Capítulo 03

Benjamín

Lo tenia todo planeado, bueno la verdad no podía decir que la improvisación era un plan del todo, pero, mi objetivo es el mismo, descubrir a Milene.

Al llegar a su casa toque la puerta su padre fue quien abrió esta al verme me vio de pies a cabeza y después me dio un gran abrazo.

—Benjamín, mírate, cuanto has crecido—dijo con una sonrisa.

—Y usted a envejecido mucho—bromee aunque no del todo ya que lograba ver sus canas, el solo soltó una carcajada.

—¿Que te trae por aquí?— pregunto amablemente.

—Vine por Milene.

—Cierto, oí que ahora son socios de trabajo.

—En realidad tengo una cita con ella.

Mauro me miro con sorpresa, luego miro hacia la entrada y después soltó una enorme carcajada.

—Tanto que ustedes pelearon por romper el compromiso como para que al final terminaran juntos, la ironía del universo.

Yo reí brevemente.

—Lose... Aunque creo que ahora sera de una manera mas especial.

—Ambos son adultos ya, supongo que ahora todo sera mas fácil.

Yo evite reír, ojalá pudiera pensar lo mismo, pero creo que esa chica siempre me podrá las cosas difíciles.

— Papá, Blaszczykowski —saludo Milene.

Yo la mire de pies a cabeza, tenia un hermoso vestido azul marino que se ajustaba a su cuerpo, su cabello estaba arreglado y tenia un lindo maquillaje. En verdad quería silbar y decir alguna broma pero su padre estaba presente, a quien engaño lo haré de todos modos.
Silbe y aplaudi mientras miraba a Milene.

—Y pensé que los milagros no existían— dije con una sonrisa— estas totalmente hermosa.

Ella me arqueo una ceja yo solo oí la sonora carcajada de su padre, extendí su mi mano y ella la tomo.

—Solo vámonos de una vez—dijo ella—adiós papá.

—Diviertete hija pero no demasiado.

Note como Milene fulmíneo con la mirada a su padre yo evite reír mientras la dirigía a mi auto le abrí la puerta y ella subió.
Mientras nos dirigimos a nuestra cita, no podíamos dejar de reír por las cosas tontas del pasado, debía admitir que extrañaba su risa.

—Debo admitir que cuando te caíste no sabia si reír, preocuparme o morir del susto, habías rodado de una manera tan graciosa y luego cuando golpeaste a tu padre con esa ramita.

—No me lo recuerdes por favor, el aun lo hace todo el tiempo y me hace burla por eso—dijo entre risas.

—Hasta cierto punto aunque no todo empezó bien, creo que termino bien, encontramos a tu padre y me hizo darme cuenta de algo muy importante.

—¿De que?— pregunto con una bella sonrisa.

—Ya llegamos—dije evitando su pregunta solo para molestarla.

Salí y le abrí la puerta, ambos nos dirigimos al restaurante, entramos a una zona especial que había reservado. Tomamos un par de aperitivos mientras miraba el menú.

—Por cierto Milene, durante la boda te veías igual de hermosa que hoy.

Ella me miro y me sonrió brevemente.

—Tu también te veías bien.

—Sabes me gusto mucho tu saco, creo que se te veía muy lindo.

Milene me miro y me sonrió brevemente, creo que se dio cuenta de algo.

—Si eso creo— dijo y oí como comenzó a golpear por un momento su tacón con el suelo.

—Vaya esto esta delicioso—dije mientras comía, en verdad pensaba jugar con ella un poco.— Milene que puedo decir algo y me prometes no apuñalarme con el tenedor.

Ella me miro con los ojos entrecerrados bajo su tenedor y me miro con atención.

—Adelante— dijo al fin.

—Ayer creo que me fui porque estaba realmente pasado de copas pero sabes, yo no pude pensar en ti de una manera algo indebida, sabes lo único que vienen a mi cabeza son imágenes tuyas y mías teniendo sexo.

Solté sin mas, vi como su rostros se coloro de un hermoso rojo carmesí, incluso sus orejas, desvío la mirada un omento y vi como trato de cubrir una sonrisa de su rostro.

—Eres un empresario imbécil y pervertido— soltó al fin—no puedo creer que imagines cosas así.

Yo reí mientras miraba.

—Y yo no puedo creer que mientas así— dije mientras colocaba la pulsera y el saco en la mesa— te crecerá la nariz como pinocho, las mentiras son malas señorita Smirnov.

Vi como Milene me miro preocupada, miro alrededor como me busca de una escapatoria pero esta era una zona especial donde solo estamos ella y yo.

—Ahora señorita ya no tiene escapatoria así que solo confiesalo... ¿Por que te fuiste ese noche?.

Ella me miro en silencio, se rasco detrás de su cuello.

—Estaba algo pasada de copas—dijo—y cuando me di cuenta lo que habíamos hecho, solo quería que quedara en el olvido.

Debía admitir que no me esperaba esa respuesta.

—¿No me estas mintiendo?—pregunté.

—Fue un error de ambos, ¿que quieres que te diga?.

—Que no fue un error... O al menos para mi no lo fue, entregarle todo lo que tienes a la persona que amas no fue un error para mi.

Un silencio incomodo invadió el lugar, yo debía mantener mi objetivo si caía en el resentimiento perdería una pequeña oportunidad de estar con ella, me levante de mi asiento y la tome de su mano.
La lleve conmigo casi a arrastras, ella me pedía que parara pero no pensaba hacerlo, al llegar a mi auto conduci en silencio hasta mi departamento al llegar nuevamente la trague casi a arrastras conmigo hasta entrar a mi hogar, cerré la puerta con seguro y note como su cara se lleno de preocupación, yo suspire con cansancio.
Me dirigí a mi habitación y saque aquel valioso recuerdo que mantenía desde hace años al mostrárselo ella lo miro.

—Aun la conservas— dijo con una sonrisa mientras miraba la patineta.

—Desde que me la diste la e cuidado, Milene esta bien si no sientes lo mismo por mi ahora mismo pero, al menos quiero que estes conciente de mis sentimientos, si quieres dejar aquel incidente en el olvido esta bien, pero no quiero que me dejes a mi fuera de tu vida. En verdad quiero estar contigo Milene.

Ella me miro con un notable sonrojo.

—Yo no, no es que no te acepte... La verdad es que esto es complicado para mi.

Yo deje la patineta a un lado, tome las mejillas de Milene y la bese con paciencia y calma ella me seguía el ritmo mientras me abrazada por el cuello.

——No tiene porque ser difícil— dije al separarnos— solo tienes que decidir Milene.

—Necesito tiempo—dijo mientras bajaba un poco la mirada.

—Y te lo daré si eso es lo que necesitas, pero solo no me saques de tu vida.

Ella volvió a mirarme y me sonrió brevemente.

—Eso jamás.

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