La ayuda de un Gran amigo

  Seiya no tenia de otra debía de irse con Shiryū por la buena o por la mala, él castaño no tardo en darme una mirada llena de preocupación, realmente lo entendía ya quería que todo esto acabará de una vez.

  En estos momentos me encontraba vulnerable, puedo notar como mi ex-maestro sabe aquello a través de su mirada. El comparar mi fuerza de ahora con la que poseía anteriormente era absurdo, pero al menos e dejado que Seiya y Shiryū salgan de la casa.

  Muerdo mi labio, esto si que es exasperante. Si realizo otro ataque más no podría moverme.

“ —En momentos cuando la energía desaparece él nuevo sentido cobrara vida.—expresó un Milo de años atrás.

—¿Que quiere decir con eso, maestro Milo?.—pregunto una pequeña de cabellos pálidos.

—Ya lo sabrás.—sonrió. ”

  No se porque ese recuerdo me esta acechando en estos momentos, si con energía se refiere a cosmos, él nuevo sentido.... ¡¿El séptimo sentido?!.

  ¿Era eso?, la clave para activar él séptimo sentido es él no poseer energía, no, no creó que sea eso.

  Estaba tan sumida en mis pensamientos que no había notado la presencia del caballero de Escorpión acercándose.

  Intente colocarme nuevamente de pie, pero ya me era imposible Aioria ya había hecho varias perforaciones en mi cuerpo que de hecho me impiden esforzarme por cosas pequeñas.

“ —Hola pequeña.—saludo un adolescente a una pequeña que se encontraba frente a ella.—soy Milo, tu maestro. —tocó la cabeza de la menor, quien se encontraba mirando en su dirección.

—¿Maestro Milo?.—cuestionó (T/N) en forma de afirmación, ante ello el mayor sonrió.

—Si.—respondió.

(T/N) solo contaba con seis años de edad, no por nada era la menor de él grupo de pequeños en él orfanato, tal vez seria un trabajo difícil para Milo. ”

  Él de cabellos púrpuras me había tomado de la prenda de él cuello, quitándome él contacto contra él suelo.

—Solo eres una amazona débil. —comentó con cierta rabia, para después lanzarme al frío suelo.

  Mi cuerpo no respondía, mis párpados podaban más en cada segundo, no estaba segura de que pasaría después.

  Esa persona usa no era Milo, no era mi maestro la personas que me entrenó hace años, pero solo estoy segura de una cosa, Milo ahora le es leal al patriarca y solo con ello podría saber que a pesar de que intentara hacerlo cambiar de parecer él no lo haría, su orgullo de caballero es muy fuerte.

  Si algo tenían en común era que siempre empezaban a insultarme, además de incluir él hecho de ser mujer, lo cual no significaba nada.

  Los sentimientos no deben de importar en una batalla, esa es la regla principal de un caballero, la regla que ahora tendria que conseguir. Supongo que Shiryū y Seiya a este paso deben de estar en la casa de Sagitario, o la de Capricornio. El Escorpión me había lanzado hacia él muro, que ahora evitaba él paso a la siguiente casa, provocando que él dolor comenzará a inundarme.

—Esa diosa impostora lo único que traerá será desgracias, debes entender (T/N), su causa es un acto de rebeldía. —comento con vierta obviedad, para cuando estaba dispuesto a acercarse por más. —justo como lo dijo él patriarca.

—No, los que deben entenderlo son ustedes maestro Milo.—exijo de forma protestante, mientras lo observó con furor.—Saori Kido, es la verdadera Athena. —quito todo rastro de sangre seca en mi mejilla.

—Esa idea aun sigue metida en tu cabeza.—negó con su cabeza.

—No me interesa él aprender la cosas que se por mi misma, se que estoy haciendo lo correcto.—intentó colocarme de pie.—incluso daré mi vida por defender esa idea.

  No se como es que aun ya me encontraba de pie nuevamente. Si quería obtener la victoria tendría que ver su punto débil, o él punto ciego de su técnica, de ese modo tendré oportunidad de atacarlo.

—¡Aguja escarlata!. —el ataque venia directo a mi hombro.

  Había recibido él impacto él cual ocasiono que  retrocediera ante él contacto.

  Milo suspiro, de una manera frustrada.

—Mostraste una resistencia ante el ataque, pero sabes perfectamente cuales son las consecuencias, (T/N).—pronunció con seriedad.

—Si.—respondí tomándome él hombro antes atacado.

—Ahora tienes que elegir; o te rindes, o te mueres.

—Ninguna. —fruncio él entrecejo.—Me das a elegir, pero aún tengo fe en que seguiré intentando atacarte. —murmuró.

  Él portador de la armadura dorada me habia observado con una mirada llena de lastima y molestia. Comenzó a apuntarme con su dedo índice, puedo notar como aumenta esta vez él cosmos en él ataque.

—Puedo hacerlo.—me dije.

  ¡Bingo!.

—¡Puño meteoro!. —exclamó.

  La ráfaga de él ataque estaba dirigida hacia Milo, quien tras observarla su semblante cambio de una manera drástica. Los golpes hacia él caballero dorado no tardaron en aparecer, de hecho provocaron que retrocediera. Este cerro los ojos con un rostro ahora neutral. Técnicamente ahora no sabia la razón por la que se encontraba de esa manera.

  Finalmente como si él destino me odiara, caí rendida al “cómodo” suelo. Milo se acerco en mi dirección, mientras que por mi parte, intentaba mover algún músculo.

—Al menos agradezco él haber tenido una alumna.—apuntó su dedo índice, en mi dirección.

—¡Polvo de diamantes!.—oí exclamar a alguien.

—Demonios.— Milo maldijo por debajo.

  Fije mi vista hacia la persona que había lanzado él ataque anteriormente, afirmando lo que pensaba, se trataba de Hyōga. Comencé a visualizar a cierto rubio luchando ahora contra Escorpión, pero algo en el suelo de pronto me había llamado la atención.

  Se trataba de una cabellera verdosa, ¡Shun!, Era Shun, supongo que debió de haber acabado rendido después de aumentar su cosmo. Tras observar a Shun, me percaté de que al menos él había terminado de hacer algo por su cuenta, es decir, nunca acabe las batallas que tenia contra los caballeros dorados, siempre había una excusa.

  Algo en mi cabeza había inundado ahora mis pensamientos.

  Él séptimo sentido.

  Por lo que había dicho anteriormente él caballero de Tauro, él séptimo sentido el cosmos definitivo, si quiero ganar este combate tendré que despertarlo. Tenia que usar ello a mi favor para acabar con él caballero dorado.

  La impotencia de ser subestimada por los contrincantes, la molestia de tener que estar al acecho de mis compañeros, la tristeza de no terminar los combates, sentía que todos esos sentimientos podrían ayudarme en este momento.

  Me había levantado de él suelo, dispuesta a terminar con lo pendiente. Sentía como es que él cosmos fluía con intensidad en mi cuerpo. Era la misma sensación que me ataco en la casa de Leo, solo que ahora con mas intensidad que antes.
 
  Me adentre hacia en donde ahora se encontraba cierto rubio continuando su batalla contra mi maestro.

—Gracias Hyōga, pero de esto yo me encargo.—tome su hombro.

  Este pareció sorprenderse, y de hecho no lo dudo, ya que ver a una persona que anteriormente de encontraba en él suelo y de pronto verlo de pie, definitivamente era algo confuso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top