Capítulo 35: Comienzan los TIMOS

     La euforia por el triunfo en la Copa de Quidditch duró una semana entera en la casa de Gryffindor, Cuando los estudiantes volvieron a la realidad, junio se había echado encima.

     A la hora de la cena, Lily estaba enfrascada repasando sus notas de Encantamientos, que no se percató de que Marlene le había hablado. Solamente cuando le dio un codazo en las costillas, la pelirroja levantó la mirada de los apuntes.

     —Me has hecho daño, Marls.—se quejó.—¿Se puede saber qué quieres?

     Por toda respuesta Marlene señaló hacia el vestíbulo. El profesor Dumbledore, vestido con una túnica morada y su habitual gorro dorado, se hallaba de pie, en situación de espera. En ese momento se escuchó el sonido de las puertas de roble abrirse y pasos que se aproximaban.

     James, Sirius, Remus y Peter se levantaron de sus sitios y echaron a correr sigilosamente, ocultándose tras la gran puerta dorada de la derecha.

     —Vamos a seguirlos.—dijo Marlene alegremente.

     —Ni se te ocurra.—la reprendió Lily.

     —Yo voto a favor.—declaró Mary.

     Todas miraron hacia Arista. La joven dejó el tenedor y el cuchillo en el plato antes de mirar a la prefecta.

     —La verdad es que yo también tengo curiosidad.—reconoció.

     Marlene y Mary gritaron de júbilo, se levantaron y echaron a correr hacia las puertas de entrada al Gran Comedor. Arista se levantó, se encogió de hombros y las siguió. Lily bufó, indignada, pero también se puso en pie y se fue con sus amigas.

     —¡Qué veo!—exclamó James, burlonamente.—¿Me estás siguiendo, Evans?

     —Más quisieras, Potter.—respondió ella fríamente.

     —Solo hemos venido a descubrir qué pasa.—contestó Mary.

     —Ese es un comportamiento digno de un Merodeador.—dijo James, sacando pecho con chulería, y miró a Lily.—Podrías entrar en nuestro grupo.—y le guiñó un ojo.

     —En tus sueños, Potter.—le espetó esta.

     —Hola, Sir.—saludó vergonzosamente Marlene.

     —Hola, Lene.—dijo este sonriendo.

     Los amigos de ambos giraron la cabeza hacia ellos como si tuvieran un resorte en el cuello, olvidándose por un instante de lo que acontecía en el vestíbulo.

     —¿Sir?—preguntó Arista, sorprendida.

     —¿Lene?—dijo Remus.

     —¡Por Merlín, besaos ya!—exclamó James con un falso tono de indignación, lo que hizo que todos estallasen en carcajadas.

     —¡Oh!—murmuró Mary, que había vuelto a mirar hacia el vestíbulo.

     Los otros siete estudiantes la imitaron, y su expresión cambió, mostrando entonces un rastro de nerviosismo y emoción contenida.

     —Dios mío, ¿son ellos? ¿Son los examinadores?—preguntó Lily. Sirius, James y Marlene movieron afirmativamente la cabeza.

     En el vestíbulo había entrado una comitiva de diez personas, compuesta de cuatro magos y seis brujas. Las dos personas que iban a la cabeza del grupo eran las de más edad. Una de ellas, una bruja muy pequeña de aspecto encorvado y con la cara tan arrugada que parecía que estaba cubierta de telarañas, tendió una mano apergaminada hacia el profesor Dumbledore, que se la estrechó suavemente.

     —Mi estimada profesora Marchbanks.—saludó el director.

     —Hola, Albus.—respondió la profesora Griselda Marchbanks, con una voz extremadamente temblorosa y a un volumen tan alto que llegó hasta el extremo opuesto del comedor.

     —¿Habéis realizado bien el viaje?—preguntó jovialmente Dumbledore.

     El otro mago, un hombre relativamente alto para la edad que aparentaba, calvo, y con una barba más larga que la del profesor Dumbledore, asintió.

     —Estamos ya acostumbrados, profesor Dumbledore.—contestó el mago.

     —Mi compañero, el profesor Tofty.—gritó la profesora Marchbanks casi al oído del director, que aguantó estoicamente, y realizó una leve inclinación de cabeza al mago.

     —Os enseñaré vuestros aposentos.—dijo el director, y se echó hacia un lado para dejar pasar a la comitiva.

     —Estoy ansiosa por examinar a los alumnos de este año en Transformaciones.—dijo con su volumen particular la profesora Marchbanks.—Todavía ningún estudiante ha podido superar las cosas que hacías en tus TIMOS y EXTASIS, Albus.

     Una sonrisa se dibujó en los rostros de todos los chicos menos en el de Lily.

     —¿Dónde está la gracia?—preguntó Lily, enojada.

     —Vamos, Lils, piensa un poco.—contestó Marlene.

     —Dumbledore tiene una edad para ser nuestro bisabuelo.—añadió Sirius.

     —Imagínate la edad que puede tener la profesora Marchbanks.—concluyó Arista.

     En ese momento la comitiva pasó muy cerca de las puertas del Gran Comedor y Sirius juraría que el profesor Dumbledore los había visto y les había guiñado un ojo pícaramente.

     A la mañana siguiente, en el tablón de anuncios de las casas aparecieron los horarios de los exámenes para los estudiantes de quinto curso, y una nota que indicaba que se habían acortado las horas de las comidas con el fin de poder preparar el Gran Comedor para los TIMOS.

     El primer examen que realizaron fue el de Herbología. James y Sirius salieron del examen teórico muy satisfechos, y se dirigieron hacia el invernadero tres, donde uno de los examinadores les esperaba para realizar la parte práctica del examen. Esta, según James, no resultó ser extremadamente complicada. El examinador les pidió que trasplantaran una mandrágora bebé, extrajesen pus de bubotubérculo y que adivinasen la diferencia entre un cactus normal y un arbusto erizo, algo que era fácil pues al acercarse alguien el arbusto erizo se hincha y lanza como proyectiles pequeñas púas.

     Lily y Remus también realizaron correctamente el examen, Marlene estaba nerviosa pues creía que se había equivocado en dos preguntas del examen, y Mary y Arista prefirieron no hablar del tema. Peter también realizó correctamente el examen teórico, pero en la parte práctica se olvidó de ponerse las orejeras antes de trasplantar la mandrágora, lo que hizo que se marease y cayese al suelo.

     Tras el almuerzo, los Merodeadores, Marlene y Mary se dirigieron hacia la cabaña de Hagrid, donde se iba a realizar el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas. El examen consistió en mantener vivo a un gusarajo durante una hora, extraer un poco de corteza de un árbol custodiado por un bowtruckle y diferenciar a un erizo común de un knarl. Como los gusarajos están más tranquilos si se les deja en paz, esa fue la pregunta más sencilla del examen. Para la segunda, tuvieron que atraer con cochinillas al bowtruckle para que se alejara del árbol y poder extraer un poco de corteza, y la tercera pregunta se respondía dejando un cuenco de comida cerca del grupo de animales. Los erizos comunes iban directamente hacia ella, pero el knarl se mantenía en su sitio, receloso.

     Lily y Arista, por otra parte, subieron al tercer piso para realizar su examen de Aritmancia. Cuando salieron, Lily se quejaba amargamente de que estaba segura que suspendería, hasta que Arista le lanzó una mirada de advertencia y Lily se calló.

     Después de la cena, los alumnos de quinto año invadieron la biblioteca para repasar para los exámenes del día siguiente y, cuando ya no podían mantener los párpados abiertos, tomaron los caminos a las respectivas salas comunes.

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   ¡Hola de nuevo! Empiezan los TIMOS, y el final de curso está a la vuelta de la esquina. Contadme vuestras impresiones de este capítulo, un poco más corto que los demás, pero que sirve de introducción a lo que viene, que era lo que todos estábais esperando.

   ¡Os leo!

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