Capítulo 1

- ¿Te sientes mejor? ¿Un vaso de agua? ¿Quieres que llame a la enfermera?

Eran demasiadas preguntas para ella en ese momento, pero la voz angustiada de Jaquie la obligó a abrir los ojos y a hacer un amago de sonrisa.

-Estoy bien, solo fue una pesadilla. Lamento haberte asustado –no, aún no se encontraba bien, sentía una especie de shock no importaba cuantas veces soñara lo mismo, siempre quedaba igual de aturdida y sobre todo esa sensación de dolor que le provocaba el rechazo de ese hombre desconocido. Como si lo que él sintiera por ella fuese lo más importante en su vida.

-Realmente me asustaste, y no es que sea la primera vez que te veo como te pones con esas pesadillas, pero es que gritaste con tanta desesperación y luchabas como si quisieras soltarte de no se que, que realmente pensé que te estaba dando algo –Jaquie se paseaba por la habitación como intentando serenarse ella también.

Allyson sonrió muy a su pesar, pero encontraba terriblemente encantador y tierno que su amiga se preocupara tanto por ella, Jaquie, alta y esbelta con un precioso cabello castaño claro y unos ojos color chocolate era realmente guapa y además inteligente por algo recién había sido contratada como reportera para una importante revista, para ella era como su hermana, se conocían desde muy pequeñas desde que andaban en pañales vivían en casas vecinas y no se imaginaba su niñez y adolescencia sin su eterna amiga al lado.

Ella era la que había corrido a su lado, sus padres como siempre en algún rincón del planeta como Arqueólogos que eran y aunque amaban a su única hija, una vez que ella se había independizado, ellos habían aprovechado para entregarse de lleno a lo que les apasionaba.

Además el accidente no había tenido graves consecuencias, según le habían explicado era una leve contusión por lo que estaba algo confusa pero pronto recordaría todo, así que ella no había querido asustarlos.

La habían retenido en el Hospital por que no lograba recordar con detalle algunas cosas, según le habían dicho lo haría en poco tiempo, tenía amnesia parcial. El término no le ayudaba demasiado, ella no sabía de esas cosas.

Lo que le importaba es que recordaba gran parte de su vida, pero al parecer una etapa muy importante y reciente se le había escapado de la memoria y presentía que era algo realmente fundamental y no podía menos que sentirse perdida y confusa.

Jaquie no le había dicho gran cosa, según órdenes del médico ella iría poco a poco recuperando la memoria y no se debía forzarla. Pero ella tenía muy presente que algo se le ocultaba, que no querían decirle aún que era la parte de su vida que no recordaba y eran los últimos meses en específico. Sí, era cierto que podían provocarle una crisis por darle toda la información de golpe, pero ella necesitaba saber.

De pronto empezó a dolerle la cabeza, pero tranquilizó a su amiga.

-Te digo que estoy bien, no era mi intención asustarte, lo siento- Jaquie suspiró y se pasó una mano por la melena un tanto revuelta y sonrió.

-Creo que exageré al verte mal, definitivamente por eso no me hice enfermera- aquello aligeró la situación y ambas rieron pues jaquie sí que había intentado ser enfermera- Bueno, ahora que estás más tranquila, ¿Quieres platicarlo?- sugirió Jaquie, pero la idea no le pareció atractiva a Allyson-

-Preferiría que no, pero sé que insistirás hasta hacerme hablar-gruñó Allyson, entre divertida y resignada.

-¡Pues, sabes bien! Por que si, tengo mucho interés en saber más del hombre que acecha los sueños de mi amiga, creo que es bueno que lo platiques y no te lo guardes, no puedes controlar la perdida parcial que tienes de tu memoria ya se que te encanta tener todo bajo control pero te puede servir de mucho hablarlo y sobre todo para recordar ¿no crees?

-Sí, supongo que tienes razón, pero ahora no tengo ganas de hablar acerca de ello. Es exasperante, aún en mis sueños me siento frustrada por no recordar. Sé que todo lo que tengo a mí alrededor cuando sueño tiene conexión directa con lo que hice en los últimos meses.

-En realidad no son demasiados los que no recuerdas, aproximadamente son los que no estuviste aquí y es más de lo que te debo decir.

- Ese doctor es un inepto, ¡necesito más información! ¿Dónde estuve ese tiempo? ¿Con quién?


-Lo sé, lo sé, pero debes esperar por que estamos seguros que por ti sola recordarás. Además lo que si te puedo decir, es que no tuvimos un contacto estrecho contigo ese tiempo, ni tus padres ni yo y eso significa que no te puedo ayudar demasiado por que muy vagamente supe de ti.

-Empiezo a creer que nadie puede ayudarme - por lo que su amiga le había dicho no por primera vez, ella había mantenido poco contacto con su familia y amigos.

Algo la había tenido absorta y demasiado ocupada, no lo podía achacar a su carrera por que aunque le encantaba a lo que se dedicaba, siempre estaba en contacto con su familia. Había estudiado historia del arte, su meta era dedicarse de lleno a la investigación exhaustiva del arte en la bella Italia, particularmente en Florencia. Trabajaba para una Institución Privada que le ayudaría en su currículo y por ello viajaba como asistente de un eminente Doctor en artes, reputado en lo que hacía, era su mentor, Sir William Carlton amigo de sus padres así que se dedicaba a viajar a las principales cunas del arte antiguo acompañándolo en sus conferencias e investigaciones, para ella era no sólo su Jefe si no alguien que consideraba de la familia.

Toda la historia alrededor del arte florentino le había fascinado desde pequeña, conocía diversos rincones del planeta gracias a la profesión de sus padres y por ello sabía reconocer la belleza de lo antiguo, pero cuando había estado en Florencia acompañando a sus padres quienes se pasaban dando conferencias en Universidades e Instituciones, ella se había quedado completamente cautivada por la ciudad.

Desde la hermosa basílica de Santa cruz, la piazza del duomo y tantos y tantos vestigios de esplendor que no había podido pasar otra cosa por su mente que dedicarse de lleno a la investigación del arte. Así que de pronto su mente se iluminó.

-Estuve en Italia-dijo en un susurro- ¡Estuve en Florencia! ¿Verdad? ¡Dime si me equivoco o no, por favor Jacqueline!-suplicó desesperada-

-Sí Ally, estuviste en Italia- concedió por fin su amiga, a quien se le veía entre preocupada y animada al ver que ella empezaba a recordar.

- ¿Con William? Estuve ahí con él ¿no es así?

-No, estuviste ahí por tu cuenta, pediste unos meses para estar en la ciudad y recorrer Italia de cabo a rabo.

-¿Sola? Estaba sola, eso no me ayuda en nada. Ahora no tengo a quién más preguntarle que hice exactamente.

-Estabas investigando Ally, eso es lo que hacías- Jaquie parecía entender mas que ella, pero si estaba sola eso no explicaba por que casi no llamaba a casa, si era cierto que había días en los que se alejaba del mundo cuando se sumergía en sus investigaciones, pero no por meses.

-No, eso no me explica nada.

-No te agites o me veré forzada a llamar a una enfermera- Allyson no escuchaba, su mente ya trabajaba a marchas forzadas tratando de recordar, algo le decía que lo haría pronto y no le gustaría nada.

********************


-¿Estás seguro de que se trata de ella?- por tercera ocasión Marcos asintió con un enérgico movimiento de cabeza a su Jefe.

-Explícame a detalle lo que has encontrado- le urgió Máximo Vecchio a su empleado, acostumbrado a que todos corrieran para cumplir y hacer su voluntad.

No era un hombre que se amilanara con nada, pero el sólo hecho de pensar e imaginarse a Allyson en un hospital no podía menos que estremecerlo y era algo que no había sentido nunca y ese sentimiento nuevo no era otro que el miedo.

Ella le había pagado caro a todo lo que él le había dado, mas de lo que nunca se había imaginado daría a una mujer: su apellido, pero sobre todo su amor; quería encontrarla para hacerle pagar el haber hecho trizas su corazón.

Pero al saber que estaba en un hospital recuperándose de un accidente, no pudo evitar el sentirse sumamente preocupado por ella y odió que ella tuviera aún poder sobre él, quería pensar que ya la había olvidado y sobre todo quería pensar que se había logrado arrancado el amor por ella, todo indicaba que estaba lejos de lograrlo.

-Maldito sea el día que la conocí- Pensó, su vida no se hubiera trastocado de esa manera- y maldita la pasión que aún siento por ella, pero juro que me saciaré hasta que me harte y luego me desharé de Allyson tal cual me lo hizo a mí- Abstraído en sus pensamientos, se levanto de su escritorio y se dirigió a la ventana de sus oficinas en Nueva York, miró sin ver las luces de la ciudad, mientras enfocó toda su atención a todo lo que le decía Marcos acerca de Allyson, Allyson Vechio.

El informe era claro, un auto fuera de control en la autopista había sacado a Allyson de la carretera. Había derrapado aparatosamente y chocado con otro auto antes de salirse por completo de su carril, pero milagrosamente el auto no se había volcado ni estrellado con nada más. Así que sus lesiones no eran serias, Marcos con su acostumbrada eficiencia le tenía a su jefe hasta el informe médico que había conseguido echando mano de diversos recursos.

Y Max lo leyó con interés... una muñeca fracturada, arrugó el ceño, múltiples cortes en el brazo y pierna izquierdos que no representaban nada serio pero eso no impidió el sentir de Máximo, quería haber estado ahí para protegerla aún sabiendo que cosas así no se pueden prever y menos controlar y aún a pesar de todo lo que había ocurrido entre ellos.

"Contusión menor en el cráneo provocando amnesia parcial" ¿cómo? ¿Había leído bien? Parpadeó un par de veces como si con ello consiguiera cambiar el informe, así que enfocó de nuevo sus ojos dorados sobre el papel y nuevamente leyó: Contusión menor en el cráneo provocando amnesia parcial, su pérdida parcial de la memoria se remite a los últimos meses anteriores a su accidente, la paciente presenta un cuadro clínico estable.

¡Dio! ¡No podía ser cierto! Allyson no recordaba nada, al menos nada en lo que a ellos se refería ¿cómo rayos podía siquiera pensar en llevársela en ese estado y consumar su venganza? Ella realmente estaba mal, ¡Estaba internada en un Hospital por Dios santo! Cómo olvidarse de eso, pero no, no debía ponerse en plan débil, ella no estaba muriéndose, no estaba agonizante, sólo de pensar en esas posibilidades se sintió enfermo.

Al menos ella gozaba del beneficio de no recordar, algo de lo cuál él no disfrutaba, debía tener presente que el accidente en realidad le había otorgado a Allyson el placer del olvido algo que él hubiese querido tener. Ella en realidad, por su propio bien estaba mejor así, sin recordar nada; pero se encargaría que recordara todo, absolutamente todo por que su mente estaba llena de recuerdos y su corazón rezumaba de amargura, en todos aparecía ella, solamente ella como la causante de sus males.

Merecía pagar por todo, tenía pleno derecho a ir por ella y sacársela de una vez por todas de su mente. Por que hábil, como era, se había colado en cada recoveco y rincón de su alma y corazón.

No valía la pena seguir viviendo así, tendría descanso su alma hasta que por fin se vieran saciados sus instintos de revancha.

Sus sueños lo atormentaban de noche y los recuerdos de día. No tenía paz, no tenía sosiego. Su mente la llamó y de nuevo ella apareció, recordó cuándo la vio por vez primera...

Florencia, Italia 6 meses atrás

Estaba llegando tarde y lo sabía, no es que lo hubiera hecho a propósito si se tomaba en cuenta que lo que menos deseaba era asistir a esa conferencia, pero el objetivo de esta era concientizar sobre los invaluables testimonios de esplendor, de historia y sobre todo de arte de las grandes civilizaciones antiguas.

Obvio que Florencia se encontraba entre ellas y no es que los florentinos no se preocuparan por su bellísima ciudad, pero las nuevas generaciones no compartían al menos en igual forma esa preocupación, además las conferencias estaban siendo dadas por el eminente Sir William Carlton un experto en la materia quién buscaba fondos para la preservación del arte y para sus investigaciones en torno a ello.

Max hizo una mueca irónica, cuando vino a su mente lo de la recaudación de fondos, Carlton era muy respetado pero eso no significaba que le diera al dinero un mero valor simbólico y si él se encontraba allí era por que su abuelo prácticamente le había suplicado que asistiera y no podía negarse tomando en cuenta la precaria salud del anciano además del inmenso cariño que se profesaban.

Si podía darle una leve satisfacción lo haría, eso y mucho más, lo que estuviera en sus manos para complacerlo. Cómo miembro de los Vechio tenía que asistir, sería imperdonable que nadie de la familia lo hiciera tomando en cuenta que los Vechio eran una familia aristocrática, provenientes de una dinastía de siglos y orgullosos representantes del más puro linaje florentino. Casi le daba risa pensarlo, pues su padre era el que debería haberse presentado en ausencia del abuelo que era un autentico mecenas del arte aparte de un experto conocedor, pero su padre estaba más interesado en rubias tontas que en la conservación de la historia artística de una ciudad. Su madre de compras en alguna famosa capital Europea, casi no la veía a menos que necesitara dinero.

Como hijo único podría pensarse que sus padres le habrían dado toda la atención y el cariño, nada más alejado de la verdad.

Sólo había contado con su abuelo, él era el que había estado ahí siempre que lo había necesitado. Apartó esos pensamientos, se dirigió apresuradamente al amplio salón del lujoso hotel propiedad de su abuelo. En cuanto más rápido entrara más rápido saldría.

Entró justo cuando el auditorio aplaudía. El salón estaba a reventar, por lo menos habría unas 300 personas que era la capacidad que más o menos tenía. Carlton acababa de realizar lo que parecía una brillante exposición y la gente parecía atenta.

Uno de los empleados del hotel, se dirigió a él rápidamente indicándole su asiento en la primera fila. Casi deseó negarse, hubiese preferido pasar desapercibido.

Pero si Carlton había terminado de hablar, entonces la conferencia estaba por concluir. Le preguntó al empleado y este le informó que aún faltaba la signorina Castillo.

-¿Y esa quién es?- preguntó casi con dureza, lo único que deseaba era llegar a su apartamento después de un duro día de trabajo.

-La signorina Castillo es otra de los conferencistas, es asistente de Sir Carlton y su intervención es breve según tengo entendido signor- se apresuró a contestar el empleado que a todas luces estaba nervioso, Max suspiró casi imperceptiblemente.

-Está bien, muéstrame mi asiento por favor.

-Por aquí signor – sin dilación lo condujo.

Un tanto irritado por todas las cabezas que voltearon a verlo y de los murmullos de la sala, avanzó por el pasillo. Faltando pocas filas para ocupar su lugar anunciaron la intervención de Allyson Castillo.

Enseguida se imaginó la clase de mujer que sería: mediana edad, cabellos grises, un tanto llenita, de gafas y con un aire de inteligencia seguramente.

En resumen una mujer tan dedicada a su carrera que nunca se había casado, por algo se referían a ella por signorina. ¿Pero quién necesitaba el matrimonio para realizarse en la vida? Él definitivamente no, pero las mujeres opinaban distinto, al menos la mayoría de las que había tratado y habían intentado cazarlo, sí, literalmente cazarlo.

En lo que a su vida respectaba el matrimonio no estaba en sus planes inmediatos y no lo estarían para nada si no fuera por que los Vechio escaseaban y él debía proporcionar herederos para el vasto imperio y a la dinastía familiar.

Nuevamente surgieron los aplausos para recibir a la signorina Castillo e instintivamente levantó la vista para verla y quedó prácticamente parado en su sitio. La vio desde que se levantó de su asiento y con expresión decidida caminó al micrófono. Un pensamiento vino a su mente, lo que solía decir su abuelo ante una mujer hermosa ¡están cayendo ángeles del cielo!

Piernas largas, cuerpo esbelto de finas curvas, se podía adivinar la suavidad de esa piel satinada, cabello largo castaño oscuro con tonos rojizos.

A pesar de no estar tan cerca adivinaba unos ojos hermosos y una boca tentadora, vestía de azul cielo un color que le quedaba perfecto, llevaba un vestido que dudaba le quedara mejor a otra mujer. Su cuerpo estuvo a punto de traicionarlo, volvió a la realidad al percatarse de que el empleado aún lo esperaba para conducirlo a su fila y lo veía con expresión desconcertada. Reprimió sus emociones y se dio cuenta que nunca una mujer le había producido ese efecto, él era conocedor de la belleza femenina y disponía de mujeres hermosas cuando le apetecía. Pero Allyson Castillo parecía haberle lanzado un hechizo y eso que ni siquiera lo había mirado.

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