Capítulo 12
- ¿... Siempre será así? ¿Máximo?
- ¿Cómo dices? – preguntó confuso, al estar abstraído en sus recuerdos sólo había escuchado lo último que había dicho Allyson.
- Que si esto será para mí una maldita jaula de oro.
- No maldigas.
- ¿Tus gorilas estarán pendientes de mí todo el tiempo?
- Dudo mucho que a Vladimir y los demás les guste que les digas gorilas.
- Me importa un bledo lo que opine Vladimir y su flotilla de salvajes.
- ¿es que ya los has conocido a todos?
- ¿todos son igual que Vladimir? – preguntó con sobresalto Allyson, olvidándose por un instante del enojo que bullía en su interior – no recuerdo a los que te acompañaban cuando te apareciste en el Hospital o al menos no recuerdo que eran así de enormes.
- ¿Mas problemas de memoria?- dijo burlón – No se de donde sacas que sean salvajes. Son los mejores que hay en su rama, excelentes guardaespaldas, pero ciertamente contigo serán unos gatitos inofensivos. Su deber es protegerte y claro, evitar que escapes.
- ¿Qué les has dicho? ¿Qué estoy loca? – dudando que fueran inocentes gatitos con ella.
- No tengo por que darles explicaciones. Además algunos ya te conocen y saben que tu carácter es particularmente impredecible y testarudo y que no quiero que salgas por que estás recuperándote de un accidente, así que me veo obligado a prohibirte salir.
- Haz el favor de explicar eso de que soy particularmente impredecible.
- ¿lo de testaruda no es necesario que lo explique? No, claro que no. -Repuso secamente- Cuando querías estar sola, simplemente te desaparecías y aún no logro explicarme como es que hombres especialmente entrenados te perdían de vista. No está de más decir que varios hubieran perdido su empleo si tú no hubieras intervenido para evitarlo. Y si aun lo conservan es por que aprendieron a no perderte de vista ni por un nanosegundo y te conocen, no serán unos desconocidos para ti del todo, es más quizás los recuerdes, ya que con ellos tuviste momentos francamente divertidos cuando te desaparecías tal como tú misma me decías y eso hace que tu mente no los bloquee tal y como lo hizo conmigo ¿verdad? – finalizó con el cinismo marcando sus palabras.
Pero ella había absorbido todas y cada una de las palabras que había usado, "no logro explicarme como es que hombres especialmente entrenados te perdían de vista" "No está de más decir que varios hubieran perdido su empleo si tú no hubieras intervenido para evitarlo" "tuviste momentos francamente divertidos cuando te desaparecías tal como tú misma me decías"
- ¿Gabriela? ¡tienes que ayudarme! ¡Siento que voy a explotar si me siguen custodiando de esta manera! Necesito un poco de libertad – las palabras volaron a su mente pero no las dijo, confusa se tocó la sien sintiendo como su cerebro le daba otro retazo de información.
- Allyson, cálmate, tranquila – había respondido ella, Gabriela su amiga de Italia, la que conocía desde que eran adolescentes y habían peleado por un libro en una biblioteca de Turín ¡Incluso era amiga de Jacqueline también! ¿Por qué acudía a ella para que la ayudara? ¿desde cuando necesitaba ayuda externa para sus problemas? Aunque Máximo y todo lo que implicaba era un mega problema.
- ¿Podrías hacerte pasar por mí otra vez? – le había casi suplicado a Gabriela ¡Pero claro! Gaby era bastante parecida a ella viéndola de espaldas, el mismo color de cabello, la misma altura, casi la misma manera de caminar, constitución delgada, piel blanca. Vista desde atrás hasta sus padres podrían confundirse.
- Por supuesto ¿sabes? Me divierto tremendamente cuando hacemos esto y se que tú también lo haces.
- Si, aunque Máximo ya ha amenazado con despedirlos a todos si vuelve a pasar, pero se que no lo hará. Tiene el corazón de oro aunque ni el mismo lo sepa, prueba de ello es que me cuida demasiado.
¿Corazón de oro? ¿Ella había dicho eso? Ya después analizaría sus palabras. Recordar a Gabriela era lo mejor que podía haber hecho su cerebro ese día.
- ¿Allyson? – La voz profunda de Máximo resonó por la habitación - ¿necesitas tu medicamento? - ¿estaba preocupado? Primero los cerditos podrían volar, pensó con ironía.
- No, tiene poco que lo tomé – trató de sonar normal, pero lo que acababa de llegar a su mente la tenía confusa – Creo que necesito más horas de sueño.
- Algo de lo que te dije te ha afectado ¿no es así? – preguntó con mirada astuta.
- Traté de recordar, pero fue en vano – mintió.
- No te esfuerces, todo llegará a su debido tiempo.
- Sí, claro. Me voy a dormir –dijo deseando que él le creyera – Espero hayas reconsiderado y admitas que es una tontería compartir la habitación.
- No solo la habitación, sino también la cama – repuso tranquilo – No pasará nada que tú no quieras que pase – le dijo retándola con la mirada.
- No confío en ti – aunque era en ella misma en quien no confiaba a juzgar por lo sucedido. Como si supiera lo que pensaba Máximo esbozó una sonrisa que solamente hacen los depredadores seguros de su presa.
- Puedo decir lo mismo – dijo roncamente - Ya han llevado todas tus cosas a nuestra habitación, ponte cómoda no tardaré en subir.
- Puedes tardarte una eternidad.
- Puedes apostar a que no lo haré.
De camino a su nueva habitación, Allyson barajeó sus posibilidades tomando en cuenta que ahora podía acudir a Gabriela si lograba salir pero, ¿estarían Vladimir y los demás custodiando la casa? ¿Podría salir en busca de la bicicleta y marcharse? ¿Pero por donde? La entrada principal no sería fácil de traspasar, entonces recordó que Máximo le había dicho que él se encargaría personalmente de ella por las noches, si eso era cierto en esos momentos solo estaban ellos y claro, el excelente dispositivo de seguridad que seguramente tendría la villa. Todas las puertas estaban cerradas ¿también las ventanas? Presurosa se dirigió a la habitación que ya sabía era la principal sin necesidad de preguntar.
Y sin tiempo a detenerse más que por una fracción de segundo al ver la enorme y cómoda cama que se imponía en un sitio estratégico de la también enorme habitación.
Buscó las ventanas que iban del piso al techo, al abrir una de ellas comprobó la altura y se dio cuenta que podría deslizarse fácilmente ayudada por las cornisas y el balcón. No muy lejos del balcón una pequeña y frágil estructura sostenía una enredadera de flores.
Lo bueno que ella era esbelta y podría utilizarla como escalera, sin confiarse mucho, claro.
Salió al balcón y escrutó con la mirada los amplios terrenos de la villa desde su ventajosa posición tratando de encontrar otra manera de salir que no fuera por la entrada principal.
Uno de los antiguos muros llamó su atención, se veían lejanos y no delimitaban toda la propiedad, solo parte de ella, pero recordó que Máximo había dicho que la villa había sido reformada varias veces y de igual forma recordó que había una puerta pequeña y antigua que no había sido destruida y daba acceso para salir de la propiedad. Solo que la llave la tendría él y probablemente Lola. Se delataría si bajaba a buscar las llaves y tenía que ver si esa puerta seguía donde ella recordaba, pues sabía que existía pero nunca la había usado. No tenía más opción que pasar la noche allí pero ¿que sería lo mejor? ¿Arriesgarse a dormir con Máximo? ¿O arriesgarse a huir? Las probabilidades de fallar eran altas, tenía todo el día de mañana para concretar sus planes y asegurar los detalles sueltos, como saber si el equipo de seguridad vigilaba de noche o no, apropiarse de la llave, dejar la bici mas cerca o mejor aun conseguir un auto.
Estaba también el hecho de que él no tardaría en subir. Resignada al menos por esa noche, se dirigió al cuarto de baño para cambiarse y tratar de quedarse dormida antes de que él subiera, cosa nada fácil de conseguir. Sumida en las posibilidades que tenía para el día de mañana y preocupada por las que surgirían esa noche entró al cuarto de baño y se quedó quieta contemplándolo, era definitivamente grande, elegante, desde el mármol blanco y negro, toallas del mas fino algodón, una gama de productos de aseo, dos duchas, y un jacuzzi que le pareció una pequeña piscina. Algo le dijo que ella lo había usado en muchas ocasiones y no precisamente sola.
Un calor, suave al principio empezó a invadirla el cual se intensificó al recordar una de esas ocasiones. Ella ahí con él, sumergidos en el agua que olía delicioso y sutilmente a vainilla muy parecido al perfume que ella usaba a diario y que no se había molestado en aplicarse desde el hospital, pero que jamás había dejado de usar.
La imagen de ella y Máximo haciendo el amor en el jacuzzi le puso la piel chinita, casi pudo sentir las emociones que atravesaron su cuerpo. Se apoyó en la puerta y se pasó una mano por la frente, su cuerpo era una mezcla extraña de sentimientos que iban del enojo y la confusión al deseo.
Pocos minutos después y habiendo disfrutado de un refrescante baño aunque haya sido el más rápido que se haya dado en su existencia, se metió en la cama llevando un cómodo camisón de seda color durazno nada glamoroso. Una vez allí se permitió contemplar la habitación y darse cuenta de lo familiar que era para ella, a pesar de que no se viera un toque femenino por ningún lado instintivamente sentía que la conocía y que la habitación había sido cambiada a como la había visto la ultima vez. Altos ventanales daban una vista preciosa de las bellezas naturales de los terrenos de la villa. Cortinas color crema, antiguos y pesados muebles de madera se conjuntaban con las comodidades modernas. Un suspiro escapó de sus labios al sumergirse en las deliciosas sabanas, si tan solo dispusiera de esa cama y esa habitación para ella sola, pensó. Un momento... ¿Desde cuando era tan dócil?
Repentina y sumamente molesta le achacó a las tensiones vividas su sumisión al acatar las órdenes que le había dado el retrógrado de su marido. Apartó la sabana enojada, Salió de la cama y luego de la habitación, avanzando decidida por el pasillo, abrió una de las habitaciones que más lejos quedaba de la principal.
La recibió una amplia habitación en suaves tonos azules, aunque no tan grande como la principal disponía de las mismas comodidades. Algo aprensiva dirigió la vista a la puerta y puso la cerradura, se sumergió nuevamente en las sabanas dando un suspiro y deseando estar lejos de todo ese embrollo.
Por lo vivido ese día, por lo que ya había recordado y le había agitado interiormente estaba rendida, pero no podía dormir. Sobre todo por la reacción que ya esperaba en cualquier momento de Máximo, o quizás simplemente se limitara a dejarla en esa habitación, cosa que en realidad dudaba que pasara. Pero no estaba dispuesta a permitir que le impusiera todo lo que a él se le antojara.
Cerró los ojos decidida a dormirse y esperando que sólo así él al menos tuviera la decencia de dejarla en paz. Mañana sería otro día y ella ya no estaría más en esa villa.
Durante unos minutos dio vuelta y vueltas en la cama, siempre dirigiendo la mirada a la puerta, aguzando el oído esperando escuchar sus pasos por el pasillo. La tensión iba acabar con ella. Un mueble cercano a la puerta parecía lo suficientemente pesado como para no permitir que abriera y entrara Máximo.
Se levantó de un salto y juntando todas sus fuerzas empujó el mueble hacia la puerta. La situación era de locos ni más ni menos y casi se rió. Agotada, logró su objetivo y se quedó sentada en el suelo apoyando la espalda contra el mueble tratando de recobrar el aliento.
Igual que en el sueño recurrente que tenía sobre Máximo cuando estaba en el Hospital, percibió una presencia amenazante y se quedó inmóvil, solo para que a continuación escuchara el sonido de alguien aplaudiendo.
Levantó la mirada y a pesar de la oscuridad pudo ver a Máximo ¡adentro de la habitación! Ella como tonta tratando de impedir su entrada con ese mueble y él había logrado entrar al parecer sin esfuerzo.
- ¡Wow! Déjame aplaudir, cualquiera pensaría que una mujer recién salida del Hospital no movería ese mueble enorme, pero veo que la desesperación obra milagros.
- ¿Cómo rayos entraste? – dijo aun jadeante por el esfuerzo.
- ¿Qué clase de barricada es esa? – preguntó a su vez y con claros esfuerzos para contener la risa.
- No le encuentro la gracia por ningún lado.
- Pues deberías estar de este lado y créeme te reirías mucho. Esta habitación forma parte de una suite doble, así que hay una puerta que conecta ambas habitaciones, cosa que obviamente no viste y menos recordaste o mejor aún ¿querías que viniera por ti?
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