XXXIX: Marca.

Min entró a la habitación de Kim con la clave que le había dado, solamente él y el omega la sabían, era una clase de sello del rubio con el cual le dio a entender que confiaba en el alfa. Yoongi por supuesto, memorizó la clave en su mente para no tener anotada en un papel que, por algún tipo de accidente, pudiese llegar a manos de la persona equivocada, y sí, se refería al cínico de Baek.

—¿Taehyung? —Lo llamó una vez entro a la habitación oyendo el sonido característico que indicaba que la puerta estaba asegurada. —Taehyung, ya llegué.

Se paró en medio del cuarto y esperó hasta que sintió cómo dos manos tapaban sus ojos. Debido a que no veía nada, solo se dejó llevar el sentido de la audición, oyendo una risa cargada de picardía de Kim, quien aún mantenía sus ojos a ciegas. Luego sintió cómo el rubio le colocaba un trozo delgado de tela suplantando sus manos. Al tocar, la reconoció con facilidad; era la venda que se quedó luego de jugar con Taehyung y los niños a las escondidas con los ojos vendados.

El alfa sonrió ladino.

—¿Y esto por qué? ¿Me tienes alguna sorpresa que no me quieres mostrar? —preguntó sintiendo cómo Taehyung le tomaba las manos con delicadeza. —O mejor... ¿Cómo encontraste esto?

—Estaba en el cajón de tu mesa de noche, solo... la tomé prestada —respondió abrazándolo por los hombros, acercándose a sus labios. —Y respondió a lo demás... —Kim llevó sus manos hasta el cuello de tortuga de su suéter beige, después jalo de esta con fuerza, acercando los labios del alfa a solo centímetros de los suyos. —Sé un buen chico, y guarda silencio.

Min arrugo al frente sin entender, hasta que de un segundo a otro sintió como Kim lo lanzaba contra la cama dejándolo tumbado sobre el colchón, iba a moverse, pero Taehyung comenzó a gatear sobre la cama hasta que se sentó sobre su vientre, tomo sus manos con rudeza y las coloco a los lados de la cabeza del azabache. La respiración de Yoongi se volvió intensa y desesperada, al no poder verla, solo oía y sentía cómo Kim estaba tomando cierto control.

—Tae... ¿Qué haces? —Musito, el de tez pálida, sentido como el joven con otro trozo de tela que amarraba las muñecas.

Al tenerlas atadas hacia la situación más exasperante, pero extrañamente excitante. Lo siguiente que logro percibir fue como el omega se deslizaba hasta su entre pierna, y estado en aquella zona, comenzó a desabrochar el cinturón y bajar el cierre del pantalón. Bajo su bóxer sin aviso, tomando entre sus manos le miembro semi erecto del azabache.

Min solo se derretía sobre el colchón mientras sus ojos permanecían vendados y sus muñecas atadas sobre su cabeza.

—Taehyung...

—Solo haz silencio... —Ordenó con un tono seductor en su voz.

Tomó el miembro con delicadeza nuevamente, sintiendo cómo su palma le entregaba ese calor que él iba a permitir una erección. Al hacerlo y saber que él provocaba eso en el hombre, sonrió victorioso. Kim solo hizo lo mismo que sucedió en el confesionario, nada más que eso, agregando un poco de besos lentos desde la base hasta la punta. Cerró sus ojos disfrutando de la felación que le estaba dando al alfa, que estaba totalmente a su propia disposición. A modo de castigo, jugó con su lengua con tal de torturar a Yoongi que se removía inquieto sobre el colchón mientras jadeaba con su voz ronca.

Yoongi apretó el nudo de las muñecas debido a la ansiedad que sentía, y esa tortura que significaba no poder tocarlo, ni verlo.

Se alejó un poco, colocó cada rodilla al lado de las caderas del alfa mientras se despojaba de su camiseta blanca con letras negras, dejando su torso a disposición del calor del cuarto. Después se levantó de la cama por unos segundos para quitarse el jean de tono claro que traía puesto hasta que se quitó su ropa interior.

Min por el ruido de la tela deslizándose, sabía que se estaba desnudando; ciertamente eso le molestó, por no ser él quien le quitaba prenda por prenda mientras depositaba besos en su tez.

—¿Con qué con esto te referías a ganarme tu completo perdón? —preguntó con la respiración pesada.

Taehyung se sentó sobre su zona pélvica, sintiendo el roce de la hombría del alfa chocar contra su piel. Se mordió los labios para no jadear.

—Ya me tocaba a mí tomar el control de la situación. —Metió sus manos debajo del suéter beige del alfa levantado para dejar su cuerpo descubierto. Dejo la prenda hasta donde estaban las muñecas atadas. Encima de la cabeza del alfa, pues Kim quería ver sus expresiones, aunque no pudiera ver sus ojos oscuros por el placer. —Pero, no digas nada, solo... déjame mostrarte que yo también sé lo que hago y cómo.

Yoongi sonrió ladino mientras suspiraba.

Cuando me libere, te voy a follar hasta que te duelan las piernas, Kim —dijo en voz baja, aceptando lo que el omega quería hacerle.

Taehyung rio un poco al oírlo y puso su mano en la boca para callarlo.

—Sí, pero, ahora eres solo mío. —Susurro bajando hasta su cuello para olfatear sus feromonas como una droga a la cual se hizo adicto en el último tiempo.

Kim comenzó a mover sus caderas mientras que permanecía en el cuello del hombre, impregnando su nariz con el aroma del alfa. Ya había sacado la mano de la boca del azabache con tal de oírlo jadear cada que vez que la pelvi del omega se movía en círculos perfectos buscando rozarse con su miembro, quien recibía solo esa atención, provocando que sintiera inquieto por querer más que un simple roce.

Min abrió la boca dejando ir el aire contenido en sus pulmones, a su vez sonrió complacido.

—Tae...

—Dime, ¿qué quieres, Yoongi? —dijo cerca de sus labios.

—A ti... Solo a ti —respondió jadeando, sintiendo cómo Kim se enderezaba encima de él, bajando a la cadera hasta la zona de su miembro. —Carajo, solo hazlo... —Se mordió los labios.

—¿Solo a mí me quieres, verdad?

—Sí...

—Dime que me amas... —Se levantó un poco tomando la erección con su mano. El pecho de alfa subió y bajó e hizo la cabeza hacia atrás, hundiéndola sobre la almohada que Taehyung le dejó. —¿Me amas? ¿Verdad?

Joder, claro que te amo, mi amor... —dijo casi suplicando.

Kim sintió su corazón explotar.

—Pero... me mentiste. —Se alejó soltando la hombría. —No debiste hacerlo, Yoonie —dijo tomando la venda de los ojos. —Por eso, te haré rogarme, todavía más. —Se dejó caer sobre el miembro, sintiendo cómo la erección se adaptaba a los músculos con tal de rodearlo y presionándolo de manera exquisita para el alfa.

—Taehyung, suéltame o déjame ver de una maldita vez. —Pidió impaciente.

—¿Me quieres ver? —preguntó alzando su cuerpo y tras ello se sentó con ímpetu, sacándole un gemido profundo a Min. —¿Por qué pecar de esta forma se siente tan bien? —Jadeó mordiéndose los labios mientras hacía círculos pequeños con su cadera.

—Por qué nos amamos, mi amor... —respondió intentando desatar el nudo. —Estamos con la persona correcta.

—Sí...

—Suéltame y haré sentirte mejor que esto —dijo buscando persuadirlo para que le quitara la venda de los ojos o lo soltara, le daba igual.

Taehyung le negó mordiendo los labios mientras que empezaba a dar pequeños brincos sobre su cuerpo, derritiéndose entre los impactos lentos y llenos de ruidos obscenos que inundaban sus oídos. El cuerpo del omega ejercía una presión que lo mareaba, no era capaz de controlar esos deseos impíos que se apoderaban de su cuerpo y mente, hasta de su propio alfa que buscaba llegar de una manera para marcarlo.

La boca de Yoongi aumentó la saliva, buscando lubricar los dientes, para así poder marcarlo de una vez.

Taehyung no le daba chance de descansar, estaba entregado a la labor y no se quejaba, pero necesitaba verlo, sentirlo más que solamente de esa forma. Sus manos querían tocarlo con una desesperación que nunca antes había sentido.

—Taehyung, mierda... E-Espera...

—Ya casi, alfa... —Jadeo.

Kim aumentó el ritmo de sus brincos hasta que sus piernas sintieron el calambre llegar, se dejó caer de lleno y volvió con los círculos.

—Joder... —Tensó la mandíbula.

—¡Amor! —gritó Kim sintiendo cómo Min dejaba salir todo su líquido blanquecino hasta que logró anudar dentro de manera deliciosa. Se quedó quito unos segundos, recobrando el aliento.

Comenzó a reírse mientras que esperaba que el nudo se bajara. Llevo sus manos temblorosas hasta la venda de los ojos del alfa. Yoongi al ver que se las estaba quitando, movió la cabeza para ayudarlo a sacárselas. Parpadeó repetidas veces, acostumbrándose a la poca luz del cuarto, después vio al omega sudoroso, ruborizado y agitado mientras dejaba la venda de lado.

Min miró sus muñecas que seguían atadas.

—Quítame esta mierda, Taehyung... Ya hazlo... —dijo rendido.

—¿No te gustó cambiar de roles? —preguntó besando su mejilla derecha.

—¿Qué te hice? —preguntó riendo un poco. —No eras así. —Kim se encogió de hombros mientras ambos reían entre dientes cerca de los labios del otro. —Pero... ¿Te digo algo? —preguntó.

Taehyung le miró buscando respuesta.

—Sé desatar hasta los nudos más difíciles... —susurró, dejando a Kim boquiabierto cuando vio que el suéter fue quitado y la venda cayó al suelo. —Ahora me toca a mí hacer que me ruegues.

El alfa le dio la vuelta de inmediato, dejándolo debajo de su cuerpo; tras ello, se acomodó entre las piernas de omega. Relamió sus labios para besar su cuello mientras daba pequeñas y tentativas mordidas que lo incitaban a dejar la definitiva.

—Y-Yoongi... —Murmuró nervioso cuando el azabache llevó su lengua hasta su cuello. —Márcame de una vez. Hazme solamente tuyo, por favor... —Suplico, mientras que el alfa sentía que la saliva aumentó una vez más, humedeciendo los dientes del alfa.

Min entró de golpe a su cuerpo, tapándole la boca para que el primer grito no se oyera. Después de ello, la velocidad de las penetraciones aumentó mientras el cuerpo del omega se movía al compás de estas. Taehyung lo envolvió con sus piernas, atrayéndolo más para que llegara más al fondo.

Mientras que lo embestía con rudeza, sus dientes, luego de mucho, se clavaron con fuerza en la zona más promitente con las feromonas del omega. Taehyung gritó de dolor, y a su vez de mero placer al sentir el miembro del alfa abrirse paso dentro de él mientras lo marcaba como su omega.

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Hoseok había llegado a la jornada que se llevaría a cabo en la comunidad, el aniversario de Sawon Mun.

Había ido en compañía de su madre, la cual, tras oír las frecuentes preguntas de su hijo respecto al pasado de ellas y la comunidad, le hizo recuerda los viejos tiempos de su juventud cuando apenas era una muchacha devota y entregada a un lugar como Sawon Mun.

Al haber llegado la mujer entre del brazo de su hijo, mientras miraba con cierta melancolía, lo mucho que cambió aquel lugar. Estaba muy grande, más de lo que recordaba. En ese tiempo, Sawon Mun era descrito como un pequeño rincón de devoción al ser superior que existía entre los cielos; acogedor, una conexión a la naturaleza impagable y la brisa que solo transmitía paz.

Ella cerró sus ojos y respiró profundo, sintiendo cómo toda esa brisa otoñal chocaba contra su rostro ya decaído por los años y la gravedad de la vejez. Ella miró a su hijo y se apegó a él.

—No sabes lo feliz que hace venir luego de años, hijo.

—¿Sí? —preguntó confundido. —Creo que después de lo ocurrido con tu amigo, nunca volvería a pisar Sawon Mun.

Ella se quedó pensativa.

—La vida es muy corta como para guardar rencor, Hoseok. Aunque hayamos sufrido, Sawon Mun no tiene la culpa de lo mal llevada que fue en ese tiempo.

Mi-ja fue una joven que alguna vez adoraba pisar ese lugar, pero una sola persona se encargó de cambiar la percepción de la comunidad, el padre Baek.

Nunca lo pensó o imaginó que un hombre tuviera otro tipo de intenciones; si es que fueron reales o no, jamás lo va a saber con certeza. La única persona que conocía realmente esa verdad era Kim Minho. Ese muchacho de vida difícil que, a pesar de todo, logró conocer a la persona que le sacó una sonrisa por primera vez.

Lo extrañaba mucho, las conversaciones, las risas y los buenos momentos, pero ya era cuestión de años, y aquello albergaban en el baúl de los recuerdos de su corazón.

Madre e hijo ingresaron al patio principal de Sawon Mun viendo que ya había bastante gente disfrutando. Personas de otras comunidades, iglesias cercanas e incluso gente de Seúl. Ella sonrió al ver que la comunidad tenía la misma vibra de antes, con sus feligreses externos e internos, los niños que quedaban a cargo de las monjas y la decoración que le daba cierta vida, más de la que ya tenía.

Al llegar junto a la madre Park, esta se alegró de ver a Mi-ja y a Hoseok allí. Los saludó como amabilidad y les invitó a servirse algo de lo que más les gustase. Mientras que conversaban sobre cómo el tiempo pasó sin poder verla, apareció la persona principal de todo y el otro motivo de la mujer que de por eso estaba allí.

Taehyung. El chico llegó casi que corriendo a abrazarla.

Kim la conocía, pues ella le mandaba su comida favorita y sentía cierto cariño hacia ella.

—No puede ser, te ves muy bien, Taehyung. ¿Cuánto ha pasado? —preguntó al verlo con una mirada más radiante y la sonrisa presente en su semblante.

—Da igual el tiempo, lo importante es que usted vino con Hoseok.

Jung temía un poco que su mejor amigo lo rechazara, según lo que Min le explicó, Taehyung ya sabía la verdad de lo que estaba planeando. Se lo contó por mensaje una noche cuando estaba desesperado por culpa del rechazo del omega.

El rubio lo abrazó, dejándolo sorprendido y aliviado a su vez; lo que menos deseaba era que Taehyung se alejara de él.

—Me alegro de que vinieran, la van a pasar muy bien.

—Ya verás que sí, extrañaba pisar este lugar. —Miró a su alrededor.

En la observación rápida que dio la mujer, se topó con un chico de cabello largo y un conjunto de chándal color azul para cubrirlo del frío. Ella lo divisó con bastante curiosidad, nunca lo había visto, menos lo recuerda. Se veía joven, así que no era alguien que llevase tiempo viviendo en Sawon Mun, quizás era un nuevo integrante del lugar.

El chico se acercó y saludó educadamente.

—Mi-ja, un gusto.

—Yoongi. —Se inclinó para saludarla.

—¿Hace cuánto te uniste?

—Yo no soy de aquí —respondió seco.

Ella no comprendía.

—¿Quién eres entonces?

—Es un muchacho que contraté hace un tiempo para los arreglos que necesitara nuestra comunidad. —La voz de Baek alertó a todos.

Hoseok y su madre, Taehyung, Yoongi y la monja, lo quedaron mirando por su repentina aparición e interrupción. Todos los observaron con diferentes caras, la única que la sonrisa era la de madre Park; el beta junto a su madre lo miraban con neutralidad, mientras que la pareja con cierto repudio.

—Padre Baek, ¿cuánto tiempo? —preguntó sin ánimos.

—Solo Dios sabe, Mi-ja. ¿Cómo has estado? Has hecho mucha falta. —Comentó sonriente. —Recuerdo que para este tiempo siempre preparabas todo tú sola y hacías que el que lugar...

—No lo hacía sola, señor. Lo hacía con mi amigo, con Minho.

La omisión de su amigo la molestó significativamente, por eso dijo su nombre dejándole en claro al hombre que él siempre estuvo con ella para estas fechas importantes para Sawon Mun. Fue parte de la comunidad y al omitir su presencia le apreciaba una falta de respeto.

Taehyung la miró enseguida, sintiendo su pecho apretarse, mientras que Baek tragó duro.

Nunca pensó en que lo iba a mencionar tan descaradamente. El amigo de Kim, al ver su reacción, quedó como papel por lo blanca que su tez se tornó de un segundo a otro

—¿Asi que preparabas todo con tu amigo, mamá?

—Sí, siempre ayudábamos a la madre Park —respondió.

Ella lo hacía inocentemente sin saber las intenciones que tenía su hijo de enrostrarle a Baek que estaba otra vez mintiendo en cara de todos.

—¡Ah! Minho... él era detallista —dijo compartiendo la idea con ellos.

Baek rio nervioso.

—Creo que no lo recuerdo muy bien... —Murmuró mirando hacia otra parte.

Taehyung frunció el ceño.

«Si no lo conocía, ¿por qué tenía una foto de él?»

Min bufo molesto por el cinismo del hombre. Marco presencia aclarando su garganta y mirando a Baek, casi desafiándolo.

—¿No lo recuerda? —preguntó. —En la biblioteca había un álbum de fotos y él salía en algunas, estuvo un tiempo largo.

—Cierto, yo igual lo vi.

Baek tensó la mandíbula y dejó que sus ojos se posaran sobre Kim, que lo miraba molesto. El hombre debía buscar la manera de dejar hasta ahí la conversación. Mi-ja, el hijo de ella y Min estaba casi que, atacándolo con referencias y menciones de Kim, mientras que el rubio estaba parado frente a todos junto a la madre Park, que tampoco comprendía muy bien por la repentina mención de alguien que ya no estaba.

—¿Por qué no va por un poco de té, señora Jung? —La invitó.

—Iré con la madre Park —dijo enseguida, rechazando la invitación del hombre. —Me gustaría ver el invernadero nuevamente.

—¡Oh, claro! Gracias al joven aquí presente... —Señaló a Min. —Está mucho más hermoso, cuando sea hora de misa verás la iglesia, le quedó hermosa por dentro.

Las dos mujeres se fueron dejando a los tres muchachos junto a Baek en un silencio realmente incómodo que lo estaba ahogando.

—Taehyung, Yoongi, ¿damos una vuelta? —Ofreció Jung para salir del lado de aquel hombre.

—Sí... —Murmuró Taehyung mirando con desprecio a Baek.

—Vamos. —El alfa comenzó a caminar de los primeros, mientras que el omega y el beta iban detrás de él.

El sacerdote se tensó por completo; por otro lado, observó marchar a los tres jóvenes.

El desprecio de Taehyung dolía, más toda la semana que ha pasado, alejándose cada vez que lo veía. No sabía por qué, pero intuía que Kim algo estaba pasando o más bien sabía que la mención de Minho cambió su ánimo del cielo a la tierra.

Baek se soltó un poco el alza cuello, le apretaba y lo estaba dejando sin aire. Camino hacia otro lado para recibir a las vistas que llegaban a Sawon Mun por la jornada del aniversario de la comunidad.

No dejó pensar en toda esa mañana en que, si Taehyung llegaba a enterarse de que Minho era su padre y preguntase dónde estaba, todo, se vendría abajo sin poder obtener el perdón del muchacho, ni derecho a clemencia por los años de mentira que han mantenido a Kim a su lado.

Minho no estaba, pero seguía perturbando su calma.

Luego de revisar cómo estaban los visitantes, se dirigió hacia la iglesia, entrando para preparar todo lo que hiciera falta la misa.

Una vez tuvo el altar listo, se quedó mirando las bancas vacías, se quedó así por unos largos segundos y luego de haberse tomado una copa de vino en la privacidad y el secreto podía sentir e imaginarse a Minho sentado en la última banca cerca a la salida. Él iba solo para acompañar a Mi-ja, pues él era ateo y no creía en nada de lo que predicaban allí.

Unió sus manos mientras que sus ojos se posaban sobre el crucifijo que estaba colgando al fondo sobre el altar.

Te suplico, Señor, que ilumines mi entendimiento, enciendas mi voluntad, limpies mi corazón, santifiques mi alma. Que procure guardarme limpio de pecado, manifestarme honrado y casto.

Rezaba, por clemencia, que quizás en algún lugar de aquel paraíso aún hubiera cabida para él luego de haber cometido cierto error, pero tal vez es mucho pedir cuando tenía a gente en contra y el tiempo no estaba a su favor. Tarde o temprano, Taehyung llegaría a su oficina exigiendo no una, sino miles de respuestas que solamente él se guardó para quedar como un hombre ejemplar y resguardando la integridad de la comunidad.

En eso entra la señora Kang que se persignó antes de seguir avanzando y sentarse junto a Baek.

—¿Qué tanto aqueja tu mente, hermano? —preguntó.

—En que el tiempo se me está acabando.

—¿No cree que... es hora de decir la verdad y nada más que la verdad?

✶⊶⊷⊶⊷❍ ✟ ❍⊶⊷⊶⊷✶

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