TREINTA Y SIETE











Chan tenía sus manos sobre los ojos de Soyeon, le tenía una sorpresa.

—¿Qué haces? —preguntó ella, tenía ganas de saber de que se trataba.

—Solo espera un poco más.

Él la estaba llevando hacia su casa, quería enseñarle el lugar donde había nacido, a su familia, su forma de vivir. Quería mostrarle su humilde mundo.

—Ya está —quitó sus manos sobre sus ojos.

Soyeon no se esperaba ver a dos niños y a una mujer delante de ella en medio de una sala con un par de muebles y un televisor en el medio.

—¿Quiénes son? —le susurró ella.

—Son mi familia: Mi mamá, la señora Bang; mi hermana, Bang Heun y mi hermano, Bang Long —presentó.

—Es un gusto conocerlos.

La pequeña Heun se acercó a Soyeon. Sus enormes ojos curiosos la miraban de arriba abajo.

—Señorita, ¿usted es la novia de mi hermano?

Soyeon se agachó para estar a su misma altura. Se acercó al oído de la niña y susurró :

—Tal vez.

Heun se alejó.

—Me gustas mucho. Quisiera que te quedaras a cenar con nosotras —miró a su mamá— Mami, ¿la señorita puede quedarse?

—Si ella lo desea –dijo la señora Bang.

—Seguro dirá que no. Se ve que es millonaria —comentó Long.

—Oye Long —la señora Bang le golpeó el hombro a modo de regaño.

—No me puedo quedar a cenar y no es porque no me guste el lugar sino es que debo preparar mis maletas.

—¿Te vas a Madrid?

—Si, quiero establecerme primero, antes de encontrar un concurso. También quiero quedarme a vivir allá. Quiero borrarlo todo.

—Vaya, pensé que empezaríamos a salir ahora.

—Podemos hacerlo ¿Puedes venir conmigo?

La familia de Chan se retiró de la sala para dejarlos solos.

—No lo se —se quedó pensativo. Iba hacer complicado porque él trabajaba para Hiujin.

—Tranquilo, yo entiendo —dicho eso, salió de la casa.

Chan fue detrás de ella y le abrazó por la espalda, la apretó tan fuerte que no podía quitárselo de encima. Lo bueno era que no se sintió mal para ella.

—Iré contigo —le dijo—, pero solo dame un  día. Debo arreglar algunos asuntos.








•••


El rubio estaba parado frente a las enormes puertas de metal, una llave colgaba de uno de sus dedos y en cuanto sintió el auto de su jefe llegar se volteó y se acerco a este para abrirle la puerta.

Hyujin al notar la presencia del de cabellos rubios, sacó de su bolsillo una pistola y le señaló con esta al joven. Como respuesta alzó los brazos y arrugó su entrecejo.

—¿Qué haces? —preguntó.

Hyujin se bajó del auto y en ningún momento dejó de apuntar con aquella arma a Chan.

—No te hagas el tonto, perfectamente sabes lo que hiciste —colocó su dedo en el gatillo, listo para disparar—. Es tu fin.

Pero, el rubio fue más rápido y se agachó impidiendo que el arma le rozara siquiera.

—Es una suerte que sigas siendo pésimo en la puntería —se levantó y limpió sus hombros como modo de hacerse ver superior.

Chan no era un hombre narcisista , pero frente a Hiujin tenía que hacerse pasar por uno, únicamente para estar a su altura.

Con insulto, el narco recargó la pistola y comenzó a disparar a donde sea. Se sentía desquiciado, no toleraba que nadie se sintiera superior a él porque en su mente él era el gobernante de las acciones a su alrededor.

Chan aprovechó el momento para escapar, movió sus piernas a tal velocidad que sus rizos iban de arriba hacia abajo. Hiujin iba detrás de él con unos tres hombres cubriéndole la espalda.

Cansado, se sentó en una superficie de plástico color verde. No sabía donde se encontraba hasta que observó con detalle y mucha fue la sorpresa, pues estaba en un puerto.

—¡Ahí está! —gritó uno de los hombres del jefe de Chan.

Chan estaba cansado de correr, los pies no le respondían y su respiración estaba entrecortada. Tampoco entendía como esos hombres podían tener tanta fuerza si él tenía casi la misma composición de ellos.

—¿Cansado? —preguntó Hiujin con una risita.

—¡Qué carajos te importa! —se defendió sin apenas poder respirar.

—Long es un niño bastante inocente ¿No?

—¿A qué viene eso? Si le hiciste algo, te juro que...

—No le hice nada—interrumpió—. Más bien que te hizo.

—¿Cómo?

—Seguro te preguntas la razón de tu cansancio, pero déjame responderte— sonrió malicioso—. Estas bajo los efectos de un tranquilizante, poco a poco cada parte de tu cuerpo se dormirá, por eso no tienes fuerzas para seguir corriendo. Tú hermanito me ayudo a dártelo.

—Seguro lo amenazaste —escupió.

—Si —asintió—, pero le mentí. Le dije que te regresaría sano y salvo, pero no va ser así.

—Eres una basura.

Chan trató de componerse de forma recta lo mejor que pudo, pero seguía encorvándose y las ganas de caer al piso eran demasiadas.

—Ríndete ahora —habló Hyujin, ahora serio y apuntando con la pistola—. Déjate caer, así te dolerá menos.

—No.

Negó y camino hasta al puente, de espaldas a su enemigo, se colocó frente al mar y cuando menos se lo esperó la bala le atravesó el pecho y calló dentro del agua. Flotaba en la superficie hasta que se fue hundiendo poco a poco.

Con sus labios entreabiertos y un montón de burbujas saliendo de su boca, lo último que dijo fue: Te amo Soyeon.











...








Pasajeros rumbo a Madrid, en unos minutos comenzará nuestro viaje. Colóquense en la fila asignada para abordar el avión.

Los pies de SoYeon no paraban de moverse, apretaba la cartera, nerviosa. Miraba una y otra vez el celular, esperaba que Chan la llamara para decirle que se iría con ella, pero nada.

—¡Ya tranquilízate! —pidió Yuqi.

—No puedo. Intento hacerlo, pero se me hace imposible —bufó— ¿Crees que venga?

Yuqi no sabía que responder.

—Tal vez no debería irme —susurró para si misma, pero su amiga al escucharla le golpeó el hombro.

—¿Cómo? Usted va porque si. No necesitas que un chico te acompañe , tú sola puedes ir a por tus sueños. Eres fuerte ¿Donde está la Soyeon que conozco?

—Tienes razón —asintió.

—Exacto. Ve hacia esa fila sin mirar atrás. Si él de verdad te quiere, irá a buscarte más adelante —le guiñó un ojo.

—De acuerdo —se mordió el labio inferior—. Deséame suerte.

—¡Eres la mejor! ¡Chica de Oro, tú puedes!

Soyeon hizo exactamente lo que le dijo su amiga. No miró para atrás en ningún momento y ni siquiera prendió su celular en el trayecto hacia el avión.

—¿Cuantos pasajeros? —preguntó la azafata.

—Una —dijo.

La aeromosa la invitó a sentarse en un asiento junto a la ventanilla. Ahora se sentía tranquila y dejó escapar un suspiro.

Se puso sus audífonos y escuchó  una de sus canciones favoritas: Todo cambió de Becky G

Comenzó a tararearla en un tono triste mientras veía el paisaje por la ventana.

—Tocó mi cuerpo en ese momento todo, todo cambió, detuvo el tiempo con solo un beso y todo, todo cambió. En un segundo fui diferente a cómo solía ser. Tocó mi cuerpo en ese momento y todo cambió....

La pelinegra estaba triste ahora, había pasado por un montón de emociones y la más feliz de todas no iba poder seguir teniéndola . Cómo quiera que fuese, eso le dolía, pero también sabía que su sueño era más fuerte.

El mundo tenía el derecho de conocer la tan buena perfumista que ella podía llegar a ser. Ni la prensa, ni su familia, ni su situación sentimental iban a impedir que ella pudiera lograr su objetivo.

Si desde un principio fue ambiciosa, que más le daba llegar hasta al final siéndolo.

Con el rabillo de su ojo vio una melena rizada y rubia. La siguió con la vista, se le escapaba, sonrió al verla de nuevo. Estaba de espaldas, le agradaba la idea de que pudiese ser Chan.

Al estar cerca de él, se quitó los audífonos y olió su perfume, era uno de los que ella había creado mientras estuvo en KW.

Solo él usaba sus perfumes sin importarle el género al que estaba asignado.

—Chan.....¿eres tú?








Fin

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top