XXII: Corazón Engañoso.

“Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?”
Jeremías 17:9

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—¿Has estado bien? ¿Cierto, Taehyung?

«No, padre Baek. Nada ha estado bien.»

—Sí, padre Baek. Todo en orden. —Le respondió.

Taehyung se tomó su frente algo agobiado por haber mentido una vez más. Cada vez que lo hacía, repetía una oración para pedirle perdón a Dios, quien sabía perfectamente las veces que ha mentido y pecado en los días en que Baek se había ido a Seúl con la hermana Kang. Kim estaba más que arrepentido, pero si se atrevía a confesar la absoluta verdad de todo lo que ha hecho, pegaría el grito en el cielo, él y todos los de la comunidad. Después de todo, Taehyung era la viva imagen de la perfección y la devoción en Sawon Mun.

¿Qué pasaría si aquel ser perfecto comenzara a quebrantarse?

Era inimaginable, a tal punto que ni el mismo omega se reconocería.

Volviendo al hoy, el padre dijo que llegaría mañana, ya que en Seúl se había extendido la convocatoria a tres. En pocas palabras, le daba tiempo para confesarse en su cuarto, pedir perdón, rezar y tratar de sanar parte de su alma machada por el pecado. No quería levantar sospecha, pero Kim tenía algo que no podía disimular cuando hacía algo malo. No sabía si era una virtud o no.

Me alegro. —Se oyó aliviado. —Como te dije, regreso mañana. Espero que ayudes a las hermanas a cuidar a los niños, y no olvides tus clases de francés, tómalas con la hermana Lee, ella tiene mucha vocación para hacerlo.

—Por supuesto, lo haré.

—Antes de colgar. Quería preguntarte una cosa más.

—Sí, padre Baek, lo que necesité.

—¿Cómo ha ido el joven Min? ¿La iglesia está en buenas manos?

Kim había olvidado ese minúsculo, pero difícil detalle. Ese día que se fue quedó con ayudarlo e hizo de todo, menos la tarea determinada. Ni siquiera recordarlo, sus mejillas se coloraban cada vez que lo hacía. De lo poco que vio, la iglesia estaba quedando bastante hermosa, el resto de días no fue y en ese punto le falló.

—La verdad... No he podido ir, pero, según la Sang-mi, está quedando como nueva, casi irreconocible. Le va a encantar cuando vuelva.

—Me alegra oír eso. Bueno, mañana irá Hoseok a darle una mano al joven Min. Si deseas, puedes sumarte...

—Retomaré mis clases y estaré en catequesis después, padre. Creo que Hoseok, es el indicado para ayudarlo. —Lo detuvo. No quería estar con Min si era sincero.

—Entiendo, entonces te dejo.

—Sí, ayudaré en la biblioteca esta mañana. Espero que pase buenos días en la capital, ha de ser... hermosa. —Jugó con el cable del teléfono, enroscándolo en su dedo índice.

La conversación había acabado cuando Baek le dijo que se cuidara y que siempre pensara en Dios cada mañana y noche. Kim bajó el teléfono y suspiró pesado. Ya son más, se dirigió a la biblioteca que quedaba ubicada en el primer piso, pero casi que al fondo del todo, apartada del ruido hasta del cantar de las aves y el ruido nocturno, de los grillos. La biblioteca estaba abierta de nueve a diez, de lunes a viernes, ya que el sábado y domingo se usaban para ordenarla y organizar lo que faltase.

Y bueno, a Kim le tocó solo esa vez, y era mejor, no tenía ganas de entablar conversaciones, además quería que fuera un castigo como correspondía, sin distracciones ni pasos de tiempos. Era algo para empezar.

Una vez llegó a la biblioteca, vio a la madre Park en la mesa en donde muchos se sentaban para leer los libros. Ella tenía muchos, bastantes libros de páginas mayores a cien desordenados en la mesa.

Al cerrar la puerta, vio a la madre y esta le enseñó con una sonrisa lo que debía ordenar. Le comentó que tenía que ir primero de la "A" hasta "Z", pero antes de colocarlos en sus respectivas estanterías debía sacudir el polvo de los muebles. Luego limpiar las mesas y finalmente aspirar la alfombra, porque no solo era ordenar libro. La biblioteca era un espacio grande y cómodo para clases y lecturas; lo malo era todo alfombrado hasta la última esquina de las cuatro paredes.

El omega asintió a todo con una sonrisa.

—Entonces, recuerda; sacudes, pones el libro y cuando acabes...

—Aspiro. Lo tengo, madre. —Le regaló una sonrisa.

Ella se mostró apenada.

—No comprendo qué paso, pero créeme, no me gusta verte en castigos. Si se te hace pesado, enviaré a un compañero.

—No, estaré bien, quiero... despejarme, esto me ayudará un poco.

Ella río.

—Como gustes entonces. No olvides comer algo antes de seguir. Vendré a las ocho.

Los dos se despidieron con una afable sonrisa.

Una vez solo se puso manos a las obras. Tronó sus dedos, pero antes de comenzar sacó de su bolsillo la caja de suspensores, pensó un poco y la verdad no podía esperar mucho más. Se puso ansioso de solo verlas, así que tomó una de la tableta y se la pasó con agua que había en el dispensador de la biblioteca. La tragó y bueno, obviamente no le haría efecto enseguida, pero por el momento no sentía nada raro en el cuerpo. Se encogió de hombros y las guardó para comenzar a trabajar.

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Durante el día, el omega estuvo limpiando y ordenando los libros, le daba alguna hojeada y los leía de paso, guardándolos como futuras lecturas que le gustaría hacer en algún momento de soledad y paz. El reloj ya le marcaba las cinco de la tarde, había salido a comer algo con sus compañeros y regresó diciéndoles que estaba ocupado. Muchos se ofrecieron, pero Kim les negó amablemente.

El rubio sentía que estaba volviendo a equilibrar su paz. Estaba solo, en silencio y distrayéndose de los problemas que ha tenido en las últimas semanas por cierta persona, que no prefiere ni mencionar en sus recuerdos.

Algunos libros que veía eran poesía clásica. Otras historias antiguas sobre Dios y sus apóstoles. Y una u otras variadas sobre fantasías y románticas que, la verdad, casi nadie leía porque despertaba pasiones según el padre; por ende, eran libros que solamente juntaban polvo en las estanterías. Taehyung siempre fue curioso de ellas y esperaba leer algún día de estas. La única que leyó fue una de adolescentes, pero no pasaba nada "pecaminoso" como se refería el padre Baek o la hermana Kang, entonces de aquel momento, Kim quería leer más y variando un poco el abanico de lectura.

El chico dejó el último libro con la letra "H". Suspiró y se sintió orgulloso del avance, esperaba acabar pronto y si no contar mañana. Todavía quedaban libros y debía aspirar la alfombra.

Para apaciguar el tiempo y no aburrirse. Solía tararear una canción que le enseñaba la madre Yoo en las clases que hacía sobre francés. Ella estudió en el país europeo, cuando era joven, en un renombrado convento de monjas. Su pronunciación era hermosa y fluida, y en una de sus clases le enseñó una canción que a Kim se parecía alegre para momentos como estos donde la soledad era su compañía.

Dominique, nique, nique. S'en allait tout simplemente. Routier, pauvre et chantant...

Taehyung iba de regreso a la mesa principal para recoger más libros, pero la letra I en sus títulos. En eso que regresa, oye un ruido, pensando que era la madre, avanza y se detiene de golpe. Pasaron solo segundos cuando su nariz se agudizó y se filtró un aroma particular.

Eran feromonas. No de omega, sino que era de alfa. Olía intenso y atacaba de manera penetrante sus fosas nasales de un modo que lo podía llegar a marear.

Sigue el aroma y sale hacia el pasillo, dejando de lado todo lo que estaba haciendo. En eso que se asoma al pasillo, en uno de los sofás donde algunos se sentaban a conversar, ve a Yoongi.

Estaba sentado en el sofá, más que sentado, casi que recostado en él. Podía ver las gotas, apearlas de sudor, recorrer su frente. En donde él estaba, daba hacia un ventanal grande y que había sido abierto con tal de dejar entrar el frescor de la brisa de esa tarde. No hizo ruido y dio unos pasos hasta que consiguió oír unos gruñidos leves y ver cómo su pie se movía inquieto repetidas veces, algo ansioso. Taehyung pensó que estaba descompasado o algo similar, pero se equivocó cuando aquellas feromonas venían de él.

Eran del alfa.

Sin querer y pasando desapercibidas, sus feromonas también se liberaron. Hasta que el mayor giró su cabeza lentamente hacia él y suspira hondo y lento, apenas alcanzó a enderezarse para ponerse de pie, en ese intento tambaleo y se quedó en el sofá. Se veía enojado y a la vez confundido.

Nunca lo vio tan vulnerable.

El rubio podía dejarlo ahí, pero su aroma mareaba mucho, hasta el punto de poder llegar a parecer hostigante para más de alguno. Sin más, fue con él y lo tomó del brazo para ponerlo de pie. Este no entendió por qué lo hacía, pero apenas sintió el contacto con el omega y su aroma. Al abrazarlo, gimió en voz baja, apenas mirándolo.

El alfa inclinó su mirada hacia él, observándolo con sus orbes oscurecidos.

—Tú... ¿Qué haces? —Murmuró intentando alejarse. —No me toques... no lo hagas...

—Debería intentar ir al santuario.

Taehyung sabía que Min estaba en celo y estaba intentando no doblegarse porque el aroma de mil le clavaba la nariz con fuerza. El calor que sentía de su cuerpo lo veía y era muy tentador. Luchó con su mente y con su omega para no caer. La mejor opción y que los mantendría aislados era la biblioteca.

Kim lo llevó hasta allí. Min con pocas ganas de caminar y de pelear, le siguió los pasos hasta ese lugar en donde estaban solos.

—¿Se encuentra bien?

—¿Me ves bien? ¿Acaso no te das cuenta? —Le preguntó con frialdad.

—Sí, ya sé... —Juega con sus manos. —Usted está en celo. —Le afirma el omega y Yoongi lo ve de reojo. —Llamaré a la hermana Lee para que lo baje y así pueda descansar a solas.

Min trató de prestarle atención, pero solo veía cómo sus labios se movía sin cesar y parloteaba sin detenerse. Solo murmullos que no le entendía o quizás su mente los bloqueó. El alfa deja el vaso de agua en la mesa, ya vacío.

—Ya vengo...

Min lo toma desprevenido.

Puedo oír cómo el alfa de Min gruñido al alejarse un poco. Entonces tiembla. Min se le acercó inminentemente hasta que la distancia era solo de centímetros. De un segundo a otro, los libros estaban tirados en el suelo y el vaso de plástico, también dejando algunas gotas en la alfombra.

—Solo haz silencio por un segundo... —Pidió el alfa.

El rubio, sin alcanzar a protestar debidamente, pues de forma espontánea la boca del mayor se posó sobre sus labios, y le estaba besando como jamás pensó que lo haría. Lo besaba con una vehemencia desesperante, sintiendo que era lo único por lo cual vivir y anhelar; hambriento de mucho más.

Ante ese pensamiento, Kim soltó un gemido inaudible, pero el alfa lo sintió más claro que nunca. Min bajó las manos hasta su cintura.

Abrió sus ojos de golpe y se alejó con rudeza. Taehyung estaba confundido con que aquello lo mareaba.

—Yo... Mierda... No... —Se dio la media vuelta. —Mejor me voy...

«No...»

El rubio vio cómo el hombre se aleja hasta casi llegar a la puerta. Su interior quemaba como una llamarada que venía desde el pecho y gritaba una y otra vez que no se fuera. Yoongi estaba a punto de tocar la manilla de la puerta de la biblioteca, cuando Taehyung, que sacó la valentía y el deseo desde lo más profundo de su alma, caminó hasta él y le tomó del rostro para plantar un beso apasionado, dejando a Yoongi sin aire.

—Quédate... Por favor, no te vayas... —Jadeó con una necesidad que no comprendía. Luego le besó los labios al mayor y este arrugó su frente y se apartó descolocado.

—¿Carajos haces? —Lo alejó cuidadoso. —No es correcto, te he... tratado mal, desde ayer. Así que no, esto no tiene ni un puto sentido lo que hacemos.

—Tampoco lo entiendo, pero siento un calor aquí que crece en cada momento, más cuando lo veo. — Taehyung le sostuvo la mano y se la posó en su pecho para que lograra sentir los latidos de su corazón. —¿Qué hago con ello? ¿Cómo se apaga?

—No digas estupideces. Esto está mal, tú mismo lo dijiste, Taehyung.

Al oír su nombre deslizarse por sus labios, Kim perdió un poco más de raciocinio.

—Yo... Yo lo sé. —Se acercó a sus labios. —Solo una vez más, Yoongi, por favor.

Se acercó a sus labios y se dieron besos fogosos, cortos y con pequeñas mordidas, sintiendo los dientes clavar en la piel sensible. El rubio le acaricia el cuello al alfa, luego sube sus dedos hasta sus hebras oscuras y largas, enredando sus dedos allí, provocando en Yoongi una avalancha de emociones. Jamás pensó admitirlo, pero Kim creó un nuevo gusto en él. Que le tocara el cabello y acariciara con parsimonia.

Fue ahí cuando perdió la razón.

—Taehyung... —Le llamo. —Te necesito... Joder, en serio te necesito... —Le mordió el belfo inferior.

El corazón del omega se detuvo, no lo pensó ni dos veces lo besó.

Desistió, derritiéndose entre los brazos del mayor, que lo llevó hasta un sofá de dos cuerpos que había en una pared del costado de la biblioteca como sala común. Ambos acabaron recostados encima de este; Yoongi sobre Taehyung.

El omega y el alfa tenían la razón y el comportamiento nublados por las feromonas del otro y la humedad del calor que sus cuerpos generaban; debido a ello, lucharon por quitarse la ropa.

Kim alzó sus brazos para dejar que Min le quitaba la camiseta y dejara ver su torso desnudo, al igual que el menor al ver el cuerpo del mayor. El alfa se acercó a su cuello para lamerle, la zona de donde mayormente se concentraban sus feromonas, y el omega jadeó al sentir su lengua rozarle. Subió hasta el oído y le mordió el lóbulo, gruñendo en el proceso.

—Omega... —Enterró su rostro en el cuello.

—Alfa...

El rubio bajó la mirada hasta abajo del todo y logró ver cómo en el pantalón del azabache se notaba, un bulto similar al de aquel día en que tuvieron el primer encuentro. Con solo verlo, le bastó a su cuerpo para comenzar a lubricar, incómodo por esa húmeda que apareció de un segundo a otro. Se removió sobre el sofá, indicando que necesitaba otro tipo de atención. El alfa desabrochó el pantalón y un semblante temeroso se introdujo dentro de este, descendiendo gradualmente hasta que experimentó la humedad. Se tensó por completo.

Kim apartó la mirada, sin permitir mostrar sus mejillas ruborizadas.

—Mírame... —Kim resistió un poco. Para hacer que lo mirase, introdujo un dedo. —Mírame, dije... —Hablo más demandante para luego introducir el otro.

Los pensamientos puros que Kim tuvo hace poco, los desechó, suplicando más del hombre que lo tocaba de manera pecaminosa, lujuriosa y placentera.

Los dedos de Min abrían paso dentro del omega, de tal modo que Kim abría más las piernas hasta que estas estaban lo suficiente flexionadas como para recibir al hombre sobre él. Por ello, Min no quiso demorar más la situación, el chico ya estaba dilatado y lubricado por él y para él. Aquello le sacó una sonrisa victoriosa.

Ya sin soportar la presión que le daba su pantalón, decidió sacar su miembro latente y adolorido que crecía por culpa de su celo. Se los bajó un poco, dejando que Kim lo viera con detenimiento. Este parpadeó un par veces antes de acomodarse mejor para recibir al alfa. Su pantalón y ropa interior fueron bajados para luego de ser quitado fuera lanzado al suelo.

Yoongi le besó mientras que se adentraba lentamente en su interior.

Sin más, Min penetró a Kim con rudeza.

—¡Ah! —Taehyung, que se aferró a los hombros de Yoongi, sin querer enterró demás las uñas dándole un rasguño.

—Tae... —Gimió su nombre al sentir cómo le apretaba su miembro con su entrada.

Besó con cariño la boca del omega, mientras que este seguía aferrado a sus brazos, piernas flexionadas y pies en punto.

Min se comenzó a mover lento y suave, mientras que el omega jadeaba con cada vaivén lujurioso que profanaba su cuerpo. Hizo la cabeza hacia atrás, soltando un grito cuando Yoongi entró con más fuerza, logrando a sentir esa necesidad de su cuerpo.

El azabache se alejó para ver mejor al omega debajo de él. Al tomar una perspectiva más cándete que la anterior.

Podía apreciar la forma en que el cuerpo de Kim se movía al compás de las penetraciones. Su estómago se contraía, su pecho subía y bajaba por la respiración acelerada. Le tomó la pierna izquierda y se la puso en el hombro para acariciar con delicadeza, dejando que sus dedos fueran los receptores del tacto entre su mano y el muslo del omega.

Entonces comenzó a pensar en ello.

Él de cabello largo dejó de moverse para acomodarse en el sofá, de manera quedó recostado en él. El rubio jadeó incómodo al sentir un vacío en su interior y cese de los movimientos pélvicos del hombre.

Kim no lo comprendía del todo. No hasta que Min le tomó la mano y alentó hacia él bruscamente para quedar centímetros del rostro del otro.

Ven y móntame.

Taehyung no pareció entenderlo.

—No sé hacerlo. —Bajo la mirada.

—Solo súbete, yo te muestro cómo.

Kim asintió. Asumió que era sentarse encima de su cuerpo, pero no sabía exactamente a qué altura. Cuando estuvo por hacerlo, las dos manos frías y pálidas del azabache se posaron en sus caderas, dirigiendo el movimiento junto a la dirección hasta que sus glúteos.

De ese modo, lo guio. Fue cuando le bajó la cadera para que su pene volviera a ser rodeado por los músculos que le presionaban de una forma placentera. Le enseñó a mover y Kim dio rienda suelta tomando impulso, moviéndose con exasperación en búsqueda de llegar a ese mismo punto del clímax que logró ese día en la iglesia.

Se apoyó sobre el pecho del alfa mientras este lo miraba fijamente.

—Oh mierda...

Si bien le indicó cómo moverse, cuando el omega tomó la iniciativa y para su sorpresa, lo estaba haciendo muy bien, que le daba vueltas la cabeza. En ese punto, los movimientos eran un completo frenesí.

El sillón rechinaba tal como si estuviera a solo un tornillo de desarmarse entero. Taehyung y Yoongi jadeaban a la vez mientras se miraban a los ojos, ambos brillaban por el otro y ese calor característico se volvió a instalar en sus pechos.

Era lo mismo, la emoción, calor, comodidad, deseo y el querer no alejarse del otro.

Poco a poco, el alfa sentía cómo su glande se comenzaba a inflamar de tal modo que le era latente. Sin embargo, no le dio mayor importancia, pues el rubio no paraba de moverse sobre él.

Quien sí sintió aquel cambio fue Kim, que al hacerlo y no logró soportar la presión que el roce le provocó un escalofrío en su médula espinal.

—¡Oh, Alfa!

A los dos, el orgasmo los había golpeado a la vez. Al azabache le bastaron un par de embestidas hasta que el líquido caía en hilos, humedeciendo al omega. Todo indicando que se anudó dentro de Taehyung.

El omega trató de moverse, pero había sentido incómodo hacerlo. No hizo más que quedarse sobre su pecho, sintiendo el calor y humedad de sus cuerpos. Taehyung estaba sobre su tórax, oyendo cómo el corazón le latía bastante acelerado.

Sin razón aparente, se empezó a reír un poco y Min, en vez de quejarse y preguntar de manera frívola, soltó una sonrisa, leve, pero lo hizo.

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