La Casa de Sagitario
Cuando estaba dirigirme hacia la casa de Sagitario, sentía un gran presentimiento de ello. Lógicamente Milo, me había dicho que él caballero de esa casa había sido acusado de ser un traidor, y de hecho por ello lo asesinaron.
Solo tenía que cruzar aquella casa e dirigirme hacia la siguiente casa, porque obviamente no habría nadie, como en la casa de Géminis.
Finalmente después de varios minutos había llegado a la casa, pero al intentar llegar algo me había detenido; de la casa de Sagitario había salido un ataque de la parte de él techo. Eso había causado confución en mi, ya que sino me equivocaba allí no había nadie. Rápidamente entró en la casa para notar como es que algunos pilares estaban rotos, él suelo y solo podía notar la presencia de tres personas dentro.
Por la vestimenta de él caballero dorado me percate de que esta no era su casa correspondiente.
¿Acaso ese no era él caballero de Capricornio? ¿Que estaba haciendo en la novena casa?. De hecho ahora, mientras estaba metida en mis pensamientos, el estaba golpeando a Seiya.
—¡Seiya!.—exclamo obteniendo la atención de todos en él lugar.
Él caballero dorado de Capricornio había lanzado a Seiya en un pared cercana, provocando que esta también lograda romperse.
—¡Puño meteoro!. —aquel golpe estaba destinado hacia él caballero dorado.
Me dirijo rápidamente hacia Seiya, quien yacía tirado en él suelo. Me sorprendió un poco ya que él siempre se levantaba después de ser tirado a él suelo.
—Seiya.—lo muevo levemente. —Seiya despierta.—el chico no lograba reaccionar.
No podía lograr recitar una palabra, la sangre me hervía, coló se atrevía a hacerle eso a Seiya. Estaba por dirigirme hacia el santo de Capricornio, pero una voz me lo había impedido.
—(T/N), espera.—se trataba de la suave voz de Shun.
Lo mire tratando de analizar su rostro, él debía estar igual a Seiya ya que su rostro aun tenía marcas de batalla.
—Observa.—dirigió su mano hacia donde Seiya se había golpeado.
Hice lo que me pidió, aunque al principio dude ya que quería atacar a él caballero, observó algo que me sorprendió y cambio la actitud que tenia.
— “A todos aquellos cuyo coraje ha vencido todos los obstáculos, les confió la vida de Athena, conjurándoles a protegerla y venerar la aun más que la suya.” —leí en voz alta, lógicamente aquello no decía en griego.
Note que él caballero de oro se había quedado estático, ya que anteriormente había escuchado sus pasos tras de mi.
—..acaso..—murmuró él caballero.
—Es correcto, él siempre supo la verdad. Él patriarca es el traidor real.—ahora se podía escuchar una voz diferente.
Un nuevo caballero dorado había entrado a la casa de Sagitario, solo que este poseía los ojos cerrados, y el cabello rubio.
—¿Que significa todo esto, Shaka?.—le preguntó él de cabellera verde.
—Deja que te lo expliquemos.—ahora otros caballeros se habían aproximado hacia él caballero anteriormente llamado, Shaka.
Aioria, junto a Milo y Shaka, comenzaron a explicar lo que en verdad él Patriarca estaba realizando en contra de él Santuario, Aioria no había sido él único en ser controlado, sino Milo y Shaka, quienes creyeron en las intenciones de él Patriarca.
Inclusive, él mismo Ikki estaba presente cuando redactaron aquello, después de todo él se habría librado de una feroz batalla.
—Quieren decir, que él Patriarca controló a Aioria con alguna técnica de ilusión.—les resumí, ya que no dejaban de hablar de lo mismo.
—No, un guía como él, no usaría semejante técnica.—comentó él rubio de ojos cerrados, Shaka.—se trata de alguien más haciéndose pasar por el Patriarca.—dedució.
—¿Quien?.—le pregunto con cierta curiosidad.
—Sí consiguió controlar a Aioria, debe ser alguien que conoce esa técnica a la perfección.—Milo colocó su mano en la barbilla, pensando.—¡imposible!.—exclamó sorprendido.
Supongo que ya debió de haber recordado aquella persona que poseía aquella técnica.
—El caballero ausente, Saga de Géminis, quien hace dieciséis años quería gobernar el Santuario.—agregó finalmente él rubio de Virgo.
—¡No es posible!.—exclamó molestó él santo de Capricornio. —yo vi cuando murió aquel día.
—Al parecer no fue así, él sobrevivió.—habló Mū.
Me había sorprendido ante su llegada, de hecho no preste la demasiada atención, cuando todos los caballeros habían hecho una junta en la casa de Sagitario.
Pero lo que si había prestado atención fue de él como Saori ahora se dirigía a Seiya, ¡cierto!. Como pude olvidarme de él.
—Saori, ¿estas bien?.—le preguntó a la orbes jades.
Ella me muestra una mirada que refleja calidez y amor, y asintió al poco tiempo después.
Ante ello solo se dirigió a Seiya, quien tras observar lo en él suelo se hincó y coloco sus manos a unos centímetros de él pecho de Seiya, donde allí pude darme cuenta de lo que planeaba hacer.
—Señorita no lo haga, se hará más daño.—intervino Aldebarán, al ver a Saori.
—Si sigue así, el santuario podría destruirse, y no importa que este la diosa Athena.—manifestó Aioria al respecto.
—¡No me interesa!.—exclama agitada la reencarnación de la deidad Athena.—él, junto a los otros, me protegieron, y quiero ayudarlo. Ustedes descubrieron el engaño ¿cierto?. Creyeron que yo era una impostora, y no los culpo por eso, el y ellos, me protegieron y me guiarón hasta aquí. Q-quiero recompensarlos por creer en mi todo este tiempo, se que ese es mi deber. Si logro ayudarlos nadie más sufrirá por mí.—Saori en su discurso no dejaban de jadear y hacer grandes pausas para mantener la respiración.
La de melena lila comenzó a regenerarle la energía a Seiya, pero a la vez también perdía la suya. No podía dejar que ella también se sacrificará, es una diosa, no debería de hacerlo.
Coloqué mi mano sobre la de ella.
—Agradecemos todo lo que has dicho.—le digo.—deja que nosotros nos encarguemos.—formuló, Shiryū ahora era él que había colocado una mano sobre la mía.
—No te preocupes estamos unidos por nuestro espíritu, lo prometimos cuando éramos niños.—le siguió el de largos cabellos.
Después Shun había sido el siguiente en colocar una mano sobre la de Shiryū.
—Siempre ha sido él quien no has mostrado la luz en el camino.—habló el de cabellos verdes.
Hyōga le siguió después, colocando su mano sobre la de Shun.
—Seiya solía decir; que juntos protegeríamos a la diosa Athena.—admitió el de orbes azules.
Había escuchado comentarios provenientes de el caballero, al cual Seiya había estado luchando.
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