Capítulo 13: Una poción de manera ilegal
-¡Arriba, dormilona!-dijo Lily, riendo mientras golpeaba a Marlene con su almohada.
Marlene se dio la vuelta y se tapó con su propia almohada. Entonces Arista y Mary se sumaron a la batalla de almohadas. La joven Mckinnon se dio por vencida y se levantó, uniéndose a la pelea. A los cinco minutos, las cuatro estudiantes se encontraban en el suelo, llorando de risa, mientras alguna pluma de los almohadones planeaba encima de sus cabezas.
-Te veo de muy buen humor.-señaló Arista.
-Mi cara lo corrobora.-añadió Marlene, y sus amigas volvieron a estallar en carcajadas.
Las cuatro chicas terminaron de asearse, se vistieron con el uniforme del colegio y bajaron a desayunar al Gran Comedor. Cuando entraron vieron que los cuatro compañeros de su mismo curso ya se encontraban en plena faena, devorando cuanto podían.
-Vamos, o nos quedaremos sin comida.-dijo Mary de manera irónica.
-Hola, Rem.-dijo Lily, sentándose al lado de Lupin. Las otras tres chicas se sentaron también junto a James, Sirius y Peter.
-¿Evans sentándose conmigo?-preguntó James a nadie en particular, e hizo un gesto de triunfo.
Marlene, Mary y Arista rieron, a lo que Lily reaccionó fulminándolas con la mirada.
-No eres tan importante, Potter.-espetó ella.
-Pero te has sentado aquí.-contratacó él.-Eso ya es un paso.
-Ni en tus sueños más felices, Potter.-repuso Lily, entrecerrando los ojos.
Peter giraba la cabeza de uno a otro como si estuviera viendo un partido de un deporte muggle del que Lily había hablado alguna vez y que recibía el nombre de tenis.
-¿Cómo es que te has levantado tan pronto, Mckinnon?-se burló Sirius.
-Pregunta a la pelirroja, Black.-respondió Marlene.
-En realidad, tuvimos las tres la culpa.-dijeron Arista y Mary.
-Le golpeasteis con las almohadas hasta que se despertó, como si lo viera.-aventuró James.
Mary y Arista rieron, pero Lily no se rió. Miraba a James, molesta.
-¿Nos espías, Potter?-preguntó.
-No me hace falta, Evans. Me lo contó Marls.-respondió él.
Lily miró a Marlene, pero James hizo que salieran chispas de su varita, lo que hizo que muchos estudiantes lo vitorearan. James agradeció los aplausos con una reverencia, y volvió a mirar a Lily.
-Si tienes que pagarlo con alguien, hazlo conmigo.-dijo valerosamente.-Porque te caiga mal, no tienes que impedir a Marlene que sea amiga mía.
-No me caes mal, Potter. Y no veo por qué he de impedir a Marls ser tu amiga, si ella así lo ha decidido.-se defendió la pelirroja.
-¿Querrías venir conmigo a Hogsmeade en la próxima salida?-preguntó rápidamente James.
Pero cuando terminó de realizar la pregunta, supo que había cometido un error. La cara de Lily se había tornado en una máscara de rabia.
-¡Vete al infierno, Potter!-exclamó, y se fue corriendo del Gran Comedor. James estaba atónito.
-¿Te acuerdas de cuando Lily te empezó a gritar en medio del desayuno?-preguntó Arista.
-Como para olvidarlo.-respondió James, frotándose la nariz.
-Pues McGonagall la castigó.-dijo Marlene.
-Sin poder ir a Hogsmeade en la siguiente excursión.-completó Mary.
James miró su plato vacío, arrepentido. Miró a Sirius, Lupin y Peter, y se levantó, dirigiéndose a la mesa de los profesores.
-¿Qué haces, James?-preguntó Lupin.
-Voy a hablar con Minnie.-dijo él.
James subió el escalón de la tarima donde estaba la gran mesa del profesorado, en cuyo centro, en una gran silla dorada de respaldo alto, se encontraba el profesor Dumbledore. Hagrid, en un extremo, lo saludó con la mano, y James le devolvió el saludo. La profesora McGonagall abrió un poco las aletas de la nariz, y James sonrió. Sabía que la profesora no aprobaba esa conducta por parte del guardabosques por considerarla indecorosa.
-Profesor Dumbledore, profesora McGonagall.-saludó cortésmente James, con una ligera inclinación de cabeza.
-¿Qué deseas, Potter?-inquirió la profesora McGonagall.
-Me gustaría pediros si podríais retirarle la prohibición a la señorita Evans para que pueda ir a Hogsmeade, profesora.-dijo James.
-Lo siento, Potter, pero no puedo. La señorita Evans cometió una infracción de las reglas y debe cumplir con su castigo.
-Pero Minnie...-se quejó James.
-No, Potter.-dijo tajantemente la profesora McGonagall.
-Profesor Dumbledore, ¿no podría usted...?-pidió James, volviéndose hacia el director, pero este negó con la cabeza.
-La profesora McGonagall tiene razón, la señorita Evans se comportó de manera poco apropiada, como parte perjudicada deberías pensar que el castigo es justo.
-Lo sé, pero por otra parte se me parte el alma viendo que va a ser la única alumna que no va a ir.-comentó James.
-Espero que no sea literal lo de fragmentar el alma.-rió Dumbledore, y todos lo miraron extrañados.-Cosas mías.-añadió el director.-Lo siento, James, pero me temo que esta vez no puedo ayudarte.-zanjó Dumbledore, y James se retiró, alicaído.
-No esperarías que le quitasen el castigo.-dijo Lupin, cuando James volvió a sentarse en los bancos de la mesa de Gryffindor. James se encogió de hombros.
-La verdad que aquel día Lily se pasó.-dijo Arista.
-Sí.-añadió Sirius, mientras se servía unas alubias.-Sobre todo teniendo en cuenta que Snape participó en el ataque.
-¡¿Qué?!-exclamaron las tres chicas a la vez.
-¡Chist!-susurró Peter.
-¡Sirius!-dijo James, molesto.
Pero Sirius no parecía compungido en absoluto. Las tres jóvenes miraban al joven Black, expectantes.
-El mal está hecho, colega.-repuso Sirius.
-Por favor, no le digáis que os lo hemos contado.-pidió Lupin.Las tres se llevaron la mano a la boca e hicieron el gesto de sellar los labios. James respiró, aliviado.
-¿Por qué se lo ocultaste, James?-quiso saber Marlene.
-Porque no quiero que pierda su amistad con Snape por malmeter yo.-respondió él, sin darle importancia.
-Pero no es malmeter.-observó Mary.-Si Snape utiliza magia oscura...
-Ya sabíamos que a Snape le gustaban las artes oscuras.-dijo Lupin, y Peter asintió.
-Sí, conocía más maldiciones al llegar aquí que muchos de séptimo año.-incidió Sirius.
-El caso es-dijo James-que Lily valora mucho su amistad con Snape, y yo no pretendo estropearla.
Las tres chicas sonrieron. Ese era un rasgo que les encantaba de James. Era leal a sus amigos hasta las últimas consecuencias. El día del sábado transcurrió sin grandes sobresaltos. Lily no le dirigió la palabra a James en todo hasta después de la cena, que fue cuando Arista la puso al corriente de lo que había intentado hacer James.
-Potter.-empezó Lily, acercándose al grupo de los chicos.
-¿Todo bien, Evans?-preguntó él, y se pasó una mano por el cabello.
-Gracias por lo de esta mañana.-dijo ella, y se fue con sus amigas.
Después de la cena y de vuelta en la sala común, los Merodeadores subieron a su dormitorio. Remus abrió su baúl y cogió su capa.
-Mucha suerte, Remus.-dijo Peter, y le dio un abrazo.
-¡Abrazo, abrazo!-gritaron James y Sirius, y se abalanzaron sobre sus dos amigos, haciendo que todos cayeran al suelo, riendo.
Cuando Lupin salió de la habitación y llegó a la sala común, Lily estaba sentada con sus amigas cerca del fuego de la chimenea, calentando los pies.
-Hasta mañana, chicas.-se despidió.
-Hasta mañana, Remus.-dijeron ellas.
Los ojos ámbar de Lupin buscaron los verdes de Lily, y cuando se encontraron, ella sonrió para darle ánimos. Lupin trepó por el agujero del retrato y salió de la sala común.
Al poco tiempo aparecieron James, Sirius y Peter y también se dirigieron afuera de la sala común. Caminaban por un pasillo del tercer piso, cuando de repente una voz sonó a sus espaldas.
-Vaya, vaya, ¿qué hacéis vosotros aquí?-preguntó Snape. Los tres se volvieron.
-Todavía podemos estar en los pasillos a esta hora, Quejicus.-dijo James, pausadamente.
Snape sonrió maléficamente.
-Por supuesto, Potter.-dijo, imprimiendo todo su odio en el apellido de James.-Solo que en vuestro caso, estar fuera de la Sala Común equivale a que tramáis algo. Snape miró al grupo.-¿Dónde habéis dejado a vuestro amigo Lupin?-preguntó taimadamente.
-¿A ti qué te importa?-espetó Peter.
-Ah, veo que he puesto el dedo en la llaga.-dijo Snape, y una sonrisa de triunfo se le dibujó en los labios.-Está su madre enferma otra vez, ¿verdad?
-He dicho que no te importa.-repitió Peter.
-No tendrás por siempre a Potter y a Black para protegerte, Pettigrew.-repuso Snape, acercándose a una ventana, y sonrió.-Oh, vaya, venid a ver el espectáculo.
James y Sirius se acercaron a la ventana más próxima, y vieron horrorizados cómo la señora Pomfrey llevaba a Remus hacia el Sauce Boxeador, bañado con los últimos rayos de sol.
-Así que su madre está enferma y, qué casualidad, en luna llena siempre.-se burló Snape.-Yo creo que el enfermo es él.
-¿Qué insinuas?-inquirió Sirius.
-Lo sabes muy bien, Black.
-No tienes ni idea, Snape.-dijo James.
-Será eso, Potter.-dijo fríamente Snape.
-Deja en paz a Remus, Quejicus.-le amenazó Sirius, y extrajo su varita.
-Adelante, Black.-le incitó Snape, que también había sacado su varita.
Los dos se miraban con odio. Los ojos negros de Snape estaban fijos en la varita de Sirius, y adoptó una postura calculadora frente a su adversario.
-Por fin os encuentro.-dijo alguien por detrás de Snape.
Este se volvió y vio una larga melena roja pasar a su lado.
-Había quedado con ellos para acabar una tarea de Aritmancia, Severus.-mintió Lily.
Snape hizo una mueca de disgusto, guardó su varita en la túnica y se alejó de allí.
-Os he seguido cuando habéis salido de la Torre.-dijo ella.
-Gracias, Evans.-respondió Peter, agradecido.
-Ahora volved a la sala común.-ordenó la prefecta.
-Gracias, Evans.-dijo James al pasar por su lado.
-Estamos en paz.-respondió ella secamente.
Pero James sonrió y junto a Sirius y Peter volvió a la sala común de Gryffindor.
-Lo haremos esta noche.-dijo Sirius.
-Pero, ¿cómo?-preguntó Peter, nervioso.
-Usaremos la capa.-respondió sencillamente James.
Era medianoche cuando James se levantó de la cama y, con todo el cuidado, abrió su baúl y extrajo una larga capa de tejido suave al tacto. Cuando Sirius y Peter estuvieron preparados, James echó la capa por encima de los tres y salieron del dormitorio. Bajaron las escaleras y salieron por el agujero del retrato de la Dama Gorda.
Los tres, ocultos bajo la capa de invisibilidad, recorrieron los pasillos del colegio. Tuvieron que desviarse un par de veces porque se encontraron con Peeves y con la señora Norris, pero finalmente llegaron al vestíbulo, pasaron al lado de los relojes de arena que marcaban la puntuación de cada casa y salieron al patio.
Una vez allí, uno a uno fueron saliendo de debajo de la capa. El patio se encontraba bañado por la luz de la luna llena.
-¿Traéis todo?-dijo Sirius. James asintió. Peter estaba nervioso.
-Vamos, Pet, va a salir bien.-animó James. Peter asintió.
Cada uno extrajo de su túnica un frasco de cristal y lo mantuvo expuesto a la luz lunar. Después, abrieron la boca y extrajeron de debajo de la lengua la hoja de mandrágora, empapada en saliva y la metieron en el frasco, vertieron dentro unas gotas de rocío con una cuchara de plata y, por último, introdujeron la crisálida de polilla.
-Esperad, se nos olvida algo.-dijo James.
-El pelo.-concretó Sirius.
Cada uno se arrancó a sí mismo un solo pelo y lo añadió al frasco. Sellaron los frascos con corcho y se lo guardaron en la túnica. James se agachó para recoger del suelo la capa de invisibilidad y la volvió a echar por encima de sus amigos.
El viaje de vuelta a la sala común fue más relajado, pues solamente tuvieron que esquivar a Filch una vez sin que el celador se diera cuenta de su presencia.
-¿Quién me despierta?-dijo la Dama Gorda, enojada, cuando los tres jóvenes llegaron ante ella y le dijeron la contraseña.
-Por favor, señora.-pidió Sirius en voz baja, saliendo de debajo de la capa.
-Ah, sois vosotros.-dijo ella, cansada, viendo salir también a James y a Peter, y guiñándoles un ojo, se apartó para dejarlos pasar.
Cuando llegaron al dormitorio, James abrió el baúl y guardó la capa y el frasco de cristal en el fondo del mismo. Sirius y Peter lo imitaron.
-Ahora ya solo falta a que haya tormenta.-concluyó James, y los tres se fueron echaron en sus camas.
Los estudiantes de Hogwarts durmieron profundamente durante toda la noche, pero en el pueblo de Hogsmeade muchos no pudieron dormir por los espeluznantes sonidos que se escucharon aquella noche.
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¡Hola! Hoy pude subir dos capítulos, los chicos lo tienen todo listo, mientras Snape sigue espiando a los Merodeadores para meterlos en problemas. ¡Os leo!
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