XXXVI: Rebeldía.
"Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír".
Zacarías 7:11
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El rubio se toqueteó la frente con la palma de su mano y esta había quedado un poco mojada por el sudor. Kim se sentó sobre el colchón de la cama con un poco de dificultad entre quejidos de dolor e incomodidad. Observó hacia ambos lados, y en el derecho, el cual era de su preferencia para dormir, vio la chaqueta del alfa hecha una bola para así abrazarla durante la noche.
No fue suficiente, pues Taehyung no se sentía mejor. Al parecer, durante lo que avanzó de la madrugada comenzó a sentir ese calor que reconocía a la perfección, al igual que la humedad del cuerpo, sus puntos erógenos más sensibles y la cabeza que estaba abombada por culpa del calor. Se esforzó por incorporarse para ir al baño, pero sus piernas no fueron capaces de soportar el peso de su propio cuerpo.
Busco en su ropa que estaba colgada en una silla una caja pequeña que ha sido una gran ayuda desde que las compró por primera vez. Rebusco por todos lados, hasta miro en el suelo por si se cayeron y no aparecía la caja de suspensores. El omega se empezó a sentir desesperado sin saber por dónde más buscar, se tomó el cabello entre sus manos frustradas mientras el calor crecía poco a poco desde su interior.
Se le olvidaron en su cuarto y lo necesitaba con urgencia, pero ya. Pensó en ir a buscarlo, salir de ese cuarto, después de todo, era por su bien. No le importaba nada en ese momento, quería sus suspensores y necesitaba, o más bien, le urgía ver a alfa.
Se sentó en la cama, viendo la hora en el reloj; eran las dos y media de la mañana. Se retractó, no debía volver a ser imprudente y para nada deseaba aburrir a Yoongi con su insistencia, pero no sabía cómo calmar ese fuego que lo quemaba por todas partes. Su racionamiento se nubló completo cuando se levantó de la cama y caminó hasta la puerta, la abrió sin dudar dos veces y puso sus pies fuera de su cuarto del santuario. Taehyung iba con su pijama, un pantalón holgado que podía arrastrar por lo largo y una camiseta igual de holgada.
Subió las escaleras con cuidado, ya que estas rechinaban por lo viejas que estaban. Una vez estuvo en el lobby, reconsideró lo que estaba haciendo. Lo pensó unos segundos, sin embargo, le fue imposible.
Continuo sin vuelta atrás. Subió escalón por escalón hasta llegar a la segunda planta en donde se encontraban su habitación y la del alfa. Kim caminó hasta su habitación y vio el cerrojo nuevo, quedando algo confundido de cómo usarlo. Chasqueó la lengua al recordar que Min debía enseñarle a usarlo.
Caminó en dirección al cuarto del mayor y vio que la puerta estaba entreabierta, se asomó y no vio a nadie dentro, lo único que logró percibir fueron las feromonas del alfa que estaban en su recámara. No eran tan fuertes, estaban normales, compradas con las suyas, pero una simple inhalación de estas genera estragos en su mente y cuerpo. Se alejó un poco y vio que Min venía de regreso con el teléfono en la mano.
—Taehyung, me asustaste... —Murmuró, riéndose un poco para apaciguar el susto que le dio verlo parado en medio de la oscuridad. —¿Qué haces aquí arriba? ¿No deberías estar en el cuarto de abajo? —preguntó entrando en cuenta de que salió de donde Kang lo llevó para pasar el celo.
—Yo... Olvidé mis suspensores y necesitaba tomarme uno —dijo la verdad. —No pude entrar a mi cuarto a buscarlo por el nuevo cerrojo, no lo entiendo... tiene números.
—Es cierto. —Se rascó la nuca. —Pronto te ensañaré a usarlo.
—Sí, pero necesito mis pastillas... No me siento bien, es como las otras veces.
Min al verlo, supo que su celo le estaba jugando una mala pasada, no debía seguir hablando con él en el pasillo. Eun-Shil o Baek podían aparecer haciendo alguna ronda vigilando que todo este orden, si los ven, están acabados.
—¿Quieres quedarte en mi cuarto esta noche? —preguntó abriendo la puerta.
Taehyung sonrió enseguida y, sin pensarlo, entró con el permiso de Min.
Una vez dentro, el alfa le puso seguro a la puerta, se volteó y solo alcanzó a ver cómo Kim se abalanzaba a su cuerpo para abrazarlo y oler sus feromonas. Se rozó contra el cuerpo del azabache, quien no sabía cómo reaccionar ante las acciones del omega que eran por su celo y nada más. El rubio estiró sus belfos y besó su cuello subiéndose por su barbilla hasta llegar a los labios fríos del alfa.
Min lo besó con la misma intensidad, pero se detuvo tomando las manos del omega para alejarlo de su cuerpo.
—Calma... —Le susurró. Kim bufó. —Yo decía que te quedaras, pero podemos... dormir juntos toda la noche.
Min se sonrojó ante la idea, jamás pensó hacer una propuesta como esa, pero era señal de que estaba empedernido por ese chico de mirada dulce o más bien con cierta molestia por no dejarlo continuar con el cometido. Yoongi sonrió y le tomó la barbilla con su delicadeza para besarle gentilmente.
—¿No quieres hacer nada esta noche?
—Sabes que no te rechazaría, pero... —Suspiro. —Baek se ensañó conmigo, no sé qué carajos... pero mando a limpiar unos escombros de una bodega vieja que tienen y tengo un dolor que me jode la espalda.
Taehyung se sintió afectado por llegar de forma tan hiperventilada sin percatarse de cómo se encontraba el alfa en realidad.
—Perdóname, no sabía.
—No te sientas mal. —Lo hizo sentarse en la cama.
—¿Nos podemos... acurrucar? —preguntó tímidamente el omega. —Si no quieres, me voy...
—Sí, quiero acurrucarme contigo toda la noche. —Sonrió.
Alfa y omega se acostaron en la cama. Taehyung abrazó a Yoongi por la espalda, acomodando su cabeza en la almohada y con sus dedos de manera delicada acarició su nuca y las escápulas en la zona donde tenía su cicatriz.
Con eso le era más que suficiente, estaba con él, justo a su lado, como quería esa noche; sentirlo, oír su voz y percibir ese aroma tan propio de él. Min ni supiera que reclamó por la cercanía ni el contacto tan estrecho que existía entre ambos en ese momento, si hubiera sido el de antes; malhumorado, grosero y arisco, ya le habría gritado un par de cosas hirientes a Taehyung por estar en su metro cuadro y tan apegado a él.
Pero estaba enamorado del omega y cada roce de él era una crecía para esa alma y corazón que sanaban de una mala vida llena de odio y soledad.
—No me gusta estar allá abajo —dijo Taehyung acariciando su espalda, pero ahora había metido su mano por debajo de la camiseta para sentir su suave piel.
—Debes volver para que Baek no sospeche nada y comience a estar más al pendiente de ti. —Min se dio la vuelta para quedar cara a cara con el omega, quien dejó de acariciarlo. —Ayer sentí que se dio cuenta, Taehyung, no podemos poner en riesgo esto. ¿Me entiendes?
Taehyung asintió.
—Apenas amanezca, me iré. —Prometió triste.
—No lo tomes como que te estoy echando, es lo que menos quiero, pero necesitamos tiempo. —El alfa le acarició la mejilla.
—Lo entiendo, Yoonie.
El rubio vio que el alfa lo ceñía con sus brazos, permitiendo que pudiera fundirse con su cuerpo, olisqueando sus feromonas que Min comenzó a desprender de ellas, debido al ambiente cómodo en el que estaban. Ese silencio acogedor entre ambos, que no hacía falta hablar, que únicamente las acciones de los dos eran suficientes para dejar en claro qué sentían por el otro.
El omega le miró nuevamente.
—¿Alguna vez te gustó alguien más?
—No, nunca. —Le respondió.
—¿Y cómo lo hacías con tus celos?
—Me encerraba en mi cuarto o salía por ahí...
—¿Por ahí? ¿Ibas a ver a otros omegas a caso?
Yoongi afirmó con su cabeza. Taehyung arrugó la frente un poco.
—¿Te enamoraste de un hombre o de alguna mujer? —Continuó preguntando queriendo saber más. —Quizás en una de esas noches te enamoraste y no lo recuerdas.
—¿Por qué preguntas todo esto? ¿Pasa algo? —Min estaba confundido. Min sonrió y entonces lo entendió todo. —Estás celoso. —Taehyung negó enseguida. —Sí, sí lo estás. Quieres saber su acaso, me gustó algún omega de los que me cogía antes y tu cara lo dice todo.
—No hables de ese modo...
—Ahora te enfadaste.
—¡Qué no! Lo que hayas hecho da igual, con quien hayas compartido la cama no importa... —Bufó, alejándose un poco.
Yoongi comenzó a reír al verlo hacer malas caras, enojado por la conversación que él mismo comenzó.
—Nunca me enamoré de alguien más y tampoco me gustaba nadie. Solo iba por sexo y ya. —Le afirmó para qué se quedará tranquilo. —De la única persona que me puedo sentir enamorado y que me gusta, es de ti. No sé cómo te metiste en cabeza y en mi corazón, pero estás ahí, Taehyung.
El rubio sonrió victorioso, la verdad es que saber que el único y el primero que le elevaba una pizca el ego que tenía.
—Lo mismo digo, estás en mi mente, cuerpo y alma... —Susurró.
Min se arrimó más a él.
—¿En tu cuerpo? ¿De qué modo? —preguntó con doble intención.
—Ya sabes a qué me refiero.
—Te volviste todo un pervertido, Kim.
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El celo del omega estaba a punto de acabar y se sentía algo más decidido sobre su vida; sabía qué hacer, qué quería para su propio bienestar y el poder comenzar algo. Es posible que todavía no fuera oficialmente algo, pero su corazón sentía que estaba a punto de establecer una relación formal, como la que quizás alguna vez leyó en un libro de romance.
Tras esa noche en la que durmió con el alfa en la cama, acurrucados y tuvo que volver a la mañana siguiente al cuarto del santuario, una extraña sensación se instaló en su pecho que no lo dejó en paz hasta ayer. Pasó pensando mucho en lo que hacía ahí y por qué debía seguir yendo si estaba tomando suspensores. Su aroma estaba más controlado gracias a las pastillas y al alfa con el que ahora estaba.
Kim, ya cansando de estar en cuarto a solas, se levantó de la cama para ir a tomar sus cosas y, con gran determinación, salió de ese espacio de cuatro por cuatro con una cama, un closet y un escritorio sin nada. Lo único que se quedó mirando fijamente y con algo de pesar, fue el crucifijo sobre la cama. El rubio se hincó a los pies del colchón para orar y pedirle al señor que lo guiará en sus nuevas decisiones que determinarían parte de su nuevo futuro que se abría ante él de par en par.
Tras eso, salió dando portazos. Subió las escaleras que lo dirigían al pasillo en dirección a la cocina y luego al lobby principal.
Lo primero que haría sería hablar con el padre Baek, quien era el primero en saber que ciertas cosas en él estaban comenzando a ver de un punto de vista más maduro y no como un joven ingenuo. Dejando en claro que no dejaría de ser el Taehyung que ha crecido en Sawon Mun solo por querer tomar las riendas de su propio ser.
Antes de emprender camino a la oficina del sacerdote, fue a su cuarto, ingresó la clave que dejó establecida con ayuda del mayor y se fue a dar una ducha rápida. Pasó alrededor de media hora preparándose y, sobre todo, se tomó el tiempo adecuado para tomarse su dosis de suspensor. Miró la caja y ya quedaban pocos para acabar el mes tomando de ellas. Tarde o temprano debía salir por más o encargárselas a Min si es necesario.
Una vez estuvo listo, el omega se encaminó a la oficina del padre Baek. Tomo aire antes de tocar a la puerta y cuando estuvo cerca de hacerlo, esta fue abierta por la señora Kang que venía saliendo.
La mujer saludó a Taehyung y el chico devolvió el saludo con educación.
—¿Qué haces por aquí, Taehyung? —preguntó algo extrañado. —¿No deberías de estar abajo?
—Justamente vengo a hablar de eso con el padre Baek, señora Kang —dijo.
El hombre se asomó un poco y sonrió en grande al ver al joven allí parado. Llegaba en el momento indicado, en el que quería verlo más que a nadie.
—Comprendo, yo iré a hablar con las hermanas para comenzar a preparar todo para el aniversario. ¿Te pasarías después a la biblioteca, Taehyung?
—Veré si alcanzo, si no hablaré con la madre Park.
Al oír la hostilidad de la voz, pero no le molestó, asumía que esa actitud era por el periodo en el que estaba atravesando su cuerpo. Sin más vueltas al asunto, la señora Kang se retiró y Baek invitó a Taehyung a pasar y tomar asiento.
—¿Hay algo en que pueda ayudarte?
—Sí, quiero decirle algo, padre.
—Entiendo, pero permíteme un momento, iré a buscarte algo para beber y vuelvo.
El omega asintió sin protestar.
Al oír la puerta cerrarse, el omega se quedó en silencio viendo la oficina, todavía recuerda un poco lo que escuchó al padre decir a solas. No recuerda las palabras exactas, sin embargo, se refería a alguien, a una persona en específico, debido a la intensidad de sus palabras y con la efervescencia con la cual las expresó. Al inmerso en aquel recuerdo, observó la oficina, hasta que su mirada por una intuición la llevó hacia el suelo, en donde debajo del escritorio se veía el bordo de un papel. Kim arrugó su ceño, sin saber que era.
Sin poder soportar la curiosidad, se acercó y sacó lo que era dos fotografías: una de un hombre con facciones similares a de él y otra suya. El omega las analizó con detenimiento y las comparó, dándose cuenta de la similitud en su nariz, color de ojos y la forma de sus labios. Grito la imagen del otro sujeto de la foto, leyendo un nombre.
"Kim Minho".
Taehyung no entendía quién era, pero se parecía mucho a él.
¿Y sí...?
Taehyung, debido a la idea que se atravesó por su cabeza, se sintió desfallecer.
¿Y si era ese padre al que no conocía?
—¡Ya llegué! —Anunció el hombre abriendo la puerta con dificultad, pues en una mano traía una bandeja con dos tazas de té caliente.
Taehyung apenas oyó la puerta, ser abierta junto con la voz del padre, arrugó las fotos y las metió en el bolsillo delantero de su pantalón. Intento mantener la compostura fingiendo que no vio nada que no debía. Se aclaró la garganta y giró un poco hacia atrás, viendo cómo el sacerdote cerraba la puerta con una mano.
Siguió con la mirada al mayor, quien dejó la bandeja sobre el escritorio y le extendió una taza humeante con té caliente.
—G-Gracias...
El hombre sonrió tomando la taza también.
Kim, algo nervioso pensando que se daría cuenta de que encontró las fotos en el suelo, levantó la taza con su mano derecha, ya temblorosa por el hallazgo en la oficina.
No podía dejar de ver el rostro de ese hombre que se aparecía por su mente una y otra vez sin cesar. Al estar absorto en sus pensamientos mientras le daba un sorbo al líquido caliente, se quemó el paladar y la lengua, alejando su taza por reflejo. Algo de té salpico sobre el escritorio, mojando los labios del omega y un poco su comisura.
Baek toma una servilleta y le limpia la boca con delicadeza, sintiendo los labios del omega.
Taehyung, al ver cómo le limpiaba la boca, se quedó helado, sin saber qué hacer. Hasta que despabiló y le arrebató con cierta fuerza la servilleta al hombre, quien solo la soltó y volvió a prestarle atención a su taza e interés en el motivo de la presencia del chico en su oficina.
—Creí que estabas en el santuario, tu celo está por acabar. —Bebió un poco de la taza.
El chico dejó la taza de lado.
—Padre, yo... yo no quiero seguir yendo al sótano. No me siento a gusto, me aterra lo solo que me siento a veces y pienso que es innecesario.
—¿Innecesario dices? —Baek soltó una risa. —A tus compañeros no les molesto, ¿por qué a ti sí?
—Por qué yo tomo suspensores —respondió sin más.
—Otra vez con lo mismo, Taehyung... —Baek se tensó, apartó la taza y se quedó mirando al omega frente a él. —¿Qué te dije sobre esas pastillas? ¿Por qué no debes tomarlas? —Le interrogó como si estuviera cometiendo algún crimen.
—Que son venenos y malas, pero eso no es verdad. Me han ayudado mucho. —Protesto. —No iré más, no bajaré el próximo mes, ya lo decidí.
Baek al oír los reclamos del muchacho y su tan rotunda negación a ir al santuario, comenzó a mover la pierna izquierda, de forma ansiosa, le temblaba por debajo del escritorio y agradecía que el rubio no se daba cuenta de esto. El padre sonrió para apaciguar un poco el ambiente, junto a sus manos sobre la madera, mirando con detenimiento a Kim, quien se sintió algo intimidado en la silla, haciendo pequeño.
Esto era lo que más temía el padre, que el rubio comenzara a revelarse pausadamente, demostrando que ya no era el chico de antes; dulce, inocente y casto, libre de todo pensamiento impío que lo llevara a tomar malas decisiones.
—¿Recuerda por qué son los celos de los omegas?
—Según me enseñaron, son el castigo del pecado carnal —respondió mirándose las manos y jugueteando con sus dedos.
—Asi es y...
—Pero no lo es. —Kim le interrumpió y Baek se quedó en silencio enseguida. —Es... normal que sucede y no me avergüenza sentirlo ahora, solo quiero pasar ese tiempo en mi cuarto, en paz y sin sentirme como un fenómeno al cual encerrar allá abajo.
—¿Fenómeno? —Baek repetía las palabras de Taehyung, algo estupefacto por cómo se expresaba tan aireadamente.
—Es como me siento.
No comprendía ese cambio de actitud que estaba teniendo de forma repentina, pensaba que era por el celo, pero este estaba por concluir, entonces a su mente solo venía un nombre.
Min Yoongi.
Esa actitud irrespetuosa y mirada fría se le estaba contagiando como un mal virus. La maldad del alfa se estaba pegando en su más fiel cordero, temía que se corrompiera, que cambiara por culpa de aquel muchacho de Seúl con pasado misterioso, y que por su forma de ser no debía de ser nada bueno.
Baek aclaró la garganta y se enderezó un poco, incorporándose en su asiento.
Volvió el tiempo atrás en sus recuerdos. Minho era como Yoongi; descortés, malhumorado, frío, lejano, y el sarcasmo afloraba por sus poros. Con el tiempo, ese omega duro y hueso difícil de roer se fue ablandando, gracias Sung-il, tal como Min con Taehyung.
El alfa ha pasado por un cambio similar, más tranquilo, menos a la defensiva y más sonriente. No era tonto, se daba cuenta desde que los estaba viendo de cerca; por suerte, no se identificó con otras intenciones en los momentos que pasaban juntos, y a pesar de ello, seguía sintiendo esa extraña presión en el pecho que no le daba chance de dejarlo respirar con calma, como antes podía hacerlo.
—Mira, Tae, no me está gustando la manera en que te estás dirigiendo y comportando. —Cambió a un tono más severo, con el fin de regañarlo. —Has cometido graves faltas y no puedo sacarme de la mente que se te está pegando la rebeldía de ese joven. ¿Sabes de dónde viene la rebeldía?
El rubio se molestó y negó rotundamente.
—Yoongi no tiene nada que ver con mis decisiones. Es mi... amigo.
—¿Ahora? Antes eran como el perro y el gato, no lo logró entender.
—Solo conversamos y nos disculpamos, él necesita trabajar y no puedo hacerle la vida imposible.
—¿Tú a él? ¿O él ti?
—Ambos...
Baek se puso de pie y caminó hasta Taehyung; a pasos lentos y tortuosos para el omega que lo hicieron una vez más sentirse diminuto en la silla en la que se hallaba sentado. Observo cómo el hombre se posicionaba a su lado posando la mano sobre su hombro con cierta fuerza en ella que al rubio le perturbó hasta el punto de asustarlo. Kim elevó la mirada hacia el sacerdote y tuvo miedo al verlo molesto por primera vez, más de ese modo.
—Vas a rezar conmigo, ahora. —Ordenó fríamente. —Hablarle de esa manera a la persona que te ha cuidado es mérito de castigo. —Insistió.
—No haré eso, ya no más.
El rubio se puso de pie con cierta brusquedad. Caminó hasta la puerta, el portazo se escuchó en toda la oficina, dejándolo ya sin aires por la discusión con el chico.
Soltó el aire contenido en sus pulmones y se apoyó contra el escritorio, pensando en cómo todo se estaba por salir de control.
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