TREINTA Y SEIS
La única lámpara de la calle parpadeaba, las hojas de los árboles se movían por la brisa nocturna. Un carro pitó, su conductor estaba loco porque la persona en el interior de la casa a la que estaba aparcado saliera.
—¡Hyujin! —le comenzó a gritar al joven que vivía dentro de la casa—. ¡Sal imbécil! ¡No te escondas de mí!
Un hombre sin ningún mechón de cabello y unas gafas oscuras acompañadas de un traje grueso tocó en la ventanilla del auto.
Automáticamente la chica bajó la ventanilla.
—Quiero ver a Hyujin —afirmó. El hombre no iba a cumplirle su capricho así que la amenazó poniéndole una pistola en su cabeza.
—Aquí no vive ningún Hyujin —curvó sus labios —. Lo mejor será que te vayas.
—¡Si vive aquí! He venido a verle en otras ocasiones. Dígale que la hermana de YoonGi vino a verlo ¡Por favor!
—Por supuesto —hizo ademán de alejarse, pero regresó a su misma posición, le apuntaba con la pistola—. No soy tu sirviente, niña bonita, pero como no le gusta ser tan brusco.
—Por favor no me haga daño —pidió con la respiración entrecortada—. Le juro que conozco a Hyujin, solo llámelo.
El hombre cansado de los lloriqueos de la chica le pegó con la pistola en la cabeza y perdió la conciencia.
Gaehyung estaba sentada en una silla, sus manos estaban amarradas con una cuerda a la misma. Su boca estaba tapada con una cinta adhesiva. Trataba de hablar, pero no podía.
Estaba en una habitación muy bonita, las paredes eran rosadas, habían muchos peluches y cajas de perfume.
Se asustó mucho cuando vio la puerta abrirse, pero se sintió aliviada en cuanto vio a Hyujin, quien la recibió enarcando una ceja y echándose los mechones de cabello hacia atrás.
—¿A qué has venido? —dijo mientras se servía un poco de vodka en un vaso de cristal pequeño que había sobre una mesita—. No te dije que no te quería más por aquí si no cumplías con mi petición.
Gae se movía, no podía hablar por la presión que hacía ese papel pegajoso sobre sus labios.
—Oh —dijo y dio un sorbo de su bebida—. Se me olvidaba quitarte eso de la boca —Se la quitó su contemplaciones, dejándole la piel roja.
—¿Por qué me tratas así? No soy un animal ¿Se te olvidan todas esas noches que me jurabas tu amor verdadero? —reclamó.
—Las palabras se las lleva el viento —dejó escapar una carcajada—. Dime a qué has venido. Se que no es para reclamarme que volvamos a estar juntos. Tienes mucho carácter para eso.
—Tienes razón —sonrió—. Tú me conoces bien. Venía para decirte que Jennie sabe que intente matarla.
—No es nada nuevo que tú siempre dejes clavos sueltos —bufó y dejó con fuerza el vaso sobre la mesa—. ¿Qué haré contigo Gae?
—Lo estaba pensando y de que serviría matarla si ya se sabe lo de mi hermano, por cierto cuando piensas sacarlo. Te estás tardando mucho.
—No me digas cómo tengo que hacer las cosas —soltó con arrogancia—. Tu hermano no saldrá por el momento y en lo de Jennie creo que tienes razón, pero ahora será tu problema si ella le cuenta o no a la policía lo que le hiciste.
—¿Cuanto tiempo estará YoonGi ahí dentro?
—¿Por qué te preocupa tanto? Nunca te ha importado tu hermano. Siempre le has tenido envidia.
Si algo sabía bien Hyujin de la familia Min, era la rivalidad existente entre sus hermanos , la envidia entre ellos por creerse unos mejores que otros y que su mente les decía a gritos que todo se lo merecían.
—No te metas en mis asuntos familiares ¿Cuando piensas desatarme?
—No lo haré, aún no termino. Te daré dinero para que te vayas del país , pero a cambio necesito un favor tuyo.
Gae mojó sus labios y mostró su mejor sonrisa maldita.
—¿Cuál?
•••
La abogada estaba pasando con delicadeza una brocha de brillo labial en sus labios color rojo. Estaba en un restaurante , esperaba pacientemente la llegada de su cita.
Soyeon la estaba buscando entre todas las mesas, en cuanto la vio se sentó en una de las sillas cercanas a ella.
—¿Por qué me llamaste? —preguntó extrañada. Nunca pensó volver a encontrarse con su antigua cuñada.
—Me enteré que te piensas ir a Madrid para un concurso.
—Si, no quiero dejar atrás mis sueños.
—Lamento lo que te está pasando, creo que estarías bien si no hubieses demandado a YoonGi, pero —suspiró y se acomodó mejor en la silla— así fueron las cosas.
—No estaría mejor. Eres consciente de que estabas comiendo en parte por el dinero que se recibía de esa droga en los perfumes. Muchas personas están en peligro por culpa de eso.
—No se porque te pones así. Tú también consumes drogas. Te he visto con Byeong fumando un cigarro en varias ocasiones.
—Esto no se trata de mí, no es el mismo tema. Eso que hacía tu hermano es algo ilegal.
—Mira dejémoslo ahí. No vine para hablar de nuestros conflictos sino de Bang Chan.
—¿Qué pasó con él? —preguntó , se cruzó de brazos.
—He estado revisando el caso de YoonGi y me he encontrado unos papeles muy interesantes sobre él.
—No me interesa —reviró los ojos y se levantó de la silla, Gae la detuvo.
—No te vayas todavía. No te dire más nada, solo toma esto —dejó una carpeta sobre la mesa, tenía una foto pequeña de Chan colgada en una esquina—. Léelo si lo deseas. Yo solo hice lo que debía. Tómalo como un regalo de ex cuñada.
Soyeon sin decir alguna palabra tomó la carpeta y salió del lugar sin mirar atrás.
•••
Soyeon no quería dejarse llevar por lo que decía un papel o una persona en esta ocasión. Quería esperar y escuchar lo que tenía que decirle esa persona, por tanto viajó a la Isla de Jeju para encontrarse con Chan.
La esperaba en aquella playa donde lo vio por primera vez. Él estaba sentado en la arena esperándola. Podía ver de lejos los rizos rubios moviéndose por el aire y la camisa azul y los pantalones que quedaban hasta la rodilla.
—Chan —lo llamó y él la miró con una sonrisa.
—¿Qué te trae por aquí? No me digas, ¿piensas rechazar mi oferta de Madrid?
—No —se sentó a su lado, quitaba con desespero los mechones de cabello que le caían en la cara por el aire.
—Toma —Chan sacó de su bolsillo una liga y se la entregó—. Así no pasarás trabajo.
—Gracias —recogió su corto cabello en una coleta pequeña.
—Dime, a ¿qué has venido?
—¿Tienes algo que contarme? —soltó con voz tímida—. Algo de tu pasado.
—¿Algo como qué?
—¿Haz hecho algo malo en tu vida?
El chico dejó escapar una sonrisa y mirando el cielo tan azul de ese momento habló:
—Lo más malo que he hecho ha sido enamorarme de una mujer que estaba apunto de casarse.
—¿Quién? Nunca me has contado de tu vida amorosa.
Chan se quedó callado y se fijó en la arena debajo de sus pies, los hundió y acarició el suelo arenoso.
—Vale...si no quieres hablarlo.....
—Ella es muy hermosa. Siempre está trabajando. Es muy mandona a veces. Le gusta fumar y lo mejor de todo es que la tengo enfrente ahora —miró a Soyeon—. Ella me mira asombrada en este momento y lo que no sabe son las enormes ganas que tengo de besarla.
La pelinegra no podía hablar, lo poco que decía no se entendía y lo siguiente que sintió fue unos labios pegarse a los de ella.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top