Capítulo 26

- Nos vamos a Bali – Anunció Máximo con los dientes apretados a su piloto a través de su teléfono.

Aun no podía creer que su abuelo no solo no le hubiera informado de los planes de Allyson si no que se hubiera ido con ella ¿iban a descansar? ¿Su abuelo la buscó? Dudaba que su abuelo se hubiera entrometido solo por que sí, sentía que Allyson lo había buscado ¿Pero para qué? ¿Qué había en Bali a excepción de playa, arena y palmeras? ¿Se tratarían de unas vacaciones? Su instinto le decía que no se trataba de eso y que había gato encerrado. Su teléfono sonó y de haber sido otro no hubiera contestado pero al ver el número en la pantalla supo que se trataba de Stefano.

- No la encontré – Dijo por todo saludo.

- Me alegra saludarte también- Respondió burlonamente Máximo.

- Se negaron a darme información de su paradero – Añadió haciendo caso omiso a la burla.

- No tienen idea de quien eres, no eres su pariente, novio o lo que sea, es normal que no te dieran información.

- Se está escondiendo de mí.

- Puede ser... ¿Qué le hiciste?- Preguntó con la voz cargada de sospecha Máximo.

- ¿Yo? ¡nada! Bueno... casi nada en comparación con lo que ella me hizo...


- ¿Le pediste explicaciones? – Preguntaba Máximo a Stefano.

- No. Simplemente corté de raíz todo lo que me relacionara con ella, aun así, ahora quiero saber por qué lo hizo.

- ¿Después de todo este tiempo? – Hablaba mientras con gestos daba instrucciones de que le prepararan el equipaje.

- Mejor tarde que nunca...

- A veces es demasiado tarde, debiste haberle pedido explicaciones en su momento. – Le refutaba Máximo y se sentaba tratando de controlar su impulso de querer estar ya en el aeropuerto. Pero saldrían hasta dentro de unas horas.- Puede ser también que te hayas equivocado.

- Eso no tiene margen de duda, yo lo vi con mis propios ojos ¿tú confiarías en tu esposa a pesar de tener pruebas que demuestren lo contrario? – Ante el silencio de Máximo continuó - ¿Lo harías?

- Si alguna vez dio indicio de amarte creo que se merece la oportunidad de explicarse – Dijo con voz controlada y odiándose por no haber hecho precisamente eso.

- No has contestado a mi pregunta – Dijo burlonamente Stefano. – Todo estaba en su contra, las pruebas claras ¿Por qué creer que no lo hizo?

- A veces las cosas no son lo que parecen – Dijo finalmente Máximo sintiendo que era un hipócrita y de pronto sintiendo que sus palabras eran la clave de todo.

- ¿A pesar de que todo demuestre lo contrario? No bromees por Dios, hombre. – Decía cínicamente Stefano.

- Yo pensaba lo mismo que tú y solo pensé en mí, en como me afectaba a mí y a mi orgullo, no pensé en ella y no quise escucharla, me olvidé de cuanto me amaba y cuanto la amaba yo y ahora por ello mi vida es un maldito desastre.

- ¿Te refieres a... tu esposa? – Preguntó confuso.

- ¿A quién si no? – Gruñó Máximo.

- No sabía... lo siento.

- Trato de arreglar mis malditos errores y puede ser tarde para eso, no hagas lo mismo que yo. Debo irme – Añadió levantándose al ver la maleta lista- Arregla tus problemas con ella.

- Sólo quiero explicaciones, no arreglar nada – Insistió tercamente.

- Yo te lo advertí...tengo que irme.

- Claro, y Máximo...que todo salga como quieras.

- Eso espero.


*******

Sentados en comodísimas tumbonas y teniendo a Allyson cerca dormida en una hamaca, después que le obligaran a descansar, Jaquie miraba con ojos interrogantes a Fabricio.

- ¿Qué está pasando por esa cabecita tuya eh? – Dijo por fin Fabricio, extrañado de no escuchar la charla alegre de Jaquie.

- Más bien que pasará por la tuya – Sonrió Jaquie.

- No te entiendo – Frunció el ceño el anciano.

- Me preguntaba... - Y se acercó a él con ojos vivaces.

- Te preguntabas... - Prosiguió Fabricio más que curioso por saber que era lo que pensaba Jaquie.

- Si tú cumpliste con lo que le dijiste a Allyson.

- ¿Respecto a...?

- A que no le dirías a Máximo que estarías con ella.


- No le dije a Máximo que estaría con ella.- Dijo el anciano esbozando una sonrisa satisfecha y a punto de reír.

- Ajá... - Murmuró Jaquie nada convencida.

- ¿No me crees? Me partes el corazón. – Bromeó.

- Eres un chico malo Fabricio Vecchio, sé que no rompiste la promesa a Allyson, de eso estoy segura. No le dijiste a Máximo que estaba ella contigo, pero seguro usaste otras palabras para informárselo ¿no es así?

- Eres demasiado lista... aún para mí- Dijo Fabricio sonrojándose.

- ¡Te has puesto rojo! Entonces ¡es cierto lo que digo! ¿Máximo viene para acá, verdad?

- Me rindo – Alzando las manos en gesto de rendición se dejó caer en la tumbona.

- Dímelo todo, todo. – Jaquie corrió a sentarse a su lado en la tumbona y lo zarandeó ligeramente, provocando risas en Fabricio y que se cubriera el rostro con un cojín tratando inútilmente de ignorarla.

- ¡Está bien! Pero primero deja de sacudirme.

- Debes agradecer que no lo dijera antes, tomando en cuenta que Ally está bastante mal por todo lo que le ha pasado y debes agradecer que ella no lo haya pensado también, pero la pobre tiene muchas cosas en que pensar y además cree que eres incapaz de semejante cosa...

- Sólo quiero que estos dos arreglen sus diferencias, quiero a Allyson como si fuera mi propia nieta y jamás dudé de su inocencia, pero Máximo estaba tan cegado por el dolor que no miró más allá.

- No me hables de él por favor... solo dime que le dijiste y más vale que no me mientas.

- Me siento como si me interrogara el jefe de la mafia.

- Fabricio... - advirtió Jaquie.

- Está bien. - Y se incorporó- Sabía que él saldría nuevamente a buscarla y también que me avisaría cuando se marchara, así que le dejé dicho que me iba a Bali y que si quería recobrar lo que más amaba en esta vida, me siguiera. – Añadió – Así que como ves no le dije el nombre de Ally ni nada parecido.

- ¿lo que más ama en esta vida? – Susurró confundida. - ¿se supone que con eso sabrá que se trata de ella?

- Jaquie, sé que quieres a Ally como tu hermana y por eso te duele lo que le pase y yo amo a Máximo como nieto y como hijo, de hecho es como el hijo que nunca tuve...

- ¿Y el padre de Máximo?

- No se le puede llamar hijo... nunca quiso serlo, solo mientras eso significara dinero – Suspiró Fabricio.

- Lo siento...

- Máximo superó con creces todas las expectativas – Siguió- Lo conozco mejor que nadie y es un hombre en apariencia muy duro y difícil, en parte por la infancia que vivió de la cual pude rescatarlo. Pero en realidad es un hombre bueno y lo que sí puedo asegurar es que ama a Allyson profundamente.

- Si tú dices que la ama... no lo sé... me pareció ver algo de eso las pocas veces que lo vi. Pero la ha hecho sufrir tanto que me da mucha rabia.

- Él ha sufrido mucho también. Sí, aunque no lo creas- Agregó al ver el gesto incrédulo de Jaquie- Sé que jamás pensó sentir eso por una mujer, se ha equivocado mucho pero lo ha pagado con creces y ambos sufrirán más al estar separados por no arreglar las cosas – Dijo viendo a Allyson dormir tranquilamente.

- Juntos lo han pasado mal. Mientras él no le crea ella no volverá a su lado. La conozco, lo ama por supuesto pero no soporta que él jamás le haya creído.

- Todo se solucionará ya verás.

- Pareces muy convencido.

- El amor siempre triunfa.

- Que frase tan anticuada y sobre todo tan equivocada. – Gruñó Jaquie.

- ¿Estoy frente a un corazón que también está roto? – Dijo el anciano suavemente y con ternura.

- Nada de eso – Dijo enfadada. – Es solo que no entiendo a los hombres y dicen que nosotras somos las complicadas. – Se levantó de la tumbona y empezó a pasearse enfrente de Fabricio gesticulando al hablar – Me hace lo peor que se le puede hacer a una mujer ¡rechazarla frente a otra! ¡frente a la que la suplanta! – Fabricio la miró sin entender, pues Jaquie había cambiado abruptamente de tema.

- Y ahora sé que me anda buscando ¡¿Quién rayos se cree que es?! – Proseguía su perorata. – Claro el gran Stefano Troyanos consigue lo que quiere cuando quiere. Pero aquí se equivocó ¡No quiero verlo en mi vida! – Al comprender por fin de que iba todo eso, Fabricio empezó a reír suavemente.

- Así que eres tú. Ya decía yo que la mujer que hechizara a Stefano tenía que ser única. – Al oírlo Jaquie se detuvo tan rápido como había empezado a hablar y a gesticular.

- No he hechizado a nadie. Ese ya estaba embrujado cuando lo conocí.

Fabrico reía sin contenerse.

- ¡No tiene gracia! Un momento... ¿Tú de que conoces a Stefano?

- Él y Máximo son primos hermanos. Tienen una relación estrecha.

- Sí, algo me dijo Allyson. En todo caso ¿Por qué dices que lo he embrujado? – Preguntó muy a su pesar.

- Máximo me contó que salió a buscarte en cuanto supo donde estabas.

- Pudo haberlo hecho antes, pero igual lo hubiera mandado directo al infierno. Lo que quiere ahora es... no sé... y odio no saber, seguro que lo que quiere es tratar de humillarme de nuevo... no lo sé, no hablemos de cosas desagradables ¿quieres? Dime ¿Cuándo crees que llegue Máximo? Más vale te prepares para la furia de Ally al enterarse.

- Tú no le dirás nada.

- Tendrás que decírselo tú en todo caso.

- No, seré hombre muerto.

- Exacto.

- Dejemos las cosas tal cual están.

- Ignorar los hechos no significa que no pasará nada. Además estamos cerca de descubrir a ese maldito de William. Se puede echar a perder todo.

- No lo creo. Al contrario, todo mejorará.

- ¡Que optimismo! – Bufó Jaquie.

- Ya lo verás...

Máximo no había estado en Bali en su vida. Pero ciertamente se podía decir que era para lamentarse tomando en cuenta la belleza que lo rodeaba, aunque en su mente solo estaba presente el hecho de que tenía que recuperar a su mujer. Estaba amaneciendo y de acuerdo a lo que le habían dicho, su abuelo había llegado hacía casi dos días. Escogió otro lugar donde quedarse, no tan lejos del hotel donde se alojaba su abuelo con Allyson y una persona más, otra mujer. Seguro se trataba de Jaquie. Sonrió al pensar que fuera así. Pero no le diría nada a Stefano hasta comprobarlo. Además tenía muchas cosas en la cabeza ¿Por qué estaba allí Allyson? La belleza de la Isla era impresionante pero algo le decía que no se trataba solo de un lugar que había buscado para descanso. ¿Por qué con su abuelo? Si no quería saber nada más de él ¿Por qué llevarse con ella a Fabricio? Su abuelo siempre intentaría que se reconciliaran, cosa a lo que ella ya no estaba dispuesta. Apretó los puños al sentir un espasmo de ira, recordando lo que los había separado. Fue un tonto, lo sabía. Lo que no sabía era como recuperarla. Se dirigió a la cabaña que le habían dado y en eso vio corriendo por la playa a una hermosa mujer.

Un precioso cabello castaño claro que parecía besado por el sol se movía al compás de los movimientos que hacía al correr. Un cuerpo de pecado y una cara igualmente bella. Pero su cuerpo no reaccionó al verla, como seguramente lo haría cualquier hombre, cualquiera, al verla. Sin embargo, inmediatamente se ocultó para que no lo viera y espero ver atrás de ella a otra mujer igualmente bella, pero que en este caso era la única que si tenía el poder de trastornarlo y la desilusión fue grande al ver que no aparecía por ningún lado.

Jaquie había salido temprano a correr, dejando a Allyson dormir pues la noche anterior se habían dormido tardísimo platicando de todo, los viajes hechos por ambas, las travesuras de la adolescencia y se habían dormido ya muy tarde. Tuvo sueños con Stefano y enfadada salió a correr para deshacerse de un poco de esa presencia que parecía no dejarla. Alarmada notó a un hombre alto, de cuerpo formidable y se puso tensa inmediatamente pues el parecido con Stefano era innegable, se puso mucho más nerviosa al ver que el hombre se ocultaba y le daba la espalda después de unos segundos en los que al parecer la había observado. No era Stefano, odió reconocer que sabía perfectamente que no se trataba de él, como si un sexto sentido se lo avisara. Entonces si no era Stefano era Máximo. La tensión volvió a su cuerpo ¿Qué hacer? ¿Correr a avisarle a Allyson? No, ella no huía de los problemas, los enfrentaba. Con paso seguro se acercó al hombre y él volteó como si supiera que se acercaba.

¡Cielos! Pensó Jaquie, si que es un hombre guapo, que guapo, guapísimo, era pecado serlo tanto. Sin embargo, no la atraía en el mismo concepto que atraía a mujeres de 1 a 100 años pensó con ironía. Bueno, ella no entraba en esa categoría por la sencilla razón que estaba ante el hombre poseedor del corazón de Ally y al hecho que lamentablemente el único que le había quitado el aliento era otro espécimen igual de bello llamado Stefano Troyanos.

Se enfrentó a esos ojos dorados y sonrió con desdén.

- ¿Qué haces oculto entre los arbustos? – Dijo burlonamente.

- ¿Qué tal prima? – Le dijo sonriendo también, al parecer nada afectado por el comentario de ella y logrando que enrojeciera por decirle prima.

- ¿Prima? – Dijo furiosa.

- Eres eso de Allyson ¿no es así? – Preguntó inocentemente, ambos sabían que no era así y eso la enfureció sobre todo por que la vinculaba con Stefano solo por molestarla.

- No, no lo soy. Es como mi hermana.

- En ese caso, ¿Cómo estás cuñada?

- No soy nada tuyo ¿Por qué le dijiste al necio de tu primo donde encontrarme? – Máximo sonrió al escucharla.

- No me lo prohibiste. Además el sólo quería hablar contigo.

- Pero yo con él no ¿los hombres de tu familia no aceptan un no como respuesta, no es así?

- Estás en lo correcto.

- Se toparon con las mujeres equivocadas en ese caso.

- Al contrario. – Dijo por toda respuesta.

- No pareces muy sorprendida de verme – Afirmó Máximo, diciendo por fin lo que pensaba.

- Le saqué ayer toda la información a Fabricio.

- ¿Entonces Allyson sabía que vendría?

- Por supuesto que no.

- ¿De lo ocultaron? De mi abuelo no me sorprende ¿pero de ti? – Dijo Máximo extrañado.

- A mi igual me sorprende. Seguro Ally me matará cuando se entere. Pero creo que yo no soy nadie para impedir por lo menos este último intento para arreglar las cosas entre ustedes. Ella se merece alguien que realmente la ame y no dude jamás de ella. Si te atreviste a buscarla de nuevo y en base a lo que he visto y oído, creo que una oportunidad más definirá todo. Eso no significa que tengas mi simpatía – Concluyó.

- Espero tenerla algún día.

- Jamás lo lograrás si te atreves a darle a Stefano mi ubicación. – Le dijo amenazadoramente.

- No me pidas eso – Pidió Máximo sorprendiéndola. – Él realmente se enfadará si se entera que sabía donde estabas y no le dije nada.

- ¿Por qué me busca?

- Quiere hablar contigo... no me preguntes de qué, pregúntale a él.

- No me entrometeré entre Allyson y tú, pero espero lo mismo de ti. Si le dices algo a Stefano...

- Está bien – dijo él – Es un trato.

- Espero lo cumplas.

- Siempre cumplo lo que prometo. – Dijo ceñudo.

- Si vuelves a hacerla sufrir, me encargaré de hacerte pagar personalmente – Le advirtió muy seria. – Sería un grave error subestimarme, te lo aseguro.

- No es mi intención hacerla sufrir ¿le dirás que estoy aquí?

- No diré nada. Pero yo no te he visto ¿ok?

- Ok.

Dicho eso Jaquie se alejó por donde había llegado corriendo como el viento y dejando a su paso algunas bocas masculinas abiertas. Stefano se debía dar prisa si quería recuperar a esa mujer pensó Máximo, aunque él dijera que no quería nada con Jaquie, la realidad era que no aceptaba que sí la quería en su vida. Quería explicaciones acerca de lo que supuestamente Jaquie le había hecho. Explicaciones que pedía mucho tiempo después, no tenía lógica. Lo único que se podía pensar es que había llegado a su límite y quería tenerla de nuevo. Las veces que Máximo había visto a la mejor amiga de Allyson se había dado cuenta que no era cualquier mujer, y él mismo dudaba de lo que la acusaba Stefano ¡Dios Santo! Él dando consejos sobre eso, cuando había acusado a Allyson sin detenerse a analizar nada, se sentía el más miserable de los hombres. Y en esos momentos se sentía con unas ganas terribles de ir por Allyson y desaparecer con ella. Si con eso, también desaparecían los problemas, lo haría sin dudarlo. Avanzó a la cabaña y entró dispuesto a prepararse para el encuentro con Allyson ¿Cómo hacerlo? ¿Qué hacer? No sabía, lo único que deseaba era verla de nuevo y que se quedaran juntos y solos en una Isla desierta, un atolón de la zona podría servir pensó sonriendo, pero ella lo odiaría si hiciera algo así.

Despertando de un sueño que no había sido nada reparador, Allyson se sentía como si se la hubiera pasado bebiendo la noche pasada, aunque lo único que había hecho era conversar con Jaquie y reír, cosa que la sorprendió dado su estado de ánimo pero su amiga tenía ese efecto sobre las personas. La relajación que había sentido terminó en cuanto se durmió y soñó cosas horribles, veía el bello rostro del que aun era su marido mirándola con odio, un odio tan intenso que se había llegado a despertar llorando. No era la mejor manera de empezar el día, se duchó y después de ponerse un ligero vestido color rosa pálido encima del bikini color negro se dio cuenta que estaba sola. Como invocándola con el pensamiento, se abrió la puerta y entró Jaquie como una tromba, le dirigió una rápida sonrisa después de darle los buenos días y empezó a parlotear como loca sobre lo que había visto en su paseo de la mañana ¿paseo? Parecía que venía de un maratón, a ojos de otra persona la actitud de su amiga sería de lo más normal, pero ella sentía que estaba algo nerviosa. Jaquie no paraba de caminar de un lado a otro, asomándose a la ventana como esperando ver a alguien, aventando ropa aquí y allá mientras escogía que ponerse y eso la extrañó también, por que Jaquie podía aparentar ser un caos pero en realidad no lo era, odiaba el desorden.

- El paseo debió haberte ayudado a controlar esa tremenda energía que pareces tener, parece que no es así... – Comentó Allyson enarcando una ceja con actitud inquisitiva.

- ¿Sí verdad? Ya me conoces – Sonrió- Hay veces que sencillamente no puedo parar.

- He visto paisajes bellísimos me siento como niña en una tienda de dulces. – Decía Jaquie un poco más controlada- No puedo esperar para irme a tomar fotografías- Concluyó con una sonrisa de anticipación y radiante a más no poder. Eso hizo por fin que Allyson pensara que esa era la razón de tan extraño comportamiento.

Estuve a punto de meter la pata, se decía Jaquie mientras veía como Allyson se reía de su inquietud ahora que pensaba que era por su pasión por la fotografía y llamaba por teléfono a Fabricio para que bajaran todos juntos a desayunar.

Se dejó caer sobre la cama y pensándolo mejor tomó la ropa que usaría y se metió al baño antes de que soltara todo.

Ella no mentía, al menos no a Allyson y ella que la conocía tan bien había encontrado sospechosa su actitud de hace unos momentos, pero no ayudaba el que hubiera visto a Máximo y de paso le dijera que Stefano quería verla.

Escuchando el sonido del baño y a Jaquie tararear una melodía, Allyson se dirigió a la terraza que daba a la playa. Ya habían pasado día y medio desde la llamada hecha a la novia de William y empezaba a sentir nuevamente esa desesperación de saber que estaba cerca, muy cerca de ver a ese cretino y limpiar su nombre. El hombre que había contratado Fabricio estaba al tanto de la llegada de William y les informaría en el acto. Necesitaba despejar la mente, olvidarse de ese dolor insistente con el cual su corazón le recordaba a cada instante lo desdichada y vacía que se sentía lejos de Máximo. Levantó el rostro al sol que salía en todo su esplendor y agitó el cabello como intentando echar al viento los problemas.

Teniendo los ojos cerrados se sintió observada, trató de ignorar la sensación pero esta se hizo más persistente y cuando su cuerpo empezó a reaccionar provocándole una especie de electricidad abrió los ojos de golpe y se asomó buscando al único que la hacía sentir así, pero obviamente no lo encontró. Máximo no sabía que estaba allí se reprendió con dureza. Pero la sensación aunque más tenue la seguía sintiendo y escudriñó atentamente la playa sin ver nada.

Jaquie salió justo en ese momento lista para que bajaran juntas a desayunar, con reticencia abandonó la terraza sin hacerse preguntas de por que no quería hacerlo y es que la leve presencia que había sentido recordándole a él, era demasiado cálida y todo en ella le daba la bienvenida. Se sentía como una adicta que trataba de rehabilitarse pero al ver o percibir la ansiada droga flaqueaba por completo.

Fabricio estaba pensando como le haría su nieto para arreglar las cosas mientras esperaba a Allyson y a Jaquie en el restaurante del hotel. Una simple llamada al llegar era todo lo que había recibido de Máximo. Seguramente no quería dejarse ver todavía. Un par de bellas mujeres se acercaban a su mesa, era un hombre afortunado. Sonrió con picardía al ver las miradas que les dirigían todos y que en cuanto vieran que se reunían con él pensarían que era un viejo rabo verde con mucha suerte. Ya se estaba acostumbrando a ser blanco de miradas envidiosas y desdeñosas cosa que le divertía sobremanera. Belleza e inteligencia, un excelente sentido del humor y muchas cualidades más las hacían únicas a las dos.

Hombres afortunados si Máximo y Stefano lograban conservarlas.

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