Capitulo 6
Los días pasaron y todo mejoró para bien dentro de lo que cabe. El momento más esperado había llegado. Esa sensación de felicidad recorría mi cuerpo entero mandándome electricidad a cada segundo, mis pies casi no la sentía debido al temblor, a esa inquietud que me des controlaba. Quizás ustedes lo encuentren insignificante, porque sé que la vida se ustedes es mucho más fácil que la mía. Pero es tanta la emoción que ese momento sentí que había sido tan majestuoso que hasta me hizo volar por los aires como un pájaro libre.
La vida se basa en todo aquello que te hace feliz, en lo que quieres lograr y lo que aspiras ser como persona. Yo sé cuál es mi camino, aunque en el recorrido para alcanzar mis metas encontraré con miles obstáculos, pero ahí está el detalle. Créanme que nada que valga la pena será fácil, para todo es una gran prueba del que te sientes sofocante en su determinado momento pero al final tendrá lo bueno. Lo inalcanzable para mí no existe, eso es muestra de lo que cada día descubro, la mente clara de lo que deseo en mi futuro.
La señora Leonilda me entregó en la palma de mi mano lo que me gané. Su sonrisa nunca se despeja de su boca lo que me da cierta confianza. Si, me la había ganado en tan solo un mes aquí en esta casa. Las muchachas de servicio como la pequeña Aurora me han tratado muy bien mientras cumplo mi papel de niñera. Lo único que faltaba es ganarme el afecto de Don Rafael pero mientras que pasaba los días me había dado cuenta que ese era su carácter, así de agrio.
En tan solo un mes me pude dar cuenta de muchas cosas como los secretos que llevaban guardado la familia como si fuera un tesoro del que nunca nadie quería que lo encontrara. No piensen que soy una chismosa o que pego la oreja detrás de las puertas para escuchar lo que no me incumbe. Solo se han hecho los desapercibidos de que tengo dos orejas y puedo escuchar, y eso sólo hizo que cada día de mi vida aquí, lo aborrezca en cierta parte. He tenido algunos percances con el estupido aquel de Saúl, el muy imbecil sigue llevando a cabo su plan para hacerme la vida imposible.
Todavía queda grabado el día que le di la bofetada y confieso que en mi soledad no puedo evitar reírme como una loca desquiciada. La verdad es que ya me he acostumbrado a su grosería que lo único que hago es burlarme en su cara para después desaparecer de su repugnante presencia. Cada día la vida me ha enseñado algo en el transcurso y una de ellas es ignorar o hacerme la de oídos sordos si quiero mantener mi trabajo como lo he hecho hasta ahora.
Mi vida poco a poco esta comenzando a darle color y felicidad. Bueno, es decir, la felicidad no es permanente y tengo consciente de que a través que pasa toda tu vida siempre esperas que la haya, pero solo te das cuenta a lo tarde de que estabas esperando algo que nunca llegó, porque la felicidad solo se encuentra en un momento determinado y no siempre.
Cuando logras lo que tienes, todas tus metas ya están trazadas, eres una persona independiente de ti misma, luego piensas en casarte. Comprarte una casa de la cual no tienes que pagar la renta, pero todo eso lo logras para un objetivo específico. Ser feliz, y aveces cuando logras todo eso, tu alma se encuentra vacía hasta más de haber logrado todo. ¿Sabes por qué eso pasa? Porque no supiste disfrutar su recorrido. Porque hiciste algo indebido durante el recorrido que pensaste que debiste de haberlo hecho o, porque dañaste a personas que si confiaron en ti. Por eso hay que tener mucho cuidado para que al final del túnel encontrarte con todo aquello que te hace bien y ser fuerte cada día.
Entre mis pensamientos de ansiedad procedí a ir a casa, la emoción tan grande que sentía dentro de mí me ponía energética, capaz de conquistar al mundo. Las calles del barrio se encontraban como siempre y las mismas personas a su alrededor.
Mujeres en colmados bebiendo a pico' e' botella mientras juegan domino y hombres haciendo su aparataje en la avenida. Hablo en el dialecto dominicano, así es que se habla aquí. Las bombillitos navideños se veían a lo lejos decorados en las casas y uno que otras por fuera podía visualizar el arbolito navideño.
Ya casi se acercaba el veinticuatro de diciembre por lo que antes de esa fecha tenía que estar lista para los exámenes, organizarme para ir a la casa de Carla en noche buena y de paso, comprar algunas cosas esenciales.
Al llegar saque el papel donde había anotado todo lo que compraría. Primero iré al supermercado, para llenar esa nevera de todo lo que siempre deseé. Segundo compraré las vitaminas de Luis, unos cuantos calzoncillos porque la verdad es que no tiene y los deseados zapatos que le había prometido. Tenía todo calculado pero primero lo consultaría con Inés que es una buena consejera y sabrá orientarme en los gastos. Por supuesto que este mes pagaré la luz, así que Inés podría ahorrárselo siempre.
Me di un buen baño, con aquella pasta de jabón de la que venden en los colmados que solo cuestan diez pesos y aquel que en su mayoría se utiliza para lavar la ropa. No sé, pero la verdad a mi me encantaba como huele ese jabón y lo limpia que deja mi intimidad y todo mi cuerpo; y dicen por ahí que para los malos olores se quitan con jabón de cuaba por lo que lo he comprobado.
Cuando salí del baño, me puse un vestido que llegaba un poco más de mis rodillas. Me paso el cepillo por el cabello y me dirijo hacia el armario donde colocaba mis zapatillas. Bajando los últimos escalones de la casa no pude evitar el cielo estrellado, un cielo bastante perfecto para contemplarlo y darle gracias a Dios por haber permitido que unos de mis sueños llegara.
*
—esta lista está muy bien, son cosas muy importantes Karen pero creo que te hace falta una última cosa.
Yo entorné los ojos intrigada analizando bien lo que me faltaría, hasta que me rendí y ella nuevamente suspiro para luego volver a hablar.
—Como haz comenzado una nueva etapa de tu vida, y ahora que todo será diferente, ¿por qué no piensas también en ti y cambias de look?—confesó y eso era algo que no había pensado antes. No sé si el dinero me daba para tanto y tampoco sabia sin quería dar ese paso de cambiar mi vida por completo.
—Creo que estoy bien así.—le contesté quedamente, con esa sonrisa forzada que suelo dar para tener todo bajo control.—además creo que el dinero no me alcanzara, es una gran lista, señora. Y no quiero mal gastarlo.
—Pero sería bueno, que esa mujer bella salga a relucir. Esa ropa ancha no te hacer ver bien, ese moño envuelto te opaca. Yo sé que debajo de esa ropa gastada hay una gran mujer y deberías empezar a vestirte de acuerdo a tu edad y no esa ropa que sabes que ni yo que soy una vieja ni loca me la pondría.—siendo franca el comentario de Inés no me había gustado ni un poquito, debería meterse menos en mis asuntos, y el hecho de que siempre estaré agradecida por lo que ha hecho por nosotros no le da el derecho de mandarme ni decirme lo que debería a hacer. Ella al notar mi expresión incomoda ablando su rostro y a través de sus ojos pude ver que lo que había dicho desató mi mal carácter y una raya extrema de la que no debía pasar. No me gustaba para nada que se comentaran de mi aspecto físico, eso me ponía una fiera a punto de atacar.
—No te molestes karen, simplemente digo lo que pienso. Debes de pensar también en ti, así dudo de que puedas conseguir algún hombre.—lo mismo de siempre, ¿acaso cuando entenderán que lo único que me preocupa es como yo me sienta, y que me importa un carajo mi físico?
Mi ropa aunque este vieja, y mal gastada siempre está limpia y olorosa. Nunca sucia y cultida. Mis dedos son testigos de los maltratos que recibían cada vez que los restregaba con fuerza sobre la ropa para sacar toda mugre acumulada. Pero el mayor trabajo lo hacía con la ropa de Luis, que siempre se encargaba de ensuciar todo en tan solo un segundo.
—Agradezco infinita mente su preocupación, señora Inés, pero en verdad ahora mismo eso es lo de menos.
—Mira, haremos una cosa.—me tomo de las manos mirándome fijamente a los ojos viendo como cuidaba cada sílaba de lo dicho.—¿qué te parece si aporto el dinero para que vayas al centro de belleza y te compres algunos atuendos. Si quieres puedo ir contigo, pero ya sabes que mi columna casi no me deja caminar así que Osvaldo nos llevaría en el carro.
Yo la mire unos segundos antes de responder, era una petición que cualquiera aceptaría, pero yo la verdad que no sabía si estaba en lo correcto.
—Voy a dar tu silencio por un si, y como mañana es tu día libre y es sábado, te tocaré bocina a las nueve de la mañana en punto para irnos.—y me suelta de las manos para luego sentarse en su mecedora. Inés era así de terca y cuando se le metía algo en su cabeza no desistía, y yo tenía la oportunidad de negarme rotundamente pero solo me quede callada.
A la mañana siguiente me desperté a las seis y media para hacer la limpieza de la casa, para así estar lista a las nueve. Luis no se había despertado aún cuando termine de organizar y limpiar la casa entera por lo que opté por despertarlo. Y cuando abrió los ojos se fue corriendo hacia el baño, y así aproveche para poner en una bandeja el desayuno que le preparé.
La maicena era su comida favorita, aunque ya se había enfriado sabía que no reclamaba nada a la hora de comer como la mayoría de los niños. Luis si comía de todo lo que se llama comida, no importa si es cebolla, ajíes, o los típicos molondrones del que a nadie les gusta. A mí no me gustaba ninguna de las anteriores hasta que aprendí que la comida nunca se debe despreciar. Sí que soy rara.
Su rostro feliz se asomó a su hermosa carita cuando vio la maicena entre sus manos. Yo sabia que eso lo alegraría por lo que me senté junto con él para disfrutar de aquello que lo hace feliz, y si el está feliz yo también siempre lo estaría. Hasta que un beso fugas sorprendió mi mejilla, haciéndome estremecer de la sorpresa. Luis no era cariñoso, tampoco era de esos que agradecen y todo eso es porque tiene un gran problema psicológico. El infante tuvo que presenciar todo el maltrato que Helena nos hizo, las noches que llegaba de la madrugada y me sorprendía con un azote en mi espalda. ¿Qué tipo de persona se atreve a pegarle a alguien estando dormido?
Pues entonces conozcan a Helena Ramírez, única en su especie.
Cuando ya nos habíamos alistado, escuche el sonido de la bocina del carro de la señora Inés. Nos adentramos a él, y lo que una vez pude negarme a tiempo se había
desaparecido como pólvora.
Hola lectores de amarga vida. Este capítulo es corto por lo que pronto subiré la segunda parte de este capítulo.
Besos.
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