∆Capítulo Veintitrés∆

*Ian Cox*

—¡¡¡Rápido, Larry!!! —rugí a punto de llegar al límite de mi paciencia— ¡Acelera! ¡¡¡Por Dios!!!

—¡Cálmate, Ian! Voy todo lo rápido que puedo. Si acelero un poco más podríamos tener un accidente y todo nuestro plan de rescate se iría al desagüe. 

Su respuesta me hizo desacelerar mi ritmo, estaba perdiendo mi cordura. Larry tenía razón, si acelera el auto perdería totalmente el control y todo terminaría en un caos peor del que ya estábamos viviendo.

Suspire pesadamente, mi vista variaba entre la carretera y Larry, no sabía que otra cosa hacer, estaba impacientándome y mi estado de animo solo colocaba a Larry más nervioso de lo que estaba aunque intentara ocultarlo.

Volteé mi vista hacía los asientos traseros y vi como mamá abrazaba protectoramente a Lea mientras le daba palabras de aliento, así era ella, tan sobreprotectora y dulce con las personas que lograban robarse un pedazo de su corazón, sonreí por verlas de esa manera y volví mi vista al frente. Aún faltaba un largo camino por recorrer y sentía que todas esas horas que perdimos el asesino pudo usarlas a su favor, quizás en estos momentos Alexa y Lex ya estaban cerca de su final, temía que cuando llegaramos todo hubiese sido en vano, tengo miedo de que sea demasiado tarde.

Recosté mi cabeza del asiento y cerré los ojos. La imagen de Lex apareció en seguida en mi mente como si esperara el momento oportuno para aparecer mágicamente; logré vislumbrar como su cabello oscuro caía en cascada por encima de sus hombros, casi nunca lo llevaba suelto pero cuando lo hacía era como admirar el cielo de noche repleto de estrellas, algo majestuoso. Lex es hermosa, en el amplio aspecto de la palabra, no solo por su físico sino también por su interior. Ella es una chica que intenta ocultar sus sentimientos creando barreras de protección, pero cuando logras penetrarlas te das cuenta de lo increíble y maravillosa que es, de lo especial que resulta ser, de los innumerables secretos que guarda y que aún así intentas felizmente descubrirlos todos. Detallé a la perfección sus pómulos, sus mejillas, sus suaves labios, labios que desde hace mucho me incitan a besarlos pero que en realidad no lo he hecho por temor a su reacción, sus finas cejas y esos ojos que siempre han sido mi atracción, rodeados por unas largas y hermosas pestañas, logrando que el gris intenso que proyecta sea aún más adictivo de ver. Toda ella me fascina y no entiendo como es que he podido ocultar mis sentimientos.

—¡Hey, amigo! —la voz de Larry hizo que saliera de mi imaginación. Abrí mis ojos un poco desorientado y lo observé.— Todo estará bien. Ella estará bien. —asentí mirando por la ventana.

Todo a nuestro alrededor era penumbra y oscuridad, lo único que se podía escuchar era el sonido que hacían las sirenas del auto de policía, de resto todo el camino estaba en completo silencio y calma.

Llevábamos más de una hora de camino, hacía las afueras del pueblo, donde nos dirigimos hacía el único lugar que sabíamos con seguridad que el asesino se las había llevado, o al menos era el único lugar que teníamos en mente y que estábamos 99.9% seguros de que ese sería el lugar.

No sabía como pero solo lo presentí, y por primera vez quise hacerle caso a mi intuición.

Cuando estábamos en la estación de policía, básicamente estábamos dejando correr el tiempo; Larry y su equipo intentaban hacer todo lo que podían pero las pistas eran escasas. Así que sin perder más el tiempo comencé a concentrarme, a ayudar, a hacer algo que nos permitiera encontrar a Lex, y cuando estaba en ese momento un lugar vino a mi mente de rapidez, como si fuese una señal del cielo o de mi cerebro, como si alguien o algo quería mostrarme y hacerme convencer de donde se encontraban. Al principio solo lo dejé pasar, pero a medida que los minutos pasaban el lugar seguía cada vez más constante en mi mente, incapaz de irse, por lo que llamé a Larry y le dije donde creía que podrían estar, él no quiso creerme y tampoco estaba del todo seguro porque siendo sincero podríamos haber perdido definitivamente a Lex y a su tía si ellas no se encontraban donde yo creía. Tuve que convencerlo, no tomó mucho pero el miedo y el terror me invadió al comprender que si ellas no estaban ahí todo se desmoronaría y sería mi culpa.

Quería llorar pero intenté ser fuerte.

Porque aunque tenía algunas dudas, en el fondo de mi corazón sabía que estábamos haciendo bien.

Si el asesino quería terminar lo que empezó, lo haría en el mismo lugar donde todo inició. 

•••

*Lex Baker

Esperaba pacientemente a que el hombre hablara, no quería descuidarme o bajar la guardia, pero mientras más tardaba en contar todo lo que quería decir, mayor tiempo era el que tenía para buscar una manera de escapar antes de que él decidiera acabar con todo.

—¡Verás, preciosa! —comenzó mirándome directamente a los ojos, su cuerpo seguía relajado en la silla. Necesitaba pensar en un plan y rápido.— Hace más de trece años habían dos personas que se amaban con locura, o al menos era lo que uno de ellos creía. Él, un chico de calle, drogadicto, con muchos problemas encima. Ella, una chica dulce, hermosa, hija de papi y mami. Dos personas totalmente diferentes, de mundos muy opuestos. Nadie creería que alguien como ella estaría con alguien como él, pero para sorpresa de todos fue así, ella se fijó en él, ambos compaginaron perfectamente, como dos piezas de un puzzle que estaban perdidas. —una risa ronca y sin gracia brotó de sus labios al decir lo último— Un poco cursi, ¿no lo crees? —no dije nada, solo esperé a que continuara.

»Ellos se veían a escondidas, tenían un romance secreto, algo un poco emocionante y excitante a mi parecer. Los padres de la chica eran estrictos, así que si lograban enterarse de su romance probablemente a ella la mandaría al continente más lejos que pudieran y él probablemente solo tendría problemas con la policía. Los días pasaron, se convirtieron en semanas, luego meses y luego un año. El primer año de su relación...

—¡¡¡Cállate!!! —rugió mi tía con una extrema furia. Sus ojos estaban rojos y no dejaban de asesinar con su mirada al hombre. Él volvió a reír amargamente.— No sigas. ¡Cállate! —siguió gritándole.

—Más te vale que dejes tus estúpidas órdenes, aquí no tienes potestad de exigir nada y si sigues así me veré en la obligación de hacer algo que aún no quiero. —amenazó.

—¡Hazlo! —gritó sin miedo— ¡Matame! ¡Anda! ¡Hazlo! Es lo que tanto deseas, ¿no? 

Yo solo podía mirarlos sin saber que hacer o que decir. Era extraño ver a mi tía de esa forma, pero era aún más extraño ver la familiaridad con la que se hablaban.

Él hombre se levantó amenazante hacía mi tía, sus ojos sin mostrar ninguna emoción. Mi pecho corrió al comprender quizás lo que él iba a hacer.

—¡¡¡No!!! —chillé, deteniéndolo en el acto. Él me miró asombrado y a la vez divertido— No lo hagas, ¡por favor! —le rogué— No tienes porque asesinarla, por favor no lo hagas. —intenté no derramar las lágrimas que estaban amenazando por salir.

Él volvió a reír, esta vez con más fuerza. Su risa grave haciendo eco en todo el lugar.

—¡Ay, preciosa! —canturreó, divertido— Tu tía no morirá, no aún. Solo volveré a colocarle una venda para así acallar sus insufribles lloriqueos. Debo decir que escuchar su voz me esta dando jaqueca.

Quise refutar, decir algo más pero mi tía negó furtivamente, sabiendo cuáles eran mis intenciones.

—¡Listo! —dijo cuando terminó de taparle la boca— Al fin se puede apreciar el silencio sin tus quejidos chillosos.  

Él volvió a sentarse tomando una pose muy relajada y cómoda en la pequeña silla. Su cuerpo estaba cubierto todo de negro, verlo a él usando ese color que día a día usaba en mi cotidianidad me hizo odiarlo y aborrecerlo en gran manera.

—¿Dónde quedé? —preguntó al aire—. ¡Oh, sí! En su primer y único año juntos. Estaban celebrando los dos ese día como los conejos, ¿si sabes a lo que me refiero, preciosa? —hice una mueca de asco sin poder evitarlo. Él rió amargamente por mi gesto— Sí, sí sabes. Bueno, como decía, habían terminado de celebrar de la mejor manera por lo que ambos estaban un poco vulnerables y definitivamente podían decirle que sí a todo lo que la otra persona pidiera. —se quedó callado por unos segundos.

No entendía absolutamente nada de por qué me contaba esta historia o de qué tenía que ver eso con la muerte de mis padres pero no me atreví a interrumpirlo o contradecirlo.

»Ella supo que ese hombre haría lo que fuera por complacerla y hacerla feliz porque efectivamente él había caído rendido a sus encantos. —continuó con la historia. Un sentimiento amargo y doloroso comenzó a instalarse en mi pecho sin saber por qué— Así que aprovechó la oportunidad de hacerle una propuesta realmente sin sentido, era lo que pensaba él pero estaba dispuesto a hacer todo por ella así que accedió.

—¿Cuál propuesta? —no pude evitar preguntar.

Él me observó, con sus ojos fríos y carentes de emoción, recorriendo todo mi cuerpo como si admirara y contemplara su nuevo plato de filete y costilla. 

—La de estar juntos para toda la vida. —volvió a reír amargamente al oír sus propias palabras— Un poco cursi y cliché ¿no lo crees?

—Esa no es una propuesta sin sentido, ¿no? —no sabía si mi respuesta podía enojarlo, así que intentaba ser sutil.

—No, para nada pero eso traería consigo un costo que luego se convertiría en una terrible consecuencia. —arrugue mi frente totalmente confundida, sin entender una sola palabra de lo que decía— Esa chica le pidió hacer algo horrible y a cambio ella le prometió escaparse con él muy pero muy lejos, donde nadie estuviese en contra de su relación.

—¿Y cuál era el costo? —pregunté.

Él rió con diversión.

—Muy curiosa como siempre. Igual que tu tía. —dijo lo último señalándola con la cabeza. 

Ella se removió en su silla e intento decir algo, pero sus palabras fueron acalladas por la cinta, el miedo y el odio estaban presentes en todo su rostro. Quise acercarme y tratar de tranquilizarla, hacer algo por no verla más así pero las circunstancias me lo impedían y más el hecho de que entre la distancia que nos separaba había un hombre que no dudaría ni en segundo en arremeter contra nosotras.

Lo observé sin decir nada, no quería molestarlo y sabía que si mi curiosidad seguía saliendo a flote él perdería la poco paciencia que le quedaba.

—Bueno, sigo con mi relato. —continuó hablando cuando se percató de que no iba a decir nada más— Él no estaba convencido de aceptar la propuesta pero ella fue muy convincente así que accedió sin tener más remedio. 

Seguía sin comprender muy bien que tenía que ver su historia de amor con el asesinato de mis padres pero si tenía que esperar a que me contará mil historias más para llegar al final lo haría, esperaría pacientemente porque lo que más quería era hallar el porqué de todo, la duda seguía creciendo en mi y él era el único que podía responder todas mis preguntas. 

—¿No tenía más remedio?

Esa no fue la pregunta que quise hacer pero sabía con certeza que si volvía a preguntarle cuál era la propuesta él no me respondería sino que alargaría mucho más el tema.

—No, no lo tenía. Era aceptar su propuesta o dejar de verla y efectivamente él la quería a su lado.

Él la quería.
Y ella le había hecho una propuesta para estar juntos.

Mi cerebro comenzó a unir pequeñas piezas pero aún habían espacios faltantes que hacían imposible el descubrimiento. Mientras una nueva información aparecía otra duda crecía dentro de mi.

—Y para no alargar más esta historia que ya me estoy aburriendo te diré todo, porque sé que te preguntas que tiene que ver esa patética historia de amor con mi venganza hacía tus padres, porque sí, preciosa. Todo fue una venganza.

¿Venganza?
¿De qué?
Mis padres no tenían enemigos o eso era lo que solía pensar.

—¿Qué clase de venganza?

—¡Calma, preciosa! Todo a su debido momento. —él se levantó de la silla y caminó a pasó lento hasta mi, como un depredador yendo directo hacía su presa. Tomó asiento a mi lado y llevó un mechón rebelde de mi cabello detrás de mi oreja— Ella le dijo a él que si lograba cumplir su deseo más oscuro ella se escaparía con él, a cualquier lugar del mundo.

»Cuando ella confesó cuál era su deseo más oscuro él solo pudo pensar que todo era una completa locura pero sin darse cuenta ella usó algunos métodos de convencimiento que lo hicieron doblegarse y aceptar. —sus ojos me observaron fijamente antes de continuar— Ella se hizo pasar por una víctima más y logró hacer que él llevara a cabo el plan que no solo lo condenaría sino que también lo alejaría de ella.

Tanta información solo dejaba a mi cerebro cada vez más cansado y agotado de tener que intentar procesar y unir cada información nueva con la vieja.

Todo este asunto solo me confundía.

—No comprendo. Si él hizo lo que ella le pidió ¿por qué se alejarían?

—Porque no todo en la vida resulta ser como piensas o como te hacen creer. —confesó mirando de reojo a mi tía que seguía viéndonos estupefacta, sin poder decir o hacer nada— Ella le hizo creer que si hacía lo que quería él podría tenerla para siempre pero no fue así.

»Luego de que todo fue ejecutado y que las cosas salieron como ella lo había planeado simplemente desapareció sin dejar rastros, huyó sin decir nada y sin dar explicaciones y él fue el único que tuvo que pagar las consecuencias.

—¿Qué sucedió? ¿Por qué ella desapareció? —no sabía explicar porqué razón todo esto se me podía hacer familiar, como si algo dentro de mi comprendiera con exactitud hasta que punto él quiere llevarme con esta historia.

—Porque todo había sido su plan desde el inicio, solo lo usó a él como un peón más en su juego y cuando todo estuvo hecho solo decidió desaparecer y no tener nada más que ver con él, a fin de cuentas nunca lo amó como él a ella.

—¿Él eras tú? —pregunté con curiosidad.

Él asintió.

—¿Y ella? —volví a preguntar.

—Ella... Ella era tu tía.

Mi rostro palideció al instante. La sangre dejó de fluir dentro de mi. Todo mi mundo alrededor dejó de girar, fue como si el tiempo se detuviera por milésimas de segundos para luego volver a avanzar con fuerza y rapidez.

—¿Mi tía? —pregunté a nadie en específico, intentando procesar sus palabras.

La observé atentamente sin que las palabras pudieran fluir de mi boca, todo mi cuerpo seguía paralizado. Su rostro estaba rojo por lo que las lágrimas causaban, la cinta estaba húmeda y el miedo seguía invadiendo cada vez más su mirada.

—Sí, tu tía. —afirmó sin un ápice de duda— Ella fue la causante de todo.

—¿De todo? —No podía comprender sus palabras.

—Esa mujer que tienes frente a ti fue la que planeó la muerte de tus padres. Esa mujer a la que tanto admiras y quieres fue la que provocó el sufrimiento que por años te ha embargado. Ella fue la responsable de que tus padres ya no estén contigo.

Sus palabras perforaron sin compasión mi corazón; abriéndolo, rajándolo, estrujándolo y dañándolo, hasta cerciorarse de que no queda nada, absolutamente nada que pueda ser salvado, solo pequeños trozos rotos imposibles de ser unidos.

El aire dejó de circular hacia mis pulmones, mi corazón dejo de bombear sangre por mi cuerpo, era como si por unos segundos mi cuerpo presenciara lo que era morir sin estarlo completamente, algo extraño e irreal de presenciar.

Busqué su mirada pero su rostro estaba gacho, de sus ojos seguían bajando lágrimas y más lágrimas y yo por más que intentará hacer algo no podía.

Era como aquella vez cuando tenía seis años y solo me quedé estática, observando como una bala atravesaba el cráneo de mis padres. 

Quise llorar pero ninguna lágrima salía.
Quise gritar pero mi boca no producía ningún sonido.
Quise levantarme y encararla pero mi cuerpo no respondía las órdenes de mi cerebro.
Simplemente no pude hacer nada.

—Eso, eso... No es cierto. 

—Sí lo es, preciosa. ¿Por qué crees que ahora ya no dice nada?

—¿Cómo dirá algo si no puede? La a callaste. —le recordé.

—¡Cierto! —dijo con una sonrisa socarrona.— Pero ya arreglaremos eso, para que no digas que miento y que invento todo lo que digo.

Volvió a levantarse y con suma fuerza jaló la cinta produciéndole dolor a mi tía. Me sentí impotente por no poder hacer nada.

Ella no era la culpable. Estaba segura de eso.
Él solo quería distanciarnos antes de cometer otro crimen. De eso no estaba del todo segura, pero era así, no podía ser de otra manera.

—¡Tía! —la llamé obteniendo la atención de ambos al instante— Tía, dime que no es cierto. Dime que todo lo que él dice no es cierto. Por... Por favor... Hazlo... Dilo tía. —mi voz perdía fuerza. Sentí como un nudo se formaba en mi garganta impidiéndome hablar.

—¡Hazlo, querida! —la animó el hombre— Dile lo que tanto desea. Dile de una vez por todas todo lo que tu y yo sabemos. Es hora de que tu sobrina sepa toda la verdad.

Ella seguía sin decir una palabra. Mi pecho se contraía con cada segundo que pasaba y el silencio se hacía más notorio.

¿Por qué no dices nada, tía?
¿Por qué callas?
No le des la satisfacción al hombre de crear distancia entre nosotras.
Di la verdad. Di que todo es un invento de él.
Rogué una y otra vez en mi mente, esperando con ansías que dijera algo. Que hablara de nuevo para hacerme saber que ella en realidad no tuvo nada que ver.

—Yo... —su voz apenas era audible. La observé esperando que dijera algo más— Yo... No... No se de que habla este hombre.

Sus palabras se sintieron tan bien al oírlas. Fue como si pincharan un globo con un alfiler y todo el aire que estaba adentro contenido saliera libre.

—¡Oh vamos, querida! ¿No crees que ya es hora de dejar de mentir? Han sido más de diez años y al menos deberías decir la verdad antes de morir. 

Antes de morir.
Fue como si me trajeran de nuevo a la realidad de golpe. Íbamos a morir, no teníamos escapatoria. Este era el fin de ambas.

—Ya dijo que no. —gruñí, intentando contener la rabia que estaba sintiendo— Deja de querer ponerme en su contra. Ella no es culpable de nada.

—¿Ah no? —rugió perplejo— Y ¿qué pasa si te digo que ella planeó la muerte de tus padres solo por celos? —suspiré, intentando concentrarme en algo más que no fueran sus palabras— Tu queridisima tía, Alexa Green, estaba celosa de la relación de tus padres. Ella odiaba el hecho de que tu madre siempre obtuviera todo lo que quisiera...

—¡¡¡Eso no es cierto!!! —gritó, furiosa. Su rostro estaba volviéndose tan rojo que presentía que podía darle un ataque al corazón en cualquier momento.

—¿No es cierto? —preguntó, volviendo a parecer incrédulo—  Qué me dices de aquella vez que me convenciste en planear todo para sus muertes por el simple hecho de hacerme creer que el padre de tus adoradas sobrinas abusó de ti y estaba a punto de hacer lo mismo con ellas. Diciéndome que también su madre era consciente de todo y aún así no hacía nada por detenerlo y salvarlas.

Mi cabeza dolía por el esfuerzo que hacía de procesar todo.
Mi pecho se hundió nuevamente provocándome un dolor insoportable incapaz de irse.

Todo esto era una locura. Una completa locura.

—¡¿De qué hablas?! —alcé mi voz, intentando no terminar gritándole con todo el odio que le sentía— Deja de mentir. Ya no te creo absolutamente nada.

—No son mentiras, preciosas. Son verdades. Y las verdades siempre duelen o preguntale a tu tía si no es así, y espero que esta vez diga la verdad si no quiere presenciar la muerte de su preciosa sobrina.

—Eso es chantaje. —le dije.

—No, eso solo es un medio por el cual podré obtener un fin. 

—Tía no digas nada.

—¡Oh no! Deberías, querida. O tu sobrina pagará las consecuencias.

Sin esperarlo se abalanzó hacia mi. Presionó su cuerpo encima del mío contra el colchón, podía sentir su peso, cada parte de él, intenté removerme pero lo impidió ejerciendo más peso. Sacó un cuchillo afilado detrás de su bolsillo y lo presionó en mi cuello, sentí el frío del metal contra mi piel. No me moví, si lo hacía podía sufrir una herida.

—¿Vas a hablar, querida? —volvió a presionar, dirigiéndose a mi tía.

—¡Vete al diablo! —rugió sin temor.

Él soltó una gran carcajada que me erizó los vellos de mi cuerpo.

—Como quieras. —contestó antes de pasar la hoja afilada a lo largo de mi cuello, sin ejercer mucha presión, solo haciendo una leve cortada que se sintió como si presionara y llegara hasta lo más profundo de mi piel.

—¡Dejala! —gritó mi tía.

Pero él seguía moviendo su cuchillo por mi clavícula, debajo de mi cuello, hasta llegar hasta el escote de mi camisa y comenzar a romperla, me moví, queriendo quitarlo encima de mi pero su peso seguía impidiéndomelo.

—¡Aleja tus sucias manos de mi! —gruñí con asco.

Sin embargo él no se detuvo, no estuvo satisfecho hasta romper toda mi camisa en dos y abrirla de par en par, mostrando mi brasier y la piel expuesta delante de él.

—Creo que disfrutaré mucho contigo, preciosa. —sonrió, mostrando unos dientes completamente amarillos, su aliento rozó mi rostro y llegó hasta mis fosas nasales provocandome unas horribles arcadas.

—¡Dejala, imbécil! ¡Eres un cerdo! ¡Un asqueroso animal! —comenzó a despotricar en su contra.

—Sí, sí, sí. Puedo ser eso y mucho más, no me importa. Al menos podré disfrutar de tu sobrina así como disfruté de ti. 

Sus manos bajaron por todo mi abdomen, tocando cada piel expuesta, provocándome asco y nuevas arcadas. Aguanté las lágrimas que se agruparon en mis ojos cuando sus manos se detuvieron en mis pechos y apretaron, provocándole una excitación al instante en él y en mí unas ganas inmensas de querer asesinarlo con mis propias manos.

—Ok, Ok. Diré la verdad. Solo deja de tocar a mi sobrina y alejate de ella.

Las palabras de mi tía lograron el efecto deseado ya que él con una enorme sonrisa mugrienta se alejó de mí. Me levanté al instante en que puso distancia y me arrinconé en un extremo, subí mis piernas e intenté tapar mi cuerpo con ellas.

—Al fin te dignarás a decir toda la verdad. —apremió triunfante.

—Solo porque no me das más opción. —admitió mi tía.

—No lo hagas, tía. —quise convencerla de hacer lo contrario pero sabía que por más que insistiera ella no cedería de nuevo. 

Sus ojos me escudriñaron antes de que nuevas lágrimas volvieran a empañar su visión. Todo mi cuerpo entero se sacudió al ver el estado en el que poco a poco iba entrando.

Dolor.
Miedo.
Tristeza.

Era lo que reflejaba su mirada. Y yo tenía miedo de lo que sea que fuera a decir.

—Yo... Yo si planeé lo del asesinato de tus padres. —negué, negué repetidas veces, no le creía. Sabía que lo hacía solo por mantenerme a salvo— Sí, Lex. Sí lo hice. Ya no puedo seguir mintiendo, quise hacerlo pero solo iba a causarte más dolor y sufrimiento con mi silencio...

—¡No! Eso no es cierto. —me negaba a creerlo.

—Lo es, cariño. Y antes de que escuches toda mi versión te pido que por favor puedas entenderme y llegar a perdonarme. Sé que lo que hice no tiene perdón pero también sé que no eres de las personas que guardan rencor. Has crecido creyendo que querías vengar la muerte de tus padres y hacerle pagar a él todas y cada una de las lágrimas que derramaste pero ambas sabemos que en el fondo de tu corazón lo único que querías era la verdad. No eres capaz de guardar tanto rencor ni de desearle la muerte a alguien por más daño que esa persona te lo hiciera.

Se equivoca.
Se equivocaba y siempre se equivocará.
Sí quiero justicia, sí quiero ver como el asesino de mis padres muere sin contemplación así como él no la tuvo con ellos.
Sí puedo llegar a sentir odio y rencor.

—No sabes lo que dices. —dije entre dientes.

—Cariño, sabes que en el fondo de tu corazón todo lo que te digo es cierto y todo lo que te diré te abrirá los ojos y te hará entender.

Observé al hombre de pie al otro lado de la habitación. Él nos observaba a mi tía y a mí, con gran satisfacción. Quería levantarme y poner mis manos en su cuello y ejercer la fuerza necesaria para impedir que el aire circulara hacía sus pulmones. 

—Cuando era joven conocí a Gaspard ahora conocido como Scorpion. —inició su relato, viendo de reojo al hombre antes de continuar— Para ese entonces yo ya había estado enamorada por mucho tiempo de alguien más... Tu padre, él siempre fue el hombre en el que yo estuve interesada pero mis sentimientos nunca fueron correspondidos.

—¿Y por eso... Por esa razón mandaste asesinarlos? —las palabras se sintieron más que amargas en mi boca. Como miles de alfileres intentando salir todos al mismo tiempo.

—No, no. Dejame terminar por favor, necesito que sepas y entiendas toda la verdad.

—Entender ¿qué? ¿Qué no tienes corazón ni sentimiento? ¿Qué me hiciste pasar los peores años de mi vida?

—Lex, dejame explicarte por favor. Todo tiene un por qué, necesito que oigas todo lo que tengo que decirte si no nunca podrás responder a todas las dudas que hay en tu interior.

Quedé en silencio, tratándome las miles de palabras que quería decirle. Esperé a que continuara para que todo esto acabara de una vez por todas.

Sentía que estaba en una pesadilla, en una horrible y escalofriante pesadilla.

—Tu papá era el chico más popular y guapo del colegio, era lo que toda chica quería incluso yo, todo iba bien hasta que Rachel se interpuso en mi camino, ganándose la admiración de él y siendo como siempre el centro de atención de todos.

—¡Cuidado! —la corté— Es mi mamá de quién hablas, no lo olvides.

—No lo hago creeme. —sus ojos me recorrieron por un segundo antes de que tomara una extensa bocanada de aire y siguiera con su historia— Tu madre siempre fue la hija perfecta, la hermana ejemplar, la amiga ideal. Todos, absolutamente todos la adoraban; mis padres, sus amigos, mis amigos, hasta tu padre. Ella siempre se robaba la atención de cualquiera a nuestro alrededor, opacandome y haciéndome quedar como la hermana inepta y estúpida.

—Así que... ¿Todo lo que hiciste lo hiciste por unos estúpidos celos?

—Sí, ella me robó lo que quería, ella me quitó lo que era mío.

¡No lo podía creer!
Todo lo que escuchaba era irreal y muy estúpido.

—¡¿De qué hablas?! —chillé, estupefacta. Aún seguía procesando cada una de sus palabras— Ella no te quitó nada. Mi papá no era tuyo.

—Sí, sí lo era. Y lo hubiese sido completamente si ella no se hubiese puesto entre nosotros.

—¡Estas loca, Alexa!

—Él era mío. La vida que ella tuvo la debí de tener yo. ¡Ustedes debieron ser mis hijas!

Mi rostro reflejó lo sorprendida que me dejaban sus palabras.
No podía encontrarle sentido alguno a todo esto. No podía hallar ni una sola coherencia en lo que me decía.
Todo era una completa locura.

No conocía a la mujer que tenía al frente, nunca la conocí.

No podía comprender como todo había cambiado en tan solo un segundo. En como mi vida había dado un giro de 180° en tan solo un abrir y cerrar de ojos.

—¡Eres una mujer enferma! Nada de lo que dices tiene sentido...

No me dejó seguir hablando porque en seguida me interrumpió para seguir diciendo más y más incoherencias.

—No lo puedes entender porque no sabes lo que es vivir bajo la sombra de alguien más.

—No, no lo sé, Alexa. Y tampoco te puedo entender. —le di la razón— Pero solo por el simple hecho de que aún no logro entender como pudiste ser tan insensible y mandar a matar a tu propia hermana.

—Ella me lo quitó todo y debía pagar. —con cada palabra que decía su verdadero ser salía más y más a flote. Ya no tenía miedo ni temor, ahora su rostro solo reflejaba la ira y el rencor.

—Ella no te quitó nada. ¡Entiendelo! Ni mi papá ni nosotras te pertenecemos, nadie te pertenece y nadie nunca lo hará, ¿sabes por qué? Porque nadie podría amar a una persona tan vacía como tú.

—¡Cállate! —rugió tapándose los oídos. Su estado parecía al de una mujer llegando a un estado de locura total— ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!

Pero no lo haría. No le daría el gusto de quedarme callada.
Lo había hecho por muchísimos años y ya era hora de dejar que el miedo me siguiera consumiendo. 

Siempre quise venganza y ahora este era mi momento de poder vengarme sin dudar ni vacilar.

Ella no tuvo compasión con mis padres, y yo no la tendré con ella.

•••

Sin palabras.
5mentario.

Mejor me voy... 

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