XXIV: Tentación.

La punzada en su cabeza fue el motivo por el cual abrió lentamente sus ojos esa mañana. Se refregó con la mano la zona del lagrimal, se acostó boca arriba, mirando fijamente del techo y posando sus manos sobre su estómago, tomándose el tiempo de meditar.

Aguardó unos minutos, buscando el momento perfecto para pararse del colchón y comenzar el día que le tocaba. No sabía, o quizá sus pensamientos no eran silenciosos, los culpó por no poder dormir bien, por ello el sueño que sentía esa mañana le ganaba a las ganas de trabajar.

Estiró su brazo derecho a la mesa de noche que tenía una botella de agua, el teléfono y una pequeña lámpara led. Tocó la madera, sintiendo el móvil que era lo que buscaba en primer lugar. Le encendió la pantalla y vio que faltaban diez minutos para que fueran las once de la mañana. Se quejó antes de poner un pie sobre el piso flotante frío del cuarto, así después ponerse de pie y estirarse. Despabiló lo que mejor pudo para irse a duchar y empezar pronto su labor, pues Hoseok tuvo que haber llegado para lo del barniz de las bancas de la iglesia.

Se dio una ducha rápida, se colocó la ropa que estaba ensuciando con pintura y demás químicos con lo que trabajaba en la iglesia para ir con el beta. Apenas salió de su cuarto, vio a la monja con la que más hablaba, que era la madre Park. Esta estaba sonriéndole radiante, apenas lo vio y lo saludó con su mano, agitándola de lado a lado.

—Joven, buenos días, espero que haya tenido una buena noche.

—Gracias... —Le respondió mientras cerraba su habitación bajo llave.

—Venía por algo preciso, el padre Baek me envió a decirle que antes de irse le dejó un sobre con su paga del mes en el escritorio, puede recogerlo cuando pueda. Tenga, son las llaves, apenas salga me las regresa, por favor. —Comentó entregando un par de llaves. —Comentó estar emocionado por ver el resultado final. ¿Solo quedan por barnizar? ¿Cierto?

—Sí, trabajaré con Hoseok en eso hoy, avanzaré todo para mañana.

—Tomese el tiempo que necesita.

—No, más bien, tengo planeado irme pronto, pero haré lo mejor pueda para que le quede un buen lugar.

Park intentó musitar alguna palabra, pero siendo del todo sincera, hasta ella se soprendio al oir que ya se iba. Le agradaba aquel muchacho, el irse se sentiría un vacío extraño, pues en solo semanas logró imponer presencia.

Sonrio al escucharlo que daría su mejor esfuerzo.

—Espero que quede de maravilla. —Elogió emocionada por ver la iglesia que acaba pronto. —Por cierto, no se sobrecarguen mucho, vengan al comedor a comer hoy.

—Ahí estaremos. Yo debo irme, señora Park. Nos vemos. —Se despidió cordialmente.

El azabache emprendió su viaje hasta las escaleras, para salir y dirigirse enseguida a la iglesia. Al estar a punto de bajar, oyó que lo llamaban de dónde venía.

—¡Joven! —gritó la madre y el alfa se quedó parado en seco al llamado de la monja. —¿De casualidad ha visto a Taehyung?

—No, señora Park.

La anciana suspiró.

—Su actitud me tiene preocupada. Ha estado saliendo de noche, espero que no lo siga haciendo, o Baek se enfadará, o peor, le puede pasar algo. —Hablo cabizbaja. —Si lo ve, dígale que vaya al invernadero, deseo hablar con él.

—Lo haré. —Le sonrió algo forzado.

Tras la conversación, la monja se fue por su propio camino, al igual que el alfa que se quedó mirando las llaves que le entregaron en sus manos. Se le hizo un poco raro que le diera tanta confianza con la oficina del padre, ya que suponía que era un lugar privado o puede que le estaba dando muchas vueltas al asunto. La gente de Sawon Mun confiaba fácilmente en las personas que no veían malas intenciones. Sin embargo, algo le decía que la madre tuviera confianza en exceso en él, si siquiera Baek le hubiera dado las llaves, ni muerto, luego de la fama que se hizo gracias a un idiota.

Sin darle pensarlo más, pasaría primero por el sobre y luego trabajaría.

Apenas llegó, metió la llave con una cruz tallada en ella dentro del cerrojo, oyendo cómo quitaba el seguro. La segunda sobrará, pero no sabía de qué podía abrirse exactamente. Se quedó con la duda y se dirigió a la oficina. El aire, al entrar, le recuerda a cuando lo citó por el enfrentamiento entre él y Jungkook, con el malentendido que armó el chico.

Con tal solo recordarlo, la nube negra comenzó a formarse, así que lo mejor que hizo fue apartarlo de su cabeza.

Yoongi solo junto la puerta y dejó las llaves tiradas en el escritorio al ver el sobre blanco. Al tomarlo, lo sintió más pesado de lo normal. Lo abrió para ver de reojo y casi cae de espaldas al ver el fajo de billetes metido.

¿Tanto?

¿No será una indirecta para que acabe pronto y se vaya?

Yoongi, ligeramente consternado por la cantidad exagerada de dinero, decidió guárdalo sin muchas vueltas, más no podía hacer; al fin y al cabo, estaba ahí por algunos wones.

Cuando se disponía a salir de la oficina, levanta la mirada y se encuentra con un detalle que vio la primera vez, pero que ya no estaba ahí. Frente a él, en la estantería con libros religiosos y bíblicos, había un cuadro, con una foto particular, que ahora ya no estaba. Yoongi se acercó y vio que estaba una marca de que sí estuvo ahí. Algo extrañado y porque no, aprovechando la soledad en la oficina, comenzó a buscarla por todos lados sin mover las cosas.

Pasó unos segundos cuando frente a él había un cajo; al abrir, vio una cerradura de llave. Min armó cabos y la llave que sobra podía ser de ahí. La probó, esta entró y giró la llave, oyendo cómo se quitaba el seguro.

La caja fuerte se abrió.

El azabache, un poco nervioso, levantó la mirada esperando que no apareciera nadie. Metió la mano y allí vio algunos sobres, pero con cartas dentro y debajo dos cuadros: la foto que vio y otra de un chico. No cualquiera, esta tenía rasgos similares a los de Taehyung.

«No puede ser... Acaso...»

—¡Oye, alfa inútil, te llevo esperando como dos horas allá abajo!

Yoongi se sobresaltó y los dos cuadros cayeron de golpe al suelo. Min por primera vez, rezo que no se haya roto. El sudor le escurrió por su cien; sin embargo, al recogerlo no se dañaron.

—Casi... Carajo... —Los dejo sobre el escritorio. —¡¿Qué mierda te pasa?! ¡No puedes andar asustando a la gente como se te da la jodida gana, Hoseok!

—Me dijeron a las nueve de la mañana... ¡No las once! —Jung vio que estaba detrás del escritorio del padre Baek. —¿Oye, qué demonios estás haciendo aquí? No puedes entrar.

—No me digas... ­—Rodó los ojos. —La señora Park me dio las llaves y me dijo que recogiera mi pago del mes.

—Sí, claro, pero no andarte metiendo en las cosas del padre, ¿por qué lo haces?

El alfa lo ignoró.

—Ya cierra la boca y ven aquí. —Yoongi le mostró las dos fotos. —¿Qué se te hace raro?

—¿Qué te hayan pasado las llaves de la oficina de Baek? —Alzó una ceja.

—Aparte de eso... —Murmuró.

El castaño rodó los ojos y tomo las fotos. Parecía no ver nada.

—No entiendo qué quieres que vea.

El alfa chasqueó la lengua.

—Cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta, pero ya veo que tú eres un ciego. —Yoongi le puso los cuadros juntos cerca de su rostro. —Solo ve al chico de cabello castaño al lado de Baek y ve, está de aquí donde está solo. ¿Qué notas?

Hoseok se tardó algunos segundos, pero lo logró ver.

—Mierda... ¿Acaso ese tipo se parece un poco a Taehyung?

—No es un poco, es mucho. —Min lo corrigió enseguida, dejando los cuadros en el escritor y sacando su teléfono para tomarles una foto. —¿No es raro que Baek las guarde aquí? ¿En una caja fuerte? Son fotos y en ambas está ese sujeto.

—¿Qué crees?

—Que pueda ser el padre de tu amigo, tal vez, el parecido da miedo. —Comentó guardando las otras. Antes de cerrar, tomó un sobre y lo abrió. Hoseok sentía que no era buena idea. —Mira, son cartas, ¿de dónde serán?

El beta se la arrebató de la mano.

—Buen trabajo, copia de Sherlock Holmes, pero meterte en cosas ajenas es un delito. Baek es un hombre con mucha trayectoria. ¿Quién sabe? Quizás conoció al padre de Taehyung en algún momento de la historia de Sawon Mun.

—¿Tú no lo conociste?

—Claro que no. —Movió su cabeza negándose. —De hecho, la chica de la foto es mi madre, pero nunca menciono nada de esa persona en particular. ­—Hablaba mientras guardaba el sobre y ponía llave en la caja fuerte. Ambos dejaron todo como estaba y salieron. —Se ve que tienes cierta curiosidad, pero yo, que tú, no meto mis narices. Baek tiene eso ahí por algo, Yoongi.

—Es porque algo esconde... —Cerró la puerta y puso llave el ahora. —Todos tenemos secretos, Hoseok, y que queremos guardar muy bien, pero el padre, debe tener uno bien grande como para dejarlo dentro de una caja fuerte. ¿No te parece?

—Bueno punto. —Estuvo de acuerdo por primera vez.

—Como sea, trabajemos. Mañana llega y quiero acabar pronto.

—¿Ya te vas? —preguntó.

—Sí, quizás la otra semana... aún no lo sé. —Lo dijo, aun así, dudando en sus palabras.

—¿Hay algún motivo para el apuro?

«Sí y es tu amigo».

—No. —Desestimó rotundamente. —Detesto este ambiente religioso, me da escalofríos. Encima que yo no te soporto.

—Alfa idiota... —Gruñó entre dientes.

El joven de tez pálida sufrió una fractura en sus labios, a causa de su intención de abandonar la comunidad. A pesar de tener claro el deseo de abandonar su trabajo en Sawon Mun, muy en el fondo algo jalaba dentro de él y lo quería dejar anclado en una comunidad religiosa.

Es algo, o más bien, alguien.

✶⊶⊷⊶⊷❍ ✟ ❍⊶⊷⊶⊷✶

El sol pegaba con intensidad esa tarde, recién eran las una y media y faltaba poco para que los pequeños de la comunidad fueran convocados a comer. Antes de ponerse a jugar, el omega les puso protector sola a uno por uno, en su rostro y brazos, que estaban más a la disposición de los rayos.

Eran alrededor de seis niños, cuatro varones y dos niñas. El mayor tenía doce años y la pequeña, última en llegar, solo tenía cuatro años. La comunidad funcionaba a modo de orfanato después de que el mayor fue dejado a las puertas de la comunidad. La madre Lee dio la idea de darle alojo a los desahuciados sin familia que no eran queridos o en situación de calle, llegando así a los seis niños. En el futuro querían albergar muchos más, pero el espacio era reducido y solo lograban cuidar a seis revoltosos entre los mayores de la comunidad, el padre y las monjas, además de Hoseok que jugaba con ellos.

Y hoy le tocó a Kim, lo hizo porque quería, no por obligación. Ver y cuidar de ellos, lo veía una distracción que le ayudaba y gustaba, sobre todo cuando sus problemas y pensamientos eran muchos para soportarlos.

El rubio miraba a los niños corretearse en el frontis de la casa principal de la comunidad. Sonreía cada vez que los veía atraparse, chillar de emoción y rebosante de alegría. Extrañaba aquella época en donde no había de que preocuparse, solo jugar y esperar a que llegara la noche para ir a la cama.

Entre la calma y la risa de los niños se hizo presente el aroma de alguien que conocía lo suficiente como para identificarlo, y ese alguien era Min Yoongi que cargaba dos tarros de barniz en sus manos. El joven lo que, mirando con detenimiento entretanto, iba de regreso a la iglesia, por lo que se dio cuenta de que estaba con sus prendas de trabajo. El chico suspiró apenas al verlo con esas prendas.

Sus brazos blanquecinos y un poco trabajados al frescor de la brisa veraniega y el sol resplandeciente que caía sobre la tez. Por otro lado, su cabello largo, oscuro y sedoso estaba atado con un elástico. Min flexionó sus piernas, quedando agachado frente a los dos tarros de barniz que dejó en uno de los peldaños de las escaleras que llevaban a la entrada de la iglesia. Al ver que se dispuso a abrir el par de baldes, se quedó observando en silencio como el alfa hacia fuera, creando tensión en sus muslos, bíceps y los del antebrazo, marcando ligeramente las venas de estos y las manos.

El omega tragó duro, separó los labios ligeramente y dejó salir un suspiro largo. Su estómago se apretó por un segundo y el vientre cosquilleó tras sentir una corriente eléctrica recorrer su anatomía. Ante el pensamiento se asustó y apartó la vista enseguida. Se tocó las mejillas y estas ardían, seguramente las tenía rojas. Se dio pequeños golpes en sus mejillas para disipar la rojez.

«Perdóname, Dios, por estar cayendo en tentaciones».

En eso, uno de los niños que toca el brazo de no ser por él, Taehyung, aún estaría pidiéndole perdón al cielo mil veces.

—¡Tae! ¡Juega con nosotros, por favor! ¡¿Puedes?!

Más niños se sumaron a la petición.

—¡Sí, juega!

—¡Tú sigues ahora!

Al ver a los niños insistirle, no tuvo más que ceder antes que ellos. Los pequeños lo llevaron al centro del patio y este se incoó un poco, permitiéndole a la mayor colocarle el vendaje en sus ojos con cuidado. Kim se levantó y dos varones le sujetaron las manos para ubicarlo mejor y prepararse, para ayudarlo a dar vueltas.

—Son diez vueltas, luego sales a buscar.

Kim asintió.

—No se vayan tan lejos, ¿sí?

Los niños rieron.

—Eso es trapa. —Comentó uno.

El muchacho, con una sonrisa, dejó que los niños le dieran vuelta. Fueron diez en total y cuando estaba lo suficiente atontado, comenzó a caminar sin ver absolutamente nada. La risa de cada uno de ellos los delataban para saber que tan cerca o lejos estaban de su alrededor. Kim daba cierta gracia al oírlos tan risueños. Caminó con cuidado hasta que sus piernas chocaron con la banca en donde estaba sentado y pensó que estaban detrás.

—¡Te tengo! —Exclamo. Pero no había nada.

—¡Frío! —Gritó uno de ellos.

Continuaron jugando mientras que, de fondo, Min estaba abriendo la segunda lata de barniz. Oyó mucho bullicio de pronto, se giró mirando por encima del hombro. Vio a los niños corretear y reírse escandalosamente. No era por ser amargado —o tal vez un poco—, pero la cabeza lo estaba martillando ese día entre el calor y el sueño, por haberse dormido tan tarde a noche, más ahora con el ruido de los seis menores jugando en el patio. Se puso de pie para ir en busca de dos brochas pequeñas para barnizar las bancas primero.

Rodeó un poco a los niños, para no intervenir en el juego, aun así logró sentir como alguien que se estrellaba contra su espalda, desequilibrándolo un ligeramente. Resopló enseguida, dándose la media vuelta y medio una cabellera rubia a solo centímetros. Se quedó algo paralizado, al ver la sonrisa de Taehyung dibujada en su rostro.

—¿Hoseok? —preguntó riendo.

—No es Hobi. —Le dijo uno. —Es el señor. —Apunto la menor de las niñas.

El omega levantó la venda y vio a Yoongi frente a él, quedándose mudo y borrando su sonrisa de inmediato.

—P-Perdóname... —Murmuro.

Yoongi lo ignoró un poco, mirando hacia otra parte.

—No importa, ten cuidado. —Le dijo sin más.

La pequeña del grupo le agarró la mano a Min jalando con fuerza para que quedara a su altura.

—¡Le toca! ¡Tiene que jugar ahora!

—No, niña. Estoy ocupado. —Min negó de inmediato.

—Min-chae, el señor Min está trabajando, quizás otro día. —Le dijo Kim para que la menor no se sienta un poco mal al decirle un no rotundo.

­—Pero son las reglas. A quien tocas le cedes el turno. —Intervinó el mayor del grupo.

Kim rio sin entender.

—Ustedes siempre cambian las reglas. —Comento. —Bueno, es mejor parar, vamos adentro, es hora de almorzar.

No pasó mucho cuando las protestas se comenzaron a oír agobiando al alfa que quería escapar de tan... tierno escenario que lo hostigaba y lo hacía querer salir arrancando. No era que no le gustasen los niños, solo que oírlos reclamando con sus voces chillonas a Taehyung para jugar, lo estresaban un poco. Los menores hablaban a la vez y un par insistía con que el mayor jugara solo una vez y luego entraría a comer.

La menor le cogió la mano al alfa, obligándolo a hincarse frente a ella. Este frunció el ceño mientras sentía cómo le ponía mal la venda con sus manos pequeñas rodeando su cabeza. Luego dejó ir una rosa traviesa al ver al hombre con los ojos tapados, mientras murmuró molesto diciendo que debía trabajar y no tenía tiempo para niños quisquillosos. Algunos se ofendieron, otros rieron de él. No le quedó más opción que jugar esto rápido, decidió ceder y aceptar el juego.

«Obligado por una niña, ¿qué es esto?»

—Bien, ¿qué hago?

—La daremos diez vueltas...

—¡No veinte porque es más viejo!

Yoongi arrugo la frente algo molesto y sobre todo, ofendido por el comentario. Taehyung río entre dientes ante ello.

—¡Sí, sí, veinte! —Bramó la menor.

—Le daremos veinte vueltas y la última usted sale a buscarnos, a quien toque primero le cede el turno.

—¿Y qué me gano?

—Nada. —Se encogió de hombros.

—No es un juego sin un premio. —Discutió.

La niña se quejó y se cruzó de brazos.

—¡Entonces lo que quiera! ¡Ya juguemos!

Los pequeños llevaron a Yoongi al centro del patio, como con Taehyung, y todos comenzaron a darle vuelta tras vuelta, oyendo, cómo contaban —a propósito lento— cada uno de los números. Min creyó aguantar un simple juego de mocosos, pero al décimo giro estaba mareado, pero al mayor de los niños se le ocurrió hasta el veinte, así que le tocó aguantar las náuseas y la bilis queriendo salir de su sistema. A la vuelta, número veinte, Min-chae gritó y todos comenzaron a esconderse detrás de las bancas, del árbol grande que había cerca; algunos subieron a la iglesia.

Min-chae le dijo a Taehyung que debía esconderse. Este lo dudó un poco, pero aceptó de todos modos, yendo al costado de la iglesia.

La búsqueda comenzó y Min se había tardado un poco debido al mareo, al poco tiempo se acostumbró y le puso más atención a los murmuros de los niños. Cuando su pierna tocó el arbusto, comenzó a removerlo con sus manos. Siéntenlo algo diferente.

—¡Ven aquí!

—¡Muy frío!

Min al ver que ya se lo habían vacilado por primera vez, tomó la decisión de que era hora de poner competitivo. Min tomó una actitud más seria para el juego, se puso recto y agudizo el oído. Oía muchos ruidos del ambiente, y las risas de los niños. Entonces caminó a la iglesia.

Mientras iba hacia ella, oye un par de pisadas. Se gira y comienza a caminar hacia allí, tanteando la pared de la iglesia hasta adentrarse en el costado. En eso tropieza con una roca, pegándose dolorosamente en la parte de la tibia de la pierna derecha.

—Mierda... —Musitó sobando la zona afectada.

«¿Por qué dije que sí?»

Al recomponerse, pudo sentir un ruido más que le decía que estaba cerca. Sonrió triunfante porque sabía que estaba acorralado al siguiente jugador. Al ir avanzando poco a poco más, sentía que estaba por atraparlo. Fue ahí cuando se quedó en silencio, y el ruido de un tronco pequeño caía rodando hasta sus pies. El azabache marchó hasta que pudo oír la respiración agitada de la persona, entonces Min extendió su brazo sintiendo un brazo. De forma extraña, se emocionó, había ganado un juego infantil, pero no le importaba.

Dio un paso más y se quedó frente al sujeto.

—Te atrapé...

Se levantó la venda y, viendo que a quien tenía cerca, era a Taehyung. Ambos se quedaron unos segundos en silencio y Min sonrió satisfecho una vez más. El alfa se sacó finalmente la venda, algunas hebras de cabellos por su frente. Kim se quedó atento al atractivo detalle ante sus ojos. Bajo la mirada, viendo al césped.

—Me encontraste... —Mascullo.

—¿Gané?

—Según Min-chae, sí. —Asintió. —Me turno. —Le tomo la venda, pero Yoongi levantó el brazo alejándola del omega.

Taehyung trató de agarrarla, pero los dos comenzaron un pequeño tonteo entre ellos, para ver quién atrapaba la venda, hasta que Min la cambió de mano y la metió a su pantalón, guardándola en el bolsillo. Taehyung se dio por vencido.

—Ya dámela...

—¿Y qué gané? —Ignoró al rubio.

—No sé qué es lo que quieres.

El mayor miró a todos lados asegurando sé que nadie viniera. Estaban solos, sin nadie cerca de ellos, y era el momento perfecto para cobrar el premio mayor. Se apegó a Kim dejándolo contra la pared del costado de la iglesia hasta sentir la respiración agitada del omega chocar contra su rostro. Taehyung lo observó a los ojos por un momento, sin decir nada, tampoco entendiendo qué quería.

—Ya sé cuál quiero que sea mi premio.

—Yoongi...

Besó a Taehyung en los labios con profundidad y anhelo, dejando al omega sin ni un poco de aire. Kim se iba a resistir, solo que al tener al hombre cerca se derritió entre sus brazos nuevamente, entregándose en un beso apasionado, como si ambos se hubieran extrañado.

Ambas lenguas chocaron por un segundo, con lo que basto para quitarle a Kim un sutil jadeo al cual Min respondió con otro beso más intenso.

Ese fue el premio que había elegido desde el inicio. Besar nuevamente los labios del omega.

✶⊶⊷⊶⊷❍ ✟ ❍⊶⊷⊶⊷✶

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