiéndole entrar. Estaba molesta por no haberla dejado hablar antes durante la entrevista.

—Celebremos, dejáme pasar.

—Tengo sueño —intentó cerrar la puerta, pero el pie de aquel personaje se lo impidió y sin querer la empuja hacia atrás dejándolo entrar.

YoonGi dejó las copas sobre el escritorio de madera para abrir la botella, de la cual salió un poco de espuma. Sirvió un poco de la bebida en las copas y le extendió una a Soyeon, quien bufó al tenerla en su mano.

—Estoy cansada YoonGi.

—¿Cansada de qué?

—De esto, de todo. Tú, ¿de verdad me amas?

Amar, no era la palabra para él, sino más bien, beneficio. Con este compromiso su fama aumentaría y el poder crecería.

—Por supuesto, eres mi joya más.....perfecta.

—Dirás...querida.

Él se sentó junto a ella y con un tono dudoso mencionó : si, querida. Más clara no podía estar Soyeon, casarse con él era una farsa total.

Él colocó su gran mano sobre uno de los muslos de su prometida, pero ella asustada intentó romper el pequeño silencio del momento.

—¿Por qué no me dejaste hablarle a los periodistas?

Retirando su mano y de un suspiró respondió: —No era necesario. Ya pasaste por mucho tomando la decisión correcta para que ahora quieras hablar con personas hambrientas de noticias de la clase alta.

—¿A qué te refieres con decisión correcta?

—Aceptar nuestro matrimonio. Es difícil casarse a tu edad, lo se, pero por el bien de nuestras familias debemos hacerlo.

Ambos siguieron en silencio. Soyeon no tenía palabras, no querían decir algo que pudiera hacerla arrepentirse.

—Mejor me voy. ¡Ah! Mañana llega el nuevo guardaespaldas —dijó abriendo la puerta.

—¿Para qué? —cruzó sus pies sobre la cama— ¿Me quieres vigilar?

—No, es solo que debo cuidar a mi prometida. Hay gente mala ahí fuera.

Apenas cerró la puerta Soyeon calló sobre la cama maldiciendo y pensando lo horrible que sería de su vida después del casamiento.








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