Capítulo 10

Annabelle

Ahora mismo me estoy poniendo un recordatorio a mi misma sobre no provocar a Benjamín nuevamente, él es demasiado apasionado y no puedo seguir su ritmo, ¿como demonios es tan bueno en algo como esto? Gire a verlo, notando cómo dormía tan tranquilamente, solté un quejido debido al pequeño dolor que sentí y escuché como soltó una pequeña risa.

—¿Todo bien?

—No,estoy cansada y adolorida, no creo poder levantarme de la cama y realmente estoy poniendo en duda si no estuviste con otras mujeres antes.

—Tienes la fortuna de ser la primera y bueno que te puedo decir me estuve conteniendo por mucho tiempo imaginando muchas maneras de tenerte aquí en mi cama así que solo me dejo llevar—sentí sus manos recorrer nuevamente mi cuerpo pero yo quite su mano.

—Quiero dormir, ya no puedo.

Aquello lo hizo soltar una gran carcajada, se coloco de lado levantándose un poco para verme.

—De acuerdo, estaremos en tregua, por ahora—se acercó besando mi frente no pude evitar mirarlo por debajo de las sábanas —¿te gusta lo que ves?

—No tengo quejas, hasta estoy considerando en cambiar de opinión.

—Me hace sentir muy halagado pero noto el cansancio en tu mirada, mejor duerme un poco más.

—Sabes la primera vez fue horrible, trató de culpar al alcohol pero bueno tu incluso ebrio eres muy... —note su mirada egocéntrica y desvíe la mirada un tanto apenada—ya sabes eficiente.

—¿Solo eficiente? Estoy segura que puedes encontrar un mejor término.

Solté una breve risa apena aquello hizo reír a carcajadas a Ben quien se acercó para besarme en los labios.

—Tu también eres muy eficiente.

—No vas a olvidarlo, ¿verdad?

—Pasará más de cien años y lo seguiré recordando.

—Eres un imbécil.

—Pero muy eficiente.

Soltó una breve risa mientras se acomodaba en la cama para acostarse a mi lado el sonido de un celular lo hizo soltar una maldición quise burlarme de él pero recordé que también tenía trabajo, trate de levantarme de la cama de un salto pero caí de inmediato Ben me ayudó a levantarme para volver a acostar.

—Tienes que descansar.

—Espera necesito llamar a Charlie tenía una junta importante con unos inversionistas—trate de levantarme pero el nuevamente me impidió el levantarme, se estiró un poco para tomar mi bolso del suelo y darme el celular—Charlie, dime que aun tengo la oportunidad de ir y...

—El trato esta hecho.

—¿Que?

—El trato con los Baker está completo, debemos ir a Londres la semana que viene.

—Oh, vaya, que bien, ¿por qué no me llamaste?

—No quería interrumpir, ya te hacía falta divertirte.

—Tu...

—Y recuerda que si preguntan por tu salud estas mucho mejor.

—¿Que mentiras inventaste?

—Creo que no es momento de preocuparte por cosas innecesarias, disfruta de tus dos días de vacaciones con él después de eso el trabajo te mantendrá ocupada. Salúdame a Benjamín de mi parte.

Mire mi celular luego a Ben para volver mi mirada a mi celular.

—¿Esta todo bien?

—Si, al parecer Charlie logró cerrar con éxito el contrato y te manda saludos.

—¿Como es que una persona como él terminó como tu asistente?

—Es una historia un tanto extraña pero en resumen Charlie no quiere ser el heredero de la compañía de sus padres así que un día simplemente llego tomo asiento y dijo seré tu asistente, pensé que era alguna extraña broma de su parte pero no, empezó a trabajar y bueno es eficiente en lo que hace.

—¿Pero por que decidió ser tu asistente?

—Es algo que me cuestionó pero Charlie siempre a sido alguien extraño así que solo lo dejo ser.

—¿Por qué?

—Supongo que es una manera de pagar mi deuda con él.

—¿De qué hablas?

—La razón por la que Charlie nos mando a Jamaica durante esas extrañas vacaciones no fue sólo para su extraño experimento social, él había descubierto que mi padre seguía con vida.

—¿Que?

—También fue algo impactante para mí pero resulta que cada tiempo las personas donde mi padre solía vivir visitan a los turistas para un tour. No importa si no hubiéramos decidido a tomar camino mi padre había llegado a nosotros.

—Estoy seguro que te habrías desmayado como tu madre al verlo.

—Es una gran posibilidad. Sabes estoy pensando, ¿que sucede? —le pregunté a Benjamín al notar su mirada de nostalgia.

—Nada, sólo recordé como fue que admití mis sentimientos hacia a ti.

—¿Admitir? Eso suena a una confesión que quiero escuchar.

Aquello lo hizo reír me miró nuevamente y peinó mis cabellos.

—Ese día cuando regrese a la ciudad me sentí un poco abrumado tenía muchas cosas en mente y debía mostrar un buen comportamiento yo me encontraba al otro lado de la calle cuando te vi, yo quedé cautivado que regrese y cruce la calle, tenía un loco plan en mi cabeza para poder hablarte pero las cosas no salieron para nada bien, entre en un completo pánico cuando te hice caer contra la cera.

—¿Y por eso me insultaste? Por simple pánico.

—No es como si hubiera quedado bien frente a ti.

—Si me hubieras pedido disculpas y me ayudaras a levantar otra opinión tendría de ti.

—¿Tan mala es la imagen que tienes de mi?

—Un imbécil, además el compromiso no me habría parecido tan mal.

—Vaya, ahora esto suena interesante para mí.

—Eres atractivo para mi, tengo un buen ojo pero sabes era mas grande mi deseo por ahocarte.

Aquello lo hizo reír.

—Necesito preguntar esto, la primera vez que te bese, ¿fue desagradable?

Un silencio reino por un momento note la curiosidad en su mirada.

—Pará ser sincera todos tus besos siempre me han encantado.

Una enorme sonrisa adorno su rostro se acercó lentamente colocando una de sus manos en mi mejilla para besarme, cerré los ojos y sin siquiera pensarlo yo lo recordé, nuestro primer beso en la sala de estar de mi casa, la sorpresa que sentí aquel cosquilleo pero en especial aquel sentimiento tan vivaz, abrace su cuello mientras todos esos recuerdos venían uno tras otro, el beso en el avión, durante la playa, en el hospital y el beso de despedida, recordé como por mucho tiempo lo extrañe como buscaba en otras personas pero jamás encontré y como aquel sentimiento volvió cuando lo volví a besar en la boda.

—¿Por qué lloras? —preguntó cuando nos separamos, le mire para acercarme más a él para abrazarlo.

—Te extrañe... Te estuve extrañando tanto que yo, lo siento por no ser paciente, debí buscarte en vez de llenar aquel vacío por otra persona.

Él me abrazo con fuerza para besar mi nuca.

—Esta bien, yo también tengo que disculparme por no tener el suficiente coraje para ir a buscarte... Parece que ambos somos unos tontos.

No pude evitar reír mientras me acurrucaba más en él.

—Prometo no dejarte nunca, esta vez no podrás librarte de mi.

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