T R E I N T A Y T R E S

Gaehyung dejó caer su celular al suelo. Soyeon que estaba de pie en uno de los escalones de la escalera, no se movió.

—¿Cómo te atreves? ¡Es tu esposo! Sabes que es inocente.

—No lo es —tragó—. Recibí un mensaje anónimo y también tengo pruebas que afirman su delito. El perfume para ambos géneros estaba planeado para ser lanzado ¡Si! Pero sabes lo que hizo tu hermanito, firmó un contrato con un hombre que se hace llamar Tigre. Ese contrato afirma que una parte de los perfumes se les será otorgada para que pueda ser combinado con cocaína.

—Eso es mentira —el ama de llaves negaba con la cabeza—. Mi niño no sería capaz de eso, yo lo crié y lo vi crecer. Tiene que haber una explicación.

—Sinceramente no sé si la halla, yo solo cumplí con decírselo a la policía.

—Se ve que no lo quieres —soltó Gaehyung, aún seguía en ese traje de baño amarillo. Recogió el celular del suelo, no estaba roto para su suerte.

—Si lo quiero, pero debo ser justa.

—Vete a la mierda —se metió dentro de la casa.

Yeong caminó hacia ella después de darse cuenta que estaba entre los brazos de Félix.

—Mi hermano no es santo de mi devoción, pero tampoco creo que haya hecho eso por su propia razón de ser —suspiró—. Pudiste haber hablado con él antes y no lo hiciste. Espero que esto te sirva para darte cuenta que no lo amas, porque si lo hubieses amado no lo hubieras entregado de esa forma.

—Lo siento tanto Yeong.

—No te disculpes. Yo no soy la persona que entregaste.






...


—¡¿YoonGi qué?! ¡¿Chan te dijo qué?!

Yuqi se pintaba las uñas de sus pies y a la misma vez escuchaba las últimas noticias que ocurrían en la vida de su mejor amiga por su propia voz.

—Así es amiga —bufó—. Nunca pensé que pudiese haber hecho algo así.

—Pero ¿hablaste con YoonGi antes de denunciarlo con la policía?

—Tú también me vas a juzgar por no haber hecho eso —se dejó caer sobre la cama de su amiga.

—Eso es lo que hacen las parejas que se aman.

—Es que Chan me enseñó las pruebas que tenía , parecía real todo eso.

—¿Y si esas pruebas son falsas? —preguntó con seriedad.

—¿Qué dices? Chan nunca me mentiría.

—Ajá –la señaló—. Hablas como si confiaras más en Chan, tu ex amigo que en YoonGi tu esposo.

—Yuqi, estoy hecha un lío —se llevó la almohada a la cara. Sus sentimientos estaban pasando por un conflicto de indecisión.

—Ahora es cuando me das la razón.

—¿La razón de qué?

—Pues que siempre has estado enamorada de Chan. Nunca lo has podido olvidar y por eso confías más en él que en YoonGi.

Bufó, no sabía qué pensar.

—Por cierto, tú celular está vibrando desde hace media hora —lo tomó y se lo entregó—. ¿Quién es Byeong?

Sin responderle a su amiga, tomó la llamada de su cuñado. Al hablar con él le pidió que se encontraran, quería saber cómo estaba.

—¿Nos vemos en el parque? Allá nos vemos —colgó.

Yuqi la miraba pensativa. Dejó su barbilla sobre sus muñecas esperando una explicación por parte de su amiga acerca de quién era ese chico.

—Solo es mi cuñado.

—¿Solo eso? ¿Tu cuñado? —resopló—. No creo que sea bueno que vayas. Debe sentir rencor hacia ti.

—No. Es de la misma edad de Yeong y somos amigos. No me va hacer nada. Solo quiere saber cómo me siento.

—No le creo nada —se arrodilló—No vayas.

—Yuqi yo te quiero, pero ya estoy mayorcita para tomar mis propias decisiones.

—Es cierto, pero después no digas que no te lo dije.




...





La noche era fría y silenciosa. El parque estaba solitario, ni una persona transitaba por ahí. La brisa provocó que la corta melena de Soyeon se levantara hacia arriba. Se abrazó así misma por el frío que sentía. Solo se había puesto un abrigo y un pantalón fino. Estaba helada y temblaba.

Se sentó en un banco, el único con una lámpara cerca y encendida. Miró a ambos lados esperando a que llegara Byeong.

—¡Soyeon! —sintió su voz, estaba lejos. Levantó su brazo para que la viera y enseguida fue hacia ella —¿Estas bien? ¿Cómo te sientes?

La apretujó entre sus brazos.

—Siento que hayas tenido que esperar, pero las cosas no están muy bien por la casa ahora. Debes tener frío . Ten mi abrigo — la envolvió en aquello.

—Gracias. Estoy bien y ¿tú? Siento lo de tu hermano, pero tuve que hacerlo.

—No te preocupes. Yo pienso que hiciste lo mejor. Nunca he confiado mucho en él. Siempre pensé que tenía algo malo entre manos. Mira lo que he traído —le enseñó la cajetilla con cigarros.

—Hoy no quiero.

—Milagro.

—Quiero intentar dejarlo.

—Eso es bueno, lo guardaré entonces ¿Donde te estás quedando?

—En casa de una amiga.

—¿Ahora piensas divorciarte de mi hermano?

El tema del divorcio no había pasado por la mente de Soyeon. Levantó una ceja ante la pregunta.

—No había pensado en eso.

—Deberías hacerlo. No deberías estar con una persona como él. Debes mirar a tu alrededor y ver quien en realidad te quiere.

Soyeon notó la cercanía que tenían, no le gustaba y se asustó, se alejó por ello.

—¿Te gusto?

¿A qué venía esa pregunta? Obviamente no.

—No me gustas —se quitó el abrigo y se lo entregó—. Creo que debería irme.

—No, tú no te vas —la cogió por los hombros—. Tienes que amarme. Tú debes hacerlo porque yo si te amo —intentó besarla a la fuerza y forcejearon porque Soyeon no lo estaba dejando— ¿Por qué crees que he venido hasta aquí? Me tienes mal.

—¡Suéltame! —gritó.

—Déjala ir.

—¿Tú quien eres? —se volteó a ver al rubio que estaba detrás de él con un bate en la mano.

—Soy Chan ¿Tú que intentas hacer con ella?

—Nada que te importe. Déjanos, nadie te ha llamado.

—Pues si lo han hecho. Por si no lo sabes antes era su guardaespaldas y la cuidaba. Así que para mí es costumbre acudir cuando ella esté en peligro.

—¿Quieres pelear? —preguntó traqueando sus dedos.

—No, solo quiero decirte que no se vería bien que otro Min estuviera en la cárcel. No se si me entiendes —se llevó el bate al hombro — O si quieres podemos pelear, pero yo tengo un arma y tú tus puños sonrojados. Se ve que es la primera vez que te traqueas los dedos.

—Estúpido.

—Como ves no tienes más elección que marcharte de aquí.

Byeong maldijo entre dientes y se fue del parque.

—Gracias por salvarme, pero cómo sabías que estaba aquí —comentó Soyeon.

—Dale gracias a tu amiga. La llame y le pregunté donde estabas y me dijo. También me habló de que tenía un mal presentimiento y eso me provocó venir aún más rápido a rescatarte.

—Siempre tan servicial —sonrió.

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