IX: Mentira Piadosa.
Ni en su juventud había recorrido tanto un lugar. Había subido y bajado escaleras como cinco veces, si es que no perdió la cuenta. En la sexta, ya se estaba rindiendo, miró el reloj de pie en la sala y se percató que ya eran las once la noche, la mayoría estaba en sus cuartos durmiendo y eso lo hacía más fácil, pero se veía, no lo era. El alfa ya se cansaba de ir y venir al mismo punto, sentía que iba en círculos. Cuando volvió al lobby se puso las manos en la cintura y suspiro pensativo.
Pensó como un alfa, pero no uno cualquiera, sino uno que justo estuviera sintiendo el aroma de un omega que incitaba a marcarlo, poseerlo y hacer lo que aquí estaba prohibido. Odiaba pensar de ese modo. Su madre muchas veces le dijo que los alfas así, que caían ante el instinto, eran potenciales abusadores que usaban el poder y su miembro para imponerse ante un hombre o una mujer omega.
Era horrible como lo decía, pero era la verdad.
Yoongi, no quería creerse la gran cosa, pero podía decir que supo en su momento controlarse gracias a esa mujer que lo entregó en bandeja ante un juez. Su madre lo abofeteó cuando fue su primer celo, aún lo recuerda. El alfa, había invitado a un compañero de clases para un trabajo de historia y en el peor momento le había llegado el celo, y el omega estaba apenas descubriéndolo.
El aroma era incontrolable.
La mujer apenas vio a Min con la mirada oscura, poseída por esa lujuria. Lo agarró de la muñeca, lo alejó y le abofeteó la cara de una manera que el alfa jamás olvidaría.
Le dio las gracias en algún momento, y bueno. Supo controlarse y en sus celos hacia lo mismo. Prefería encerrarse y no salir hasta que acabara.
Ahora, pensando en ese Santuario. El alfa sabía que el aroma de los omegas en celo era más intenso de lo normal; en ocasiones ni los suspensores de olores o neutralizadores eran capaces de controlar la lluvia de feromonas y avalancha de aromas dulces o atrayentes. Dependía de la perspectiva del alfa. Si él quisiese alejar el olor, el ruido de los omegas suplicando a que se detuviera, ¿dónde lo haría?
Min miró a todas partes y luego, cuando caminó hacia un pasillo que daba hacia el comedor donde iban los niños del hogar de Sawon Mun, vio al final que había un lugar más oscuro de lo normal. Se acercó y leyó los carteles en la pared que indicaban con una flecha los lugares.
“Lavandería”. Que apuntaba a la izquierda del pasillo.
Leyó luego la otra.
“Sistema de agua y luz”. Esta señalaba hacia abajo, había unas escaleras a unos pocos metros.
El alfa lo supo. En el sótano. De seguro estaba allí ese supuesto Santuario.
Cuando el chico se dispuso a ir, sintió como alguien lo agarraba de la mano con fuerza para detenerlo. Al darse la vuelta se topó con una señora, la misma que fue a ver a Baek antes. Min pensó en algo rápido.
—¡¿Qué haces usted aquí joven?! ¡Debe ir a su cuarto de inmediato!
—Y-Yo... —Se apoyó en sus rodillas. —No... creo que pueda... —Se tomó el estómago.
La mujer frunció el ceño.
—¿Qué tiene? ¿Qué le ocurre joven?
—C-Creo... Creo que estoy por entrar en celo... —Min se apoyó contra la pared y se obligó a fingir sudar. Aprovechando las pocas gotas aperladas que cayeron en su recorrido por las escaleras.
La mujer se asustó enseguida.
—¿Cómo no avisa?
«¿Así de fácil?»
—Por Dios... Está sudando. ¿Seguro que no está enfermo en vez del celo? —pregunto. —No le siento mucho aroma...
—No... No... Yo sé cuándo estoy por entrar en celo. E-En serio... —murmuro fingiendo cansancio.
Hizo que sus piernas temblaran y cayera al suelo rendido ante su propia mentira piadosa.
Kang suspiro y lo tomo del brazo. Min camino algo débil, sin salirse de su papel de alfa en celo, solo esperaba que funcionase. La dama lo llevo por las escaleras y saco unas llaves de su suéter largo y continuo hasta una puerta doble.
La señora Kang lo dejo apoyado contra la pared y este continuaba haciendo como que algo iba mal. Ella abrió y apenas las puertas se abrieron, ella sacó una mascarilla de su otro bolsillo y bueno, el alfa tuvo que enfrentarse a las feromonas que azotaron su nariz. Unas náuseas lo abrumaron y de verdad lo hicieron caer al suelo, la señora Kang lo tomo y lo llevo por el pasillo hasta el fondo, en el camino oyó lo tétrico de todo. Muchas omegas sollozaban, otros directamente lloraban y algunos estaba rezando.
Entre todos esos aromas, sintió uno que logro identificar gracias a los días que llevaba en Sawon Mun, era naranja. Le extrañaba tanto que un omega tuviera una roma medio cítrico, pero sabía que era Taehyung. Además, que logro percibir un sutil olor a sándalo.
Estaba cerca y podía sentirlo.
—Lo dejaré un cuarto hasta que su celo acabe.
Kang lo dejó en medio del pasillo, solo con el aroma mezclado que le estaba generando náuseas. No le gustaba para nada esto, el aroma, y esta mentira, significaba estar otra vez cerca de perder el empleo. Necesitaba dinero y trabajo para hacer su vida de cero.
Fue entonces cuando su mente lo hizo detenerse enseguida de lo que fuera que estaba pensando. Casi como un regaño que se dio por andar metiéndose en asunto en el que de verdad no tenían nada que ver con su persona y que no lo involucraba. La culpa desapareció enseguida y comenzó a pensar en solamente sus actos propios.
«¿Qué demonios estoy haciendo?»
«Es solo un omega, aterriza, idiota.»
Min estaba ahí por una sola cosa. Dinero. Y se mantendría en su línea.
Se enderezó sin problemas y miró hacia atrás. Apretó las manos y pensó bastante si seguir con la idiotez. Min se regañó mentalmente por haber mostrado interés por saber dónde estaba Taehyung. Él mismo le puso los límites y si quería seguir así, pues debía cumplir sus propias palabras. El azabache se arregló la ropa y caminó hacia la salida.
«Basta, haz a lo que viniste»
En eso que camina oye la voz de Taehyung. Se detiene abruptamente. Estaba sollozando y suplicando que el dolor parase. Se apega a la puerta y oye el llanto que no tardó en llegar. Su oído podía escuchar cómo las sabanas se removían y el llanto de Kim se intensificaba. El alfa sabía que quizás estaba así por lo ocurrido con Jungkook, en ocasiones los celos se podían adelantar por la carga de feromonas del contrario.
Yoongi se apartó, dio dos pasos atrás y miró de manera frívola la puerta.
—No es mi puto problema.
Min salió del sótano, dejando detrás los lamentos de un omega que sufría las consecuencias de un supuesto pecado carnal.
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Todo el resto de la noche pensó en lo que estuvo a punto de hacer. ¿Él preocuparse por alguien?
Bufó mientras abría algunos tarros de pintura. Riéndose un poco.
Ni él mismo se lo podía creer. Hace mucho que aprendió que solo se tenía así mismo y que debía actuar para su propio bienestar. Estaba decidido a dejar, metiéndose en cosas que lo tenían sin cuidado para dedicarse a lo suyo, que era trabajar y ganar dinero para irse, hacer su vida y vivir pleno el mayor tiempo posible.
Min estaba colocando algo de cinta en los guardapolvos para evitar pintarlos sin querer. Al terminar, fue por el primer tarro de pintura y lo abrió con cuidado para no ensuciarse tanto. La vertió y con un rodillo en mano lo empapó y comenzó a poner la segunda capa de pintura. Había partido ayer recién, pues antes de comenzar ayudó a una monja que tuvo una fuga de agua en la concina, y así se fue retrasando, ya que esa fuga estaba más difícil de lo normal. Lo que fueron los últimos tres días pasó ocupado, manteniendo la mente en su trabajo, como era el fin.
Durante esos días se topó con la señora Kang que le preguntó qué fue lo que le pasó esa noche, que lo iba a ubicar en un cuarto. Al alfa no le quedó más que arreglar la mentira, tampoco diría qué fue para saber de ese omega rubio. Asi que solo confesó que solo era un malestar por haber comido mucho y bebido con Hoseok esa tarde, su estómago le dolía generándole náuseas.
Ella dudó un poco, pero solo bastó que Min sonriera y agradeciera por el interés, y ella creyó.
Min miraba la pintura, apenas llevaba la primera pared, que era la que daba hacia la puerta. La mayoría de la gente se quedaba viendo que pasaba y Baek se encargó de informarle que las misas se harían en un salón viejo de reuniones de la casa de Sawon Mun. Hoseok no había regresado, ya que no tenía repartos a la comunidad, entre ello pensó que quizás si se pasó con el luego de que le invito, quizás debía de pedir perdón, aunque le costara y aceptar que no pudo hacer nada porque no era asunto de él. Si el beta era el amigo de Kim, pues que él se preocupase de él y punto.
Era mejor de ese modo, cada quien por su lado. Enfocado en sus asuntos.
Mientras pintaba de arriba hacia abajo, oyó unos pasos por detrás de él. Solos los ignoro. Lo que no obvio fue la voz, que era del padre de la comunidad.
—Buenos días, joven Min. —Camino hacia la pared sonriendo. —Se ve que hace muchas cosas bien, oí que ayudó a la hermana Park con una fuga. —Elogió al alfa.
—Fueron unos mocosos... —El padre lo miró seriamente. —Unos niños. —Se corrigió enseguida. —Habían estado jugando con una llave de paso que estaba afuera, debería taparlas, más si tienen niños revoltosos por aquí.
—Sí, así son ellos. Se lo agradezco. —Sonrió. —Y se ve que la pintura tampoco le va mal.
—Gracias, creo... —Murmuro. —¿Me necesita para algo, señor?
—Sí, al teléfono hay una mujer que dice ser su madre. —Informo. —Me pidió encarecidamente que lo ubicara porque ella necesita hablar algo importante con usted.
<<Debe ser una maldita broma...>>
Bajo la mirada, ahogando la rabia que sentía. Le había pedido exclusivamente que no lo llamase a la comunidad. Su madre era un poco, bastante, complicada de tratar.
—Dígale que llame mañana, estoy ocupado, señor Baek. —Continúo pasando el rodillo.
—Como consejo, hable con ella. Las relaciones con los padres son tales como las que tenemos con nuestro señor padre.
Rodó los ojos mientras que el hombre le hablaba a las espaldas.
—Mi relación con mi madre es similar a la de Satanás con Dios. —El Baek tosió al oír la comparación. Yoongi sonrió. —Solo que ella es la encarnación de Satanás.
—Joven, por favor... Está en la casa de nuestro Dios padre, por ende, cuide su boca de ese nombre blasfemo. —Le pidió el hombre de túnica. —Vaya a hablar con su madre, parece urgente... Y tómese un descanso, va bien así.
Odiaba que le insistieran, pero antes cerrado el tema de su madre podría continuar más tranquilo.
—Bien, bien, ya voy... —Dejo el rodillo de lado y se bajó del pequeño taburete en donde estaba.
Caminó hacia la salida siguiendo el sendero que conducía a la entrada de la casa comunitaria. Al entrar, se cruzó con algunos niños correteando, los miró de reojo e hizo una morisqueta de molestia. En eso, un niño pequeño se le quedo viendo, Yoongi le alzo la ceja con mala gana. Con la mano y en un susurro le dijo que se fuera a jugar afuera corriéndolo como si fuera una mascota. El niño le sonrió y le dio un papel. Min ni siquiera tomo la molestia de abrirlo, solo lo metió como una envoltura de papel y la guardo en el bolsillo del pantalón. No entendía a los niño, sinceramente, o quizás se debía a paso la mitad de su vida lejos de ellos, ya que convivio con fueros hombres adultos.
El señor Baek lo observo desde la puerta y negó. Se notaba que era un hombre difícil de tratar, que ni el niño más adorable de todos lograba quebrantar ese muro de concreto que tenía. En fin, asi era el y esperaba que lograse mostrar un cambio del cielo a la tierra. Llegó por atrás y le indicó que en el pequeño mueble donde estaba la Virgen María, a sus pies estaba el teléfono. Min asintió y vio que el hombre se fue a su oficina. Ambos despidiéndose mutuamente.
Cuando vio el teléfono descolgado lo tomó hastiado y eso que aún no escuchaba a su progenitora.
—¿Qué pasa?
—¿Cómo que "qué pasa"? —Imito la voz de su hijo con un tono masculino fingido. —Quiero hablar contigo, no me has llamado desde que fuiste a hacer el curso para sacerdote. —Se burló a través de la línea telefónica.
—¿Estás chistosa o qué? —Le pregunto molesto. —Ya di que quieres, que estoy trabajando.
—Saber de ti, hijo. De verdad.
—No me digas... ¿Estás en la cárcel? —Le preguntó algo emocionado.
—Ya quisieras pequeño mocoso rencoroso. A tu madre nadie la atrapa.
—Sí, lo sé, que no se te olvide que yo ocupe tu lugar tras las rejas. No veo un título del hijo del año por eso, pero algo que he aprendido en este agujero, y es que, cada uno paga tarde o temprano sus pecados.
—Ya veo hermano Min. Como sea, te enviaré dinero el viernes para que te compres un teléfono, aunque sea o ropa, apuesto lo que quieras que usas la ropa fúnebre que tienes. —Hablaba cansada. Conocía a Yoongi y muchas veces intento cambiar su estilo de vestir, peor ya era un caso perdido. —¡Ni se te ocurra regresármelo, Min Yoongi!
—¡¿Qué?! ¡No! ¡No mandes de su tu sucio dinero, mamá!
La llamada dio tono.
—¡Mamá, por un demonio...! ¡Agh! —Colgó el teléfono con rabia. —Esta mujer me saca de quicio... —Se frotó al frente.
Se dio la vuelta para irse para volver a retomar su labor. Antes de salir una voz lo detuvo.
—¿Con quién hablaba señor Min?
Era Taehyung. Lo que le falta para hacer el día redondo.
—No te importa, metiche.
—Tiene razón, pero se oía molesto al tomar esa llamada. —Jugueteo con sus manos algo nervioso al estar esperando al nueva respuesta de Yoongi que lo seguía mirando como molestia.
El alfa se cruzo de brazos y se apoyo en la pared esperando a que el omega hablase luego dejando en claro el veredero motivo de porque está ahí.
—Bien. ¿Qué quieres? —Le preguntó ya cansado. —Sabes, no me importa, estoy trabajando como para hacer vida social contigo. —Yoongi camino hacia la salida, pero Taehyung lo siguió enseguida.
—Quería pedirle disculpas... —Lo detuvo tocando la mano. El alfa apartó su muñeca bruscamente, asustando a Taehyung.
—No me toques, ya te dije una vez.
—Perdón, y sobre todo, siento haber metido mis nariz en su pasado. En serio lo lamento, sé que su vida no me incumbe y yo ya me olvidé de lo que leí en su tarjeta. —Confeso.
Min lo miro de pies a cabeza. Se apretó los labios y luego gruño suspiro.
—Como quieras, pero deja de andar cerca de mí, me pones de mal humor.
—¿Por qué?
—¿Cómo te lo digo para que no llores? —Lo encaró parándose frente a Taehyung, mostrándose imponente. —Odio que los omegas como tú, moscos muertos que se me acerquen. ¿Entendido?
El rubio arrugó la frente. Yoongi sonrió aldino al ver su ceño fruncido.
—Le pido perdón y aun así me habla de ese modo. No es justo.
—Bueno, qué pena, la vida no es justa, abre los ojos y déjate de ser un pobre ingenuo. Y sí, soy de carácter jodido, pero no lo voy a cambiar ni por ti, ni por nadie. Deja de seguirme y finge que no éxito, asi estamos mejor. ¿Trato?
El rubio bajo la mirada y asintió.
—S-Si... —Murmuro.
—Eres un buen omega, sumiso y haces caso... —Se burló. —Me largo será mejor.
El rubio se quedó con todas las palabras en la boca. Todo lo que le quería decir al alfa se fue a la basura.
¿Cómo ha estado? ¿Qué ha hecho? ¿Qué le dijo el padre Baek?
Todas aquellas preguntas giraron en torno a lo ocurrido con Jeon. El padre fue a su cuarto durante el celo y este le dijo que Min le contó parte de lo que pasó y él necesitaba saber del mismo Taehyung si era todo cierto, y como era de esperarse, Kim admitió toda la verdad que resultó ser la misma de Yoongi. Por un lado, aquello quedó cerrado y ojalá que estuviera en el olvido, pero ¿cómo lo podría hacer, si su propio mejor amigo intentó hacerle daño.
Por otro lado, se sentía bobo, al creer que quizás había algo de esperanza para ser amigo del alfa. Esa noche que le hizo curaciones, pensó que al fin se acercó a él. Sin embargo, fue toda una vaga idea gracias a la ilusión.
Quiso agradecerle nuevamente por haber intervenido ese acto, pero Yoongi no lo quería cerca.
El omega suspiró y se sentó en una banca a las afueras de la iglesia. Miró hacia atrás y vio sin querer al alfa que estaba con la puerta abierta, ambas, para que el olor tóxico de la pintura se fuera y no quedara encerrada dentro. Se quedó mirándolo por un largo segundo.
Estaba con una camiseta blanca que daba la vista a sus pálidas extremidades un tanto fornidas. Un pantalón de jeans ya manchado con pintura y un par de zapatillas, eran las mismas que las que le vio el primer día que se toparon. Se hizo el cabello hacia atrás, flexionando sus brazos y generando que aquellos músculos se mostraran un poco más.
Kim se sonrojó. ¿Por qué lo miraba tanto?
—¡Tae!
La voz de Hoseok lo despabiló e hizo que su atención cambiara de objetivo. Taehyung sonrió ampliamente al verlo. Tristemente, debido a la condición en la que estivo hace poco, le impidió ver a su mejor amigo de la infancia, se levantó un brinco de la banca y corrió hacia el beta para abrazarlo con ímpetu. El chico casi cae por la fuerza del afecto del omega, pero no se quejó, de hecho verlo bien y luego de un tiempo lo ponía bastante feliz.
—¿Cómo has estado Tae? —Le preguntó. —Mi madre te volvió a mandar su especialidad y un poco de jugo de manzana. —Le contó caminando con él hacia el furgón que estaba a la entrada de Sawon Mun.
—Bien, todo normal por aquí. —Sonrió.
—Mmm... No me convence esa respuesta. —Admitió. Abrió la puerta del copiloto y saco unas fuentes de comida envueltas en una tela amarilla. —Yo no creo que todo este normal.
—¿Por qué dices eso? —Recibió las cosas.
—Sé que llegó un alfa a la comunidad, y estuve con él compartiendo. —Confesó cerrando el vehículo. —¿Cómo se porta contigo?
Taehyung se mordió un poco los labios pensando cómo responder. No quería que Hoseok se enfadara y que se fuera contra el alfa, pues algo le decía que saldría perdiendo.
—Con indiferencia, pero nada grave.
—Dime la verdad, Kim Taehyung. —El beta lo detuvo. Los dos caminaron hacia el sendero que llegaba a una pequeña zona cerca del árbol donde Taehyung usaba el columpio. —Digamos que ese alfa, raro que llegó, me contó lo que pasó aquí.
Lo menos que quería era sacar el tema nuevamente, pues de seguro afecto al omega, sin embargo, conocía al chico desde que era niños y siempre se mostro preocupado por el y su bienestar. Asi que, era inevitable no tocar el tema de Jungkook y lo que paso la otra noche aquí en la comunidad, más el alfa nuevo.
—¿Ah, sí? —Kim le miró caminando aún con las fuentes en sus manos. —Bueno... No quiero asustarte ni preocuparte, Hoseok. —Admitió.
—Sabes que eres casi me hermano, me da igual, lo que sea, tienes que decírmelo Taehyung. —Insistió hablando como un padre a su hijo.
Al llegar, Hoseok se sentó en el columpio, y Taehyung en césped, abriendo una fuente que tenía kimbap con las guarniciones favoritas del omega. Al darle un bocado a dos trozos, su paladar se quedó fascinado ante la explosión inmensa de sabores.
—Supongo que quieres que te cuente lo que pasó.
—¿Qué te hizo Jungkook? —Le pregunto directamente.
Kim respiró profundo.
—Me trajo aquí y... y me toco son permiso. —Miro a Hoseok con sus ojos llorosos. —Me dio mucho miedo. Ese no era Kook, al menos al que conocí.
—Nunca terminaste de conocerlo, Tae. Tú, sobre todo, él siempre se mostró amable contigo y cuando te vio distraído hizo lo que hizo. —Comento molesto. —Yoongi dijo que lo golpeo, y que Jungkook casi lo mata.
—Es verdad, es la primera vez que alguien me defendió de esa manera... —Sonrió un poco. —Pero quizás solo fue algo sin importancia para él.
—Puede ser, pero por lo menos evito lo peor. ¿No crees? —Taehyung asintió. —Me quedo tranquilo sabiendo que no te dice cosas hirientes.
El omega rio nervioso y saco otro trozo de bibimpab. Asintió con su cabeza y con una sonrisa en sus labios.
—Aun asi me cae mal, el idiota.
—Es porque todos los alfas te caen mal, Hoseok. —Agregó a la conversación.
—Buen punto... —Hoseok se sentó a su lado y abrió las otras fuentes. —Pero bueno, no me importa él, me importas tú y que estés bien, espero que puedas olvidar lo de Jungkook...
—Me ha costado, pero sé que estaré bien, Hoseok.
El castaño agudizó la mirada, posó sus ojos fijamente en Taehyung y este comenzó a carcajear.
—Júrame que, lo que sea que te pase, me lo dirás. —Le mostró el dedo meñique y lo movió insistiendo a que los juntaran. —¿Promesa?
El rubio asintió sin dudarlo.
—Promesa.
Ambos continuaron comiéndose a gusto un poco de lo que la madre le envió a Taehyung. Hoseok siempre agradecía aquel gesto. La mujer conocía muy bien a Kim, sabía que fue y aún es alguien que requiere un poco más de atención, no con el afán de tratar como un niño, porque Taehyung ya era un adulto, pero sí ponerle un ojo por el hecho de que era sensible al daño. De emociones fuertes.
Un pequeño terremoto en su entorno ocasionaría un derrumbe en su vida.
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