Capítulo 29: Los traidores y los sangre sucia
Llegó el lunes, y con él, las rutinas del día a día en Hogwarts. Tras el desayuno, James, Sirius, Remus, Peter, Marlene y Mary se dirigieron a los terrenos del castillo para su clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, que compartían con los alumnos de Slytherin, mientras que Lily y Arista tomaron el camino ascendente de la Gran Escalera para su clase de Aritmancia.
Cuando llegaron a la linde del Bosque Prohibido, los alumnos vieron que el profesor Kettleburn los estaba esperando ya. Era un mago de cierta edad, con el pelo encanecido y un abundante bigote en forma de cepillo que le cubría todo el labio superior. Además, había perdido un ojo, fruto de un accidente con un hipogrifo, y de debajo de su túnica se podía intuir una mano de metal y una pierna de madera. Entre los estudiantes corría el rumor de que el profesor había perdido esas extremidades al intentar domesticar una mantícora en un viaje que hizo a una jungla perdida en el valle del Indo.
Aquel día el profesor Kettleburn, el profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, les había traído una criatura de lo más extraña. Era una criatura pequeña, del tamaño de una cría de oveja recién nacida, tenía el pelaje gris pálido, un enorme cuello y una cabeza con unos ojos saltones, de un color azul eléctrico, y un pequeño cuerpecito del que salían unas patas muy cortas que terminaban en unos grandes pies planos. Los pequeños animales miraban entre curiosos y tímidos a los alumnos recién llegados.
-Mooncalfs.-anunció el profesor Kettleburn, cuando toda la clase se había sentado formando un círculo.
-Oh.-dijo Remus, pues sabía de qué se trataba.
-¿Y qué hacen, profesor?-preguntó Peter.
-Buena pregunta, señor Pettigrew.-contestó.-Los mooncalf tienen propiedades mágicas muy beneficiosas para los cultivos, pues su estiércol hace que las plantas crezcan más fuertes y más rápidamente.
El profesor Kettleburn continuó explicando que los mooncalf eran muy difíciles de encontrar, puesto que solo salían de sus madrigueras en luna llena para realizar una especie de baile de apareamiento con movimientos muy difíciles. Eso, como contó el profesor, generaba en los campos de cultivo una serie de patrones geométricos que los muggles confundían a menudo con algo que denominaban OVNI.
Al terminar la explicación, el profesor agitó su varita y unas cestas de mimbre aparecieron delante de los estudiantes.
-La clase de hoy consistirá en que alimentéis a los mooncalf por parejas, y recoger todas las heces que echen, pues la profesora Sprout me ha pedido que se la entregue para sus plantas.
-Qué clase tan genial.-dijo Avery con tono sarcástico.-Ver cómo estos bichos hacen sus cosas.
-Cállate, Avery.-le espetó Sirius.
-A mí no me hables, traidor.-respondió el aludido.
James sostuvo a Sirius por el brazo cuando este se disponía a abalanzarse sobre el estudiante de Slytherin. El profesor soltó a los mooncalf de sus ataduras, y cada uno se dirigió dando pequeños saltitos hacia los estudiantes.
-Profesor, ¿no podemos quedárnoslos?-preguntó James, mientras el mooncalf que se había puesto con Sirius y él restregaba su cabeza cariñosamente sobre el pecho de este.
-Lo siento, señor Potter, pero me temo que los mooncalf no pueden ser domesticados.-respondió el profesor.
-Son tan monos.-dijo una alumna de Slytherin, mientras el mooncalf comía semillas de lino.
A la hora del fin de la clase, los mooncalf habían llenado tres cubos enteros. El profesor Kettleburn se mostró muy satisfecho.
-Bien,-dijo-creo que con esto la profesora Sprout tendrá para una temporada.
Los alumnos se dirigieron colina arriba por las escaleras de piedra hasta llegar a las escaleras de la puerta de entrada del castillo. Entraron y en ese momento se dividieron. Los Slytherin fueron a clase de Encantamientos, mientras que los Gryffindor tenían clase de Transformaciones.
Allí, los Merodeadores, Marlene y Mary se encontraron con Lily y Arista, que venían de su clase de Aritmancia. James desvió la mirada al ver a la prefecta.
-No sabes las criaturas tan bonitas que hemos estudiado hoy.-dijo Mary, y se llevó a Lily del brazo adentro del aula.
Los demás estudiantes entraron y unos minutos más tarde hacía lo propio la profesora McGonagall. La clase quedó en completo silencio en cuanto la bruja cerró la puerta y los miró severamente.
Aquel día, la profesora McGonagall les enseñó a desvanecer objetos, un hechizo de dificultad moderada y que era uno de los más preguntados en el examen del TIMO. James y Sirius consiguieron realizarlo a la segunda sin problema, lo que hizo que la profesora McGonagall otorgara veinte puntos a Gryffindor. Sin embargo, esto quedó empañado porque a Sirius se le encendió una bengala de Zonko y explotó en la clase, armando un ligero alboroto.
Cuando la situación se hubo calmado, Lily consiguió desvanecer su copa después de seis intentos, Remus también fue capaz de lograrlo. Marlene, Mary y Arista tardaron un poco más, pero Peter no fue capaz de lograr que su alfiletero desapareciera por completo, siendo el único alumno al que la profesora McGonagall le puso deberes.
La campana que indicaba el final de las clases de la mañana sonó por todo el colegio. Los alumnos se dirigieron entonces al Gran Comedor.
-Y esta tarde, dos horas de Pociones y dos horas de Defensa Contra las Artes Oscuras.-dijo Sirius, cansado.
-Ánimo, Canuto, que mañana tenemos luna llena.-dijo en un susurro James, justo cuando Snape pasaba cerca de ellos.
-Hola, Sev.-lo saludó Lily.
-Hola, Lily.-respondió este.
-¿Qué tal las clases?-se interesó la muchacha.
Snape se encongió de hombros.
-Como siempre, supongo.
-¿Te veo luego en la biblioteca?-preguntó Lily. Snape asintió, sonriendo.
Después del almuerzo, los estudiantes de Gryffindor y de Slytherin se dirigieron escaleras abajo, a las mazmorras, para su doble clase de Pociones. La puerta se abrió y la prominente barriga del profesor Slughorn apareció en el umbral.
-Ya podéis pasar, chicos.-dijo.
Los alumnos entraron en la mazmorra y se colocaron en sus sitios. James, Sirius, Remus y Peter se situaron en la última fila, mientras que Lily se colocaba junto a Marlene, Mary y Arista en la segunda fila. Entre ellos se situaban Avery, Mulciber y Nott, mientras que Snape se colocaba en primera fila, frente a la mesa del profesor.
Ese día el profesor Slughorn les pidió que elaborasen una poción agudizadora del ingenio.
-Los materiales los tenéis en la pizarra. Podéis ir a cogerlos.-dijo él.
Los estudiantes se dirigieron por turnos a los armarios de los ingredientes. James y Sirius se fijaron en que Avery y Mulciber murmuraban algo mientras miraban maliciosamente a Mary.
El profesor Slughorn paró el tiempo cuando quedaban cinco minutos para terminar la clase y pasó uno por uno examinando los resultados. Snape y Lily recibieron la nota máxima, James y Sirius obtuvieron un notable, Peter recibió un pasable. El profesor Slughorn arrugó su enorme bigote de morsa al llegar al caldero de Remus, y le otorgó un insuficiente.
Después de la doble clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, en la que la profesora Mirrina les enseñó a realizar el hechizo de desvío de maleficios y el embrujo de lengua atada, los alumnos de Gryffindor se sentaron exhaustos en el Gran Comedor a la hora de la cena.
-Y encima todavía tenemos que hacer la redacción para el profesor Slughorn sobre cómo se realiza la pócima para olvidar.-dijo James.
-Por lo menos a vosotros os han puesto buena nota.-se quejó Remus.James y Sirius no volvieron a protestar en toda la cena. Sabían que el carácter de Remus se agriaba en los momentos cercanos a la luna llena.
Así, los estudiantes se dirigieron una vez terminada la cena a la biblioteca para terminar sus tareas. Lily se sentó con Snape. James levantaba la vista de la tarea frecuentemente para observar a Lily cómo hablaba amablemente con Snape.
-Cornamenta, no te fustigues más.-susurró Remus, pues en aquel momento la señora Pince pasaba por entre las mesas.
Pero James hizo oídos sordos y puso con tanta fuerza el punto sobre una i que rasgó el pergamino.
Mary fue la primera en terminar las tareas. Recogió sus cosas y devolvió los libros a la señora Pince, que con un movimiento de su varita hizo que los mismos volaran a sus estantes de origen.
La joven Gryffindor salió de la biblioteca y echó a andar en dirección a la Torre de Gryffindor. Se dirigió hacia el ala oeste por un pasillo del quinto piso, cuando escuchó pasos detrás de ella. Al girar la esquina, se encontró cara a cara con Mulciber, que sonreía amenazadoramente.
-Mira que tenemos aquí.-dijo peligrosamente.-Una repugnante sangre sucia.
Mary se dio la vuelta y se dispuso a volver sobre sus pasos, pero vio que Avery le cerraba el paso.
-¿Tienes prisa?-preguntó este.
-No tengas miedo.-añadió tranquilamente Mulciber.-Solo vamos a divertirnos un poco los tres juntos, ¿verdad?
Mary temblaba de miedo. Intentó sacar su varita, pero los Slytherin ya habían alzado las suyas. Y la joven gritó como nunca antes lo había hecho.
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¡Hola otra vez! Capítulo un poco más corto respecto a los anteriores pero que sirve para enlazar con lo que va a venir, que van a ser capítulos bastante intensos.
Os advierto que ya queda poco para que termine este curso, pero no os preocupéis porque seguiremos disfrutando de los Merodeadores en su sexto y séptimo año (con lo que eso conlleva, guiño, guiño) y acabaremos con un último relato de los últimos años de la guerra.
Como siempre digo, leo vuestros comentarios, críticas y opiniones. ¿Qué os ha parecido el capítulo? A mí me han entrado ganas de adoptar un mooncalf, son muy adorables.
¡Nos vemos en el próximo capítulo! ¡Os leo!
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