Capítulo 22
Sólo hasta ese momento él se dio cuenta de lo que había dicho y no respondió. Simplemente la observó como esperando que de pronto ella recordase todo y al mismo tiempo a juzgar por su expresión temiendo que se desmayara o algo parecido.
- ¡Tengo derecho a saberlo!
- No. Si no recuerdas nada, creo que sería lo mejor para los dos – Dijo pasándose las manos por el pelo en un gesto de frustración.
- Deja que eso lo juzgue yo. ¡Es mi vida! tengo derecho a recobrarla.
- No se trata solo de ti, estoy incluido en el paquete. Créeme será lo mejor que iniciemos de cero. Quizás la vida nos está dando esa oportunidad.
- No se trata de lo que a ti te parezca mejor. Y la vida no nos está dando ninguna oportunidad a través de mi amnesia. No puedo seguir con esto. No sin saber que fue lo que pasó entre nosotros. Definitivamente no puedo y si tú no quieres decírmelo lo averiguaré de cualquier manera, no esperaré a recobrar la memoria.
Máximo sintió lo más cercano al miedo. Ella lo haría se dijo. Buscaría las respuestas y una vez que las hallara, entonces se alejaría de él esta vez para siempre. No podía permitirlo. No volvería a permitirlo.
- No averiguarás nada. No harás nada – Dijo amenazadoramente y tal como esperaba, ella no se amedrentó ni un poco.
- Tú no vas a prohibirme recuperar mi vida, absolutamente nada ni nadie puede impedirme eso.
- ¿Y que se supone que harás? Deja las cosas como están. Lo que estás buscando es... lo que descubrirás no es algo que te va a gustar.
- Pero quiero saberlo – Dijo Allyson casi implorante, sintiendo como la angustia y la furia hacia Máximo crecía dentro de ella. Él no tenía ningún derecho a ocultarle nada ¡ninguno! – Y voy a saberlo.
Caminó deprisa hacia la puerta y antes de poder abrirla, él la alcanzó impidiéndole salir.
Trató de librarse de él pero era imposible. La agarró por los hombros y la obligó a mirarlo.
- Dejarás las cosas como están ¿está claro?- Siseó furioso -Vamos a disfrutar de la velada y te portarás con naturalidad, después, solo después hablaremos.
- ¿Me lo dirás todo? – preguntó esperanzada.
- Ya veremos – contestó con los dientes apretados.
Salieron del salón y aparentaron ser una pareja normal. Él no le quitaba la mano de la cintura ni un solo momento. Estuvo con tantas personas hablando de tantas cosas que al no recordar nada después se dio cuenta que estaba actuando como en piloto automático. Era sumamente conciente de la presencia de Máximo a su lado. Sentía el imperioso deseo de escapar aunque sea breves momentos para despejar su atribulada mente. Con él cerca eso no era posible. Se disculpó diciendo que debía ir al tocador y él reacio la dejó marchar como si temiera que ella lo dejaría allí y se marcharía ¿A dónde iría? No se iría y menos ahora que él había prometido que hablarían. Eso le daba esperanzas. Además estaba el hecho de que lo amaba con locura.
Fue hacia el tocador de damas y en el camino se tropezó literalmente con Luciano Mendoza el amigo de William, iba tan abstraída en sus pensamientos que tardó un poco en darse cuenta.
- ¡Allyson querida! Que gusto verte.
- Luciano – dijo casi en un susurro. - ¿Cómo estás?
- Mejor ahora que te veo –Dijo intentando coquetear como siempre – Ese marido tuyo no te deja ni por un segundo ¿no?
- ¿Sabes dónde está William? – Le preguntó yendo directamente al asunto que le interesaba.
Luciano pareció dudar en comentar algo al respecto.
- Tiene mucho que no sé de él – Prosiguió ella tratando de que no se notara lo interesada que estaba en la información- He encontrado unos escritos antiguos que estoy segura le encantarán, además quiero saber de él, saber como ha estado. Hace mucho no platicamos.
- Al parecer querida, él no quiere ser encontrado.
- ¿Ni siquiera por mí? ¿A que se debe su aislamiento?
- Dijo que quería estar solo y que se tomaría un año sabático. Supe que estaba realmente en un lugar muy alejado – Le dijo como no queriendo decirle nada, pero Luciano quería agradarla y eso la animó a insistir.
- Estoy segura que a él no le molestaría que yo supiera donde está - Y le dedicó una deslumbrante sonrisa.
- Tengo su teléfono, es lo único que puedo darte – dijo suspirando.
- ¡Perfecto!- Luciano sacó su teléfono móvil y ella que no tenía donde apuntar ni teléfono a la mano. Se lo aprendió de memoria. Que ironía pensó.
Sintiendo que había conseguido algo realmente importante regresó a reunirse con Máximo que la recibió con el ceño fruncido. La velada llegaba a su fin y ellos se despidieron de la tía y prima de Máximo. Stefano no estaba por ningún lado y confirmó que se había ido directo a Islandia ¿sería posible que quisiera a Jaquie o solo quisiera hacerla sufrir? ¿Por eso Máximo la retenía a pesar de haberle hecho cosas horribles como él mismo dijo que ella le había hecho?
- ¿Vas a decírmelo verdad? – le dijo Allyson a Máximo en cuanto llegaron a la casa.
- ¿No puedes dejar el asunto por lo menos hasta mañana?
- No, no puedo. Dime de una vez por todas que hice, que te hice.
- ¿Crees que es así de fácil? – le dijo con los ojos centelleando - ¿Piensas que no revivo todo al decírtelo? Es más que suficiente tenerlo grabado a fuego en la mente.
- ¿Y eres tú el que decía que podíamos empezar de cero? Es más que evidente que tú no has olvidado nada, no me has perdonado. ¿de que soy culpable? Dímelo ¡maldito seas si no lo haces! – le gritó.
- Tú lo has querido – La tomó de la mano y literalmente la arrastró a su despacho. Encendió la computadora y en unos segundos aparecieron unas imágenes.
Allyson se hubiera caído al suelo de no ser por que él aún la tenía agarrada de la mano. Se apoyó en el escritorio y sintió ganas de vomitar. Él hizo ademán de apagar la computadora pero el afán de ella de saberlo todo hizo que se lo impidiera. Él estaba a su lado con expresión neutra, pero tenía los puños apretados y sus ojos parecían haberse quedado sin brillo mientras contemplaban lo mismo que ella. Imágenes que él conocía a la perfección pues se había torturado mirándolas infinidad de ocasiones.
La primera era la más contundente. Ella aparecía pegada a William, con una mano sobre su pelo mientras él la besaba apasionadamente. Se sintió morir.
Gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas, mientras su corazón parecía detenerse al prepararse para ver la siguiente imagen.
Era ella saliendo del apartamento de William a media mañana a juzgar por la hora que señalaba la foto. En otra estaban los dos muy juntos tomando un café. En otra estaban abrazados, la foto era tomada de espaldas pero se veía que eran ellos. William parecía susurrarle cosas al oído y ella sonreía. Y nuevamente otra foto de ellos besándose, esa era la última. No pudo más, se incorporó e intentó poner la mayor distancia posible entre esas malditas fotografías y ella. Pero de pronto todo lo vio de color negro y lo último que escuchó fue a Máximo hablándole, después nada.
...
- Por qué lo hiciste? – le gritaba furiosa - ¿Por qué?
- Te amo. Siempre lo he hecho. – Le decía William intentando abrazarla nuevamente. De un manotazo lo apartó. Él lo intentó de nuevo y ella lo abofeteó.
- Has traicionado mi confianza. Jamás te di motivos para esperar de mí otra cosa que no fuera mi amistad y ahora hasta eso has perdido.
- ¡No! – le imploró – Tú no quisiste verlo, te negaste a ello. Preferiste el dinero y la posición de él, de tu maldito marido.
- Lo amo ¿entiendes? Contigo jamás he sentido nada parecido, te tuve cariño como a un amigo de la familia y nada más. pero hasta eso has manchado y traicionado.
- Él no estará más tiempo contigo. Se divorciará de ti.
- ¿Qué quieres decir? – Preguntó tensa.
- Que te repudiará – Dijo con una sonrisa repulsiva.
- No veo como hará eso. Me ama.
- Quizás, pero no amará a una mujer adúltera.
- No le he engañado.
- Él no pensará igual.
- ¿Qué hiciste? – gritó furiosa.
- Todo ha salido a la perfección. Todo indica que hemos tenido una fogosa relación adultera. Cualquiera lo creería con las pruebas necesarias y esas las tengo.
- ¿Qué has hecho? –repitió sintiéndose aterrada.
- ¿Recuerdas mis supuestas enfermedades? Sí, si las recuerdas – sonrió al ver su desconcierto- Eran "supuestas" porque jamás he estado más sano en mi vida. pero es lo que te hizo venir a mi departamento completamente sola a dejarme medicamentos y comida. Te han visto. Ha salido mejor de lo que esperaba por que las dos veces que logré hacer que vinieras y aunque durarás escasos minutos lo hiciste sin tus guardaespaldas. Esa bonita manía tuya de desaparecer sin dejar rastro ha hecho todo más sencillo. Te han fotografiado. Tu esposo recibirá esas fotos incluyendo nuestro apasionado beso de hace unos minutos.
Allyson se cubrió la boca horrorizada. Todo lo había planeado para hacerla ver culpable, esas dos veces que tontamente fue a su departamento. Cuando se le había pegado escandalosamente al tomar juntos un café la otra tarde dando a entender que eran algo más que amigos. Ella se había levantado inmediatamente y sentado lo más retirado posible mirándolo contrariada y enfadada.
Aquella otra tarde en el parque cercano al lugar donde ambos trabajaban, había ido a comprar un café y él la había seguido. La había abrazado y le había dicho lo hermosa que era. Ella le había sonreído y preguntado cínicamente si seguía con la fiebre para después librarse de su abrazo. Y lo peor había sucedido esa tarde, había vuelto a seguirla. Se le había pegado aprovechando su distracción. La había besado. Ella lo había agarrado por el cabello para quitárselo de encima y lo había abofeteado. Y todas esas veces ella había estado sin la protección de su equipo de seguridad por que les había despistado y escapado como lo hacía con frecuencia. Le estaba costando caro prescindir de ellos. Era obvio que las fotos que le enviaría a Máximo no incluirían las escenas de abierto rechazo. Ya había decidido alejarse de William, pero tenían que acabar esa investigación y quedaba tan poco tiempo. No le había dicho nada a Máximo porque podía cuidarse sola y tampoco quería que le rompiera todos los huesos a William, no quería que Máximo se metiera en ningún lío por ella. Y ahora el lío era un súper lío, un mega problema. Ella no había previsto la maldad diabólica de William.
- ¿Por qué haces todo esto? – le dijo furiosa.
- Te quiero solo para mí.
- Jamás me tendrás.
- Cuando él te rechace, vendrás a mí, lo sé, lo sé...
- ¡Primero muerta! Él no te creerá. Me ama y solo me creerá a mí. Pagarás por esto. Lo juro por lo más sagrado, que pagarás por esto.
- Te estaré esperando- Dijo por despedida y se alejó.
Sintiéndose terriblemente vulnerable y con el pánico recorriéndole el cuerpo. Corrió a la calle y pidió un taxi. Al llegar a casa Máximo no estaba. Trató de localizarlo en vano. Nadie sabía donde estaba, el teléfono lo traía apagado, en la oficina no estaba. Los nervios le agarrotaban el estomago. Pero después vino la calma. Él le creería ¿Cómo podía no creerle? A pesar de que todo estaba en su contra. Él tenía que creerle. Por que jamás había existido otro hombre antes que él ni existiría ninguno nunca más para ella que no fuera Máximo. Lo amaba tanto que hasta le dolía y sabía que él sentía lo mismo por ella. El amor era confianza. Y amor era lo que les sobraba a pesar de lo problemas que habían tenido.
Máximo llegó hasta la noche. Ella lo esperaba ansiosa. Tenía el pelo revuelto. Se había aflojado la corbata y su aspecto distaba de la impecabilidad que acostumbraba. Ella sintió la sombra del desastre cernirse sobre ellos. Avanzó hacia ella reflejando tal furia que pensó que iba a golpearla y eso que no le había dicho una sola palabra. Se la echó al hombro, mientras ella le decía que parara. Que le dijera que sucedía.
Abrió la puerta de su habitación de su casa de Florencia que era donde ellos vivían la mayor parte del tiempo. Y la arrojó a la cama tan fuertemente que prácticamente rebotó en el colchón. Se incorporó terriblemente asustada.
- ¿Qué sucede? Te hizo llegar las fotos ¿verdad? Todo es una mentira.
- ¿A esto llamas mentira? – Rugió y le arrojó a la cara las fotos que sacó de su chaqueta.
- ¿Cómo puedes creerle? – Le dijo implorante.
- ¿Cómo no hacerlo? Siempre te has desaparecido, nunca sé donde estás, nunca se ha despegado de ti ese maldito. Siempre has hecho lo que has querido. Siempre has tenido en mí a un estúpido enamorado que ha preferido no ver lo que estaba tan claro.
- ¡No! – Gritó ella.- ¿Es que no lo entiendes? Está obsesionado conmigo. Preparó todo de tal manera que me hiciera ver culpable. Para que me echaras, para que te divorciaras de mí.
- Es lo que precisamente voy hacer. Te vas a largar de esta casa y no quiero verte nunca más.
- No puedes hacerme eso ¡Soy inocente ¡maldito seas por creerle! – dijo entre lágrimas que se limpió con furia del rostro.- Eso es precisamente lo que él quiere, que me eches.
- ¿Para irse juntos? Lo lamento –dijo sonriendo aterradoramente- Ese idiota no seguirá en el mundo de los vivos mucho tiempo.
- No te manches las manos ¡Dios! ¿Cómo puedes hacerme esto? Te amo ¿Cómo es que no puedes verlo? – Le gritó furiosa y suplicante. Intentó agarrarle un brazo y él se apartó como si temiera que ella lo contagiara de alguna enfermedad. - ¿Vas a creerle todo?
- ¡Todo esto es cierto! – le gritó - ¡No lo niegues! ¡Eres una cualquiera, una zorra!
Una bofetada cortó el aire y se estampó en la cara de Máximo la mano de Allyson, que temblaba de furia y de dolor.
- No volverás a verme en tu vida – Le dijo ella y salió corriendo de la habitación.
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