Capítulo 3
- Toma – le dijo, extendiéndole la bolsa – son algunas de las cosas que traías contigo al llegar aquí.
- ¿Ah sí? Y que raro que me las des sin que te de un ataque de pánico al pensar que pueden alterarme por si recuerdo algo – intentó bromear Allyson.
- No, por que no creo que haya nada ahí que pueda alterarte. Y no se te olvide que lo que queremos precisamente es que recuerdes, claro, sin que ello signifique que te pongas como lo haces con tus pesadillas. Eso es lo que me preocupa tu reacción con esos sueños.
- Sí, no creas que a mí no.
- Pero he pensado que quizás con lo sucedido, tu cerebro está mezclando recuerdos y lo que sueñas bien pueden ser retazos de películas o libros que has leído.
Ojala fuera así, no había nada más que deseara en ese instante que fuera tal como decía su amiga. Que todo fuera producto de la imaginación de su cerebro únicamente.
- Sabes Jaquie – empezó lentamente Allyson - Creo que mi cerebro no inventa absolutamente nada y lo que es peor o mejor, ya no sé. Es que estoy recordando. Verás... - Prosiguió al tiempo que trataba de ahuyentar sus dudas, sentía que al comentarlo quizás despejara en algo su temor –... Al parecer estuve bastante ocupada en Florencia.
- Eso no es nada nuevo – sonrió comprensiva Jaquie.
- Sí, pero estuve ocupada con un... con un... pues verás...
- ¿Podrías terminar? A que viene tanto misterio niña, ¡me da mucho gusto saber que estás recordando! – sonreía entusiasmada su amiga-
- Bueno, pues es que estuve muy ocupada por que al parecer estaba con un... hombre –concluyó tímidamente-
Al no escuchar respuesta de parte de Jacqueline alzó la cabeza para verla mejor y se dio cuenta de que la había dejado sin palabras. Era casi vergonzoso que su vida haya sido tan enfocada a todo menos a los hombres que ahora veía como su mejor amiga la veía con profunda sorpresa.
- ¡Oh, por favor! Que me haces sentir como si fuera una monja y haya pecado o como una mojigata.
- No, claro que no – pero Jaquie luchaba por manejar la sorpresa y por no echarse a reír.
- ¡Pero si no te repones de la sorpresa! Y además... ¿es risa eso que veo que tratas de contener?
- ¡Sí!, digo ¡no! Ay, lo siento es que me da gusto ver que empiezas a recordar y que en esos recuerdos hay un hombre. Mi querida Allyson ¡por fin! Perdona si me río pero al ver tu cara de estupefacción por haber recordado que hay un espécimen masculino con el que compartiste al parecer muchos días, cuando eso es lo más normal del mundo entre un hombre y una mujer pues casi me da un ataque de risa. ¿Qué tiene de malo el tener un hombre contigo? – Llegado a ese punto su amiga se detuvo pensativa- ¿Y dónde rayos está? Solo un idiota te dejaría ir así como así – proseguía sacando sus conclusiones – O es que lo tuyo habrá sido una aventura – Y al decirlo una enorme sonrisa se dibujaba en el rostro de Jaquie – ¡Eso fue! Una aventura... no, no es tu estilo, por más que el hombre en cuestión esté como para comérselo así como el bombón que vi en el aeropuerto hace un rato. Ay si lo hubieras visto – Decía de forma soñadora - Hasta tú te hubieras quedado impresionada, tomando en cuenta que a ti prácticamente nunca te ha impresionado un hombre.
- Te recuerdo que al parecer ya estuve con uno – le recordó frunciendo el ceño Allyson, no es que le agradara precisamente la imagen de inmunidad hacia el genero masculino con que solían bromearla sus amigos más cercanos – Y si estuve con uno es por que realmente valía la pena – Pero al decir aquello recordó sus pesadillas y el miedo hacia el desconocido protagonista que aparecía en ellas, ¿y si era el mismo con el que había tenido una relación o aventura? Recordó la alegría inusitada en ella cuando vio las flores y ese sentimiento tan peligrosamente cercano al amor y si se trataba del mismo, como podía pasar del amor al dolor, por que eso sentía vividamente en sus pesadillas, dolor al ver perdido todo lo que habían tenido... aunque no sabía exactamente que era lo que había habido entre ellos.
- No quería hacerte enfadar Ally – le decía Jaquie sacándola de sus pensamientos – es solo que en realidad era bellísimo y hasta a ti te habría fascinado.
Al parecer es un hombre importante andaba con sus guardaespaldas, todo un equipo de seguridad y tenía ese aire de magnificencia, poder y sensualidad que es un cóctel letal para cualquier mujer que se precie de serlo.
- A ver, pero dime una cosa ¿Qué hacías en el aeropuerto?
- Pronto te darán el alta del hospital y fui a checar los horarios de los vuelos hacia Madrid.
- Ah, que bien, espera un momento ¿Fuiste hasta allá a checar eso?– dijo frunciendo el ceño y observando el vago gesto de culpabilidad de su amiga que tan bien reconocía – Hiciste algo más ¿verdad? Y ese algo es posible que no me ponga precisamente contenta ¿no es así?
- ¿Por que piensas eso? – pero la chica ya sonreía nerviosa y lamentablemente para ella, la conocía demasiado bien
- Buen intento Jacqueline, pero te advierto que o me dices la verdad o te la saco como sea.
- Deja la violencia de lado por Dios, si apenas puedes tenerte en pie estamos en un hospital, deja te recuerdo por que... ¡por que tuviste un accidente! Y aún enferma y todo ¿me amenazas? – Allyson quiso reír pero debía de mostrarse seria si quería que su amiga le soltara todo – ¡Oh! ¡está bien, te lo diré!, sí, hice algo que no te agradara en absoluto, fui a ver a tu abuela ella se enteró del accidente y estaba muy preocupada.
- ¿Mabel preocupada por mí? Claro, y recién vi un elefante rosa volando de flor en flor – repuso sarcástica – espera un momento, tú nunca habías tratado a mi abuela.
Ella no era precisamente la persona favorita de su abuela y eso que era su única nieta, algo que decía mucho de la situación. La madre de Allyson había desafiado a Mabel Del Real ósea su abuela al casarse con un pobre arqueólogo español que había conocido en la universidad mientras ambos cursaban un postgrado relativo a su carrera en Madrid. Su abuela orgullosa de sus raíces mexicanas había querido verla casada con alguien perteneciente a su mismo País y sobre todas las cosas a su mismo nivel social. Pero de lo que Allyson estaba prácticamente segura es que si su padre hubiera sido rico, a su abuela poco le hubiera importado el País de procedencia de su yerno.
Al final de cuentas, las cosas habían resultado de lo mejor, sus padres gozaban de un prestigio ganado a pulso. Considerados de los mejores en su área, esto había conllevado a que también les sonriera además de la fama, la fortuna.
Y en resumidas cuentas esto, en lugar de lograr una reconciliación con Mabel, solo había contribuido a perpetuar la enemistad con su hija, su yerno y por lo consiguiente con su nieta.
Allyson no olvidaba que su dulce madre aun intentando lograr la paz, la enviaba a ella de vez en cuando de visita a casa de Mabel.
Esta no la rechazaba pero solo por que no quería hacerse de una mala fama en su exclusivo circulo social y que la tildaran de cruel por no querer recibir a su nieta.
Esas visitas eran de los recuerdos que prefería encerrar en lo más recóndito de su cerebro para no acordarse de ellas, si iba a esas visitas era por no ver a su madre mas triste por la situación. La frialdad de su abuela y las constantes críticas a sus padres terminaban con su paciencia y aun siendo niña solía contestarle a su abuela a cada una de sus tontas acusaciones logrando que su abuela la ignorara más todavía.
Siendo ya una adolescente solían terminar enzarzadas en buenas peleas. La última fue cuando ella tenía unos 18 años y su abuela había jurado no verla nunca más y mucho menos incluirla en su testamento, a lo que Allyson había respondido con una carcajada furiosa diciéndole que le importaba un bledo y al salir había azotado la puerta con todas sus fuerzas.
- En realidad, no entiendo yo también la situación, es cierto que jamás había cruzado palabra con ella y cuando la vi estaba realmente preocupada y me sorprendió. De hecho, fui a verla por que me llamó por teléfono – llegado a ese punto Jaquie calló como queriendo explicar algo que ella misma no entendía.
- ¿Te llamó por teléfono? ¿Pero como es que tiene tu número? – preguntó realmente extrañada Allyson –
- Tú se lo diste...
- ¿Yo? – y a continuación rió a carcajadas por lo absurdo de la situación, ella jamás había hablado con su abuela desde entonces, ni siquiera por teléfono. Si en algo se parecía a Mabel era en el orgullo y estaba 100% segura que nada ni nadie sobre esta tierra hubiera hecho que buscara a su abuela y mucho menos hubiera tenido la familiaridad como para darle el número de teléfono de su mejor amiga – Eso es lo más ridículo que he oído en mucho tiempo.
- No, no es ridículo. Quizás extraño, pero antes de decirte lo demás. ¿Podrías decirme que tal te sientes? no quiero que te pongas en shock con lo que acabo de enterarme.
- ¿Sabes? No es precisamente saludable decirle a un enfermo que corre riesgo de sufrir un shock con lo que le vas a decir – repuso de manera sarcástica, pero escondiendo la tensión que sentía por todo su cuerpo.
- Lo siento, ya no se ni lo que digo, el caso es que tú... bueno, tú, ¿Cómo te lo digo?
- ¡Podrías decirlo de una vez, por que estoy a punto de ponerme a gritar!
- ¡Estabas viviendo con tu abuela!
- Por favor di algo, no sabía como decírtelo. Se que se detestan mutuamente y que a la última persona con quien vivirías es ella. Pero escúchame bien, ¡Allyson! ¡escucha el resto!
- ¿Es que hay más? – dijo mas mortificada y asustada que en shock, de hecho trataba de unir los hilos para dar con una explicación de su comportamiento. ¿Qué terrible suceso le había hecho refugiarse con su abuela? ¡con su abuela! ¡por Dios! No había explicación posible ¿o si? Todo esto empezaba a aterrarla.
- La situación está así: tú vivías con ella desde hace unos meses...
- ¿Meses? ¡Dios mío!
- Viajabas con frecuencia al interior de México impartiendo cursos y se suponía que la semana pasada estarías en la ciudad de Querétaro unos días. Cuando venías de regreso es que tuviste el accidente. Tu abuela apenas me llamó por que se supone que regresabas del curso hace dos días y como no la habías llamado ni nada se preocupó y empezó a localizarte. En la universidad en la que estuviste le dijeron que habías regresado antes de lo previsto por problemas familiares. Así que se preocupó muchísimo más. Tomando en cuenta que llevas aquí cuatro días, algo te hizo regresar antes de tiempo. Ya hablé con tus padres, no, no te preocupes les dije que habías tenido un ligero problema al controlar tu auto pero que no te había pasado nada malo. Así que ellos están bien, tu abuela está bien, yo estoy bien. No tienes más familia, probablemente te sentías mal o algo así.
- Sabes que no dejo mi trabajo a menos que me esté muriendo o haya pasado algo a mi familia y como ese no es el caso no tengo idea de cual haya sido la razón pero, lo que mas me preocupa es que estoy viviendo con mi abuela. ¿no vendrá para acá ahora, verdad?
- Tranquilízate, le expliqué la situación y por ahora no vendrá.
- Todo esto, me está confundiendo.
- No quería decírtelo, pero me pareció injusto no hacerlo, no quiero que te pongas mal por mi culpa.
- No, al contrario. ¿no te das cuenta? Mi abuela puede contestar muchas de mis preguntas. Además si ya nos dirigimos la palabra con anterioridad en esta ocasión con mucha más razón.
- Sí tienes razón... ¿no oyes? Parece que hay un alboroto haya afuera, ahora vuelvo, veré de que se trata.
Allyson casi ni prestó atención a lo que decía Jaquie y siguió tratando de encontrar algo coherente a lo que se había enterado.
De repente los sonidos de afuera avanzaban y llegaron hasta su puerta sacándola de su ensimismamiento. La puerta se abrió de golpe y Jacqueline entró apresuradamente y pálida como una hoja de papel.
-¿Qué sucede? – preguntó asustada –
- El hombre que vi en el aeropuerto, está aquí...
-¡Ah vaya! pensé que se trataba de otra cosa, pero ya veo que te impactó por que hasta pálida te pones al sólo verlo ¿De eso se trata todo ese alboroto allá fuera? Pero que exageración ni que fuera tan guapo.
-Es que sí lo es, pero lo importante aquí es que te está buscando a ti...
Allyson rompió en carcajadas, Jaquie y otra de sus bromas pensó.
-Magnífica actuación, casi te la creo. En serio, ya dime que es lo que tiene ese tipo.
- Las enfermeras y demás mujeres del hospital se derriten a su paso yo tuve que correr.
- ¿Para no derretirte también? – desde su llegada al hospital Allyson no se había reído tanto e intuía que desde hace mucho más.
-Muy graciosa, tuve que correr para llegar antes que él ¡por que te digo que viene para acá! – No cabía duda que la actuación de su amiga era excelente, estaba sudando, ansiosa y súper nerviosa cualquiera le hubiera creído, ella casi le creía – ¡Por Dios Allyson ese hombre preguntó por Allyson no se qué... y la enfermera le dio el número de tu habitación! Me lo dijo una de las enfermeras, después de dejar de babear, claro.
-Como broma es buenísima, casi me pongo a aplaudirte.
-¡Y lo que es mas increíble es que dicen que es a su esposa a quien viene a ver!
- ¡Ah! Ya veo que no bromeas, seguro que si viene a ver a su esposa y se ha de llamar igual que yo, probablemente le dieron este número de habitación por error. Y tú haces un escándalo de algo que tiene una explicación perfectamente lógica, seguro le informan del error inmediatamente y lo malo es que así no conoceré a tu hombre perfecto. Además si me hubiera casado no me olvidaría ni por todos los accidentes que pudieran ocurrirme. ¿Casada yo? ¡Imposible!.
Ni bien acababa de decir eso, la puerta se abrió de nuevo dando paso a su doctor que con gesto muy serio, le informó que tenía una visita muy importante que le ayudaría seguramente a su recuperación.
La verdad es que sería todo lo contrario...
Ocupando con su imponente presencia la habitación en su totalidad entró Máximo Vechio, su mirada fría y afilada traspasó por completo a Allyson que se había quedado totalmente anonadada y confusa.
-Hola querida, me alegra ver que estás bien como siempre – le dijo con una suavidad letal, y Allyson que aun estaba como en trance alcanzó a percatarse de un leve rastro de ironía -
Se le erizó el vello de la nuca y su cuerpo reaccionó antes que su mente. Era un hombre verdaderamente impresionante, si antes se había burlado de Jaquie, la verdad es que ella si estaba a punto de derretirse por la vista.
Alto, moreno, increíblemente guapo de ojos dorados... ¿ojos dorados?
Un momento, ella sabía quien era él, claro, el hombre de sus sueños o más bien el de sus pesadillas. Inmediatamente se puso en tensión, la cabeza empezó a darle vueltas, se levantó de la cama intentando tontamente poner la mayor distancia posible aun a sabiendas que no iba a ser posible en esa minúscula habitación y obstaculizando él la salida.
El movimiento hizo que se pusiera peor, vio todo borroso, negro y luego nada...
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