∆Epílogo∆
Una luz me cegó momentáneamente. Me sentí pérdida.
Subí mi mano hasta lo alto de mi cabeza e intenté tapar mis ojos para acostumbrarme.
Pasé de un cuarto con escasa luz a una noche envolvente con un foco de luz yendo directamente hacía mi dirección.
Estuve aturdida por unos segundos, sin saber si dar un paso más.
¿Quiénes me rodeaban?
¿Conocía a alguien?
¿Estarían los chicos con ellos?
Preguntas que no podía responder porque no podía ver absolutamente nada más allá de la luz, solo oscuridad alrededor.
—Lex Baker, necesitamos que avances poco a poco hasta nosotros. —dijo la misma voz de antes.
¿Era Dios?
¿En vez de estar saliendo de una cabaña estaba llegando al cielo?
Porque era así como se sentía, o bueno, al menos así lo creía.
—¿Quién eres? —mi curiosidad salió a flote.
—Mi nombre es Larry Cox, soy el jefe de policía.
Cox. Jefe de policía.
Supe de inmediato que era el padrastro de Ian. ¿Él también estaría aquí?
—Avanza con calma hacía nosotros, no tengas miedo. No te haremos daño.
No iba ni siquiera a dudarlo.
Ellos llegaron justo a tiempo e hicieron que Scorpion por fin se decidiera a darme libertad.
Avancé a paso lento, sintiendo mis piernas debilitarse con cada paso. Las ramas crujían con mis pisadas; podía oír el canto de un búho a lo lejos y algunos murmullos de las personas que estaban a mi alrededor.
—¡Ahí! —rugió— ¡Detente!
Confundida lo hice. Me detuve a pocos pasos de la luz, podía ver más claramente la figura de varias personas pero seguía sin poder detallar sus rostros.
—Necesitamos que levantes las manos. —continuó hablando. ¿Qué levante las manos? ¿A caso soy una persona buscada por la ley?— Hazlo, Lex. —me animó a hacerlo con voz más dulce— Es solo por seguridad. Necesitamos ver que Scorpion no nos puso una trampa.
¿Trampa?
¿En serio?
¿Creían que sería tan tonta de dejar que Scorpion me usara como cebo?
Levanté mis manos con calma, dudando de este protocolo absurdo. Oí pasos acercarse hasta mi y vislumbre la figura de alguien alto y musculoso. Caminó a paso decido y tuve que levantar mi vista al tenerlo de frente. Sus ojos me detallaron minuciosamente antes de disculparse con voz cálida. No entendí sus disculpas hasta que sus manos comenzaron a tocar los costados de mi cuerpo para luego viajar hacía mi parte trasera y tantear cada rincón en busca de ¿algún objeto letal? No lo sé.
—¡Lo siento! —volvió a disculparse. Por su voz supe que era el jefe de policía.
—¿No hay mujeres que puedan hacer este trabajo? —expresé molesta.
—Sí, las hay. Pero no podía arriesgar aún más a mi personal así que tuve que hacerlo yo. —su voz denotaba lo apenado que estaba. Aún así mi enfado no se fue. Me sentí completamente tonta cuando se acercó a “inspeccionar mi cuerpo”
Se sintió extraño y horrible tener que sentir unas nuevas manos masculinas tantear mi cuerpo pero no para resultados placenteros.
¡Dios! Ya estaba volviéndome demasiado vulnerable debido a todo lo acontecido.
Larry se alejó y me dejó de pie aún en medio del foco de luz. Me removí inquieta.
¿Ahora qué se supone que haría?
¿Tendría que esperar que se volviera a acercar o ya podía caminar hasta ellos? O peor aún, ¿tendría que quedarme de pie para demostrarles que una bomba no estallaría haciendo que mi cuerpo volara en mil pedazos junto con todo lo que tenía cerca?
—Ahora sí, Lex. Puedes caminar y...
Sus palabras quedaron en el aire.
¿Podía caminar y qué? Me pregunté como si ellos pudieran leer mi mente y así responderme.
—¡¡¡Lex cuidado!!! —oí otra voz que no era la de Larry. Él había sido la única que persona que había hablado hasta el momento. Oír a alguien más solo hizo que mis nervios volvieran a florecer en mi interior.
Y reconocer esa voz se sintió como si regresara a la vida.
Él también había venido. Él estaba aquí.
No me moví, imaginé que detrás de mi apareció un oso y por eso su grito. Si no me movía el oso no podría hacerme daño ¿o sí?
Pero luego comprendí que lo único detrás de mi era la cabaña, y dudaba mucho que un oso saliera de ese lugar.
Giré en mi sitio poco a poco, sintiendo como los latidos de mi corazón iban cada vez en aumento, como si se estuviese preparando para una carrera la cual pensaba ganar.
La luz de los autos lograron darme la claridad que necesitaba. La cabaña se alzaba imponente y muy escalofriante, parecida a esas que ves en las películas de terror. Pero lo que más me sorprendió fue ver las dos personas que habían salido del lugar.
Scorpion tenía su brazo al rededor del cuello de Alexa, y con su otra mano seguía apuntándola. Ella ya no estaba atada de pies, aunque sus manos aún tenían las cuerdas alrededor de sus muñecas. Su rostro estaba pálido y sucio, cubierto con un pequeño corte en su labio y uno en lo alto de su ceja, probablemente él aprovechó de encestarle otro golpe en el momento en que yo di un paso afuera.
—Scorpion, baja tu arma. —ordenó, Larry. Al parecer él era el único que daba órdenes y hacía el trabajo— Deja a la señora Alexa con libertad.
La sonrisa que bailó en el rostro de Gaspard era demasiado perturbadora, ni siquiera la de mi sueño resultaba ser tan aterradora como la de ahora.
—¿Crees que la dejaré en libertad? —su voz tuvo un toque de altanería. Su mano seguía sujetando con fuerza la pistola en lo alto de la cabeza de Alexa. Él no dudaría ni un segundo en dispararle, pero si lo hacía los policías no dudarían en dispararle a él.
—Es lo que deberías hacer. No hay más escapatoria para ti, Scorpion...
—Sí. —lo interrumpió— Sí, la hay. Y es la muerte.
—¿Qué intentas hacer, Scorpion?
Nadie se atrevía a hablar, todos mirábamos expectantes y escuchábamos el cambio de palabras entre un jefe de policía y un expresidiario.
—Nada, solo hacerles el trabajo más fácil.
El llanto de Alexa resonó haciendo eco.
Oí un llanto más allá, detrás de mi y no supe reconocer de quién era. Alguien más aparte de mi tía estaba sufriendo por esto. La única persona que lloraría por esta escena era... Lea
Giré mi cuerpo rápidamente esperando verla pero la luz dio directamente con mis ojos cegándome nuevamente. Gruñi cerrando los ojos y volviéndolos a abrir segundos después.
¿Dónde estás, Lea?
—Scorpion te hablo en nombre de la ley, deja a la señora Alexa Green en libertad y prometo que haré todo lo posible por reducir tu pena.
El hombre soltó una gran carcajada que erizó los vellos de mi cuerpo. Volví mi vista hacía él y mi piel se sacudió por el miedo. Su sonrisa y ojos se veían diabólicos, como si hubiese cambiado en tan solo un segundo.
—¿Nombre de la ley? ¡Ja! Resultas ser tan gracioso, Larry. —aludió falsamente— Pero dejame decirte que ni en mis sueños más alocados estaré poniendo un solo dedo del pie en una cárcel.
Él estaba decidido. No iba a parar a la cárcel, tampoco dejaría a Alexa en libertad. Todo se resumía a una sola palabra: «Muerte».
Si Larry y su gente no actuaban rápido es sería el final que Gaspard tendría para Alexa y para sí mismo.
—¡Vamos, Scorpion! Sé un poco razonable.
—Razonable no es una palabra que usualmente utilice y no veo por qué debería usarla ahora.
—¡Lex! —habló en un murmullo apenas audible una voz femenina a mi espalda mientras Larry seguía tratando de convencer a Gaspard de hacer lo correcto— ¡Lex! Te habla la oficial Amelie, por favor comienza a dar pequeños pasos hasta nosotros. Poco a poco y con calma. No queremos que Scorpion se dé cuenta.
Hice lo que me pidió. Di un pasos atrás, luego otro y cuando fui a dar el tercero una rama crujió despertando el interés de Scorpion.
¡Oh no!
—¿Ya te vas, preciosa? —dirigió toda su atención hacía mi— ¿Tan rápido? ¿No esperarás ver el final que tengo para tu tía?
Al decir las últimas palabras pude sentir como las personas detrás de mi desenfundaban sus armas, atentos y alertos a cualquier movimiento.
—¡Ah no! —dijo al darse cuenta de lo que tenía planeado Larry y su gente— Ni crean que les daré el gusto de asesinarme.
Dicho esto hizo un movimiento que nadie se esperó.
El bosque quedó en completo silencio, todos ahogamos un sonido de estupefacción.
La sorpresa y el miedo invadieron todo mi cuerpo haciendo imposible mi huida.
Me quede estática, incapaz de mover un solo músculo. Si respiraba era porque ya era parte del mecanismo de mi cuerpo, porque pude haber dejado de respirar en cualquier momento si fuera necesario.
Todo dentro de mi se paralizó, la sangre congeló hasta los lugares más recónditos de mi organismo. Todo fue algo realmente espeluznante de presenciar.
—¡Adiós, Lexi! Y perdón por causarte tanto dolor.
Llevó su mano hasta su boca y con los dientes arrancó el pequeño aro que colgaba en el objeto que tenía en sus manos.
Él había logrado activar una granada en cuestión de segundos.
No podía siquiera intentar escapar.
Alexa susurró un ronco “lo siento” antes de que una explosión llenara el silencioso bosque.
Mi cuerpo vibró violentamente y fue expulsado hacía atrás con una fuerza indetenible.
Mi piel ardió, mi cabeza dolió como el infierno por el impacto de mi caída.
Mis ojos se sintieron pesados y por segunda vez en la noche una extensa y espesa oscuridad se apoderó de mi.
•••
*Ian Cox*
26 horas.
26 largas horas ella estuvo inconsciente.
26 benditas horas fueron suficientes para llevarme al borde de la locura.
Cada segundo y minuto que pasaba era más difícil de sobrellevar que con anterioridad, como si todo se fuera a complicar mientras más horas pasaban.
Ella fue la que se llevó la peor parte. Estaba a solo unos pocos metros de distancia, si sigue aún con vida es por un milagro divino del cielo.
Larry y su equipo de investigación lograron obtener las pruebas necesarias para saber que tipo de granada había activado el hombre.
La granada de conmoción fue diseñada exclusivamente con el objetivo de dañar solo con la explosión. Según las palabras de Larry fue un gran milagro que ella estuviera lejos o todo hubiese sido peor.
Las personas en ese lugar logramos refugiarnos detrás de los autos pero ella... Ella no pudo y ahora seguía en el hospital. Los doctores no decían absolutamente nada y eso me colocaba más nervioso.
—¿La familia de la señorita Lexi Baker? —preguntó un hombre canoso y con bata blanca en el área de espera.
En seguida todos los que estábamos ahí nos levantamos esperando que por fin nos dieran noticia de ella.
—Ella está fuera de peligro. Por fin reaccionó y debo decir que es un hermoso milagro que ella no sufriera más daños que unas simples quemaduras de primer y segundo grado y una contusión en la cabeza por el golpe que se dio.
Creo que todos por fin pudimos respirar con normalidad en el área de espera.
»Por ahora solo pueden pasar a verla dos personas. Queremos que descanse así que solo tendrán un par de minutos para estar con ella. —continuó hablando el doctor— Antes de que decidan quiénes pasarán debo informarles que desde que se despertó ha estado nombrando solo a dos personas. Su hermana Lea y un chico llamado Ian.
Mi corazón dejó de latir un segundo cuando lo oí pronunciar mi nombre.
Ella me había mencionado.
Ella quería verme.
No tuvimos que decidir con exactitud quiénes entraríamos a su habitación. Todos supimos con certeza que Lea y yo seriamos los únicos en verla por el momento. Me sorprendió ver que Ivy no puso ninguna resistencia ni trató de refutar. Ella solo aceptó sin ningún problema y me dio una pequeña sonrisa antes de que Lea y yo nos perdiéramos en los pasillos del hospital.
Mis nervios se dispararon mientras nos acercábamos al cuarto donde Lex se encontraba.
Me sentí como un niño que es llevado al lugar donde se encuentra la niña de la que esta enamorado. Era como si mi cuerpo reaccionara por si solo; colocándome nervioso, siendo incapaz de pensar con claridad, estaba sintiéndome completamente estúpido.
Lea colocó su mano en mi brazo y la observé, sus ojos inspeccionando mi rostro. Suspire y ella apretó ligeramente su agarre para inundarme ánimo antes de que abriéramos la puerta.
Lo primero que vi fue una mata de cabello oscuro y larga esparcida por una almohada blanca; mis ojos recorrieron su rostro, deteniéndose un segundo en esos ojos grises que más de una vez han cortado mi respiración. Ella seguía viéndose hermosa a pesar de estar acostada en una cama de hospital con algunas vendas en sus brazos y raspones en su cuerpo.
Seguía siendo esa chica que me enamoró desde el inicio.
Esa chica que sin pensarlo se convirtió en lo más importante para mi.
Sus ojos dieron con los míos y sentí como todo en mi interior volvía a renacer.
•••
*Lex Baker*
Las cosas habían cambiado drásticamente en tan solo unos días.
Todo en lo que había creído, lo que había aprendido, lo que había pensado terminó siendo de una manera distinta a lo que de verdad era. Viví en una burbuja durante muchos años, lejos de la realidad y de todo lo que me rodeaba, viví con una venda en mis ojos que me impedía ver más allá que simple oscuridad.
Todo mi mundo se desmoronó en un segundo.
Y ya nada se podía hacer salvo intentar vivir dejando atrás el pasado.
Algo realmente difícil para mi pero no imposible.
Era una nueva Lex; esa chica que vivía día a día con miedo y temor, dudas e inseguridades ya no existe más. Dejó de formar parte de mi desde que supe toda la verdad. Desde el momento en que comprendí que las personas solo buscaban su propio beneficio y que harían lo que sea necesario para lograr cada uno de sus objetivos, sin importar que para eso otros debían sufrir.
Alexa era una persona enferma que necesitaba ayuda pero no la quiso, simplemente dejó que sus estúpidos celos la cegaran y la hicieran realizar algo que años después le cobraría la vida. Ella nunca se arrepintió de verdad por lo que le hizo a mis padres y ahora todo lo que hizo le fue devuelto de la peor manera.
Ni siquiera funeral pudimos hacer por su muerte, ni mucho menos enterrarla. La policía solo pudo reunir pequeñas partes de su cuerpo que no se desintegraron con la explosión sino que solo volaron y quedaron de recuerdo para que nunca olvidáramos su muerte, pero siendo sincera no sentí absolutamente nada cuando desperté y recordé que ella ya no estaría más con nosotros. Cuando me dijeron que lograron reunir tan solo unas pequeñas partes de su cuerpo decidí que no era necesario que ni Lea ni yo nos encargaramos de eso, solo les pedí que se deshicieran de lo que quedaba y que no le informaran a mi hermana para no causarle más dolor.
Lea, ella sigue sin saber toda la verdad y seguirá siendo así por mucho tiempo. No quiero que ella sufra más de lo que ha sufrido las últimas dos semanas. Alexa era todo para ella, fue la persona que nos crió y nos enseñó gran parte de las cosas que mi hermana y yo sabemos, no me sentía capaz de simplemente contarle todo y hacerle saber que todo lo que ella creía no era real. No podía arruinar la imagen que tenía de Alexa por más que esa mujer no se merecía que la recordaramos con tanto amor. Solo no podía sembrar el sentimiento de odio en mi hermana, prefería que ese sentimiento albergara mi interior, ya estaba acostumbrada a sentirlo, mi hermana no.
Sé con certeza que no puedo mantenerla en la misma burbuja que yo viví pero lo haré hasta que sea necesario, hasta que llegue el momento de que esa burbuja explote, mientras tanto seguiré ocultándole la verdad. No puedo lastimarla. No quiero que su luz sea eclipsada por la oscuridad que por años reinó en mi vida. Ella no merece tanto sufrimiento.
Cierro la maleta y salgo de mi habitación. Comienzo a bajar las escaleras mientras recuerdo el momento exacto en que desperté en el hospital luego de horas inconsciente y como Ian y Lex entraban a la habitación.
El doctor había mencionado innumerables veces el hecho de que había sido un gran milagro que la explosión de la granada no hiciera un mayor efecto del que ya había hecho en mí.
Según las enfermeras la granada que Scorpion había activado era una diseñada para no hacer tanto daño a lo que estuviera a su alrededor.
Eso me hizo comprender que él lo tenía todo planeado desde un inicio. Dijo que nunca tuvo intención de hacerme daño por más raro que eso sonara. Él intentó hacerse notar de la peor manera que puedo escoger, hizo las cosas mal y quiso enmedarlas.
La explosión solo logró sacudir violentamente mi cuerpo haciendo que mi cabeza golpeara en el acto y sufriera una contusión que me dejó inconsciente por unas cuantas horas. Sufrí pequeñas quemaduras y algunos raspones pero la cosa no pasó a mayor, nada fue realmente grave.
Respiré un par de veces mientras veía como las enfermeras hacían su trabajo. Recién había despertado y ya sentía que podía volverme loca en un segundo al observar tanto blanco y azul en este lugar. Todo olía a alcohol y antiséptico. Odiaba tener que estar en un hospital y sabía que faltarían algunas horas más antes de que pudieran darme el alta.
Pasé mis manos por mi cabello, con sumo cuidado de no desprender la aguja que estaba insertada en mi mano para que el suero pasara a través de ella.
Mis ojos recorrieron todo a mi alrededor hasta que el sonido de la puerta siendo abierta me hizo desviar mi mirada hacía allá.
Observé a mi hermana entrar con su rostro rojo y los ojos hinchados, su cabello estaba amarrado en un moño desordenado, tenía ojeras y se veía a simple vista lo mal que la había estado pasando.
Dejé de observarla cuando alguien más entró detrás de ella obteniendo toda mi atención. Recorrí todo su cuerpo, como si fuera la primera vez que lo veía; vestía unos simples jeans desgastados, una sudadera gris y su cabello castaño lo tenía desordenado. Su rostro reflejaba lo angustiado y preocupado que estaba, con solo mirarlo pude comprender que él también la había pasado fatal.
Me quedé observando ese mar azulado que me hechizaba; desde el momento en que mis ojos hicieron contacto con los suyos pude sentir como todos los sentimientos volvían a revolotear en mi interior.
Las dos personas que más amaba se encontraban ahora frente a mi; visitándome y cerciorándose de que por fin había salido de peligro.
Sonreí feliz de verlos juntos.
Los necesitaba y habían estado ahí para mi todo el tiempo sin que yo lo supiera con exactitud.
Terminé de bajar el último escalón y caminé hacía la sala donde las dos mismas personas que entraron a la habitación estaban esperándome pacientemente.
—¿Tienes todo? —me preguntó Lea tan solo puse un pie en el lugar. Asenti sonriendo.— ¡Bien! No podemos dejar nada. No quiero tener que volver a este lugar.
Sus ojos miraron por un momento a su alrededor antes de volver a poner su atención en mi.
—¿Tú tienes todo? —pregunté en respuesta. Ella asintió igual que yo.
—Las ayudaré a llevar las maletas. —se ofreció Ian al ver que ninguna de las dos decía nada más.
Lea se adelantó antes de que él tomara la maleta que tenía entre mis manos.
—Max ya llevó las mías hasta el taxi y yo puedo llevar la de Lex sin ningún problema. —tomó mi maleta y comenzó a alejarse hacia la puerta— Ustedes necesitan hablar. Tan solo tienen... —miró la hora en su reloj— Cinco minutos así que sean rápidos y precisos.
Dicho esto salió de la casa cerrando la puerta tras de sí.
Observé al chico delante de mi. Desde ese día en que desperté en el hospital no habíamos vuelto a hablar con regularidad, siempre había alguien presente; ya sea Lea, Ivy o alguno de los chicos. Nadie nos dejaba solos o en este caso nadie me dejaba sola porque decían que yo necesitaba mucho cuidado cuando no era así.
Junté mis manos al frente y las estruje nerviosa. No sabía que decir, mis palabras decidieron irse de vacaciones a última hora.
Fijé mi atención en una mancha invisible en mi camisa, me sentí una completa tonta, ni siquiera la primera vez que hablé con él me sentí tan nerviosa. Era extraño sentirme de esta forma delante de él.
—Así que... —pronunció en voz alta. Lo observé esperando a que terminara su oración— ¿Es aquí dónde nos despediremos?
Sabía que este momento llegaría y sin embargo no estaba preparada para enfrentarlo. No quería despedirme de él, no quería alejarme ni decirle adiós. Podría parecer una cobarde total pero solo no soportaría tener que ver el dolor que mi partida le causaría.
—Supongo.
Fue lo único que pude decir. Era más que claro que las despedidas no eran mi fuerte.
—Espero que en algún futuro podamos volver a reencontrarnos. —su voz falló al final de su oración. Sentí comí mi pecho dolió al comprender cuán difícil se le hacía esta situación. No quería hacerlo sufrir pero precisamente eso era lo que estaba haciendo.
—Así será, Cox. No podrás deshacerte fácilmente de mi.
—No pensaba hacerlo. —confesó con una pequeña sonrisa de lado.
El dolor en mi pecho aumentó. En cualquier momento podría llorar y no había nada que pudiera hacer para impedirlo.
—Gracias... Por todo lo que hiciste por mi.
No habían palabras exactas para describir lo agradecida que estaba con él por todo lo que logró hacer en mi vida.
Ian Cox cambió mi mundo en tan poco tiempo, él llegó para eclipsar mi oscuridad con su luz. Y fue su amor lo que logró que esa Lex feliz y amorosa que vivía en lo más profundo de mi ser lograra emerger y salir a la superficie a brillar como nunca antes lo había hecho.
—No hay nada que agradecer, mariposita. Todo lo que hice lo hice porque... —se quedó en silencio procesando si debía o no terminar de decir en voz alta lo que quería decirme.
—¿Por qué...? —presioné.
Él volvió a sonreír antes de contestar.
—Porque te amo, Lex Baker.
Volvió a decir la palabra “amor” y fue como si la hubiese escuchado por primera vez. Se sintió hermoso oír que esas palabras salieran de su boca porque así como él me amaba yo también lo hacía.
—Yo también te amo, Ian Cox. Intenté ocultarlo, quise enterrar esos sentimientos pero no pude. —admití.
Desde el momento en que supe con exactitud todo lo que sentía por él fue imposible esconder mis sentimientos.
—Nunca creí que escucharía esas palabras salir de tu boca.
—Y yo nunca creí que las diría en voz alta.
Ambos reímos justo cuando oímos el sonido de un claxon.
—Es hora. —susurró con voz ronca.
Era hora de nuestra inminente despedida pero antes de eso quería hacer algo que desde hace mucho tiempo tenía ganas de hacer.
Me acerqué con sumo cuidado, sopesando su reacción, esperando algún signo que me hiciera cambiar de opinión pero él no hizo nada más que observarme. Puse mi mano en su pecho cuando estuve frente a él y sentí los latidos desbocados de su corazón debajo de mi palma.
¡Bum! ¡Bum! ¡Bum!
Sus latidos iban en aumento, al igual que los míos. Era como si fueran uno solo, y ambos latieran al compás del otro.
Me acerqué y sin pensarlo mucho me puse en cuclillas y llevé mis labios hasta los suyos.
El primer toque fue sutil, quise nuevamente sopesar su reacción, esperando algo que me hiciera retroceder pero él solo terminó por tomar las riendas.
Sus labios se juntaron con los míos de manera suave y delicada, se sintió como estar tocando las nubes al mismo tiempo que saboreaba un algodón de azúcar.
Nuestros labios se movieron en una sincronía perfecta. Nunca había hecho algo como esto, era nuevo para mi pero sentía como si ya lo hubiese hecho con anterioridad con él.
Besarlo a él se sintió como la experiencia más hermosa que pude haber vivido jamás. Sus labios eran suaves y encajaban perfectamente con los míos, como si fuesen diseñados exclusivamente para besar los míos y viceversa.
No se cuantos segundos pasaron, solo sé que me dejé llevar por su beso, y el suave aroma a lavanda y menta que desprendía. Llevé mis manos hasta su cuello y lo atraje más a mi para profundizar nuestro beso.
Su labio masajeaba el mío, su lengua jugueteó con la mía y se sintió como si llegara por segunda vez al cielo.
Con mucho pesar nos separamos en busca de aire. Pude sentir mis mejillas calientes y mis labios hinchados por el increíble beso.
Sus ojos azules estaban más oscuros que de costumbres, sus labios estaban un poco hinchados y su respiración era errática.
—¿Quién lo diría? —dijo a nadie en específico.
—¿Quién diría qué? —su beso me dejó más aturdida de lo normal. No podía comprender absolutamente ninguna cosa que me dijera.
—¿Quién diría que nuestro primer beso sería también el último?
Nadie, ni él ni yo pensamos que sería así. Y todo en realidad fue por mi culpa. Si hubiese dejado el miedo y el temor a un lado quizás él y yo hubiésemos compartido más que un primer-último beso.
Saqué un sobre blanco del bolsillo de mi cartera y se lo tendi, él lo miró dudoso antes de tomarlo.
—¿Qué es? —preguntó curioso mientras lo ojeaba.
—Es algo para ti. Pero necesito que lo abras cuando estés solo en tu habitación y yo este a muchos kilómetros de distancia.
—¿Por qué?
—Porque no quiero estar presente cuando lo abras.
—¿Hay algo malo con esto? —señaló el sobre y yo negué rápidamente.
—No. Es solo que ahí esta expuesta mi alma. —por su rostro sé que no comprendió con exactitud mis palabras— Cuando abras el sobre encontrarás una carta, ahí desnude mi alma y logré expresar gran parte de mis sentimientos.
—¿Me estás dando algo que siempre quise saber de ti y solo esperas a que aguarde a que estés muy lejos para poder leerla?
Sí, eso era precisamente lo que quería.
—Necesito que lo hagas. Prometeme que no lo leerás hasta que yo este muy lejos. ¡Prometemelo!
—No haré promesas que sé que no podré cumplir.
—Necesito que lo intentes, Ian. Por mi, al menos intentalo por mi.
Lo vi dudar unos segundos antes de que aceptara resignado.
Salimos de casa luego de que me prometió no leerla hasta dentro de unas horas.
Afuera, cerca del taxi se encontraban cinco personas más aparte de mi hermana. Todas esperándonos a Ian y a mi.
Algo en mi interior crujió al ver todas las caras familiares con lágrimas en sus ojos.
Lea y yo nos mudariamos al otro lado del país. Lejos, muy pero muy lejos de todo lo que nos recordaba a nuestros padres y a Alexa. Ella y yo nos iríamos a vivir a casa de mis abuelos.
Nunca tuvimos mucho contacto con ellos pero no porque no quisieron sino porque Alexa nunca los dejó comunicarse ni acercarse a nosotras. Al parecer su locura sobrepasaba muchos límites.
—¡Te extrañaré, Lexi Baker! —espetó Ivy con lágrimas en los ojos. Parpadee varias veces para no derramar las lágrimas que amenazaban por salir.— Eres mi mejor amiga, la única que tengo y ese hecho nunca cambiará.
Me acerqué y la abracé. También la extrañaría, más que cualquier otra cosa.
Ella era la única que lograba soportarme incluso ni cuando yo misma lo hacía. Ella fue la única persona que se acercó desde un inició para ser mi amiga.
—Siempre seremos mejores amigas, Ivy. Eso nunca cambiará.
Las lágrimas que evité derramar salieron libres si poder contenerlas.
Me despedí de cada uno de ellos.
Thiago fue el siguiente, aludió que nunca me olvidaría y que siempre iba a tener un amigo peli blanco al que pudiera molestar cada vez que pudiera. Maxi expresó cuán contento estaba por mi cambio, y por haberlo dejado formar parte de la vida de mi hermana.
Larry y la mamá de Ian fueron los últimos, había compartido muchísimo con ambos las últimas dos semanas y me sentía realmente unida a ellos. Tanto así que despedirme se hizo más difícil.
Sin querer llorar más me monté al taxi seguida por Lea. No miré atrás cuando nos alejábamos de lo único que había conocido. No miré atrás cuando me alejaba cada vez más y más de las únicas personas que formaron parte de mi vida.
El dolor seguía dentro de mi, era inevitable no sentirlo. Pero por más presente que estuviera necesitaba alejarlo. Ellos siempre formarían parte de mi, siempre estarían presentes en mi vida. Pero ahora solo era momento de decirnos adiós, porque una nueva vida iba a empezar y aunque me doliera, aunque no quisiera tenía que alejarme.
Ivy, Thiago, Maxi e Ian siempre serían mis amigos. Nunca dejarían de serlo.
Este no era el final, tan solo era el inicio de algo grande para mi vida.
Fin.
•••
0
1/06/2021
Seis meses después de publicar el primer capítulo estoy publicando el epilogo. Estoy tan feliz pero...
NO ME MATEN.
Sé que querrán hacerlo con este final que les di pero antes de eso dejenme decirles unas cositas:
1-La historia no iba a tener un final feliz ni de cuentos de hadas.
2-Aún faltan algunas cositas más.
3-Ian y Lex no tuvieron una relación como tal porque el romance nunca fue el género principal de esta historia, que yo quise agregarlo fue otra cosa.
4-Esto no es un adiós sino un hasta luego 5-Aunque es el epílogo aún faltan algunos extras. ¿O qué creen? ¿Qué no sabremos que es lo que le dice Lex a Ian en la carta?
6-NO ELIMINEN la historia de sus bibliotecas sino quieren perderse de unos cuantos extras que publicare más adelante.
7-Aún no se con exactitud cuando los publique. No será pronto ya que estoy iniciando un nuevo proyecto, pero de que hay extras los hay.
8-Espero que de verdad hayan disfrutado leyendo esta historia. Mi cometido siempre fue hacerlos sufrir un poquito, espero haberlo logrado.
9-No me maten o no habrá extras.
10-Me despido hasta nuevo aviso.
Ojo, este sí es el final de la historia. Solo que quiero agregarle unos extras que no influirán para nada en el final.
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