Capitulo 15.(Un nuevo comienzo).
Nos alejamos del lugar los dos rotos en mil pedazos. ¿Cómo podía ser que aquello fuera tan cierto? Nunca estuve de acuerdo con lo que la familia De Los Cristo hacía pero tampoco estoy de acuerdo con esa venganza tan descabellada. Cuando llegamos pude ver que nos encontrábamos en el centro de la cuidad. Hasta el aire que se respiraba era diferente, las calles estaba pulidas, en mejores condiciones y las edificaciones eran asombrosas. Subimos en el
Ascensor de una torre, de algunos quince pisos.
¿Qué hacíamos allí? A pesar de mi curiosidad no me atreví a preguntar qué hacíamos allí. Saúl me tomo de la mano cuando el ascensor se paró
en el piso que él había tocado arrastrándome por los pasillos. Todo el lugar era luminoso, con muchas puertas consecutivas con sus respectivos números marcados en el centro.
Y mi mente me acordó que Saúl tenía un departamento lujoso, en donde era más por seguro que se disfrutaba sus chulas. En donde hacia sus parrandas, por eso casi fue muy poca las veces que lo veía en la casa De Los Cristo.
En cuanto abrió el departamento pude ver el paraíso frente a mis ojos. Me quedé muda, y solo me limité a observar en silencio. Saúl se quedo viéndome con el entrecejo fruncido.
—¿Te gusta?
—Es hermoso.—confesé tímidamente.
—Pero no podemos quedarnos, tenemos que volver.—confesé apenada viendo cómo se sentaban en el sofá gris oscuro. Bajo su pecho en sus piernas y se agarraba la cabeza levemente. Me sentía fatal viéndolo de aquella manera, su mirada descifraba dolor, agotamiento.
—Todo esto solo está pasando por culpa de mi padre y su ambición.—dijo perdiéndose en sus pensamientos. No supe qué decir pues era una gran verdad, su padre es el mayor culpable, pues es el que más está envuelto en la política, como también Mía.
—Siempre nos obligó a ser partícipes de su ambición, hasta mi madre, la que menos quería que tomara ese rumbo está encharcada. Ahora me doy cuenta de muchas cosas, yo siempre creí que con dinero podía tener lo que yo quisiera, y si, lo tuve, tuve los mejores carros, los mejores relojes, las mejores mujeres. Pero en realidad ese vacío lo quería saciar con lujos, pues mi arrogancia me tuvo siempre vendado. Todos a mi alrededor estuvieron conmigo por interés, pues Karina, yo sí era un perro, una bestia. Me convertí en lo mismo que mi padre, el también me arrastro a su mundo sin darme cuenta. Y yo que siempre lo criticaba por maltratar a mi madre y termine adoptando su mismo carácter.
—Tu no eres igual que él, al final los hijos aprenden las enseñanzas de sus padres. Y tú creciste en ese ambiente, no te culpo.—finalmente Saúl levanto el rostro hacia mí, los bellos se me erizaron de pronto. Este hombre sin duda iba a ser mi perdición, seguía sintiendo cada vez más cosas dentro de mí que no sabía que existía o que se sentía por un hombre, y eso me asustaba. Aún tengo mucho miedo de lo que pueda pasar y cuál sería mi posición en el mañana.
—Te amo,gracias por estar conmigo en este momento.—y sin más se balanceó hacia mi de rodillas. El corazón se me aceleró, ¿serían verdad sus palabras—te amo, Karen, no sé si me crees, pero..—en ese momento me tire a sus brazos y lo besé, por un momento sentí miedo. Pero la única realidad era que yo también lo amaba o sino ¿qué otra cosa podía ser? Todo lo que sentía era similar a un terremoto, no aquel que destruye sino más bien el que siempre está temblando sin cesar.
Al cabo de un rato sentí sus manos por debajo de mi blusa, lo empuje levemente y me pare del sofá con la respiración agitada. Todo estaba rebosado dentro de mi, miles de sensaciones se proyectaban en mi interior, lo que nunca antes me había pasado me pasaba con este hombre, y lo que muchas de mis amistades me comentaron alguna vez: el deseo, deseaba a Saúl, deseaba que me llevara a la cama.
Pero la mente me reprimió que era muy pronto. Que si algo así sucedía en ese momento, me convertiría en una puta, y eso es una cosa que jamás seré. El hecho de que sea pobre no quiere decir que no sea educada.
—Perdón, me deje llevar, perdón no quiero que te asustes, ni mal interpretes las cosas.
—Esta bien, Saúl. Ahora lo que quiero hacer es dormir, estoy muy agotada ¿dónde dormiré?
—En mi habitación por supuesto. Yo dormiré aquí en el sofá.
—¿Estás seguro?—dije incrédula.—lo digo porque no estás acostumbrado a dormir en un sofá.—comente con sarcasmo.
—Jaja. Muy graciosa, pero te equivocas. He dormido bastante en este sofá, es bastante cómodo.
***
Fui abriendo los ojos lentamente. Me incorporé en la cama llevando los ojos por la habitación, no había tenido la oportunidad de verlo detenidamente debido a la oscuridad y el sueño que me derrumbó. Todo era espacioso con una hermosa vista de la ciudad en el balcón. La habitación era decorado de un blanco simple, todo fuera de lo normal pero la tranquilidad que se sentía era incomoda para mí que estoy acostumbrada al bullicio, a las altas voces y las risas de los niños. ¡Lo irónico de vivir en un barrio!
Entonces recordé todo lo que me dijo Saúl el día anterior, el incendio en el barrio, la fragilidad en sus ojos. Y presiento que las cosas cambiaran drásticamente,lo siento muy dentro de mi.
Un delicioso olor hizo que curioseara por los alrededores. Pero el hecho de que me encontraba con una camiseta de Saúl me hacía sentir desnuda y devolví los pasos a la habitación.
—Te ves hermosa con mi camiseta.—giré nerviosa para ver a un Saúl envuelto en una toalla blanca en la cintura y si torso nuevamente desnudo. Desvíe mi mirada para tratar de ver lo menos posible.
—Pensé que no te despertarías ahora, el desayuno está listo. Vuelvo en un segundo, déjame vestir...
—Si, ve hazlo.—entre de nuevo al cuarto con las mejillas encendidas por la vergüenza. Otra en mi lugar se le aventaría encima, y solo pensar en eso los celos me invaden. Nunca me imaginé estando con un hombre a solas ni mucho menos teniendo relaciones íntimas.
Me di un baño con agua fría y me cepille los dientes con un cepillo que de seguro ha de haber sido de Saúl. Procedí a ponerme la misma ropa del día anterior hasta que tocaron la puerta, me subí los pantalones disparada y me sostuve la toalla en el pecho.
—Adelante.
—Perdón, se me había olvidado darte esto.—era una bolsa grande color rosa con la etiqueta "Sandra" en el centro y supe que se trataba de ropa.
—No tuviste que molestarte en hacerlo, ¿cuanto gastaste en todo esto?—pregunte mirándolo de arriba abajo, vestido de manera informal, pero aún así se veía guapo. Llevaba una polera azul con bermuda crema y unos tenis converse negros.
—Es precisamente mi talla.—comenté maravillada. Un panties me sorprendió de golpe y no pude evitar sonrojarme de la vergüenza. Saúl comprándome ropa interior, nunca me lo había imaginado dentro de mi cabeza.
—Gracia, Saúl.—dije incrédula.
—Disculpa por mi atrevimiento, pero no tuve otro remedio, tú sabes es una zona delicada, espero que no te molestes.—recalcó serio.
—Bien, si no no te importa debo vestirme.—asintió cerrando la puerta detrás de él.
En cuando me medí la ropa me pare frente al espejo del baño. Escogí un vestido que se adhería a mi cuerpo como un postal, me peine el cabello y por último me coloqué las sandalias y salí.
Y ahí estaba esperándome en él desayunador, con la serenidad que infundían sus ojos. Realmente guapo.
—Ven, acompáñame a desayunar.—dijo haciéndome un ademán.
Después de un largo día de paseo juntos acompañado de risas emprendimos el viaje al barrio. Estábamos listos para lo que fuere de a partir de ese momento. Yo tenía la esperanza de que Saúl si sería un hombre nuevo, un hombre distinto para bien.
En el auto mientras lo miraba pude recordar todo lo ocurrido, mi mente divagó hacia el día que nos conocimos que no fue exactamente el más romántico de todos; el día que sentí sus labios por primera vez, el día en la playa y por último este asombroso día.
Aún me siento caminar por los grandes apocentos de la gran plaza Blue Mall. Con la enorme sensación que maravilla mis adentros, que arrebata hasta mis entrañas, y ver cómo con cada paso se va acomodando las cosas.
—¿Qué están gracioso mi amor?—pregunto Saúl y solo eso bastó para sentir aquellas mariposas revolotear en mi vientre.
Alrededor de las seis de la tarde llegamos al barrio. Aún continuaban las gomas quemadas a una esquina de la acera. Todo estaba hecho un desastre, los carteles alborotados, y los restos del incendio convertido en cenizas.
Había unas cuantas personas en la famosa esquina donde hombres y mujeres se recrean jugando dominó. Saúl aparcó el auto en frente del departamento de la señora Inés. Al menos por ahí merodeaba menos personas lo que me resultó cierto alivio.
Caminamos agarrados de la mano mientras subíamos los peldaños del edificio. Hasta que una mujer hizo detenernos, era la misma que me había insultado en la bodega. Y era una de las cuales siempre había estado en los líos de mujeres en este barrio. La apodaban "La loba".
Es increíble cómo catalogan a las personas según sus acciones. A mí me llamaban como aquella niña huérfana, hija de la alcohólica y drogadicta, la que todos sentía pena de su forma de vestir.
—y eres tan cínica de traer a tu amante aquí, eres una traicionera, a ti era que teníamos que quemarte en vez de aquellas gomas, zorra.
—Cierra tu asquerosa boca antes de hablar de Karen.—le gritó Saúl. Lo menos que quería era un escandaloso más,
y menos después de pasar un momento tan agradable.
—Amor, Vámonos, nosotros no entendemos su idioma.
—Mira niña tú no eres más que una vivaz, una muerta de hambre que solo busca sacar ventajas.—en ese momento varias personas se acercaron a presenciar lo que no quería precisamente: un escándalo.
Hola a todos. Esta vez no me tarde mucho en subir, espero que le hayan gustado este capítulo.
El hombre de la foto es muy similar al que me imagino en mi mente que es Saúl, puse a Mario casas porque es el más parecido al que ideé.
Todo es una batalla realmente difícil para Karen y Saúl, cada vez más tendrán que pasar por miles de obstáculos, miles de barreras que se opondrán entre ambos. Diferentes vidas pero con una cosa en común: el amor.
vendrá mi parte favorita, personajes nuevos, y muchas cosas se podrán muy interesantes, hasta yo estoy que como ansias.
Un saludo.
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