7- Quiero aprenderlo todo

A la mañana siguiente, Camus fue el primero en despertar.

Sus músculos estaban un poco doloridos, pero cuando presionó su espalda contra el pecho de Kanon, una sonrisa se dibujó en su rostro.

Se levantó despacio y con cuidado para no despertarlo. Se dio la vuelta y miró a su amigo.

Kanon tenía una expresión de satisfacción en su rostro.

Tentativamente, Camus pasó un dedo por los labios del griego. Se preguntó si se sentirían tan suaves en sus labios como en sus dedos.

De repente, Kanon abrió los ojos y sus brillantes ojos esmeralda miraron a Camus.

-Hola...

Murmuró el pelirrojo.

-Lo siento...No quería despertarte...

-Está bien, cariño...

Dijo el rubio y sonrió. Camus se inclinó y colocó un casto beso en los labios de Kanon, pero antes de que pudiera retirarse de nuevo, la mano del mayor estaba en su cuello manteniéndolo en su lugar.

-¿Qué tal un beso apropiado, Cam?

Le susurró en tono seductor.

Camus volvió a subirse al sofá, esta vez frente a Kanon, presionó su boca abierta sobre la contraria e inmediatamente, la lengua del griego la invadió.

Un gemido murió en la parte posterior de la garganta de Camus.

Besar a un hombre era diferente a besar a una mujer y bueno, besar a Kanon era el mismo cielo.

Nunca antes un beso lo había puesto duro tan rápido, pero ahora lo estaba e inconscientemente balanceó sus caderas contra las de Kanon.

El otro hombre todavía tenía una mano en el cuello de Camus, su otro brazo rodeó la cintura del menor, presionándolo más cerca y el pelirrojo pudo sentir la dura erección de Kanon, a través de la tela de sus pantalones.

Rompió el beso y retrocedió, sonrojado por la emoción y la incertidumbre.

-Creo que prepararé el desayuno ahora...

Balbuceó mientras se levantaba y salía de la habitación.

-¡Maldita sea! ¡Katsaros, eres un idiota!

Se regañó Kanon a sí mismo.

Lentamente se levantó también, suspirando por sus músculos tensos.

Por un momento se preguntó si debería seguir a Camus a la cocina, pero luego decidió atender su erección primero antes de asustarlo nuevamente.

-Voy a tomar una ducha.

Gritó y luego desapareció en el baño.

El galo había encendido la máquina de café y se había ocupado de poner la mesa.

-Camus, eres un idiota, acobardándote como una colegiala en su primera cita...

Murmuró para sí mismo.

¡Lo dejaste duro y dolorido anoche y ahora lo has vuelto a hacer!

Escuchó el agua de la ducha en el baño, imaginando lo que Kanon estaba a punto de hacer allí.

Y luego tomó una decisión.

Kanon se recostó contra los fríos azulejos. Sus ojos estaban cerrados; su mano estaba sobre su pene, acariciándolo suavemente.

Estaba perdido en sueños, imaginando el rostro de Camus frente a él.

Por lo tanto no se dio cuenta de que alguien más entró en la ducha y se sobresaltó cuando sintió una segunda mano en su erección.

-Cam...

Gimió y luego abrió los ojos. Kanon parpadeó, pensando que todavía estaba soñando porque frente a él estaba Camus desnudo, sonriendo tímidamente.

-Cam, ¿eres realmente tú?

Como respuesta, suaves labios se presionaron contra los suyos nuevamente y la calidez del otro cuerpo finalmente convenció al griego de que eso no era un sueño.

-Cam... no tienes que hacer eso.

Susurró casi sin aliento y en su oído.

-Lo sé... -respondió el pelirrojo, -¡pero quiero!.

Su otra mano apartó la del mayor.
Aumentó sus caricias, una y otra vez rozaba la hendidura, provocando gemido tras gemido de su amante.

Debido a todo su anhelo insatisfecho tanto de la noche anterior como de la mañana, Kanon ya estaba cerca después de unos minutos.

Apoyándose con una mano en el hombro de Camus, jadeó al ritmo de los movimientos del otro.

-¡Camus!

Gritó cuando finalmente perdió el control y el equilibrio, cayendo en espiral sobre el borde con las rodillas temblorosas.

El agua tibia de la ducha inmediatamente lavó los rastros de su clímax.

Camus lo mantuvo erguido, murmurando palabras tranquilizadoras al oído de Kanon hasta que el otro hombre pudo ponerse de pie por sí solo.

Camus tomó una esponja y lo limpió por completo; sus esfuerzos seguían siendo interrumpidos por una gran cantidad de suaves besos del mayor.

Finalmente terminó y con una suave palmada en el trasero desnudo de Kanon, lo despidió de la ducha.

-Te seguiré pronto...

Murmuró, y esperó hasta que estuvo seguro de que el griego había salido del baño.

Se lavó a toda prisa y luego dejó que un poco de gel de ducha goteara sobre sus dedos.

Tentativamente, movió su mano alrededor de su espalda baja y luego presionó uno de sus dedos en su propio agujero.

No dolía, pero tampoco se sentía demasiado cómodo.

Estaba contento de que Kanon no pudiera verlo en ese momento. Probablemente estaba haciendo el ridículo.

Movió su dedo dentro y fuera de su agujero. Todavía no podía entender cómo a alguien le gustaría eso. Y era sólo un dedo.

Minutos antes, había acariciado el pene de Kanon y estaba seguro de que necesitaba más de un dedo para estar listo para lo que vendría algún día.

Temblando, añadió un segundo, pero cuando traspasaron su anillo exterior de músculos, Camus siseó de dolor.

Inmediatamente detuvo su autoevaluación.

Las lágrimas amenazaban con caer cuando terminó de limpiarse bajo la ducha.

Ahora estaba seguro de que nunca sería capaz de hacer eso.

Se secó rápidamente y luego se anudó la toalla alrededor de la cintura mientras salía de la ducha.

Podía escuchar a Kanon hurgando en la cocina y rápidamente se vistió con la ropa de la noche anterior. Toda su otra ropa todavía estaba en el hotel.

Kanon levantó la vista sorprendido cuando el francés entró en la cocina, ya completamente vestido.

Él mismo no llevaba nada más que una toalla.

-¿Todo bien, Cam?

Preguntó tímidamente.

-Sí... sí...

Murmuró el menor mientras se sentaba. No pudo reprimir un gemido cuando su dolorido trasero entró en contacto con el asiento.

-¿Camus?

Kanon preguntó de nuevo.

-No es nada...

Le aseguró el joven, sonrojándose.

Kanon observó atentamente al joven. Se retorcía en su asiento, obviamente tenía problemas para encontrar una posición cómoda.

-Bueno, o me lo dices o te pongo de rodillas y te azoto...

Amenazó en broma. Pero de alguna manera, el menor se perdió el trasfondo burlón. Sus ojos se abrieron con pánico cuando volvió a mirar al griego.

Al instante, el mayor se levantó y se arrodilló junto a la silla de Camus.

-Pequeño, solo estaba bromeando...

Trató de calmarlo mientras acariciaba los muslos del otro hombre.

-¡Pero por favor, dime qué está mal!

-Yo...

Camus balbuceó y se sonrojó.

-Traté de meter un dedo ahí...

Kanon no entendió.

-¿Intentaste poner un dedo en dónde?

Camus no pudo responder y en su lugar volvió a retorcerse en su asiento, por lo que el otro se dio cuenta.

-¿Metiste un dedo en tu ano?

Hubo un asentimiento silencioso y una cara aún más colorada.

Camus cerró los ojos avergonzado.

-Lo siento, Kan, pero nunca podré hacer esto. Duele...!

Kanon acarició el rostro del menor. Sabía que tenía que hacer algo, primero para asegurarse de que no se hubiera lastimado realmente, y luego para borrar ese mal recuerdo de la cabeza del joven.

-Déjame mirarlo, cariño...

Murmuró en voz baja.

-¡No!

Camus abrió mucho los ojos con horror.

-¡No seas ridículo, Camie! ¡Realmente podrías haberte lastimado!

Ayudó al más joven a levantarse y luego le abrió los pantalones. Junto con los boxers, los tiró hacia abajo hasta que quedaron colgando en el hueco de sus rodillas.

Camus miró a cualquier parte menos a los ojos de su rubio. Estaba tan mortificado.

Kanon se puso detrás de él y presionó el cuerpo del joven hacia abajo.

-Apóyate contra la mesa.

Camus casi gritó cuando dos manos presionaron la parte inferior de sus nalgas para abrirlas.

-Ssh... no voy a lastimarte...

Kanon lo calmó de nuevo.

Echó un vistazo más de cerca a la pequeña y oculta entrada. La delicada piel a su alrededor estaba un poco irritada, pero nada más. Camus probablemente sólo estaba un poco dolorido.

-Bueno, creo que...

Dijo mientras soplaba aire frío contra el agujero.

-¡Probablemente necesites cirugía!

Pero se arrepintió de su broma inmediatamente cuando todo el cuerpo de Camus comenzó a temblar.

-¡O el tratamiento especial del doctor Katsaros!

Con eso, medio arrastró, medio cargó al pelirrojo de regreso al dormitorio.

Camus todavía estaba nervioso y Kanon lo tomó en sus brazos, abrazándolo con fuerza.

-No es nada malo, de verdad. Conseguiré un poco de ungüento para ti y luego el dolor desaparecerá ¡de inmediato! Desvístete y acuéstate en la cama. ¡Regreso en un minuto!

De mala gana, Camus asintió y el rubio desapareció en el baño.

Cuando regresó con el ungüento en las manos, tuvo que contenerse de reírse a carcajadas.

Camus estaba acostado boca abajo; la manta estaba echada sobre todo su cuerpo, incluso la cabeza, de modo que sólo unos mechones de cabello largo rojizo asomaban por encima.

-¿Te estás escondiendo de mí ahora?

Kanon dijo, riéndose mientras bajaba la manta. Camus todavía estaba usando sus boxers.

-¡Estos tienen que irse!

Con cuidado, Kanon lo despojó de su ropa interior y el francés enterró la cabeza debajo de la almohada, todavía demasiado avergonzado para mirarlo.

Kanon se rió. Eso era demasiado lindo. Camus actuaba como un niño pequeño que pensaba que si él no podía ver nada, los demás tampoco podían verlo a él.

Y por primera vez, Kanon tuvo la oportunidad de babear sobre el cuerpo desnudo de su adoración.

Era hermoso, simplemente perfecto. El hombre mayor pasó sus manos por la espalda de Camus y luego las apoyó en los globos redondos de sus nalgas.

-¡Hermoso!

Le susurró. El pelirrojo estaba murmurando algo en la almohada, pero como estaba ahogando lo que decía, Kanon no podía entender una palabra.

Con sus manos, podía sentir que Camus todavía estaba terriblemente tenso.

-Hora del tratamiento del doctor Katsaros.

Volvió a separar las nalgas del joven, aunque se resistía, tratando de juntarlas.

Pero Camus gritó e instantáneamente salió a tomar aire, cuando algo cálido y húmedo tocó su entrada.

-¡Kanon!

Gritó, jadeando por la falta de oxígeno que había sufrido debajo de la almohada y por la sorpresa.

-¡No puedes hacer eso! Esto es...

Y luego fue interrumpido por otro lengüetazo en su tierna piel.

Camus gimió. Eso era jodidamente raro.

¿Cómo podía Kanon poner su lengua allí? Sólo pensar en eso hizo hervir su sangre.

La lengua estaba dando vueltas alrededor de su entrada y luego el griego escupió un poco de saliva justo sobre el músculo.

La lucha del galo había cesado y, satisfecho, Kanon se dio cuenta de que el pequeño agujero se arrugaba con anticipación.

Con ternura, dejó que sólo la punta de la lengua se deslizara en la estrecha entrada unas cuantas veces.

-¡Kanon!

El mayor no quiso exagerar la primera vez, así que se detuvo y dejó un rastro de besos en la columna de Camus hasta la cabeza.

-No puedo creer que hayas hecho eso!

Murmuró el pelirrojo cuando Kanon se acostó a su lado, acariciando su rostro suavemente.

-Bueno... te prometí mi tratamiento especial...

Respondió el mayor, sonriendo maliciosamente.

-¿No te gustó?

Camus no tenía idea de qué decir. Las lambidas de Kanon lo habían excitado, pero su mente todavía estaba tratando de ponerse al día con el deseo de su cuerpo.

-¿Todavia duele?

El rubio preguntó y acarició suavemente el trasero del joven.

-No... gracias...

Tartamudeó Camus.

-Creo que aún debería aplicarle un poco de ungüento...

Reflexionó Kanon mientras destapaba el tubo.

Tentativamente, untó un poco del líquido aceitoso alrededor del agujero ajeno.

-Y Camie... cada vez que pones algo aquí...

Con eso, la punta del dedo de Kanon se deslizó en la entrada del otro hombre

-¡tienes que usar lubricante!

El griego sondeó un poco más profundo para asegurarse de que cada punto dolorido estuviera cubierto con ungüento.

Él mismo tuvo que reprimir un gemido cuando sintió que el apretado y virginal calor de Camus se cerraba alrededor de su dedo.

Anhelaba enterrarse en él, pero era un largo camino por recorrer hasta ese punto.

El dedo de Kanon en su trasero se sentía raro.

No dolía, pero hizo que sus nervios se pusieran de punta. Cuando el griego empezó a mover el dedo, Camus se hundió más en la almohada.

Kanon colocó otro beso en su omóplato y luego soltó al joven. Él se paró.

-Bueno, ya que estás lastimado, ¡voto por el desayuno en la cama!

Anunció antes de ponerse los bóxers y marcharse a la cocina. Cuando se dio cuenta de que estaba solo, Camus se atrevió a mirar hacia arriba de nuevo.

Estaba sonrojado; todo su cuerpo se había calentado y su creciente erección le dolía.

Se dio la vuelta, se apoyó en la cabecera y se subió la manta hasta la barbilla.

Confundido, cerró los ojos, recordando lo que había sentido minutos antes.

En secreto, deseaba que Kanon hubiera continuado, tal vez simplemente guiándolo...

Mientras Kanon se lavaba las manos en la cocina, trató de recuperar la compostura.

Había estado malditamente cerca otra vez. Pero necesitaba y quería ir despacio.

Los esfuerzos de Camus para prepararse despertaron muchos sentimientos en él, algunos de ellos puramente físicos, pero también muchas emociones profundas.

Puso todo en una bandeja y volvió al dormitorio.

La televisión estaba encendida y Camus estaba viendo dibujos animados de nuevo, riendo y riéndose disimuladamente todo el tiempo.

Kanon se quedó boquiabierto en el marco de la puerta y lo miró.

El pelirrojo era hermoso y desprendía un aura de inocencia que hacía que Kanon se sintiera culpable por cada pensamiento sexual que tenía.

Se unió a Camus en la cama, colocando con cuidado la bandeja en el regazo de ambos.

Comieron juntos. Camus estaba demasiado distraído con Tom & Jerry para darse cuenta de que Kanon lo miraba.

Una y otra vez, el menor volvía la cabeza hacia el griego y sonreía.

Kanon ya estaba casi durmiendo la siesta cuando terminaron los dibujos animados, la música y los créditos finales rodaron por la pantalla.

-¿Qué hay de ver un DVD?

Preguntó curioso.

-Mmmh...

Fue la respuesta perezosa.

-¿Tienes algo de porno gay?

-¿Qué?

Instantáneamente, Kanon estuvo completamente despierto, frente a un pelirrojo sonrojado nuevamente.

-Bueno, tal vez podría aprender algo de eso...

Camus pronunció tímidamente.

-Creo que esto no es una buena idea...

Mentalmente, el griego recordó el contenido de su colección; la mayor parte del porno gay que poseía era muy explícito.

El menor hizo un puchero.

-Bueno... si no quieres...

Se quedó en silencio.

-Está bien... está bien...

Suspiró Kanon

-¡pero no me culpes después!

El rubio volvió a la sala de estar. Guardaba su pornografía en un cajón con llave de su escritorio.

Lentamente buscó entre los títulos de su pequeña colección. Definitivamente no "50 maneras pervertidas" o Camus estaría de regreso en su hotel en minutos.

Finalmente encontró lo que buscaba. "Porno gay para principiantes".

Había sido dueño de esta película en cinta cuando era un joven, siempre escondiéndola de sus padres.

Como recuerdo de su juventud, lo había vuelto a comprar en DVD. Esta película lo había ayudado mucho y tal vez ayudaría a Camus también.

Antes de regresar, reflexionó si debería preparar palomitas de maíz en la cocina, pero luego descartó la idea. Realmente esperaba algo más que una agradable tarde de cine.

Volviendo al dormitorio, deslizó el DVD en el reproductor y se unió a Camus en la cama de nuevo, quién se acurrucó más cerca de él cuando comenzó la película y Kanon lo atrajo hacia su regazo.

Sólo sentir el trasero desnudo del otro contra su entrepierna lo hacía sentir dolor de necesidad.

Siguieron la película en silencio con solo algunos murmullos de Camus.

Todavía recordaba el toque anterior de Kanon, y cuando la película mostraba a dos chicos preparándose, siguió la escena con mucho entusiasmo.

El rubio había comenzado a tocar a Camus de nuevo, acariciando su suave piel.

Quería desesperadamente preguntar qué estaba pensando, pero no se atrevió. Esta decisión la tomó cuando Camus empezó a hablar.

-¿Kanon?

-¿Si?

-¿Parece que se están divirtiendo...?

-Bueno... por supuesto que lo están pasando bien...

Respondió Kanon con voz ronca.

-Porque... Quiero decir...

Tartamudeó el pelirrojo

-cuando tenías tu dedo dentro de mí... No me dolía, pero tampoco era muy cómodo...

Se detuvo, mordiéndose el labio inferior.

-¿Alguna vez te han tocado la próstata, Cam?

Kanon murmuró como explicación.

Lentamente, su mano se movió debajo de las sábanas y presionó suavemente el lugar detrás de los testículos del menor.

-Oh!

Jadeó Camus, su erección se despertó al instante.

-Sí, y es mucho mejor cuando se toca desde adentro...

Continuó el griego, rodeando el anillo exterior de músculos del más joven.

-¿Me puedes mostrar?

Escuchó un susurro suave e incierto.

-¿Estás seguro?

Kanon preguntó en respuesta y colocó castos besos en la espalda contraria.

-¿Ya no te duele?

El francés asintió, la capacidad de hablar se perdió en algún momento antes de que Kanon comenzara con sus ligeros toques.

Estaba temblando ligeramente cuando el rubio se inclinó y sacó el lubricante de la mesita de noche.

-Sólo dime cuándo parar, ¿de acuerdo?

Murmuró mientras cubría uno de sus dedos con la sustancia. Camus asintió de nuevo y se tensó un poco cuando sintió un dedo resbaladizo empujando su entrada.

La otra mano de Kanon rodeó su cintura, sosteniéndolo con fuerza contra su pecho.

-Relájate...

Dijo mientras continuaba masajeando los músculos. Cuando cedieron, su dedo comenzó a penetrar hasta llegar al primer nudillo.

Los ojos de Camus todavía estaban fijos en la pantalla del televisor.

Mientras tanto, uno de los chicos lamía al otro, usando su lengua además de su dedo para estimularlo.

Recordó claramente la lengua del griego allí y entonces sintió el dedo, moviéndose muy levemente, y trató de ahogar un gemido.

-¿Se siente bien?

Preguntó Kanon, con la voz cargada de deseo por el hombre tentador en su regazo.

Buscando el pequeño manojo de nervios, torció el dedo.

-Lo hace, pero...

Y luego Camus gritó, su cabeza cayó hacia atrás sobre la garganta del rubio.

-Más...!

Exigió sin aliento.

Kanon lamió el lóbulo de la oreja de Camus mientras presionaba repetidamente contra el lugar nuevamente.

Sus caderas comenzaron a moverse por cuenta propia; el joven literalmente se estaba penetrando a sí mismo en el dedo del griego.

Kanon gimió por el movimiento contra su entrepierna.

Por mucho que quisiera que esto fuera bueno para Camus, para concentrarse en él, también necesitaba algo para sí mismo.

Camus dejó escapar un suspiro de frustración cuando el dedo desapareció de su cuerpo. Estaba dolorosamente duro.

-Kan...

Suplicó.

-¡Sólo un segundo, Camus!

Kanon lo empujó fuera de su regazo y luego se despojó de sus bóxers.

Cuando los ojos del pelirrojo se agrandaron, se apresuró a calmarlo.

-¡No es lo que estás pensando, Camus!

Volvió a acostarse de lado y se llevó consigo al joven. Los hombres se enfrentaban ahora, y Kanon atacó la boca de Camus y presionó su entrepierna contra la erección del galo.

Camus gimió, pero le devolvió el beso con la misma furiosa necesidad.

Kanon tomó la mano de Camus entre las suyas, untó un poco de lubricante en sus dedos y luego los guió a su propia entrada.

El menor vaciló, una expresión de duda e inseguridad en su rostro.

-Por favor, te necesito...

Murmuró Kanon y un dedo vacilante se deslizó lentamente dentro de su cuerpo, haciendo que éste moviera instantáneamente sus caderas para ganar más fricción.

-Necesito un segundo dedo...

Rogó. Mientras Camus se concentraba en insertar su segundo dedo en el apretado orificio, su cuerpo volvió a ser penetrado, el dedo de Kanon se deslizó suavemente en él.

Él gimió; sus ojos se dilataron. La intimidad y la cercanía estaban a punto de matarlo.

El dedo de Kanon volvió a moverse y Camus trataba de copiar sus movimientos.

Cuando tocó su punto erógeno, también curvó sus dedos dentro del cuerpo del griego, y ambos hombres gimieron y jadearon rítmicamente.

Se balanceaban uno contra el otro; ambos estaban cerca. La otra mano de Camus agarraba las sábanas, abrazándolas como si fuera su propia vida.

Sus ojos estaban cerrados pero su boca instintivamente encontró la de Kanon otra vez. El órgano húmedo del griego en su boca copió el ritmo del dedo resbaladizo en su entrada virginal.

Por un momento, Camus olvidó cómo respirar.

Su cuerpo explotó en cuestión de minutos, sus músculos se apretaron contra la intrusión inusual y luego sólo gritó.

Ver a Camus en éxtasis, combinado con los chorros de semen contra su vientre y el asalto casi brutal a su propia entrada, hizo que Kanon lo siguiera pronto, arqueándose contra el cuerpo delgado a su lado.

Si bien el griego pudo recuperar la respiración pronto, Camus todavía jadeaba contra él, con los ojos cerrados, temblando por las réplicas en su cuerpo.

La mano de Kanon se posó en el rostro de Camus, acariciándolo suavemente hasta que el joven abrió los ojos nuevamente.

Kanon pensó que estaban más rojos que nunca, mostrando una mezcla de amor y absoluta sorpresa.

-wow...

Exhaló el menor.

-Sí...

El mayor estuvo de acuerdo. Se quedaron allí durante algún tiempo, simplemente intercambiando caricias suaves y besos castos hasta que el lío pegajoso entre ellos se volvió incómodo.

-¡Vamos... vamos a darnos una ducha y luego iremos a buscar tus cosas al hotel!

Camus realmente no quería irse. Estaba tan relajado. Ante las palabras de Kanon, comenzó a hacer pucheros.

-Esto no está funcionando, Camie...

Se rió el griego.

-Necesitarás tus cosas porque puse tu ropa en el lavado... ¡olía!

-¿Así que ahora estás diciendo que apesto?

Camus volvió a hacer un puchero y abofeteó juguetonamente a su amante.

Kanon arrugó la nariz con fingido disgusto y olfateó el cuerpo del pelirrojo.

-No... sólo apestas a sexo y eso es muy excitante!

Añadió, y lo puntualizó con otro beso.


Finalmente llegaron a la ducha. Luego, Kanon le dio uno de sus jeans y una camiseta limpia a Camus.

El joven se vistió y al griego le encantó lo que veía.

Las piernas de los pantalones eran demasiado largas y el trasero de Camus casi desaparecía en los pantalones amplios para su delgada figura.

Kanon le dio un cinturón para abrocharlo.

-Mi trasero es demasiado pequeño...

Suspiró el pelirrojo.

-Bueno, me encanta tu lindo culito...

Respondió Kanon y palmeó su trasero.

-¡Ja, lo sabía!

Dijo Camus triunfante.

-¡Has estado detrás de mi trasero todo el tiempo!

Con eso se dio la vuelta, moviendo su trasero de la manera más lasciva que pudo.

Kanon sonrió y siguió al joven fuera del apartamento.


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