10- El placer de amarte

Cinco años después...

Abby, la hija de Camus, estaba brincando sobre sus pies, agarrando la manita de Félix entre las suyas.

Hoy era el gran día. Hoy tendría dos nuevos padres y un hermano también.

Mamá se iba a casar con Kevin y papá se iba a casar con Kanon.

Estaba emocionada y feliz, pero realmente no tenía idea de por qué los adultos estaban haciendo tanto alboroto al respecto.

Había mucha gente con cámaras y algunos tipos que preguntaban por su papá y Kanon a cada rato.

Por supuesto, los dos se veían muy guapos con sus esmóquines, por lo que probablemente era normal que fueran fotografiados todo el tiempo.

Kanon estaba hablando con uno de los reporteros cuando vislumbró de reojo a los dos niños.

Estaban simplemente hermosos, ataviados con sus mejores ropas.

En los últimos años, Kanon se había acercado mucho a Abby. Había
pasado todos los fines de semana con ellos en su casa.

Y bueno, Félix, esa era una historia aparte por sí sola.

Kanon nunca había considerado realmente tener más hijos, aunque sabía que a Camus le hubiera encantado.

Era un padre tan fantástico.

Pero él no tenía una buena relación con sus hijas quienes, llevadas por los comentarios mordaces de su madre, ya no lo visitaban ni recibían cuando las iba a ver. La homofobia y resentimiento conjugados habían hecho un buen cimiento en los corazones de las ahora adolescentes.

Una vez hacía tiempo, Camus le había hablado de adopción, pero Kanon lo había convencido de que no tendrían ninguna posibilidad.

Y entonces llegó Félix.

Su padre había sido uno de los clientes del griego. Un buen hombre, trabajando duro para cuidar de su hijo. Él y su esposa habían sido ex drogadictos, ambos infectados con el HIV. Félix también tenía el virus en su sistema.

La madre de Félix había fallecido poco después de dar a luz. El padre de Felix visitaba regularmente a Kanon, quien le daba tareas diarias para que las hiciera desde su hogar.

Era difícil encontrar un trabajo adecuado para él porque también sufría los efectos del SIDA.

Kanon conocía a Félix desde que era un niño pequeño. Siempre saltaba al regazo del rubio y lo llamaba tío Kanon. El griego siempre estaba preparado para sus visitas, guardando una reserva de galletas de chocolate en uno de sus cajones.

Hacía un año, el padre de Félix también había fallecido, dejando huérfano a un niño de seis años. Como no había otros familiares, era bastante claro que el niño pasaría el resto de su infancia y juventud en un hogar de niños.

Un niño infectado con el HIV no ocupaba un lugar muy alto en la lista de adopción. Kanon había hablado con la señora del bienestar social infantil y le había preguntado si no había otra posibilidad.

La mujer se dio cuenta de que al rubio realmente le importaba, así que simplemente intentó:

-Bueno... señor Katsaros, hay una...

Fue todo lo que dijo, mirándolo directamente a los ojos.

La siguiente llamada telefónica había durado exactamente cinco segundos.

Kanon le había contado a Camus sobre Felix antes y todo lo que dijo después de que su pareja le preguntara si podía imaginarse adoptando a Felix fue 'SI'.

Después de eso, las cosas habían ido bastante rápido. Seguramente las autoridades no tuvieron problemas para permitir que una pareja igualitaria criara a un niño seropositivo.

Kanon todavía resoplaba para sus adentros de bronca ante tanta ignorancia y falta de sentimientos, pero bueno, al final Camus y él habían ayudado a paliar la tristeza de ese pequeño.

Dos semanas después, se llevaron a Félix a casa con ellos. Camus se había enamorado instantáneamente del niño.

Eso no era demasiado difícil de creer. Félix era hermoso, vivaz e inteligente. Casi todos los que lo conocieron lo amaron desde el primer segundo.

Sólo Abby había tenido algunas dificultades al principio. Ella había estado celosa, temiendo la pérdida de toda la atención de su papá y Kanon.

Pero después de darse cuenta de que esto no sucedía, se relajó. Y ahora amaba mucho a su hermanito, arrastrándolo con ella dondequiera que fuera.

Hasta el momento la enfermedad no se había manifestado y Kanon esperaba que Félix tuviera una vida plena por delante. Con suerte, el progreso de la medicina sería más rápido que el desarrollo del virus dentro del cuerpo del niño.

El griego miró hacia donde su futuro esposo estaba abrazando a Kevin.

Sonrió para sí mismo.

¿Quién hubiera esperado tal desarrollo entre los dos? Podía recordar claramente el día en que Camus había regresado de su primera cita con su ex esposa y su nuevo novio.

Camus había estado horrorizado al contarle a Kanon todo sobre Kevin, cómo era: Un ex custodio, calvo, con músculos como Arnold Schwarzenegger, en definitiva, la imagen perfecta de un macho alfa típico, probablemente homofóbico hasta la punta de su cabello inexistente.

Camus casi había llorado. Había temido por la relación con su hija y Kanon había tratado de calmarlo, diciéndole que aún no conocía a Kevin y que no debería juzgar a las personas sólo por su apariencia.

La siguiente vez, Kevin los invitó a cenar.

Camus se sorprendió un poco cuando le pasó la invitación a Kanon, porque el hombre también había invitado explícitamente a su pareja.

Toda la cena había sido un poco incómoda.

Camus no estaba nada relajado, temeroso por dar un paso en falso y aún más ansioso por mostrar abiertamente su afecto por Kanon.

Pero eso había cambiado dramáticamente durante el postre.

Kevin les había hablado de su familia y especialmente de su hermano menor. Dijo que era homosexual y que lo amaba mucho. Además, había enfatizado que las personas deberían seguir su corazón, buscar su verdadero amor y no preocuparse por el hecho de si era el género correcto o incorrecto.

Durante el discurso de Kevin, Kanon tomó las manos de Camus, sabiendo que su amante probablemente estaba conmovido hasta las lágrimas y completamente aliviado con respecto al futuro.

El resto de la noche había sido relajada, con dos parejas felices compartiendo muchos sentimientos similares en el amor por sus respectivos novios.

Y Kevin también era fantástico con los niños. Con bastante frecuencia, Kanon encontraba a Camus y Kevin junto con los niños en el suelo, profundamente absortos en algún tipo de juego infantil.

Sofía estaba absolutamente feliz. Observó a su futuro esposo y a su exmarido juntos, aliviada de que se entendieran tan bien.

Kevin se veía deslumbrante con un esmoquin y también Camus. Todavía lo amaba de alguna manera, tal vez como a un amigo o hermano, pero su actual pareja era por quién sentía una pasión arrolladora.

Y luego estaba Kanon, ese hermoso griego, tan atractivo como el resto de ellos.

Estaba enamorada de él, un enamoramiento nada serio, pero lo amaba por todo lo que había hecho por Camus.

Su ex había cambiado mucho en los últimos años. Tenía confianza en sí mismo, estaba más hermoso, sonreía todo el tiempo y parecía que estaba realmente satisfecho con su vida por primera vez.

Y ahora estaban todos allí.


Cuando Sofía escuchó en la prensa que Australia finalmente había legalizado el matrimonio igualitario, inmediatamente averiguó el papeleo necesario para viajar a la isla y hacer posible el sueño de Camus.

Le propuso casamiento a Kevin y su futuro esposo aceptó en el acto.

Ella lo había enviado a elegir los anillos junto con Kanon.

Ciertamente, ninguno de los dos había estado allí cuando el griego le hizo la propuesta a Camus, pero dos personitas afortunadas les dijeron después que fue un gran éxito y que hubo celebraciones con jugos naturales y galletitas de chocolate.

Realmente no esperaba que Camus y Kanon fueran la primera pareja homosexual en casarse en Australia.

Fue sólo una coincidencia que viajaran a ese país y se presentaran pidiendo fecha de unión legal, siendo avisados que serían los primeros en celebrar un matrimonio igualitario.

Desde ese momento, por lo tanto, la prensa ciertamente tuvo un sólo tema de atención y hoy, reporteros y fotógrafos de toda la isla, estaban donde quisiera que mirara.

Pero a ella realmente no le importaba, era un día de celebración y festejos, nadie podía estropearlo.

Camus vislumbró a Sofía mirándolo y le devolvió la sonrisa. Hoy era sin duda el mejor día de su vida.

Todas las personas que amaba estaban con él, y en unas horas más estaría legalmente casado con el hombre que amaba.

Todos ellos juntos formaban una curiosa familia de retazos, pero a pesar de todos los posibles problemas, estaba funcionando.

Se dio la vuelta para ver a Kanon mirándolo fijamente, su atractivo, hermoso amante de ojos verdes esmeralda, su mejor amigo... su todo.

Apenas podía creer que habían pasado sólo cinco años desde que el griego le había mostrado cómo era ser amado por un hombre.

Desde entonces, la pasión mutua que los consumía nunca había cesado.

Sonrió al recordar la noche anterior.

Primero había protestado, cuando vio a Kanon en la puerta de su habitación de hotel.

Le había echado diciendo que no se le debía permitir ver al novio la noche antes de su boda, pero cuando el griego se puso en cuatro, delante suyo, mostrando su trasero desnudo, simplemente se rindió.

Había habido muchas risas mientras la 'novia' tomaba al novio.

De acuerdo, ambos habían estado un poco borrachos si lo recordaba correctamente.

Ya estaba deseando que llegara su luna de miel.

Sus padres habían prometido llevarse a los niños, y les esperaba una quincena de pasión en una pequeña isla del Caribe francés, St. Barth.

Ya habían empacado: la mitad de su maleta contenía enormes paquetes de lubricante.


-¡Señor Verseau, Señor Katsaros...!

Gritaban los reporteros

¡una foto para la prensa, por favor!

Momentos después, Camus se encontraba siendo abrazado por su amante y flamante esposo.

-Creo que deberíamos darles lo que quieren...

Murmuró Kanon en su oído.

-¿El espectáculo completo?

Preguntó Camus maliciosamente, solo para que el griego lo escuchara.

Kanon sólo susurró riendo:

-Oye, estás enamorado de una persona mayor. Necesito urgentemente un poco de descanso... ¡todavía me duele lo de ayer!

-¡Pero fue un placer amarte así, sentirte bajo mi cuerpo... me excito sólo de recordarlo.

Kanon se sonrojó y Camus lo pellizcó juguetonamente. Sonriendo luego se dieron la vuelta, posando para las cámaras.

-¿Hay algo que tengan que decir en este día especial?

Los reporteros les preguntaron.

Antes de que Camus o Kanon pudieran responder, Félix entró corriendo en la imagen, abrazó sus muslos y se aferró a ellos.

-¡Creo que simplemente hemos encontrado la felicidad!

Dijo Camus, sonriendo a las cámaras.


FIN

Nota del autor: la imagen de cabecera es un regalo de alguien muy especial para mí. Se tomó el trabajo de copiar una de mis imágenes favoritas y le cambió el color del cabello para que fuese Kanon y no Saga. Yo no sabía de su regalo y los usé como aparecen en el manga. De todos modos se los quería compartir😊❤


Bueno, queridos amigos, hasta aquí he llegado con esta pequeña historia de mi amada OTP.

Espero que haya sido de su agrado y les agradezco que me hayan acompañado en este corto viaje.

Se les quiere y si desean un extra de algo que les hubiera gustado leer, sólo me lo dicen.

Hasta pronto, nos seguimos leyendo.

Saludos,

Sailor Fighter ❤

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