5

- Amarillo Cortez cargando una caja.

- Amarillo Cortez devolviéndome la cazuela.

- Amarillo Cortez curando mis heridas.

- Amarillo rodando ladera abajo.

- Amarillo curando mis heridas (de nuevo)

- Amarillo tomando mi mano.

- Amarillo sintiéndose como luz del sol.

- Amarillo pintándome las uñas.

- Amarillo acompañándome a hacer compras.

- Amarillo curándome las heridas (el remix)

- Amarillo viéndose hermosa en la fiesta.

- Besar a Amarillo.

- Querer a Amarillo.

- Perder a Amarillo.

No, no. Olviden la última parte de la lista.

- Ver atardeceres con Amarillo.

- Acampar con Amarillo, Terry, Azul y Jimmy.

- Pintar con Amarillo.

- Reír con Amarillo.

- Ver películas con Amarillo y Terry.

- Cocinar con Amarillo y los señores Cortez.

- Llorar con Amarillo.

- Amar a Amarillo.

Uno nunca se imagina lo corto que es el tiempo, es por eso que decidí a pasar todas mis mañanas, tardes (y a veces, cuando el señor Franco estaba de muy buen humor, noches) con Amarillo. Mi mamá lo veía con buenos ojos y Jimmy (que según mi brillante mente se pegó un clavado digno de Michael Phelps con Azul) me apoyaba ciegamente. Nos pasamos toda la semana que le siguió a nuestra charla en la cocina haciendo cosas juntos. Acampamos, bailamos, pintamos, reímos. Pasamos casi todas las horas del día juntos y aún así sentía que no era suficiente. Que el tiempo se me escurría de las manos como agua, y que no sabía si al día siguiente iba a poder tenerla conmigo.

—Nosotros te entendemos más que nadie, Samuel —me dijo el señor Red una de esas tardes. Amarillo se había quedado dormida: últimamente lo hacía seguido. Cualquier cosa le agotaba y siempre, a pesar del caluroso clima veraniego, siempre tenía frío—, pero lo único que podemos hacer es vivir el momento. No podemos anticiparnos o ponerle fecha fija. Por el momento, el hoy es todo lo que tenemos.

—No es suficiente —dije, y pude sentir la rabia creciendo en mi estómago.

—Nunca lo será, pero... ¿no te sentirás peor a futuro si no lo aprovechas? La vida no da segundas oportunidades, excepto para el arrepentimiento.

Amarillo despertó después de dormir toda la tarde. La abracé y le hice prometerme que también nos veríamos al día siguiente. Ella sonrió.

—Te lo prometo —dijo.

Y quise creer que iba a ser cierto.

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