Capítulo 8: Halloween

La mañana del treinta y uno de octubre amaneció nublado. En el dormitorio de los chicos reinaba la algarabía. De un gramófono mágicamente encantado salían los acordes de una nueva canción que se había lanzado ese mismo día, de una banda británica que empezaba su andadura y tenía por nombre Queen.

-I'm just a poor boy, nobody likes me-cantaba Sirius.

-He's just a poor boy from a poor family. Spare him his life from this monstruosity-cantaron a coro James, Remus y Peter, simulando que tocaban instrumentos mientras en el gramófono los acordes de Bohemian Rhapsody y la voz de Freddie Mercury continuaban la canción.

-¿Qué hacéis?-preguntó una voz femenina detrás de ellos.Los cuatro chicos se detuvieron, como congelados. Allí estaba Marlene, vestida con una bata roja de tul.

-¡Es Bohemian Rhapsody!-exclamó Peter, entusiasmado. Pero Sirius miraba de reojo a Marlene.

-¿Qué haces aquí?-preguntó, cortante.

-Solo venía a saludar, antes de ir a desayunar. Había escuchado música y quería ver qué era.-respondió ella.

-¿Vas a ir a Hogsmeade, Marls?-preguntó Lupin.

-Sí, luego iremos.-dijo la chica lacónicamente.

-¡Nosotros tenemos que comprar cosas para la broma de esta noche!-soltó Peter. James, Sirius y Remus miraron a Peter con cara de "ya has metido la pata". Marlene parecía pensar lo mismo, porque sonrió y dijo:

-¿Qué broma es esa?

-No es nada, Marls.-dijo James, rápidamente. Pero la joven Gryffindor no se rindió tan fácilmente.

-¿Puedo entrar?-preguntó.

-No eres una Merodeadora.-respondió Sirius.

-Por favor.-suplicó ella, mirando anhelante a James y a Remus.

-Lo siento, Marls.-contestó el prefecto.-Pero la broma es solo cosa nuestra.

Marlene los miró, disgustada. Dejó caer los hombros y se dirigió hacia la puerta que daba a la escalera de caracol para bajar a la sala común.

-Está bien.-dijo ella.-Pero no me gustaría nada estar en vuestro pellejo cuando se entere Lily.-añadió, y salió de la habitación.

Marlene bajó las escaleras y se dispuso a entrar por la puerta que daba a las habitaciones de las chicas.

-¡Espera!-oyó la voz de James a su espalda.

Marlene se dio la vuelta y vio bajar corriendo a los Merodeadores, con James a la cabeza. Sirius iba el último y no se le notaba contento.

-Está...bien.-jadeó James.-Puedes hacer la broma con nosotros. Marlene esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Genial!-exclamó.-Gracias, chicos. A ti también, Black.

-He perdido la votación.-dijo Sirius, y se encogió de hombros.

-Pero no digas nada a Lily.-avisó Remus.-Solo falta que se entere que un prefecto hace bromas.

-Descuida.-dijo Marlene.-Lily preferiría estar expulsada que romper las reglas.-y se metió por la escalera de los dormitorios de las chicas.

Lily, Mary y Arista estaban sentadas a la mesa de Gryffindor tomando gachas de avena, zumo de calabaza y huevos Benedictine para desayunar, cuando entraron en el Gran Comedor los Merodeadores, y, para desgracia de Lily, Marlene iba con ellos.

-¿Qué habrá visto Marls en ellos?-preguntó.

-Vamos, Lils, tú solo conoces a Remus, y no mucho.-dijo Arista.

-James y Sirius también son agradables.-añadió Mary.-Aunque Peter es el más adorable de todos.-dijo, y se sonrojó. Lily bufó.

-Es verdad, Lils.-repuso Arista.-Si te dieras la oportunidad de conocerlos de verdad, igual te llevarías una sorpresa.

-Ya los conozco.-contraatacó ella.-Y no veo que sean más que dos arrogantes bravucones.

-Ves lo que esperas ver, Lily.-dijo Mary.

-¿Todo bien, Evans?-preguntó James. Lily puso los ojos en blanco. Estaba harta de Potter.

-Todo estaba bien hasta que tu despeinada cabeza atravesó esa puerta, Potter.-dijo, secamente. Mary y Arista sin embargo habían saludado al grupo.

-Relaja un poco, Lily. Hoy es Halloween.-dijo Marlene, sentándose junto a la pelirroja.

-Mira, Marlene...-empezó Lily, pero Remus la interrumpió.

-Mejor nos vamos de aquí.-dijo, y se llevó a los tres chicos con él al otro extremo de la mesa. Cuando se iban, James señaló su reloj y Marlene asintió, sonriendo.

-¿Qué ha sido eso?-preguntó Lily, para la que el gesto no había pasado inadvertido.

-Ah, nada.-respondió la rubia, sirviéndose unos huevos en el plato.-Es que he quedado con James para ir a Hogsmeade.-dijo, mirando de reojo a Lily.-No te importa, ¿verdad?

-Para nada.-dijo Lily. Pero Marlene, Arista y Mary habían visto cómo los verdes ojos de Lily se abrían en una expresión de sorpresa cuando la joven Mckinnon había comentado que iba a ir con James al pueblo.

A la hora de la cena, el Gran Comedor estaba engalanado con las calabazas cultivadas por Hagrid flotando a modo de candiles sobre las mesas de las casas. En las paredes, serpentinas de murciélagos y esqueletos danzaban al son de "Danza macabra" del compositor mago Saïnt-Saens. James, Sirius, Lupin, Peter y Marlene entraron en el Gran Comedor.

-¿Habéis preparado todo?-preguntó Sirius.

-Todo está en su sitio.-dijo Peter.

-Solo queda esperar.-añadió James.

-Espero que no nos hayamos pasado.-dijo Lupin.

-Mi primera broma con los Merodeadores.-dijo Marlene, extasiada. Marlene vio a Lily sentada sola, y se acercó a ella, dejando atrás a los chicos.

-Vamos a sentarnos.-dijo James.

Los cuatro se dirigieron al otro extremo de la mesa, cerca de la mesa de los profesores. James y Sirius saludaron a Hagrid, que les devolvió el saludo, y al profesor Dumbledore. La profesora McGonagall les abordó antes de que se sentaran.

-Potter.-dijo la profesora McGonagall.-¿Qué tal van los entrenamientos de Quidditch?

-¡Hola, Minnie!-la saludaron James y Sirius.

La profesora sonrió. Aquellos dos granujas sabían cómo ganarse a la gente, y al grupo de los cuatro Gryffindors era a los únicos estudiantes a los que les permitía ese trato.

-Bien, profesora.-dijo James, en un tono más serio.-El partido contra Slytherin es nuestra motivación. McGonagall sonrió.

-Me alegra oír eso, Potter.-dijo, y se volvió hacia Sirius.-Black, he de tratar un tema contigo, en privado. Mañana en mi despacho.

-Claro, Minnie.-respondió Sirius, sonriéndole.

Mientras tanto, Marlene y Lily cenaban en silencio en el otro lado de la mesa.

-¿Mary y Arista?-preguntó Marlene.

-Arista en la sala común. Mary ha cenado y ha ido a la biblioteca, tiene que acabar la tarea de Slughorn.-contestó Lily, sin mirar a su amiga.

-¿Se puede saber qué te ocurre, Lils?-preguntó Marlene, molesta.

-Tú sabrás.-contestó seca la pelirroja.

-¿Es porque he quedado en Hogsmeade con James?-aventuró Marlene. Lily se quedó callada, y Marlene entendió lo que ese silencio significaba.-¿Por qué te molesta que haya quedado con él? Es mi amigo.

-No es eso.

-Entonces no te comprendo.-dijo Marlene, confundida.

-¿Por qué no me ha pedido a mí ir a Hogsmeade?-preguntó Lily. Marlene rió.

-Por favor, Lils. Te pasas el día rechazándole y diciendo que es un arrogante. ¿Qué esperabas?

-Quieres decir que se ha cansado de mí.-repuso Lily, dolida.

-No cuentes tus lechuzas antes de verlas llegar, Lils. Quedé con James por otro motivo. Y además, él no paró de hablar de ti, amiga. Si no te has dado cuenta de lo que siente por ti a estas alturas, no es culpa mía.-respondió Marlene, cortante, y se levantó para ir a sentarse al lado de Remus. La pelirroja la miró mientras se alejaba.

Lily terminó su pastel de carne y se levantó para salir del Gran Comedor, cuando entró el celador, Argus Filch, lleno de pintura azul y con una calabaza con ojos.

-¡¿Dónde están?!-gritaba Filch.-¡Exijo que se castigue a los culpables de este delito!

Lily miró fugazmente hacia donde estaban sentados Potter y Black, quienes sonreían discretamente, y vio a Marlene chocar el puño con Lupin y Pettigrew.

-Calma, Argus.-dijo Dumbledore con tranquilidad, y agitó su varita. Al momento, desapareció la pintura y la calabaza con ojos se transformó en la Señora Norris nuevamente.

Lily salió del Gran Comedor y encaminó sus pasos hacia la biblioteca. Cuando llegó allí, se dirigio al escritorio donde estaba la bibliotecaria, la Señora Pince, una mujer de nariz ganchuda y manos como garras, que mantenía una disciplina férrea en la biblioteca. La Señora Pince levantó la vista del registro de libros cuando se acercó la prefecta.

-Ah, señorita Evans.-dijo, amablemente.-¿En qué puedo ayudarle?

-Buenas tardes, señora Pince. He venido buscando a mi amiga Mary.-respondió Lily.

-La señorita Macdonald se ha ido hace diez minutos a su sala común, señorita Evans.-contestó la bibliotecaria. Lily esbozó una mueca de contrariedad.

-De acuerdo, muchas gracias, señora Pince.-dijo la pelirroja, y dio media vuelta para salir de la biblioteca.

Lily se dedicó a recorrer los pasillos. Había llegado al séptimo piso, cuando de detrás de un tapiz salió un cadáver y se acercó hacia ella, amenazadoramente. Lily extrajo su varita de la túnica y exclamó:

-¡Vespertilio muco involuta!

El cadáver se paró en seco y lanzó un grito de agonía. Lily lo miró, extrañada. Un inferius no emitía sonido alguno. Volvió a alzar su varita cuando se abrió una puerta y aparecieron Remus, Peter, Sirius y Marlene.

-Para, Lily.-dijo el prefecto.

Lily miró a los cuatro enfadada, mientras Sirius levantó su varita y murmuró apuntando al cadáver:

-Finite.

Lily miró hacia el cadáver, pero ya no estaba allí. En su lugar se encontraba James Potter, que alzaba sus puños para luchar contra lo que parecían mocos voladores en forma de murciélagos. Remus alzó también su varita y repitió el conjuro que había usado Sirius. Los mocomurciélagos desaparecieron, y James miró a Lily, sonriendo.

-Vaya, Evans. El susto nos lo has dado tú a nosotros en vez de al revés, como estaba planeado.

Lily guardó su varita y se acercó a James. James sonrío a la pelirroja, pero esto no hizo más que enojarla más. Lily comenzó a darle puñetazos.

-Estúpido, arrogante, imbécil.-decía, acompañando cada palabra con un golpe. James se cubría como podía. Sirius se acercó y cogió a Lily de las muñecas.

-Evans, bastó ya.-dijo, furioso.-Si no sabes aguantar una broma, no salgas de tu habitación, doña prefecta.

Lily se zafó del agarre de Sirius, y mirándolo con evidente antipatía, dijo:

-Diez puntos menos para Gryffindor.

-¿Qué?-exclamó Marlene, indignada.-Lily, no puedes hacer eso.

-Técnicamente sí puede.-murmuró Remus.-Es prefecta.

-Gracias, Remus.-respondió Lily.-Pero que sepas que voy a dar parte a la profesora McGonagall.

-No te atreverás.-dijo Sirius.

-Ponme a prueba.-le respondió Lily, entrecerrando sus ojos verdes. Remus se acercó a Lily.

-Lily, hablemos mañana con más calma. Ha sido solo una broma.-dijo. Lily escudriñó su rostro, y vio que en sus ojos no había maldad.

-Está bien.-dijo.-Pero vosotros dos, no os voy a pasar ni una.-dijo, señalando a Sirius y a James.-Y tú, Marlene, harías bien en no juntarte con esos dos.

Lily se marchó con paso decidido, chocando de forma premeditada con James, quien la miró dolido. Se encontraba a mitad del pasillo cuando todos oyeron lo mismo.

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¡Hola! Nuevo capítulo con un choque entre Lily y los Merodeadores. ¿Qué habrá pasado al final? Lo sabréis en el próximo. ¡Os leo!

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