VII: Confesión.
“El que nada debe, nada teme, pero el malvado siempre huye, aunque nadie lo persiga.”
Proverbios 28:1.
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El alfa se limitó a seguir al padre Baek detrás de él. Al salir de la iglesia, muchas personas estaban hablando entre ellas, disfrutando del clima y de la maravillosa que fue la misa. Las madres invitaban a los de fuera a comer y a servirse cualquier cosa de las que había en el comedor.
El ambiente no coincidía con las emociones del alfa, a él le cansaba tanta buena vibra y que actuaba como si todo fuera fácil o fantástico, pero ahora su mente estaba en otro lado como para que se haya amargado con gente ingenua; entre la rabia de ver como Jungkook pudo hacer algo como tan atroz como eso. Era su mejor amigo, el único que asumía Yoongi, pues se notaba a millas que Taehyung apenas salía de este agujero religioso, y que jamás fue de tener muchas amistades, ya que se exigía mantenerse fuera las maldades ajenas, pecadores y personas que faltaban a la palabra de Dios.
Pasando por el lado, ellos, ignorando a cada persona que se le cruzaba con la mirada clavada en la nuca del padre, pensando que su trabajo en Sawon Mun llegó a su fin por culpa de un imbécil.
Entraron por la puerta principal, cambiando de rumbo hacia el pasillo en donde estaba la oficina del padre. El hombre caminaba con las manos en la espalda y el alfa estaba tranquilo, solo pensó en el dicho que su “sabía” madre le dijo alguna vez: “El que nada hace, nada teme”.
Quien diría que lo aplicaría en menos de una semana.
Antes de pasar al padre, Baek lo detuvo.
—Quiero pedirte algo antes de entrar. —Pidió y Yoongi solo asintió. —Sea completamente sincero, joven.
—Sí, sí, como diga. ¿Podemos pasar ya? —Les respondió ya harto del misterio.
Al abrir la puerta estaban vacíos a nadie, así que se significaba una conversación seria. Mirando una estantería fijamente. No lo invitó a tomar asiento, y Min no dejaba de preguntarse si citaría a Taehyung también, pues no lo ha visto y, supuestamente, va cada misa.
—Como sabe, joven, este lugar está limpio de actos blasfemos que manchan el nombre de la comunidad. ¿Lo sabe, cierto? —Le miró a Min, quien asintió con la cabeza, algo hastiado, odiaba que le hablaran como si tuviera cinco años. —Entonces, si lo sabe, ¿por qué anoche trato de comerte un acto tan... repugnante hacia alguien de nuestra comunidad?
Min se quedó en blanco.
—¿Cómo dice?
—Dios me perdone por la palabra que usaré, pero... ¿Usted intentó abusar de Taehyung? ¿Qué trataba de hacerle anoche?
—¡¿Qué?! —Min lo miró impresionado. Min negó enseguida. —¡Oiga, esto es pasarse! —Encaro. —Acepto lo del vino, ¡¿pero esto?!
—No se haga el ofendido.
—Claro que no, me voy a defender, porque yo no traté de abusar de nadie, menos a él. —Le dijo refiriéndose a Kim. —¿Quién le dijo? O mejor, ¿fue Jungkook quien habló?
—Así es, Jeon fue sincero y con el debido respeto confesó lo que anoche vio. —Explicó.
Min sintió asco.
—¿Y dónde está Jungkook? —preguntó. —¿Se fue acaso? —Baek asintió. —¡Pero qué coincidencia! ¡El tipo me deja en la mesa lavándose las manos conmigo y él se va muy campante a hacer su vida de “alfa ejemplar”! —Min se levanta de la silla, enojado por la intervención. —Si me quiere despedir, me tiene sin cuidado, encontraré otro trabajo.
—¿Lo hizo o no?
Yoongi se detuvo en la puerta de la oficina, quedándose de pie. Entonces pensó en todo.
El dinero.
El trabajo.
Su vida y la idea de empezar de cero lejos de los problemas.
Y en su mente, vino alguien, una voz molesta que le hacía pensar en Taehyung. No solo se trataba de él, de Yoongi. Si no que también era el honor de Taehyung sobre la mesa, Jungkook lo vendió, y era un hecho, pero dejar a Taehyung así, quien lo consideró su amigo. No era que le importaba al alfa, le daba igual, pero Kim era demasiado inocente como para defenderse.
Tampoco era un santo, sí molestó a Taehyung esa primera noche, pero luego se puso sus límites.
—No, señor Baek. Yo no le hice nada a Taehyung. —Min finalmente regreso al escritorio, sentándose. El padre puso oído. —Anoche, lo vi salir de cuarto, tarde, fui detrás y esperé hasta que oí un grito. —Comenzó a contar el alfa. —Al llegar vi como Jungkook empujaba a Taehyung al suelo y... comenzaba a guitarse el cinturón. Simplemente, lo golpeé, claro que tiene un poco más de fuerza que yo y casi me asfixia contra el árbol hasta que Taehyung lo aleja y le pide que se vaya.
El padre Baek dudó un poco, pero al ver la expresión del chico y con la mirada con que explicaban los hechos detallados, comenzó a creerle. Podía ver la sinceridad en la mirada del alfa. Jeon jamás explicó que se enfrentó a Min, mucho menos que trató de matarlo. Podía darle una explicación, más no justificar los actos mundanos de tan buen alfa, aunque dudé si seguía siendo bueno. Existía el demonio, así como para cada pecado, pero podía asumir que Jungkook se dejó llevar por la lujuria y el deseo de poseer a tal omega como el chico.
Asmodeus. Aquel nombre vino a su ente, el demonio de la lujuria y lo carnal. Tal vez fue quien intervino en las acciones de Jungkook. Le creía a Yoongi, pero debía confirmarlo con Taehyung, que ahora no estaba presente y si los hechos coincidían, pues era cierto. Además, Kim jamás ha mentido. En Yoongi, bueno... es un proceso en el cual confiar. Claro que confesaba haber sacado vino y beberlo como si anduviera de fiesta. A pesar de ello, el muchacho contaba de una mirada sincera pese a que su hoja de vida estuviera muy manchada.
Baek se puso de pie.
—No lo voy a despedir, joven, pero sigue bajo observación. Usted robó vino de la eucaristía sin permiso, pero Dios nos ha dado el don de la confianza. Pero primero, confiesa tu robo en la casa de Dios, allí podré finalmente creer que quieres intentar trabajar y ganarse la vida como es debido. —Min asentía un poco más calmado, pero no muy feliz.
—Pero asumo haberlo hecho, ¿es necesario?
—Hágalo, su alma y su conciencia estarán tranquilas.
—Como diga...
Su conciencia era lo que menos tenía tranquila, pero si quería quedarse por la paga, había que hacer méritos. Quizás dijo que le daba igual, pero en contrato el padre puso una cantidad tan... tentadora que le resolvería la mitad de sus problemas. Así que callado, acto la petición del hombre.
Cuando ambos salen de la oficina, Min respiró más tranquilo. Yoongi va detrás del padre, que caminaba hacia otro pasillo que daba a una salida trasera y que conducía a la misma iglesia de la misa. Le indicó con amabilidad por entrar para que se confesara —una entrada que venía desde el patio trasero— y entró con cautela por si había alguien dentro orando; por suerte estaba vacía y con la tenue luz de sus focos. La mayoría ya se había ido al comedor, normalmente se quedan hasta después de almuerzo y luego se veían a limpiar la iglesia.
El aroma era de madera vieja y cera de vela. El alfa metió las manos a los bolsillos buscando abrigárselas; estaba bastante frío el lugar. Mientras se adentraba por primera vez a la iglesia de la comunidad, vio al omega. Se detuvo y su nariz comenzó a picar. Había demasiado aroma que asumía que era de Taehyung. Era abrumador, mas no le molestaba.
Caminó un poco y se acercó al chico, sentándose a su lado, a unos centímetros alejado por su puesto. El aroma era más fuerte.
¿Acaso no toma nada? Se preguntó rascándose la nariz. Apretó los labios y miró fijamente hacia donde estaba, el crucifijo con Dios en él. Min jamás, en su vida, pisó una iglesia. Ni su madre, solo cuando se casó, y ella solía decir que haberlo hecho fue la responsable de que su matrimonio se viniese abajo.
Así como le dijo el padre Baek de explicarle al alfa cómo se hacía, aprovechó la instancia en donde no había nadie y aún no llegaba el amigo sacerdote del padre que venía con el grupo de gente desde fuera. Taehyung se percató de su presencia y se sorprendía, lo que lo hizo sentarse un poco más alejado de él. Luego analizo detenidamente el confesionario, había estado un par veces, pero solo cuando era niño y era un poco más revoltoso que ahora.
—¿Ya se ha confesado antes, Yoongi? —preguntó mirándolo a los ojos.
—Jamás. —Río. —De hecho, nunca he entrado en una iglesia, no es mi estilo. Ya sabes. —Le guiño un ojo en modo de juerga. —Y tú, ¿lo has hecho antes? ¿Cuál ha sido tu peor pecado, hermano Taehyung?
—Sí, pero cuando era niño, yo... era un poco revoltoso. —Contó. —Las Madres me perseguían por todo el jardín principal de Sawon Mun, o iba al columpio del árbol de tronco grande y me quedaba allí. —Sonrió. —Confesé una vez haber mentido. Ese día hicieron algo que no me gustaba comer, y lo bote a la basura y dije que lo había comido todo.
—Qué terrible. Supongo que no te dejo dormir en las noches aquel horrible pecado. —Habló con sarcasmo.
—Bueno, sí. Me sentí culpable y fui con el Padre Baek a contarle y me trajo aquí. —Miró el confesionario recordando aquella noche cálida de verano, cuando apenas tenía unos siete años. Ahora la curiosidad le ganó esta vez. —¿Y usted? ¿Cuál ha sido el peor pecado que ha cometido?
Yoongi bufo. En un largo suspiro recordando las incontables veces que peco, incluso sin saberlo. Se podía decir que Min concia bastante bien a los siete pecados establecidos en la psique humana, algo que era parte de la sociedad del cual era parte. Desde que entro al mundo de la droga, su vida paso por una montaña rusa haciendo un tour por cada pecado, llegándolo a formar como persona, no de mala manera, sino que sacaba pequeñas enseñanzas de esos malos pasos.
Aún recuerda la primera vez que piso el bar de Choi, era adolescente, quizás su dieciséis o diecisiete años. Al entrar conoció el infierno en la tierra; alcohol, vicios, sexo o el famoso adulterio desmesurados. Era pequeño, un chico de barrio conociendo la morbosidad humana con tal de tener dinero.
—Si te dijera, querrás lavarte los oídos con agua bendita, Taehyung. —Se relajó sobre la banca, estirando sus brazos sobre el respaldo. Kim no cambió su postura. —No creo que sea correcto hablarte de mi pecaminosa vida.
—Te conté algo, así que es tu turno.
—¿No que un padre debía oírnos? —preguntó.
—No hemos dicho las palabras correctas a la hora de confesarse, solo contamos anécdotas. —Se encogió de hombros.
—No insistas, Taehyung. —Le dijo severo, poniéndose de pie. —Me largo, no me gustan los lugares cerrados y además...
—¿Tiene que ver con su estadía en la cárcel?
El alfa se detuvo de golpe. Se dio la vuelta y miro al omega que seguía sentado en las bancas como si nada. A pesar de mostrar serenidad e inocencia en la pregunta, el mayor camino hacia él y para el rubio fue inevitable hacerse pequeño en su puesto. El de cabellos largos frunció el ceño.
—¿Cómo carajos sabes eso? —preguntó de manera bruta.
—No puede decir grosería aquí... —murmuró.
Min carcajeo.
—No puedo maldecir aquí, pero si puedes ser un metiche. —Le ataco. —Será mejor que hables, ¿Quién mierda te dijo que estuve en la cárcel? ¿El Padre? ¿Alguna monja? —Taehyung bajó la mirada. —¡Habla de una puta vez!
En la personalidad del alfa, aquella que era frívola, existía una extensa lista de acciones y cuestiones humanas que le molestaban y dada la casualidad, le enfurecía que se metieran en su vida. Si fue o no a la cárcel, era su tema, no era conocimiento público.
Lamentablemente, Taehyung, sin querer, hizo lo de esa lista.
El omega bajó la cabeza y su cuerpo se incomodó ante la presencia del alfa. Min se mantuvo firme, sin flaquear ante las feromonas del menor.
—N-No... es lo que cree... —Se puso de pie tratando de calmarlo. —Yo no metí sin su permiso.
El omega buscó en el bolsillo de su pantalón la tarjeta de identificación de la cárcel. La extendió frente a Yoongi y este se quedó confundido.
—¿Por qué mierda tú tienes eso? —Min se lo arrebato de las manos. —Empieza a hablar, será mejor, ya me colmaste la paciencia.
—Se le cayó esa noche que nos topamos en el bosque. Usted se fue, y antes de irme yo vi en el suelo un trozo de papel que recogí. —Comenzó a explicar. —En esa tarjeta... d-decía el nombre de una institución, no sabía qué era, p-pero... la busqué en la computadora de la librería y decía que era una cárcel de alfas ubicada en Seúl.
Min se abofeteó mentalmente metiendo la tarjeta dentro de su pantalón.
«¿Cómo soy tan despistado?»
—Ya sabes lo suficiente. —Camino hacia la misma puerta por donde ingresó anteriormente. —Ese es mi pecado. —Admitió abriendo la puerta.
—¡Yoongi, espere!
Taehyung salió corriendo detrás de él hasta que lo tomó del antebrazo para detenerlo. Sin embargo, el alfa se soltó del agarre de manera brusca, dejando al omega decaído y débil por el tacto del hombre. Por un momento e ingenuamente, pensó que se estaba acercando al hombre. No era malo, solo tenía una personalidad difícil con la cual tratar y eso le quedó claro luego de haberse disculpado por lo de la otra noche y defenderlo de Jungkook. Había bondad en él, solo que debajo de una gruesa coraza de hierro.
—Que te haya ayudado con el bastarlo de Jungkook, no significa que seamos amigos. ¿Te queda claro o te lo explico con manzanas? —Le preguntó de forma hostil. —Apártate, quiero trabajar, ganar dinero e irme a la mierda de aquí. Haz tus cosas y dejemos el tema hasta aquí.
—¿Por qué se molestó tanto? —preguntó. —¿Qué hice mal?
—Debiste entregármelo, apenas me viste, ni siquiera darte el estúpido tiempo de buscar de dónde vengo y dártelas de Sherlock. —Le regaño. —Te daré la razón en una sola cosa, Taehyung. —El rubio bajó la cabeza. —Sí, soy un demonio. Lo que anoche viste, fue la mitad.
El omega se quedó ahí sin decir ni hacer nada más. Solo quedo una pequeña ráfaga de las fuertes feromonas del alfa.
«¿Acaso es... bergamota?»
Rasco su nariz, extrañada por el nuevo aroma que sus fosas nasales desbloqueaban con el paso del tiempo junto al hombre. Posterior a ello, alejo sus pensamientos dando paso a la culpa y la tristeza a lo que debió ahogar sus ganas de llorar.
¿Por qué le había dolido la indiferencia del alfa esta vez?
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Min se había puesto la ropa que le dieron para comenzar su trabajo con la pintura. Al salir del cuarto le resultó extraño no ver al omega como las mañanas anteriores desde que llegó. No se inmutó a nada, ni a sentir culpa, pues era fiel a sus principios y a lo que le molestaba. No porque Kim fuera un omega privada del mundo exterior o, por lo menos, la gran parte, lo iba a perdonar como si nada.
Odiaba a los entrometidos.
Cerró con llave y caminó hacia la bodega en donde el Padre Baek le dijo que esperase a un tal Hoseok, era un beta, según le contó. Un chico radiante, así que le comento que lo reconociera enseguida. No sabía si fue una indirecta a que él era un ser oscuro que andaba con la nube negra todo el día o si solo fue un comentario halagando al chico. Dándole igual, continuó su camino hasta salir de la residencia de Sawon Mun, en donde la mañana estaba como siempre: soleada, despejada y fresca.
Al ir por allí, tampoco vio a Taehyung. Fue ahí cuando el pensamiento intrusivo toco a la puerta.
«¿Fui muy rudo? ¿Tal vez me pase?»
Se detuvo tocándose la frente.
«No. No dejes que se metan en tus cosas, Yoongi.»
Camino hasta llegar a la bodega. En el momento en que estuvo allí, vio un pequeño furgón de color blanco; estaba limpio o las ruedas llenas de tierra. Se acercó más y en las puertas a los lados decía: Entregas, Jung.
Oyó algo de movimiento dentro de la bodega. Se acercó y vio a un chico de tez media morena, cabellera castaña y un overol de jean con una camiseta blanca debajo. Eventualmente, tocó la puerta adentrándose a la bodega, donde ya se percató de algunos tarros de pinturas, brochas y rodillos.
El chico se enderezó y sonrió mostrando su perfecta dentadura.
—¿Tú debes ser Hoseok?
—Él mismo, ¿tú eres...?
—Yoongi. —Le saludo con la mano extendida.
El chico repartidor lo quedo mirando, pero no mucho para que no se notase. Por lo que su intuición le decía, ese chico era un claro alfa. No solamente su postura, su tosquedad lo delataban, sino el aroma que podía percibir, era una mezcla de olores poco reconocibles.
—¿Acaso te gusté que tanto me miras?
Hoseok se alejó enseguida.
—¡Oye, que...!
Min le frunció el ceño enojado.
Al parecer, la mirada no fue disimulada.
—Me vuelves a mirar como un pedazo de carne, te arranco los...
—¡Hoseok, llegaste! —La voz del Baek había interrumpido la incomodidad del ambiente, y menos mal, porque el castaño ya quería salir de allí. —¿Cómo fue el viaje?
—Grato como siempre, padre. Siempre es gusto venir a su hermosa comunidad. —Elogio saludándolo con la mano, agitando vigorosamente.
Min rodó los ojos.
«Estoy rodeado de lamebotas...»
Se apoyó contra la pared cruzando sus brazos.
—¿Mía? —Le miro. —De todos Hoseok, de cada una de las personas que vive y viene a Sawon Mun. Ahora a lo que nos concierne. —Miro a Min. —Supondré que se conocieron y si no, Yoongi él es Jung Hoseok, el repetidor de la comunidad; Hoseok él es Min Yoongi, un joven que vino de al capital por trabajo. Nunca está de mas una mano extra aquí.
—Ya lo creo, señor. Sawon Mun está hermosa.
—Bueno, como sabrás, ha estado en mis planes pintar la capilla y justo Min llegó para esa ardua labor. ¿Trajiste lo necesario? —Se acercó a la caja con diversos materiales.
—Por supuesto, solo me faltó la lona para el suelo, se la puedo traer mañana, si gusta...
—O podemos ir por ella hoy, necesito ir a la ciudad por algunas cosas personales. —interrumpió Min.
El padre aceptó gustosamente. Mientras antes de realizar el trabajo era mejor.
—No hay problema, usa el dinero que le envié a Hoseok para los materiales y pueden comer algo antes de venir. ¿Les parece? —Hoseok asintió y Min no se mostró ni contento ni molesto, solo neutro. —Bueno, nos vemos...
—Disculpe, padre Baek. —Le llamó el repartidor. —Mi madre le envió su especialidad a Tae. ¿Lo puedo ver antes de ir?
Baek tenso la mandíbula.
—Taehyung se encuentra indispuesto por el momento hasta nuevo aviso. —Contó. —Puede dejarlo en la nevera del comedor comunitario, no hay nada malo con ello.
El azabache de cabello largo comenzó a poner más atención en las palabras del hombre, donde le continuaba explicando a Hoseok que Taehyung había amanecido algo “débil” y decidió no pasearse por la comunidad.
Sonaba raro, para Yoongi era muy extraña aquella explicación que ni siquiera era capaz de convencerla, y esperaba a que al beta tampoco. Tenía cara de ser un chico listo, esperaba que no creyera tanto en las palabras del padre. Luego de conversar sobre la presencia del omega y encargarle que no tardaran tanto, Yoongi se alejó siguiendo a Jung hasta el furgón en donde ambos se subieron para empezar el viaje al centro de Mooji.
El ambiente era bastante incómodo. Ni uno se conocía y Min ya había dicho el comentario que generó una pared entre ambos. Pero digamos que, para el alfa, aquello no fue un impedimento para comenzar a hacer preguntas.
—¿Le crees al padre sobre lo que dijo de Taehyung?
Hoseok metió las llaves para darle contacto al vehículo. Claro que quedo descolocado.
—¿Te llevas bien con Tae?
—No es un omega de mi agrado, pero nos hemos topado algunas veces. —Le dijo, omitiendo bastante información.
Jung comenzó a conducir guardado un breve minuto de silencio.
—Eres alfa, deberías saber a qué se refiere el padre con “indispuesto”.
Min trabajó un poco su mente. Pensando qué podía decir con esa palabra, hasta que una ampolleta invisible se encendió sobre su cabeza.
—Acaso... ¿Entró en celo? —Le preguntó colocándose el cinturón.
—Sí, ha de ser eso, normalmente se va al santuario para sus celos.
Min arrugo la frente.
«Con razón olía así ayer...» Ató cabos.
—¿Qué carajos es el santuario?
—A dónde van a pasar los celos su raza. —Habló mirando a Min por sobre el hombro. —Normalmente, lo hacen para evitar las feromonas que desprenden durante esa etapa dentro de la residencia o en la iglesia.
—Suena estúpido, es un proceso natural que debe ocurrir. —Hablo poco convencido.
—Bueno, estas bajo el ojo de Dios en esta comunidad, y tentar no precisamente algo bien visto. —Le explico. Si era sincero estaba de acuerdo, pero esa era la sociedad después de todo.
—¿Y qué hace allí?
—Sí que eres bastante preguntón... —murmuró cansado. —¿Por qué no vas a descubrir por tu cuenta? Claro que debes estar en celo para ir. ¿Ya estás pasando por él?
—No, pero voy a ir.
—Buena suerte con eso, Yoongi.
Min lo agradecía, pues si no le iba a decir, y vaya que sí lo averiguaría por su cuenta.
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Buenas noches, o depende el horario en el que se encuentren.
Quise darle doble capítulo de Amartía por que he visto el apoyo que está recibiendo, leo sus comentarios de que quieren más y saber que sigue, así que le di este pequeño gusto, de 2 capítulos este día.
Muchas gracias por el apoyo en esta nueva historia y ver que le está gustando me alegre mucho. Además estoy en este proceso de intentar algo nuevo, saben que mis historias no son muy color de rosa (lo lamento) pero si leen se darán cuenta que siempre hay algún conflictos antes de que suceda lo que queremos 🫣. Sin embargo, en un futuro no muy lejano, me animaré a ser algo más acaramelado 🥹.
Disfruten y díganme que les parece hasta el momento. ¿Le cae mal algún personaje? ¿Qué esperan para los próximos capítulos de Amartía? Los/as leo. ❤️
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